CRONIQUILLA - LA SIEMBRA DEL AGUA Y EL TORO MUNICIPAL

CRONIQUILLA
LA SIEMBRA DEL AGUA Y EL TORO MUNICIPAL
Orlando Clavijo Torrado

La mejor época para “sembrar “el agua es la Semana Santa. Por consiguiente, estamos en los días propicios. Ahora, de preferencia, el Viernes Santo. Ofrece más seguridad el agua bendita, aunque la otra no es desechable. La vasija ideal es una totuma, aunque también sirve una botella. Cuando se va a reparar el nacimiento se aprecia que, ya sea de la calabaza o del envase de vidrio, han brotado unas raíces. ¿En cuánto tiempo nace el agua? Máximo en dos años. Todo ello se lo oí a mi padre quien “sembró” agua en una finca suya hace más de quince lustros, fruto de lo cual aún subsiste un pequeño manantial.
Método semejante ha sido utilizado por los campesinos tradicionalmente para remediar la escasez del esencial elemento de mantenimiento de la salud humana y de soporte de la agricultura y la ganadería.
Me vinieron a la mente estos recuerdos al leer la noticia en este diario sobre las angustias padecidas en toda una manzana del barrio cucuteño La Unión debido a un nacimiento de agua. Las casas fueron edificadas sobre un terreno húmedo, humedad a la que no le prestaron atención, de ahí que hoy en día además de las grietas y debilidad en las paredes de sus viviendas, las familias, todas pobres, sufren de gripas y alergias. Y como si fuera poco, el agua se ha encargado de acabar con la vía pública, de modo que el transporte por allí se torna imposible ante el hundimiento del terreno y la secuencia de inmensos huecos.
¿Se sabe quién sembró el agua? ¿Cuándo la sembró? Como aquello era tierra cultivable en tiempo reciente, necesariamente la mano de un hombre enterró el agua para beber él y sostener su plantío.
Pero siguen las incógnitas. Hay otro misterio. El agua no nace en el mismo sitio de la siembra. Nace siempre a cierta distancia hacia abajo o hacia los lados. De donde se deduce que aquel hortelano, si bien en su momento realizó una buena obra ¿qué iba a imaginar que en su erial corriendo los años se levantaría un asentamiento poblacional? Como la liebre, el agua de nacimiento no se sabe en dónde va a saltar.
Por ello, actualmente se recomienda que quien pretenda sembrar agua para su beneficio posea un buen espacio; de lo contrario, puede ocurrir que al reventar el agua en el predio del vecino, o bien usted lo favorezca porque la necesita, cosa que le agradecerá y no cesará de repetirle que Dios se lo pague, o que, sin querer queriendo – como dice el Chavo – le estropee la propiedad y cuanto alberga- como les sucede a los del barrio La Unión - caso en que el otro se enojará y llegará hasta a mentarle la madre, cuando menos. Casos se han visto.
De último, quiero compartir con mis lectores el buen momento que me brindó un correo electrónico recibido de Europa. Lo abreviaré. Un campesino era dueño de un magnífico toro, muy solicitado para la monta de las vacas en la comarca. El hombre cobraba caro el servicio de su semental, por lo que los ganaderos decidieron agruparse para comprarlo, con lo cual se ahorrarían una buena suma. Mas el precio que le puso fue exagerado de manera que no hubo trato. Entonces el alcalde estimó que su obra de gobierno resultaría del agrado y provecho de todos si compraba el toro para el municipio. Para ello comprometió casi todos los recursos fiscales de educación, salud, vivienda y vías. Efectuada la transacción, el burgomaestre puso a disposición del gremio ganadero el reproductor. Todos se apresuraron a llevar sus mejores vacas, mas, sorpréndanse, el bendito animal no se inmutó ni ante la más hermosa. El alcalde se indignó y le reclamó al antiguo propietario, amenazando con anular el contrato de compraventa. El labriego angustiado le respondió que dejara el asunto en sus manos, que él se entendería directamente con el padrón. Se acercó a éste, que continuaba echado en el pasto mostrando gran indiferencia ante las selectas hembras, y le habló al oído: “Oiga, hermano, ¿qué le pasa, por qué me hace esto? Usted, que no descansaba ni de día ni de noche, que no perdonaba vaca, ¿por qué se está comportando así? ¿Cómo me va a dañar el negocio? ¡Levántese hermano a trabajar, se lo suplico!” El toro volteó la cabeza hacia su amo y le contestó tranquilamente (traducido en lenguaje cucuteño): “¡Usted si es toche! ¿No ve que ahora soy funcionario público?”

orlandoclavijotorrado.blogspot.com

Cúcuta, 29 de marzo de 2009.

CRONIQUILLA

ANDRÉS LEONARDO YA ES ESCOLAR

Orlando Clavijo Torrado



La velocidad domina esta era. Y los niños, más aún, los bebés, son víctimas del agite, del corre-corre, de la falta de tiempo, de la necesidad de trabajar de los padres, y, al final, de la violación de sus derechos .

¿Díganme si no es una violación al derecho a dormir en la cuna y a su tranquilidad, a su derecho a una vida de no hacer nada sino a tomar tetero y jugar, y a gozar de cómoda temperatura, entre otros derechos consagrados por la Carta de las Naciones Unidas, el sacar al muchachito de la cama tambaleando de sueño a las cinco de la mañana, meterlo en la tina o bajo la ducha, soltarle la llave y acribillarlo con manotadas de agua, aunque sea tibia, tormento contra el cual la criatura no tiene otra defensa que temblar y berrear ? ¡Y, con todo, se nos llena la boca hablando de los derechos humanos de los niños!



Bien: pues este exordio se endereza a contar que mi sobrino -nieto Andrés Leonardo Quintero Villamizar Afanador Clavijo, que no ha cumplido los tres años, ingresó al jardin infantil hace unas semanas, con todos los arreos propios de un estudiante: uniforme, maletin y lonchera. Esto no tiene nada de extraordinario, sino lo que sucedió a los pocos días. A su regreso del plantel he "dialogado" con él: "¿En dónde estabas?", le pregunto, y él me responde: "A tutando", que significa "estudiando". "¿ En qué grado vas?", "Tomyeyi", que traduce Tom y Jerry, los muñequitos de la Tv que le fascinan. "¿Te gusta el colegio?" y me contesta con una retahila en que según la intérprete me está contando que el papá lo llevó a los juegos mecánicos, montó en los animalitos, los aviones y los carros, y se comió un helado.



Mi hermana Nora me dio la noticia estos días de que su nieto ya recibió su bautizo como estudiante, del que hasta el momento nadie, que se sepa, se ha salvado, no importa que se trate de una escuela pública o privada, de un colegio oficial o de cualquier categoría, incluido el plantel más exclusivo. Proclamó con gran teatro mi hermana: "Ahora sí se puede decir que Andrés Leonardo es escolar: ¡le prendieron los piojos!" "¿El animal que camina en la cabeza?", repliqué. "¡El mismo!".



Por eso el niño luce rapada por estos días su blanca cabecita, eficaz método de ver y controlar los bichos con que lo inauguraron sus compañeritos.



orlandoclavijot@hotmail.com