jueves, 28 de abril de 2011

CRONIQUILLA
OTRAS PERLAS DE LA CORRUPCIÓN
Orlando Clavijo Torrado

Con motivo de la anterior Croniquilla me han llegado infinidad de relatos de los que quiero compartir unas muestras relacionadas con la concepción general de corrupción en estamentos variopintos. Sólo el último de los relatos tiene tintes de ficción; los demás son tomados de la realidad.
Mi principal informante refiere de primero su experiencia en los tiempos en que las armas las vendían en el almacén del Ejército. El requería un revólver 38 largo, llamado popularmente ocho y medio. Se presentó ante el sargento X, encargado del almacén, un hombre alto, corpulento, gruñón e intimidante. Luego de llenado el formulario, el suboficial le indicó que regresara a los quince días, tiempo indispensable para que fuera aprobada la solicitud, pero que trajera dos candados grandes marca Yale, que necesitaba para los campamentos. La exigencia sorprendió a mi amigo; buscando una explicación miró a su alrededor, propiamente a la interminable fila de compradores de armas, mas se relajó un poco al verlos a todos con un par de candados en la mano. De todas formas le satisfizo al militar el raro requisito, pero no quedó contento hasta no averiguar el porqué del mismo. ¡Claro! ¡El hombre tenía una ferretería!
A este amigo también le ocurrió que un fulano le rogó su colaboración para ingresar como chofer de buseta. El benefactor se dio las mañas hasta que logró que en una empresa le prometieran que vincularían al aspirante como chofer reemplazante. Orgulloso y alegre por servir no tardó en buscar al desempleado para comunicarle la perspectiva de trabajo, pero éste lo decepcionó con su respuesta: “Pensándolo bien, mejor que manejar una buseta es meterse a la Policía; de chofer me muero de viejo y pobre, en cambio en la Policía en tres años hago lo mío sin joderme”.
Cuando se nombraba de jueces de los pueblos a personas sin título de abogado, los llamados “empíricos” o “tinterillos”, llegó a cierto municipio de nuestro departamento don Miguel T., caballero abreguense, reconocido por su estrictez. En uno de los corregimientos había una familia que se había acostumbrado a correr los linderos de su predio periódicamente, formulaban la demanda de deslinde y amojonamiento y lograban que el juez en supuesta decisión salomónica fijara los linderos dividiendo el lote en discusión; de esa forma su heredad se iba agrandando. Resultó que instaurada la acción ya con don Miguel T., el demandante sacó unos billetes y los ofreció a éste – cual lo hacía con el anterior funcionario – pero con tan mala suerte que el nuevo juez reaccionó ofendido y mandó a ponerlo preso por el delito de soborno. El sobornador se extrañó sobremanera y no halló otro comentario que hacer que este: “¡Qué vaina! ¡No hay como los jueces de la tierra de uno!”
Para rematar: se cuenta que a una parroquia rural enviaron a un joven sacerdote, el que no halló ni iglesia ni casa cural. Tuvo que acomodarse en un ranchejo y allí ofrecía los servicios religiosos. Pasado corto tiempo invitó al señor obispo a la inauguración de los nuevos edificios para su vivienda y el culto divino. Había levantado un templo moderno, grande y lujoso, e igualmente una casa cural con todo el confort. El ordinario admiraba todo aquello, pero más se admiraba observando la penuria de las gentes en el entorno. No se contuvo y por fin indagó a su subalterno: “Padre: dígame cómo hizo usted para realizar estas cosas tan grandiosas en una parroquia tan pobre”. El párroco se resistía a confesarle el secreto, mas ante la insistencia de su excelencia le respondió:”Señor obispo: la verdad es que me hice amigo de un narcotraficante poderoso y éste me pidió que le bautizara su mejor perro de raza. Al negarme en un principio me prometió que si se lo bautizaba me daba el dinero necesario para construir la casa cural y la iglesia como yo quisiera, y ahí están”. El prelado se quedó pensativo y de pronto dijo: “Padre: ¿acaso su amigo no querrá que le confirme el perro?”

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Cúcuta, 28 de abril de 2011.

jueves, 21 de abril de 2011

CRONIQUILLA
POR ARRIBA Y POR ABAJO
Orlando Clavijo Torrado

“Vengo a manejar el centro de salud y quiero la mitad de las ganancias”, le dijo la presidente de la Acción Comunal de aquel barrio a un conocido mío encargado de dirigir el dispensario. Pese a ser ella de pocas letras y humilde, no hay duda de que en asuntos de corrupción es maestra. El joven, primero le explicó que su injerencia en asuntos de salud además de no estar permitida entrababa la función y luego le demostró con libros que cuanto se recaudaba no alcanzaba ni para el pago de los servicios públicos y que si él lo atendía era por vocación humanitaria, con deterioro de su economía pues de allí no derivaba ni para ponerle gasolina a su carro. La mujer insistió: “Doctor: yo sé que mensualmente usted le entregaba al anterior presidente tantos millones de pesos”. El aludido no pudo menos que echarse a reír, pero ante el tono alterado de la dama comprendió que no le estaba contando un chiste sino que hablaba en serio. El final de la historia es que la señora anunció: “ni pa Dios ni pal diablo”, y por su cuenta puso candados y así el centro de salud de Los Chorros (nombre cambiado) se cerró.
Lo particular y escandaloso del cuento dentro del panorama de corrupción es la comprobación de que ningún estrato se salva. Se asumía que la corrupción era exclusiva de las clases altas, de gabinetes ministeriales, de gerencias de institutos nacionales y, por supuesto, de los políticos, pero ya se ve cómo el pueblo pueblo está contaminado, y ¡bien contaminado!
El caso parece insalvable. A cada paso que uno dé se tropieza con la corrupción. Ya no se sabe qué es lo que no está corrompido. Resuena con dolor y con horror la frase del contratista que reveló todos sus secretos a la revista Semana: “Ahora es más rentable ser corrupto que ser narcotraficante”. Cuando uno habla de esto en tertulias cada quien trae un ejemplo al cual más escandaloso. Como el de aquel abogado brillante, pulcro, soñador de la moral, ex fiscal de tribunal, que no pudo ser personero municipal de su tierra porque no tuvo los doce millones para repartir entre seis concejales, y el de un ex alcalde también de un pequeño municipio, pobre y atrasado, quien confiesa ladinamente que en comparación con otros había sido poco su aprovechamiento en sus cuatros años, apenas dos taxis y un pequeño edificio con tres apartamentos en un barrio central de Cúcuta.
De nada han valido pactos de transparencia – los corruptos son los primeros que corren a firmarlos -, y estatutos anticorrupción.
Debemos aceptar la realidad: los que robaron, robaron, siempre alegarán su honradez, jamás devolverán un centavo y nunca la justicia les llegará; en fin, con ellos, infortunadamente, ya no hay nada que hacer. Toca empezar con las criaturas de hoy, empezar de nuevo, por el principio, como en el primer día de la creación: sembrar en sus almas desde su tierna infancia el respeto por los bienes públicos. Tal vez a los corruptos las mamás no les pegaron por las manitas advirtiéndoles: “coco, eso no se toca”, y por eso se volvieron ladrones. La educación ética continuará en la escuela, el colegio y la universidad. Quizá así dentro de 20 años haya una generación de gente honesta.

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Cúcuta, 20 de abril de 2011.

jueves, 7 de abril de 2011

CRONIQUILLA

EL OBISPO ESTÉVEZ, CONFESOR DEL LIBERTADOR, Y SU BIÓGRAFO
Orlando Clavijo Torrado

En una de mis acostumbradas visitas a Ocaña encontré el avispero eclesiástico alborotado: que a monseñor Leonel Pineda Guerrero – mi antiguo compañero en el Seminario del Dulce Nombre – lo habían despojado de su parroquia de San Rafael; que dentro de la misma tónica el obispo había condenado a las tinieblas exteriores a los dos sacerdotes que servían la iglesia Nuestra Señora del Monte Carmelo de Convención, a saber, Lino Cortés Rodríguez y Germán Saravia Fuentes; que el clero estaba dividido; que la feligresía también; que el obispo Jorge Enrique no cabía de la furia y que la furia de muchos no era menor con él; en fin, un verdadero zaperoco. ¿La razón? Una ordenación por un obispo católico ortodoxo en Convención, con la asistencia de Pineda, Cortés y Saravia. (Supe con el tiempo que su excelencia Lozano Zafra había autorizado dicha ceremonia).
La provincia de Ocaña ha sido pródiga en intelectuales, y dentro de ellos se destacan los historiadores. A manera de ejemplo citemos a Lucio Pabón Núñez, Alejo María Amaya, Carlos Hernández Yaruro, el presbítero Manuel Benjamín Pacheco, Belisario Matos Hurtado, Justiniano J. Páez, Emilio A. García Carvajalino, Luis Felipe Molina, Luis Eduardo Páez Courvel, Jorge Pacheco Quintero y Marco A. Carvajalino Caballero. La ruta ha sido seguida con buen suceso hoy en día entre otros por Luis Eduardo Páez García- digno continuador de los trabajos de su padre y de su abuelo -, los monseñores Leonel Pineda y Tulio Grimaldo, y Jorge Meléndez Sánchez – prototipo, éste, de investigador, a cuyo haber se cuenta una larga lista de hondos estudios no únicamente de Ocaña sino de otras regiones de la patria -. Pues bien: en esta línea se enmarca el padre Edwin Leonardo Avendaño Guevara. Tracemos rápidamente su perfil: de inteligencia advertida al primer momento, dialogante agradable y sustancioso, y de trato noble y respetuoso como lo mandan los protocolos - caso extraño en la actual generación - , lo que pregona ya su estirpe y su crianza.
Al padre Edwin lo conocí en la Academia de Historia del Norte de Santander. Con tan sólo 34 años de edad posee una trayectoria de historiógrafo loable, mas no a través de cualquier clase de obras sino con investigaciones densas, bien documentadas, plenas de noticias frescas de las cosas viejas y de precisiones asombrosas. Tomemos, por ejemplo, su producción más reciente, “José María Estévez Ruiz de Cote: pastor, prócer, educador, legislador y fundador de esperanzas”. (Lo de fundador de esperanzas se refiere sin duda a que este ilustre prelado, quien oyó en última confesión al Libertador, fue el fundador de Convención, con el nombre de San José de Cote). En efecto, el autor no deja cabo suelto ni escapar alusión a personaje, lugar o episodio sin que en un pie de página lo explique; ello es un buen índice de su aplicación y responsabilidad.
Cinco obras más ha publicado, al tiempo que fundó la Corporación José María Ruiz de Cote, de aliento artístico, cultural y proyección social. Su quehacer no se queda allí: por su genuina y sincera vocación vive su misión y su ministerio, franco y valiente, sin claudicaciones por los aterradores desvíos que escandalizan a los creyentes en el momento. Yo lo veo como un sacerdote no de fachada sino con toda la envergadura del hombre consagrado a Dios. Natural es, pues, respetarlo y admirarlo.
¡Ah!, olvidaba en el tintero y por poco quedo en deuda con mis lectores: el joven que tuvo la entereza de llamar a un obispo católico ortodoxo para que lo ordenara en su natal Convención fue Edwin Leonardo Avendaño Guevara.
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Cúcuta, 6 de abril de 2011.

Datos personales

Mi foto
Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
PORTADA

50 años del Diario La Opinión

50 años del Diario La Opinión
cena en el Club del Comercio - 15 de Junio de 2010 - Columnistas

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Orlando Clavijo Torrado y Luís Eduardo Páez García junto a la foto del General Mateo Torrado, tío bisabuelo del primero, quien la donó. Don Justiniano J. Páez, abuelo del doctor Luis Eduardo, en su obra histórica al referirse a la guerra de los Mil Días, da fiel cuenta de las acciones del General Torrado en la contienda, en virtud a haber actuado como su secretario.

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Hermanos Clavijo Torrado, Orlando, Nora, Edilia y Olga. Julio de 2010, Ocaña - Junto a la bandera con la imagen del Libertador Simón Bolívar bordada por señoras de Ocaña al conmemorarse el primer centenario de la independencia (1910).

EN EL AGUA DE LA VIRGEN

EN EL AGUA DE LA VIRGEN
Orlando Clavijo Torrado, sus hijos, nietos y primos.

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
CONTRAPORTADA

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

MONOGRAFIA DE BUCARASICA - Olger García Velásquez

MONOGRAFIA DE BUCARASICA  - Olger García Velásquez
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007
Con sus hijos, de izquierda a derecha Cesar Octavio, Jaime Mauricio, Silvia Andrea y Orlando Alexander Clavijo Cáceres

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"
29 DE MAYO DE 2009. CÚCUTA.

En la Academia de Historia de Norte de Santander

En la Academia de Historia de Norte de Santander
Padre Edwin Avendaño, José Antonio Toloza (Q.E.P.D), Secretario de la Academia, y Orlando Clavijo Torrado