miércoles, 24 de diciembre de 2008

CRONIQUILLA - PETICIONES DE NAVIDAD

CRONIQUILLA

PETICIONES DE NAVIDAD
Orlando Clavijo Torrado

Según la tradición, hacer el pesebre durante siete años trae la bendición que se le pida al Niño Dios. Ello no falla. Recuerdo que una tía ponía debajo de la imagen del Niño un papel en el que no solo le escribía sus peticiones sino que para mejor entendimiento se las concretaba en dibujos. Su apremio en aquella época era de un techo propio. En el dibujo se le fueron unas líneas hacia un lado. Finalmente su marido logró el empleo que le permitió comprar no solo la casa en donde vivían sino el lote adyacente.
Claro que un plazo semejante para satisfacer las necesidades de Cúcuta resultaría muy largo por lo que el Niño Jesús tendrá que multiplicarse en milagros pero pronto pues, por ejemplo, en cuanto a calles y avenidas ya no le cabe un hueco más, por dondequiera que uno transite, La Libertad, Belén, Juan Atalaya, El Escobal. No hablemos de las vías del valle. ¿Rezar siete novenas, vale decir, casi dos administraciones municipales más, pasar por otras dos elecciones? No, Divino Infante. La ciudad se nos hundiría. Si no podemos de la vergüenza, los carros se nos están dañando y la gente se está lesionando la columna, ¿nos vas a poner a esperar tanto tiempo?
En cuanto a los peajes que todo el mundo odia, de nada valieron cartas elegantes al alto gobierno, protestas, manifestaciones, pedreas, que la gente de Prados del Este saliera a interrumpir el tráfico. Ni por estas. En Bogotá les importó un bledo. Ahora obligan a los vehículos a meterse por unos estrechos túneles en la carretera a San Antonio - ¡qué grosería! - para que nadie se escape del pago en la moneda que los de San Simón imponen, en pesos, porque a sabiendas de que aquí circula el bolívar y de que vivimos del turismo de los vecinos, no fue posible que lo aceptaran.
Esta es otra de las solicitudes urgentes para poner en el pesebre, pero rogándole a Jesús que la despache ya, sin dilaciones. ¡Ah! Y la referente al descontrol y locura en el tránsito, y a la falta de suficientes agentes pero honrados, esto es, que no quieran cuadrarse la Navidad a costa de los incautos. De las carreteras del departamento hablaré luego de mi regreso de vacaciones.
El despelote es mucho, pero por ahora no te queremos abrumar Niño Jesús con tantos reclamos. Amén.
Amables lectores: que sean tan felices en esta Navidad como en el nuevo año.

orlandoclavijot@hotmail.com


Cúcuta, 22 de diciembre de 2008.

sábado, 13 de diciembre de 2008

CRONIQUILLA - LA EGOLATRIA DE CHAVEZ

CRONIQUILLA

LA EGOLATRIA DE CHAVEZ
Orlando Clavijo Torrado

Nuestro protagonista siempre ha sido compinche de Hugo Chávez Frías, el extraño personaje nacido en un rancho de bahareque que abrazó como profesión y medio para lograr figuración la milicia. Cuando pretendió derrocar mediante un alzamiento armado al mandatario constitucional Rafael Caldera el 4 de febrero de 1992, Mora – es el apellido del protagonista según mis fuentes venezolanas – estuvo a su lado. Tan astuto y ambicioso como aquel. Mora se enroló en una entidad semejante a nuestra DIAN, en un cargo de poca importancia.
Pasaron los dos años de prisión del teniente coronel golpista, su indulto por un Caldera reblandecido, y finalmente su advenimiento al poder mediante elecciones. Morita consideró que era hora de acudir a su entrañable camarada para posicionarse en un rango superior.
El día que debía ser recibido en el Palacio de Miraflores, de tantos espíritus que invoca el presidente, uno demoníaco lo poseía. Resoplaba, lanzaba madrazos, golpeaba las mesas, pateaba y le recordaba a cuanto humano que se le atravesara quién era el Supremo, el amo y señor, el Todopoderoso de Venezuela.
El hombre lo saludó con efusión pero Chávez, que nunca aprendió buenos modales, en aquellos instantes menos aún estaba para cortesías. Mirando entonces el estado de exaltación de su viejo amigo le refirió en cortas palabras su situación burocrática y su anhelo de mejorar. El presidente en su ofuscación ni le prestó atención y virtualmente le ordenó abandonar el despacho con esta conminación: No quiero oír quejas, ni peticiones, nada, ¡carajo! Y repitió la sentencia que se saborea aplicándosela a los estadounidenses: ¡Váyanse todos a la mierda!
Mora, pasmado por tamaño desplante, tomó el camino de retirada, mas de pronto volvió sobre sus pasos, se plantó frente al nuevo Mesías de su patria y le dijo: ¡Presidente, no hay momento en que usted se parezca más al Libertador Simón Bolívar que cuando está airado!
Y dicho esto, se alejó por los pasillos del palacio.
Chávez quedó sacudido. De inmediato llamó a uno de sus secretarios y le ordenó que averiguara por el que acababa de salir y lo nombrara en el puesto más alto del organismo en donde trabajaba.
Así, Morita ascendió a director general hasta el día de hoy.
¿Que de dónde saqué este cuento? Quien me lo relató tiene los testigos a la mano y me asegura la veracidad del episodio.
Y conste que aunque corre el mes de diciembre, todavía no es el Día de los Santos Inocentes. Simplemente, Mora le dio a Chávez en donde le gusta.

orlandoclavijot@hotmail.com


Cúcuta, 11 de diciembre de 2008.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

CRONIQUILLA - LAS JUGARRETAS DE AQUELLOS DICIEMBRES

CRONIQUILLA

LAS JUGARRETAS DE AQUELLOS DICIEMBRES
Orlando Clavijo Torrado

En una entrevista realizada hace algún tiempo por la sección Agenda Joven de La Opinión encontré que la mayoría de los entrevistados afirmaba que no tenían ni idea de qué era eso de jugar a los aguinaldos. Alguno manifestó que poco le interesaba el cuento, otro aseguró que jamás jugaría semejante juego. La lectura de esto nos señala que estamos ante una tradición perdida. Dado que se trataba de un sencillo pasatiempo que pudiéramos calificar de inocente e inocuo, nada más el explicarlo a las nuevas generaciones lo sume a uno en el ridículo, pues le resultan con comentarios como: ustedes sí eran bobos, ¿no?; qué pendejada dizque la pajita en boca y darse palmaditas por la espalda. Tienen razón los chicos pues hoy la cosa es distinta: dos cucharadas de caldo y mano a la presa.
La polvorada – sustantivo sin doble sentido que no figura en el diccionario, y significa echar pólvora sin medida – desde inicios de diciembre hasta entrado el mes de enero, es otra tradición que tiende a desaparecer por causa de infantes lesionados o muertos, los decretos gubernamentales y la persecución a los pirotécnicos y expendedores de los artificios al por menor. Por ello, las noches decembrinas son ahora silenciosas.
Sin embargo, las misas de aguinaldo en las madrugadas, ¡bendito sea Dios que todavía se conservan!
Y por fortuna, para que no se mustie la alegría que trae esta bella temporada, asimismo se mantienen las bromas del Día de los Santos Inocentes.
En alguna Croniquilla contaba yo cómo nos solazábamos en esa fecha en nuestra infancia y adolescencia, lo que motivó que una pariente residente en otro país me dijera en un e-mail que se había trasladado emocionada en el recuerdo a las inocentadas, pero que ella era una niña juiciosa y no hacía las marranadas – es el término que usó – de nosotros. ¡Hombre, prima! ¡Si nosotros también éramos unos ángeles candorosos, dispuestos nada más que a reírnos y hacerles fiestas a los parroquianos!
De esas inocentadas, la que más dejó impronta en la villa fue la de la plasta o bollo, así llamado popularmente el producto intestinal.
Por aquella época, siendo estudiante en Bogotá, este servidor vio en la carrera 7ª aquel simpático juguete que remeda perfectamente un excremento humano. Se me ocurrió llevarlo al pueblo como novedad para el Día de Inocentes. Antes de referir los episodios, miremos primero el combo de mamadores de gallo: mi padre, que lucía tan serio, el alcalde, que lo era mi tío Eliécer Torrado, el recaudador de hacienda – don Sócrates Gutiérrez -, el tesorero – otro tío, Ramoncito Torrado -, empleados de la alcaldía y el juzgado, en fin, todo el tren de empleados y dirigentes cívicos, estudiantes, señoritas y vagos en montón. Salimos, pues, en la gloriosa fecha, en visita de casa en casa. Al llegar al sitio elegido, poníamos la plasta en la mitad de la sala, rodeada de un charquito de agua formado con un atomizador de pelo usado por las muchachas. Por supuesto que la matrona se esmeraba por atender a visitantes tan especiales; luego, a una señal, todos sacábamos un pañuelo y nos cubríamos la nariz haciendo gestos de asco. La señora al punto encontraba el foco de la presunta suciedad y ante su reacción, de vergüenza o pánico por lo general, en la que la dejábamos unos buenos momentos, le decíamos en coro: ¡pásela por inocente!
Recuerdo que la esposa de un integrante del combo sufrió un leve desmayo, y luego que se repuso, entre risas y reproches, quiso que todo se arreglara y nos obsequió, muy bien servido en bandeja fina, un trago de aguardiente. Con gusto levantamos la copa y la llevamos a los labios de un envión, y ¡zas!, ¡qué horrible mueca la que mostramos pues lo había cargado de sal! ¡Me la pagaron!, exclamó dichosa la refinada dama.
Otra ama de casa le levantó la faldita a la hija menor, atribuyéndole la autoría de la gracia, y le aplicó un fuerte correazo. Otra nos iba estropeando el bollo al taparlo con tierra, y debimos levantarlo con cuidado y limpiarlo como un tesoro. A la enfermera se le dijo que era de borracho y por poco se vomita.
En fin, el recuerdo de la gozadera de aquel día aún estremece nuestros corazones y la risa resuena con la misma alegría del fausto momento.
El juguete fue perdiendo su color, su textura y firmeza de tanto colocarlo atravesado en los sitios más inoportunos -¿u oportunos? – y tuvo el fin que se merecía: botarlo, como se bota lo que semejaba.

orlandoclavijot@hotmail.com


Cúcuta, 3 de diciembre de 2008.

Datos personales

Mi foto
Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
PORTADA

50 años del Diario La Opinión

50 años del Diario La Opinión
cena en el Club del Comercio - 15 de Junio de 2010 - Columnistas

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Orlando Clavijo Torrado y Luís Eduardo Páez García junto a la foto del General Mateo Torrado, tío bisabuelo del primero, quien la donó. Don Justiniano J. Páez, abuelo del doctor Luis Eduardo, en su obra histórica al referirse a la guerra de los Mil Días, da fiel cuenta de las acciones del General Torrado en la contienda, en virtud a haber actuado como su secretario.

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Hermanos Clavijo Torrado, Orlando, Nora, Edilia y Olga. Julio de 2010, Ocaña - Junto a la bandera con la imagen del Libertador Simón Bolívar bordada por señoras de Ocaña al conmemorarse el primer centenario de la independencia (1910).

EN EL AGUA DE LA VIRGEN

EN EL AGUA DE LA VIRGEN
Orlando Clavijo Torrado, sus hijos, nietos y primos.

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
CONTRAPORTADA

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

MONOGRAFIA DE BUCARASICA - Olger García Velásquez

MONOGRAFIA DE BUCARASICA  - Olger García Velásquez
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007
Con sus hijos, de izquierda a derecha Cesar Octavio, Jaime Mauricio, Silvia Andrea y Orlando Alexander Clavijo Cáceres

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"
29 DE MAYO DE 2009. CÚCUTA.

En la Academia de Historia de Norte de Santander

En la Academia de Historia de Norte de Santander
Padre Edwin Avendaño, José Antonio Toloza (Q.E.P.D), Secretario de la Academia, y Orlando Clavijo Torrado