sábado, 26 de febrero de 2011

CRONIQUILLA
NO ME DIGA TIO
Orlando Clavijo Torrado
Sin duda que la pérdida de valores tan altos como el respeto a la vida, a la integridad personal y a la libertad y el respeto por los bienes públicos y la propiedad privada, empieza por la pérdida de valores estimados de menor rango, cuyo catálogo es infinito. En ese contexto, miremos lo elemental: los jóvenes de hoy ignoran el buen gesto de saludar con cordialidad y deferencia; aquello de ceder la acera a una dama o a una persona mayor sí que es algo extraño para ellos; oír el himno nacional con la cabeza descubierta – sin gorra o cachucha, para que entiendan – es para extraterrestres; en oficinas públicas o privadas, dejar de hablar por teléfono o de examinar papeles en lugar de atender y mirar de frente al cliente o usuario, es corriente para muchos empleados. ¿Cómo hacer para que la gente no arroje basura a la calle? ¿Acaso será invitándola a que compare la calle con la sala de su casa y preguntándole si le agradaría ver a ésta colmada de mugre? Pero si hay un acto de irrespeto y pésima educación es el de no apagar o poner en silencio el teléfono móvil en ciertos actos y lugares. Ahora, ¿cómo se califica al sujeto que en plena consagración eucarística le suena el aparatico, se levanta y sale por la mitad del templo, como si estuviera en una plaza de mercado, respondiendo la llamada? Yo, que presencié el episodio, no le vi al tipo nada de cristiano. ¿Andaría el diablo en misa?
Aplaudo el obsequio que incluyó en el kit escolar de este año la cooperativa del Poder Judicial consistente en el compendio del “Manual de urbanidad” de Carreño. Es una magnífica forma de estimular los valores a que nos estamos refiriendo.
No sé en donde inventaron aquello de “mi amor” que emplean en almacenes y negocios. Se disputan la paternidad Bogotá y Antioquia. Bogotá, por lo melosos; Antioquia, por su estirpe de negociantes e insuperables vendedores hasta de helados en el polo. Circula por ahí un escrito en que se rechaza la bendita frase. “No me diga amor que yo no soy su amor”, clama el documento. Pero de nada ha valido.
En cuanto a títulos y distinciones es evidente que quienes los omiten revelan un cierto complejo pues se apoyan en la máxima de que nadie es superior a nadie y en la falsa creencia de que quien reconoce una prerrogativa a otro se está arrodillando. Nada más engañoso. Conocer la posición de los demás, su dignidad y merecimientos y nombrarlos en la relación personal constituye un acto de cultura, además de mostrar nobleza y respeto.
En Colombia y Venezuela es común dar el título de doctor a todo profesional universitario. Así, obedeciendo a una tradición señorial, hablamos del doctor Virgilio Barco, que era ingeniero, del doctor Alberto Lleras Camargo, que no fue ni bachiller pero ganó doctorados honoris causa, del doctor Juan Manuel Santos, el actual presidente de la República, un economista, y hasta – sólo por respeto a su dignidad - del doctor Angelino Garzón, el vicepresidente, un activo sindicalista,. El máximo título y trato que se oye dentro de algunos estratos, incluso de profesionales, es el de “don”. Aunque en verdad tal tratamiento es democrático y pretende aplicar a todos el mismo rasero, lamentablemente, para ellos, no es signo de cultura sino de lo contrario, denota falta de elegancia, ordinariez.
Bien: convengamos en que tales estratos a nadie llamen doctor, pero hay algo más inaceptable: el tratamiento en boga de “jefe”, “patrón”, “tío”, “papá”, “mi rey”, “mi reina”. De pronto la gente que utiliza las expresiones “jefe” y “patrón” las encuentra refinadas, pero ignoran que ellos mismos se están tratando de sirvientes y esclavos al mando de un amo. A mí todo ello me suena detestable y cuando el portero o el bombero o el embolador me dicen tío al momento reflexiono: ¿este bicho es hijo de cuál hermana mía?
Un excelente amigo y colega, en años pasados destacado jefe liberal de la ciudad, funcionario de quilates y gran caballero, no se queda en meras reflexiones sino que en su estilo directo y altivo reprocha al que lo llame de una de esas formas: “A mi dígame defensor, doctor, don Fulano, señor tal, pero no me diga tío porque yo no soy su tío por ningún lado”. A otro le canta: “No me calumnie; yo no soy su papá porque ni conozco a su mamá, ¿oyó?”. A quien le dice hermano tampoco le acepta: “¿Hermano de parte de padre o de madre; mi mamá no tuvo hijos sino con mi papá”. A otro impertinente que lo trata de jefe o patrón lo emplaza: “¿Usted en qué empresa u oficina mía trabaja que no lo he visto?”.
Para concluir, aconsejo de una manera jovial y amistosa: practiquemos lo que los mismos protagonistas de todos estos antivalores piden a cada rato: jalémosle al respetico.

orlandoclavijot@hotmail.com
Cúcuta, 24 de febrero de 2011.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Especial para El Defensor
PERSPECTIVA JURÍDICO-POLÍTICA DE GRAMALOTE
Por Orlando Clavijo Torrado

El 16 de diciembre de 2010 el cerro de La Cruz, situado sobre Gramalote, empezó a abrirse con ruido aterrador y la grieta se fue corriendo en el transcurso de las horas hasta abarcar calle por calle, llegar al parque principal, hundir el atrio y consumar sus destrozos con las torres del templo.
Nunca en el Norte de Santander había ocurrido que el territorio de un municipio desapareciera, lo que en la práctica equivale a la propia extinción del ente político-administrativo. Ello así expuesto, tan simplemente, acarrea un sinnúmero de consecuencias que tocan con la moral pública y el orden administrativo si se piensa que ya no se justifica emplear recursos públicos en aparato gubernamental alguno porque no hay sustrato físico. En efecto, ¿sobre qué ciudadanos gobernaría el alcalde? El concejo municipal, ¿sobre qué deliberaría? El juez, ¿qué casos resolvería? Y la policía ¿qué acciones para controlar la convivencia ciudadana aplicaría si se carece de habitantes? Y así podríamos continuar preguntándonos respecto a los maestros, el hospital y su cuerpo de médicos y enfermeros, el notario, el registrador del estado civil, el mismo cura párroco, y cuanto funcionario se desempeñara en el poblado derruido. Surge, entonces, una verdadera marejada de incógnitas y cábalas a propósito, repitamos, de un caso verdaderamente inédito, el que a su vez se constituye en una de aquellas realidades que ponen en el tapete un tema espinoso al que pocos quieren referirse por múltiples intereses y razones: justo, su subsistencia como municipio.
Coetáneamente, y debido a los diluvios de los últimos meses del año pasado, otros municipios en el país quedaron en la cuerda floja como distritos municipales. El columnista Francisco Cuello Duarte del diario El Heraldo de Barranquilla, en un artículo titulado “¿Municipios o corregimientos?” se refiere a Santa Lucía, Campo de la Cruz, Manatí y Candelaria, del departamento del Atlántico, los que, en su concepto, “prácticamente desaparecieron como entes territoriales”.
Recordemos que según la Constitución Política de Colombia corresponde a las Asambleas Departamentales “con sujeción a los requisitos que señale la ley, crear y suprimir municipios, segregar y agregar territorios municipales y organizar provincias” (artículo 300, numeral 6°). La ley específica es la 617 de 2000 que modificó en algunas partes la 136 de 1994.
Pues bien: dicha Ley 617 se ocupa en el capítulo III de la “creación de municipios y racionalización de los fiscos municipales”. Su artículo 8° reza:
" Requisitos. Para que una porción del territorio de un departamento pueda ser erigida en municipio se necesita que concurran las siguientes condiciones:
1. Que el área del municipio propuesto tenga identidad, atendidas las características naturales, sociales, económicas y culturales.
2. Que cuente por lo menos con catorce mil (14.000) habitantes y que el municipio o municipios de los cuales se pretende segregar no disminuya su población por debajo de este límite señalado, según certificación del Departamento Administrativo Nacional de Estadística, Dane.
Que el Municipio propuesto garantice, por lo menos, ingresos corrientes de libre destinación anuales equivalentes a cinco mil (5.000) salarios mínimos mensuales vigentes, durante un período no inferior a cuatro (4) años”.

De los 40 municipios del Norte de Santander, 25 no cumplen hoy en día con la condición de la población. Y en cuanto a las rentas propias equivalentes a 5.000 salarios o 2.678 millones de pesos, quizá la capital del departamento se salva; los demás se rajan. De todos es conocido que los municipios se mantienen con las transferencias nacionales giradas a través del Sistema General de Participaciones. De aplicarse la ley al pie de la letra, sin apasionamientos y sin interferencias de ninguna índole, esos 25 municipios volverían al nivel de corregimientos, mas en ello todos tienen una alta autoestima y a todos conviene mantener una ficción jurídica sin que importe la carga presupuestal y burocrática a costa de las débiles arcas del departamento y la Nación. Mas, en este punto, reiteramos, afloran muchas susceptibilidades y muchos intereses, particularmente políticos.
Volviendo al tópico de Gramalote, según fuentes seguras, sin invadir el territorio de los municipios aledaños - propensión que se da por lo exiguo del suyo (sólo 147 kilómetros cuadrados) - y la avería no sólo del casco urbano sino de algunas veredas, la fundación de una nueva ciudad apenas encontraría un sitio aconsejable: se trata de un terreno semiplano conocido como Pomarroso en la vereda Valderrama, a unos 4.5 kilómetros al sureste del anterior asiento municipal, con una altura sobre el nivel del mar de 1.300 metros, por supuesto que con una temperatura más baja que la de 23 grados que ofrecían los 1.040 msnm. del antiguo pueblo. Allí cabrían 5 Gramalotes, esto es, que si el vecindario destruido contaba con 2.871 habitantes, este nuevo albergaría cómodamente 14.355 parroquianos. Las ventajas: cuenta con red eléctrica y manantiales de agua cercanos; desventajas: carece de vías, y el actual acceso se hace por camino real y trochas. Construirle vías implica una erogación bastante elevada. Aún resta averiguar por el título de dominio del lote “candidatizado” y por el costo que su dueño le asigne.
Ahora, si los pobladores de la sede municipal y de los campos afectados por el agrietamiento se dispersaron y la mayoría, por ser gentes pobres, fueron a alojarse en albergues en Cúcuta, en cuanto a la exigencia legal de población para que subsista como municipio debe aceptarse que definitivamente no se reúnen los 14.000 habitantes que demanda la ley, menos todavía cuando antes no tenía ni la mitad. Ah, pero eso sí: los gramaloteros desbordan mucho sentido de pertenencia, aman y defienden a su tierra, de modo que con creces cumplen aquello que pide la misma ley en cuanto a que “el área del municipio propuesto tenga identidad, atendidas las características naturales, sociales, económicas y culturales”. Mas esta condición no es sino una de las tres que la ley exige por lo que, siguiendo con el razonamiento, si la diáspora es un factor que atenta contra la subsistencia del municipio, igual puede predicarse, con el mismo efecto, del requisito presupuestal, cuando la mayoría de predios urbanos y rurales no son productivos y por tanto el impuesto predial se resiente, y los comercios del casco urbano desaparecieron, de donde el tributo de industria y comercio no tiene sustento para ser aplicado.
El caso es por demás interesante y, como se dice comúnmente, está para alquilar balcón.
Encontramos muy sensatas las apreciaciones del columnista del Heraldo, de este tenor, con una salvedad:
“En este sentido sería aconsejable que las autoridades departamentales piensen en convertir a estos municipios, transitoriamente, en corregimientos, lo cual implicaría un ahorro significativo que serviría para adelantar las obras de infraestructura que necesitan con urgencia, además de los proyectos en salud, educación, vivienda y empleos, entre otros. De otra parte, se economizaría un dinero en la celebración de las elecciones, pues elegir alcaldes y concejales en un territorio sin población ni recursos es un acto macondiano, así estos personajes lleguen cargados de buenas intenciones, que por lo general son dinero, para comprar el voto, y mercados para adormecer el hambre del elector”.
La salvedad estriba en el siguiente interrogante: ¿un municipio convertido en corregimiento, con qué porcentaje juega de que logre readquirir su antiguo estatus? Respondamos claramente: dado que en el salto de corregimiento a municipio se van a exigir estrictamente los requisitos legales, ese porcentaje es muy bajo.
Lo anterior es un mero ejercicio dialéctico. El catecismo de Astete daba la fórmula para dilucidar cualquier duda o conflicto: doctores tiene la Santa Madre Iglesia. En ellos depositaba la responsabilidad sobre todos los asuntos de la fe. Aquí podemos parodiar la fórmula ante la perspectiva de lo que se deba hacer con Gramalote: doctores tiene el gobierno de Juan Manuel Santos.

sábado, 12 de febrero de 2011

CRONIQUILLA
MATRIMONIOS JAILOSOS
Orlando Clavijo Torrado

Toda la tecnología y las máximas comodidades están presentes en las fiestas nupciales de ahora. Las familias menos pudientes como mínimo contratan un fotógrafo y un grabador de video para la ceremonia religiosa. Aquellas de apreciable envergadura económica ya alquilan el salón de un hotel para la recepción. En una mesa decorada instalan la urna para recibir la “lluvia de sobres”, esto es, el aporte de los invitados a manera de regalo para los novios, en físicos billetes de alta denominación. Las flores y los adornos en tul lucen coquetamente por doquier, pero resaltan en las columnas. En rincones estratégicos, pantallas de televisión van mostrando la vida de los contrayentes, desde que estaban en la bañera, empeloticos, hasta los amacices en la playa y en el nevado del Ruiz. Brindan la música, alternativamente, un conjunto con dos cantantes y potentes amplificadores, y un computador programado para que despache melodías sin parar. El bufé es distribuido por ceremoniosos camareros, bien en largas mesas o en el sitio de cada invitado. En fin, la galantería y el confort se muestran en todos los detalles.
En bodas de mayor vuelo linda el asunto con cuentos de hadas: los novios entran a la iglesia en pomposo carruaje tirado por caballos enjaezados vistosamente; diminutas luces alumbran los pasillos y corredores; los novios bailan el vals bajo una pagoda; virtualmente el agasajo es un desfile de modas femenino: por supuesto ellas rivalizan y se destacan con sus trajes largos, mientras bien detrás quedan los caballeros ataviados con guayabera blanca; las servilletas están envueltas en cintas delicadas; también gigantescas pantallas de televisión registran la vida de los desposados; y de las viandas finamente presentadas, ¡ni qué hablar! Nada se ha escapado a los organizadores del acontecimiento para que la perfección, el buen gusto, la alegría y el contento general se impongan.
Al menos en los ágapes matrimoniales a los que he asistido así ha ocurrido. Nunca he visto lo que vio una pariente en un evento similar en San Cristóbal, Venezuela. Cuenta ella que todos los lujos de que hemos hablado corrían en aquella ocasión. Pero, ¡válganos Dios de los cielos!, los anfitriones o la agencia de festejos olvidaron un pormenor: no pusieron servicio de cubiertos.
Todo el mundo disimulaba el bochorno; nadie se atrevía a tomar ningún bocado pues de hacerlo tocaría con los dedos pelados; todos se miraban buscando al osado que empezara; tanta elegancia no permitía que alguien llamara a un mesero a pedirle un simple tenedor. Había pasado la medianoche. Los bostezos eran incontrolables. Aquellos platos provocaban insolentemente, pero ¿cómo meterles el diente? Al fin, una empingorotada juez se lanzó a comer cual mugroso gamín, mientras sentenciaba con muchas ínfulas: “¿Sabían ustedes que lo in en etiqueta en la más alta sociedad es comer con la mano?” Los compañeros de mesa la miraron sorprendidos. “¡Uf, qué asco! - contraatacó otra señora cargada de joyas. No sabíamos eso, aunque es posible, con el cambio de las costumbres tan vertiginoso de hoy, que volvamos a los tiempos de los cavernícolas”.
En definitiva, quienes de ninguna manera probaron los manjares tuvieron que calmar la hambruna con lo que encontraron a tales horas de la madrugada: morcillas, arepas, hamburguesas y perros calientes de las ventas callejeras.

orlandoclavijot@hotmail.com
Cúcuta, 12 de febrero de 2011

lunes, 7 de febrero de 2011

CRONIQUILLA
EL GANADOR Y… PUNTO APARTE
Orlando Clavijo Torrado

¿Y de la gasolina venezolana, qué? ¿Pura coba? ¿Acaso el primero de enero de este año no empezaba a llegar a esta frontera? ¿Y de los pagos de los deudores venezolanos a nuestros empresarios exportadores, qué? ¿Física bosta? ¿Y de la eliminación de las trabas para que el colombiano pudiera entrar a la vecina república y cesaran la persecución y los asesinatos de los nuéstros, qué? ¿Mamola? ¿Y de los puentes fronterizos y las cinco comisiones de trabajo para la amistad, la cooperación y el progreso de las dos naciones, qué? ¿Nos hicieron pistola? ¡Pobres giles!
Parece que todo se fue en abrazos, carcajadas y brindis aquel 10 de agosto de 2010 en Santa Marta entre el entrante mandatario colombiano y el sempiterno presidente venezolano Hugo Chávez.
Recordemos que en un acto de humillación a nuestra soberanía éste arribó escoltado por cien gorilas bien armados y con dos carros negros blindados, y que en medio de semejante parafernalia de intimidación el mismo prometió todo lo mencionado atrás y el doctor Santos juró no volver a hablar de guerrilleros y campamentos en Venezuela, renunciar a la asistencia norteamericana en las bases militares colombianas, y no menear la denuncia de Uribe ante la ONU contra Chávez por auxiliador de terroristas.
¡Ahí están las consecuencias de negociar asustados!
Sólo quienes han sentido la mordedura de los engaños por las inmensas pérdidas, como los exportadores, los industriales, los comerciantes, los transportadores, los cañicultores y los carboneros están elevando su clamor y rabiando su desilusión. Ningún gobernante, ni del nivel nacional ni de las ciudades fronterizas ni del departamento, ha dicho mu. En honra de la verdad valga decir que, de la dirigencia política local, una sola voz de rechazo por el incumplimiento se ha oído, y concretamente en cuanto a la importación de la gasolina: la del diputado Ramón Elí Támara Rivera, del partido Polo Democrático. De resto, chitón.
Por ello, como en los cuadriláteros de boxeo, se puede anunciar: “Y el ganador es….Hugo Chávez Frías”.
Punto aparte: Hay contribuciones al saber que se dan efectivos pero sin estridencias, como el caso de la revista bimensual “Informativo V & C- Valor & Compromiso”.
Este órgano de la firma de constructores Vergel & Castellanos, con oficinas en Bogotá y Cúcuta, está dirigido por el inmejorable amigo Hugo Vergel Torrado. El tiraje es de 600 ejemplares que circulan entre el personal de la empresa y algunos intelectuales.
Debemos destacar la calidad del papel empleado, la diagramación y, por supuesto, el contenido enfatizado en la especialidad ingenieril.
Sin embargo, artículos sobre el medioambiente, la insistencia en valores como la responsabilidad y la honestidad y la inclusión de retazos de historia y literatura, y espacios para la opinión abierta, le dan a la publicación un relevante toque de humanismo.
Felicitaciones a Vergel & Castellanos S.A. por no olvidar entre sus obras esta de vuelo cultural. Continúen con tan noble labor, no por discreta menos enriquecedora del espíritu y la mente.

orlandoclavijot@hotmail.com
Cúcuta, 3 de febrero de 2011

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Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
PORTADA

50 años del Diario La Opinión

50 años del Diario La Opinión
cena en el Club del Comercio - 15 de Junio de 2010 - Columnistas

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Orlando Clavijo Torrado y Luís Eduardo Páez García junto a la foto del General Mateo Torrado, tío bisabuelo del primero, quien la donó. Don Justiniano J. Páez, abuelo del doctor Luis Eduardo, en su obra histórica al referirse a la guerra de los Mil Días, da fiel cuenta de las acciones del General Torrado en la contienda, en virtud a haber actuado como su secretario.

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Hermanos Clavijo Torrado, Orlando, Nora, Edilia y Olga. Julio de 2010, Ocaña - Junto a la bandera con la imagen del Libertador Simón Bolívar bordada por señoras de Ocaña al conmemorarse el primer centenario de la independencia (1910).

EN EL AGUA DE LA VIRGEN

EN EL AGUA DE LA VIRGEN
Orlando Clavijo Torrado, sus hijos, nietos y primos.

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
CONTRAPORTADA

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

MONOGRAFIA DE BUCARASICA - Olger García Velásquez

MONOGRAFIA DE BUCARASICA  - Olger García Velásquez
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007
Con sus hijos, de izquierda a derecha Cesar Octavio, Jaime Mauricio, Silvia Andrea y Orlando Alexander Clavijo Cáceres

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"
29 DE MAYO DE 2009. CÚCUTA.

En la Academia de Historia de Norte de Santander

En la Academia de Historia de Norte de Santander
Padre Edwin Avendaño, José Antonio Toloza (Q.E.P.D), Secretario de la Academia, y Orlando Clavijo Torrado