miércoles, 28 de enero de 2009

CRONIQUILLA - EL PALABRERO

CRONIQUILLA

EL PALABRERO
Orlando Clavijo Torrado

En Manaure nos maravilló una inmensa pirámide, pero no de tumbalina como la DMG, sino de sal a la orilla del mar, radiante por lo blanquísima.
Maicao ya no es el emporio de mercancías extranjeras y exóticas de otras épocas; lo que en el lugar venden está a la orden en cualquier sanandresito; lo único medio rarófono que consiguió mi esposa fue una plancha eléctrica inalámbrica.
La próxima visita era a Uribia, la capital indígena de la Guajira. Regresamos a “Cuatro vías” de donde emprendimos el viaje por una espléndida carretera en la que uno se adormece cuando entra a la recta de 53 kilómetros.
En Uribia todas las calles confluyen al parque como los radios de una bicicleta. Principalmente nos llevaba a la antigua capital de la Comisaría el conocer a un palabrero o cacique con sabiduría y mando para desatar las controversias e impartir justicia entre los indios wayuu.
Justamente se encontraba allí el palabrero mayor Eleuterio Palacios. Pese a lo que los cachacos pudiéramos esperar, no se trata de ningún indígena ataviado con guayuco o taparrabo sino de un señor vestido civilizadamente, pulido en su traje y perfumado con lociones finas.
Don Eleuterio tiene apenas 90 años de edad. No se sabe si es que es muy goloso o que las hijas de Eva no lo han comprendido porque a su lecho ha llevado como esposas, mal contadas, a siete, en las que ha engendrado 30 hijos, de los que proceden 300 entre nietos y bisnietos. Toda Uribia está plagada de Palacios. Pero desde hace un buen tiempo duerme solo y su cama está pidiendo a gritos una mujer, de modo que como cuenta con suficientes fondos bancarios ha planeado comprar dos mujeres, una viejona y otra jovencita. Ya le echó el ojo a la mayor, de 69 años, que vive en Santa Marta y pertenece a la clase alta en la sociedad wayuu. Esa le puede costar bastantes chivos, collares, burros, caballos y dinero en efectivo. ¿Qué pasa – pregunto yo – si por ejemplo una chica de quince años le juega las cabras al marido que ya ni con viagra, esto es, le pone los cachos? Me responden que en ese caso el cornudo entrega la faltona a la familia, la que está obligada a devolver el doble de lo que el hombre pagó.
El palabrero absuelve con tono suave y cultamente todas nuestras inquietudes, y posa sonriente con el grupo para las fotos y los videos. Si el agravio a un wayuu es de suma gravedad, nos dice, y no se llegó a un arreglo monetario, el ofensor es perseguido hasta el último rincón de la tierra y eliminado.
La esencia de esta etnia y en especial la función del palabrero se encuentran tratados a profundidad en el libro “La disputa y la palabra, la ley en la sociedad wayuu”, escrito por el antropólogo nativo Weildler Guerra Curvelo, que obtuvo el Premio Nacional de Cultura 2001, obra que gentilmente me obsequió don Nelson Aguilar Huertas. Hasta ese momento mis lecturas en los descansos en los hoteles habían sido dos libritos de solaz que empaqué en la maleta, “Artificios” de Jorge Luis Borges y “Tom Sawywer detective” de Mark Twain.
Llegó la hora del regreso. Luego de una parada con pernoctada en Valledupar para saludar a los primos Yolanda Torrado Polo y el que no tiene tocayo, Zócimo Clavijo, muy afectuosos ambos, y nueva pernoctada en Ocaña, finalmente nos enrumbamos hacia la bella Cúcuta. De nuevo estábamos en el Norte de Santander. Lo sentíamos por las sacudidas del carro en los profundos y extensos cráteres de la carretera. ¿Qué hacen los siete municipios que comparten esta vía – Ocaña, Ábrego, Villacaro, Bucarasica, Sardinata, El Zulia y Cúcuta -? ¿Qué gestión, clamor, reclamo, protesta, han hecho sus alcaldes, personeros, concejos, la asamblea, los parlamentarios, el gobernador y fuerzas vivas?
La dicha de disfrutar de carreteras excelentes había quedado atrás.


orlandoclavijot@hotmail.com



Cúcuta, 28 de enero de 2009.

lunes, 19 de enero de 2009

CRONIQUILLA - CONTINUACION DEL PERIPLO

CRONIQUILLA

CONTINUACION DEL PERIPLO
Orlando Clavijo Torrado

El descanso en Ocaña nos permitió admirar el adorno de luces navideñas en el parque “29 de mayo”, hermosísimo, regalo de la empresa Centrales Eléctricas del Norte de Santander.
La cosa es a otro precio en materia de vías nada más tocando a Río de Oro, en el Cesar, continuando a Aguachica y luego tomando la troncal o carretera al mar. Buen pavimento, anchura, señalización, cero huecos y rectas inacabables. Nada parecido, ni de lejos, con la infraestructura vial del Norte de Santander. Y el Ejército y la Policía Nacional presentes cada diez kilómetros.
Hacía mucho tiempo no oía doblar las campanas y los tres repiques convocando a la misa. En Villanueva reviví aquellos momentos. “Se fue un villanuevero”, les dije a mis hijos. Como ellos nunca habían oído lo que se llamaba otrora tocar a muerto, tuve que ilustrarlos. Desde el restaurante principal contemplamos el cortejo fúnebre que avanzaba parsimoniosa y respetuosamente hacia el templo parroquial.
Por “Cuatro Caminos” pasan como un gusano interminable, con gran espectáculo, los cien vagones del tren del carbón camino al Cerrajón. A un lado de la carretera están los vagones que la guerrilla descarriló e incineró y que la compañía reemplazó prontamente pues la producción de aquella riqueza no puede parar.
A cada pueblo y a cada paraje le cantaron Guillermo Buitrago, Rafael Escalona, Bovea y sus vallenatos, y los juglares del Magdalena Grande.
Finalmente arribamos a Riohacha. Nos esperaban gentes cultas y elegantes que nos llenaron de atenciones: don Nelson Aguilar Huertas y su esposa doña Ana Correa, sus hijos Dulaily y Chicho, de un lado, y Zulibeth y su familia de otro. Para complacer mi gusto por el vallenato clásico, el de los versos de metáforas encantadas y de ritmos de verdadero arte, distinto al actual vallenatoide armado con cualquier clase de letra y sin ningún esfuerzo o inspiración musical, don Nelson, sobrino del gran compositor Carlos Enrique Huertas Gómez, me obsequió cuatro casetes de canciones compuestas por éste, con su voz y su guitarra. Estas obras no han sido aún comercializadas.
El mar besa la ciudad y pone citas en lugares tranquilos como Puerto Caracol, en donde la familia Aguilar posee una finca sembrada de árboles frutales. En la pequeña urbe se dan la mano el modernismo y lo anticuado: por ejemplo, la recolección de basuras la hacen al tiempo el carro de motor y la carreta tirada por una mula.
¡La Guajira, tierra de historias asombrosas! Allí también se vivieron las extravagancias de los capos del narcotráfico. En una fiesta de aquellas en que los excesos estaban a la orden del día, al anfitrión, alucinado por el alcohol y la cocaína, se le antojó regalar una volqueta – un volteo, le llaman -, un reloj Rolex, y unos millones de pesos, a quien se comiera sus excrementos. Un sobrino se ofreció. Entonces le sirvieron en un plato, con cubiertos y servilleta, un mojón (aunque el término se usa principalmente en la costa colombiana y en Venezuela, es castizo y significa exactamente aquella suciedad). El comensal hizo de tripas corazón y consumió la mierda de su tío, el que en efecto le cumplió lo ofrecido. Sólo que el muchacho de inmediato sufrió una severa intoxicación y debió ser llevado de urgencia al hospital en donde le practicaron el lavado intestinal. La enfermera que lo recibió y quien me refirió el acontecimiento no fue la misma que se ocupó del procedimiento de limpieza.
“Así es la Guajira, de paradojas y contrastes”, me explicaban, “a la par que bella y misteriosa”.

orlandoclavijot@hotmail.com


Cúcuta, 19 de enero de 2009.

viernes, 16 de enero de 2009

CRONIQUILLA - PERIPLO

CRONIQUILLA

PERIPLO
Orlando Clavijo Torrado

Mis vivencias para anotar de la postrimería del 2008 y alborada del 2009, que resumiré cuanto pueda por razón de espacio, empiezan en la misa del 31, a las ocho de la noche. Aclaro que por estos tiempos la misa que correspondía antiguamente a la medianoche no se celebra a esa hora, así como el día de los Reyes Magos no se conmemora el 6 sino el 12, gracias a la iniciativa del doctor Raimundo Emiliani Román, un gran católico que no supo lo que hizo. Pues ocurrió que entró a la iglesia de mi parroquia, con una borrachera bien macha, un señor sostenido en muletas debido a que carece de un miembro inferior, el que perdió, según dicen, al recibir disparos cuando cometía un atraco. Al poco de su ingreso el sacerdote dio comienzo a la homilía. Seguramente al hombre le sonó a discurso la predicación porque en su confuso lenguaje le echó vivas al padre, y no paró allí sino que lo aplaudió. La feligresía, que abarrotaba el templo, quizá por aquello del espíritu gregario, secundó al borracho sin saber de dónde provenía el aplauso. Luego vino un segundo aplauso que la multitud acompañó. El párroco, sorprendido, trataba de entender qué estaba pasando. Solamente cuando el jumado se levantó de la banca, barbullando, y atravesó tambaleando el pasillo central para dirigirse hacia la imagen de la Virgen de Torcoroma, la gente se enteró de que estaban siguiendo como borregos a un loco lleno de aguardiente y ya no le hizo caso al tercer aplauso. En suma, el irresponsable se parrandeó la misa, o, como dicen los muchachos, la saboteó a su gusto.
El 2 de enero emprendimos en familia el tour hacia la Guajira. (Por ello, Gustavo y Luis Eduardo, no supe de la invitación al condumio con la llamada divina hostia o pizza ocañera). Escogimos como ruta más corta la carretera a Ocaña. Por fortuna llevamos una camioneta fuerte. Ya tendríamos oportunidad de confrontar nuestras miserables vías con las que se gastan los departamentos del Cesar y la Guajira. Pero eso será tema de una próxima Croniquilla, si mis amables lectores desean seguir este periplo, al igual que les hablaré de cómo conocí, filmé, fotografié y entrevisté a un “palabrero” en Uribia; cuál es el pueblo cuyas calles confluyen todas en el parque principal; de las canciones inéditas de Carlos Huertas - el cantor de Fonseca – interpretadas por él mismo, que me obsequiaron como un tesoro; les contaré cuántos collares y cuántos chivos (macho de cabrío, cabrón, los define el diccionario) cuesta una mujer, según su clase social y según lo buenona que esté por su edad; les revelaré el lugar en donde todavía doblan las campanas y otras minucias interesantes, sin que quede por fuera la inoperancia de nuestros dirigentes administrativos y políticos.

orlandoclavijot@hotmail.com


Cúcuta, 13 de enero de 2009.

Datos personales

Mi foto
Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
PORTADA

50 años del Diario La Opinión

50 años del Diario La Opinión
cena en el Club del Comercio - 15 de Junio de 2010 - Columnistas

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Orlando Clavijo Torrado y Luís Eduardo Páez García junto a la foto del General Mateo Torrado, tío bisabuelo del primero, quien la donó. Don Justiniano J. Páez, abuelo del doctor Luis Eduardo, en su obra histórica al referirse a la guerra de los Mil Días, da fiel cuenta de las acciones del General Torrado en la contienda, en virtud a haber actuado como su secretario.

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Hermanos Clavijo Torrado, Orlando, Nora, Edilia y Olga. Julio de 2010, Ocaña - Junto a la bandera con la imagen del Libertador Simón Bolívar bordada por señoras de Ocaña al conmemorarse el primer centenario de la independencia (1910).

EN EL AGUA DE LA VIRGEN

EN EL AGUA DE LA VIRGEN
Orlando Clavijo Torrado, sus hijos, nietos y primos.

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
CONTRAPORTADA

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

MONOGRAFIA DE BUCARASICA - Olger García Velásquez

MONOGRAFIA DE BUCARASICA  - Olger García Velásquez
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007
Con sus hijos, de izquierda a derecha Cesar Octavio, Jaime Mauricio, Silvia Andrea y Orlando Alexander Clavijo Cáceres

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"
29 DE MAYO DE 2009. CÚCUTA.

En la Academia de Historia de Norte de Santander

En la Academia de Historia de Norte de Santander
Padre Edwin Avendaño, José Antonio Toloza (Q.E.P.D), Secretario de la Academia, y Orlando Clavijo Torrado