viernes, 28 de diciembre de 2012

PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA” EL MEJOR CHISTE DEL 2012 Por Orlando Clavijo Torrado Como los días finales del año son de regocijo por la Navidad y el año nuevo, estuve pensando a manera de regalo para mis lectores en algún episodio simpático para contarles a fin de que sonriamos un poco, de que le agreguemos más solaz a los villancicos y la novena de aguinaldo, a las hayacas, a la natilla, a los buñuelos, al pavo relleno y demás viandas, a los postres, a los licores y los bailes, y a las misas solemnes del Nacimiento y del 31 de diciembre. ¿Se me acabó el repertorio? ¡Imposible! ¿Será que les cuento aquello que me ocurrió cuando siendo niño tuve que saltar paredes y zanjas para llegar hasta la casa de la chica con quien estaba apostando y al llegar al solar suyo la vi que bajó del corredor, se internó en el jardín, y de pronto se acurrucó a orinar, por lo que debí emprender la retirada avergonzado pues un caballero no podía en situación semejante caerle por la espalda, darle la consabida palmada y decirle ¡mis aguinaldos!? ¡No, mejor les cuento otro! ¡Encontré uno fabuloso! Es el sainete de la democracia venezolana. Aunque con el estado agónico del presidente Chávez se trataría de una tragicomedia. Al principio de la instauración del régimen autoritario del coronel retirado, los pueblos democráticos del mundo se mostraron asombrados y luego indignados por la concentración de todos los poderes en sus manos; finalmente guardaron silencio pues comprendieron que el asunto no era nada serio, que Venezuela se había ganado un payaso que los divertía por horas interminables, y que sus conciudadanos alelados le aplaudían sus locuras como aquello de salir a la calle e ir indicando cuál edificio se expropiaba, cuál fábrica podía seguir funcionando o a cuál hotel de lujo metía a los gamines para que lo ocuparan y lo destrozaran. ¿Y qué tal su paranoia de que Bolívar se había reencarnado en él? Todo se volvió risible allí. La primera, la Constitución Política, que el mismo Chávez redactó a su gusto y medida. ¿Delito violarla? ¡Qué va, si el violador es el mismo mandatario o sus áulicos! En ningún lugar de la Tierra un presidente gobierna desde afuera; en el caso de su ausencia, se prevé que asuma la autoridad suprema el vicepresidente o el delegatario contemplado en la legislación nacional; en Venezuela, al contrario, Chávez dicta decretos desde Cuba, lo que a la luz de las normas positivas de cualquier estado atrasado del África sería inconstitucional e ilegal. Las burlas allí se suceden una tras otra: la principal, poner a la gente a votar por un candidato mortalmente abatido, y ahora – cosa que no se sabe si debe dar estupor o risa – elegido el hombre irremplazable pero moribundo, saltándose de nuevo la Constitución y retorciendo el sentido de la extraterritorialidad de que gozan las embajadas, dispusieron que se posesione en Cuba, en la misión diplomática venezolana. Pero Chávez es Chávez y puede hacer lo que quiera con su Constitución, con su asamblea nacional, con sus jueces y con su pueblo. Para él y sus fieros y ciegos seguidores no hay talanqueras, ni jurisprudencias, ni doctrinas universales sino interpretaciones amañadas como eso de prorrogarle la licencia por enfermedad. ¡Ah! y a propósito de su enfermedad, vemos que la cúpula del chavismo, encabezada por Maduro, un maoísta radical, no sale de misas para implorar por la salud del otro que hace poco renegaba de Jesucristo, cuando todos son ateos reconocidos. O sea- como dicen los muchachos – una verdadera mamadera de gallo. Normalmente, sanamente entendida la Constitución, si el 10 de enero Chávez no puede juramentarse en la propia Venezuela, debe convocarse a nuevas elecciones. Eso es lo aceptado y entendido en el mundo entero, menos, claro está, en la estrambótica república bolivariana. Si lo llega a hacer después de esa fecha, sería un acto ridículo, como los gestos de los monos. El mejor chiste del año. En un tiempo, cuando virtualmente estábamos al arbitrio de la guerrilla, se dijo que Colombia era un estado legal y políticamente inviable. Pues ahora de Venezuela se puede afirmar que no es un estado serio, que es un estado de pantomima, un estado de mentiras. ¡Qué risa! ¡Ja,ja,ja,ja! ¿Las demás naciones se reirán o tomarán acciones para contener el circo? ¿Qué dirá el Chapulín Colorado? ¡Feliz año nuevo, queridos lectores! ¡Gracias por haberme recibido tan generosamente en el 2012! ¡Que Dios y la Virgen de Torcoroma nos bendigan a todos con abundancia de bienes espirituales y materiales en este 2013! orlandoclavijotorrado.blogspot. com 27 de diciembre de 2012.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

CRONIQUILLA ATAQUE DIABÓLICO Orlando Clavijo Torrado “Los fieles habían salido de la misa del gallo. Algunos, luego de degustar los tamales, la conserva, la chicha y los buñuelos, habían buscado el lecho para soñar con las alegrías del nacimiento del Niño Dios. Otros se entregaron a la animación de la danza y el licor. Pedro Pérez Quintero no se enteró del acontecimiento religioso por estar sumergido en la nebulosa onírica de una borrachera, inusual en él, mal acomodado en un taburete en la sala de Ana Celia Rolón. Cerca de la una de la madrugada alguna extraña llamada del subconsciente lo hizo levantarse abruptamente, como poseído por el demonio, y dirigirse al billar cercano de su sobrino Lino Antonio Clavijo Pérez, en donde repartió puntadas de cuchilla a los concurrentes, empezando por su pariente. A éste le atravesó el brazo izquierdo e hirió igualmente de cierta gravedad a su esposa, María Otilia Tiría y al hermano de ella, Saúl, y levemente a Rodrigo Peñaranda, Victor Garavito y otras personas. El propietario del negocio aún pudo, apelando a un taco de billar y usando su brazo sano, enfrentar al atacante y despojarlo del arma. Pedro Pérez huyó por el precipicio que se abría a un costado de la calle en dirección al cementerio. Por fortuna, ninguno de los agredidos pereció. La tragedia originó una leyenda, la del perro negro que arrastraba una cadena, había estado deambulando todo el día 24 por la calle, había entrado a la casa de Ana Celia Rolón y al billar, y en el momento de la fuga de Pedro Pérez se lanzó tras suyo por el abismo”. Este pasaje se encuentra en el libro “Cerca de las estrellas”, de mi autoría, con el mismo título de esta croniquilla. He querido recordarlo en estos días en que nos remontamos a aquellas épocas de navidades de encanto, de misas de aguinaldo en la madrugada entre penumbras porque había una débil luz eléctrica, lo que no impedía que todos se conocieran y se saludaran con cariño; de quema de pólvora indiscriminada por chicos y grandes sin ningún accidente; música con la banda del pueblo tocando prácticamente desde el 16 de diciembre hasta el 6 de enero; comparsas, disfrazados, vaca de candela, regalos del Niño Dios dejados debajo de la cabecera o de la cama, pesebre, árbol de Navidad hecho de un chamizo y con algodón como nieve, y borracheras mayúsculas de los adultos como la del protagonista del cuento, Pedro Pérez, el repartidor de cuchilla a Raimundo y todo el mundo aquel 25 de diciembre de 1956. De todos esos personajes sobreviven mi aguerrido tío Lino Clavijo – que le dio garrote a su tío Pedro para desarmarlo -, y Saúl Tiría. Siempre me ha parecido hermosa la leyenda del perro negro que se paseó por el pueblo durante todo el día metiendo bulla con una gruesa cadena colgada a su cuello, se echaba a los pies de Pedro Pérez, y se fugó con él saltando por un barranco. La gente no dudaba de que se trataba del mismo diablo. Cuando ocurría una tragedia semejante, el diablo se había manifestado antes, sólo que venían a reconocerlo después por el canto melancólico de los gallos, el aullido de los perros, los gatos negros y otras señales macabras. ¡Ah! y el malhechor, por supuesto no había ido a misa. ¡Y no ir ni siquiera a una misa de aguinaldo eso sí era ser un mal cristiano! ¡Ahí estaban las consecuencias! orlandoclavijotorrado.blogspot.com 11 de diciembre de 2012.
PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA” LAS SUCIAS BOTAS SALVADORAS Por Orlando Clavijo Torrado El pueblo del que salió nuestro personaje posee un clima frío, en donde algunos todavía usan ruana y por supuesto en el campo no falta. Se producen allí el trigo y la papa; el tomate solo se ve por su color en los cachetes de estos alegres paramunos nortesantandereanos. Don Luis vino de Antioquia cuando viajaba al arrimo de su padre que tenía una especie de carro-casa en el que transportaba diversas mercancías. Se enamoró de la más bonita del pueblo y se casó. Montó una tienda que prosperó en poco tiempo. El Paisa – como todos empezaron a llamarlo – llegó a ubicarse entre los caballeros potentados y dirigentes cívicos de allí. Justamente por contar ya con un buen capital y tener la necesidad de viajar a Bogotá a conseguir surtido le ocurrió el gracioso percance que referiré a continuación, verídico como el que más, sin exageración ni mentira alguna, pues este paisa sí era exagerado como todos pero no mentiroso. En aquella jornada a la capital le tocó por fuerza de compañero en el autobús a un individuo bastante desgreñado, sucio, de ropa pobretona y unas inmensas botas de caucho. A don Luis no le quedaba alternativa: o se acomodaba a aquel compañero de viaje o renunciaba a viajar. Pero es el que el hombre apestaba. El Paisa echó mano de una loción que guardaba secretamente y empapó un pañuelo con el que se cubría la nariz simulando estar acatarrado. Con todo, la pestilencia seguía. Apenas el automotor había andado poco tramo fuera del pueblo cuando irrumpió una cuadrilla de asaltantes. Don Luis raudamente le suplicó a su compañero que le guardara en el calzado el fajo de dinero, considerable, por cierto; el tipo lo miró extrañado y luego de un momento de vacilación accedió a tomar el paquete y lo hundió entre una de sus botas. Los cuatreros se subieron al bus y muy aplicados esculcaron maletas, maletines, bolsos, tulas, bultos y cuanto empaque encontraron. Luego les ordenaron a los pasajeros: “¡A bajarse todos!” Y todos obedecieron calladamente, pues más valía no exponerse a un balazo. Una vez que estuvieron en tierra, los pillos los requisaron meticulosamente, mas no contentos con haberles robado la plata, anillos, cadenas y carteras, los conminaron a que se quitaran los zapatos. Don Luis calmadamente se quitó los suyos; allí no había un céntimo. Aún no habían llegado los malandrines al lugar en donde se había sentado el sujeto aquel hediondo para despojarse de las botas, cuando percibieron el fuerte olor que apenas empezaba a salir sin haberse quitado una, y se retiraron precipitadamente asqueados. De lejos le gritaron: “¡Cuidado, hermano, se quita las botas, porque le pegamos un tiro!” El chofer se unió a las protestas: “No, señor, yo no lo llevo a usted con esa pecueca”. Entonces don Luis tuvo que abogar por su compañero y convencer al chofer para que le permitiera viajar. Ya dentro del carro, y alejados los apaches, el Paisa le pidió el manojo de billetes y el sujeto procedió a quitarse la bota millonaria y honradamente devolvió todo, eso sí, impregnado de lo que científicamente se llama “Podobromhidrosis” y en nuestro ordinario lenguaje colombiano se conoce como olor de patas o simplemente pecueca. Don Luis respiró aliviado por no haber perdido nada en el asalto y haber recuperado su caudal. Le quedó sumamente agradecido a su compañero y hubiera querido hasta besarle los pies, ¿pero cómo? orlandoclavijotorrado,blogspot.com 11 de diciembre de 2012.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA” EL MUJERIEGO Por Orlando Clavijo Torrado En cierto pueblo de Norte de Santander, de cuyo nombre no quiero acordarme, vivía un caballero de buenas costumbres, casado, padre de varios hijos, con alguna comodidad económica, conocido y respetado por todos. Grosero en el hablar sí era, siendo este su único defecto visible. Cuando a este excelente ciudadano le llegó su hora final, hubo duelo general; ni qué decir del luto y desconsuelo de su viuda y de su familia. En aquella época no había funerarias, o si acaso en las grandes ciudades, por lo que ¡qué funeraria habría de existir en una población tan pequeña y alejada! Por consiguiente, la preparación del cuerpo debió de hacerse en su propia casa. Antes que todo estaba lavar el cadáver. Así que la esposa se dispuso a desnudarlo y bañarlo. Al llegar a la entrepierna del susodicho de repente se presentó una muchacha y dijo que ella se encargaba de limpiarlo allí. La cónyuge protestó: - ¡Usted no tiene derecho a cogerle nada a mi marido, atrevida! - ¿Que no tengo derecho a cogerle nada? Se las cojo ambas - contraatacó la advenediza. Yo le conocí todo. - ¿Y quién es usted? - Para que lo sepa, yo fui la amante de él durante diez años. Estaban las dos señoras enfrascadas en quién tenía más derecho de hurgar por allá cuando surgió otra mujer detrás. - Yo lo aseo, no se preocupen. Las dos primeras se le enfrentaron: -¡Un momento! ¡Usted no toca a nuestro hombre! - ¿Su hombre? – reclamó la última. Será mi hombre porque Eliseo me perteneció y le pertenecí por más de veinte años. Al fin las tres damas comprendieron que estaban peleando por limpiarle a su amado una simple parte de su cuerpo, se tragaron sus resentimientos y, además, su asombro, pues nadie hubiera pensado de don Eliseo un comportamiento tan inmoral. Nada indicaba que llevara una doble vida; Eliseo encarnaba a los ojos de la comunidad la corrección y la compostura. A lo hecho, pecho, se dijeron las mujeres, y aceptada la situación convinieron que en paz y mutua colaboración lo acicalarían y lo vestirían. Todo en orden, es decir, difunto arreglado, marcharon entonces a la iglesia en donde se realizó la más solemne de las ceremonias. De allí el triste cortejo se enrumbó hacia el cementerio. Vinieron los discursos del alcalde, del presidente del concejo, y de uno que otro orador que no se aguantó las ganas de exaltar al extinto. Concluidas las conmovedoras palabras, levantaron la tapa del féretro para que todos pudieran ver por última vez a don Eliseo. Fue en ese momento en que el cristiano despertó de la catalepsia y al mirarse metido allí y amortajado se sobresaltó y preguntó con grito destemplado: ¿Dónde hijueputas estoy? De inmediato se levantó; las viudas, el cura y toda la concurrencia echaron a correr espantados. Pero de pronto los tres amores de Eliseo se detuvieron, tomaron conciencia de haber sido burladas y se regresaron a buscar al resucitado para propinarle su merecido. Y aquí el que corre es Eliseo pues las mujeres lo iban a matar, a juzgar por lo que le gritaban: Ahora si te vas a morir de verdad, desgraciado, sinvergüenza; te vamos a tapar bien para que no te volvás a salir a engañar a las mujeres, ¿oítes? orlandoclavijotorrado.blogspot.com 4 de diciembre de 2012

viernes, 30 de noviembre de 2012

CRONIQUILLA ¿FALTA DE PANTALONES? Orlando Clavijo Torrado Cuando el capitán español Francisco Fernández de Contreras fijó en 1570 los límites de la ciudad de Ocaña, dijo lo siguiente: “…Y así mismo nombro por términos de la ciudad todas las demás vertientes de la laguna de Maracaibo…” Hoy, ni siquiera el municipio de Puerto Santander, en nuestro departamento Norte de Santander, el más cercano a dicho lago, linda con él. De la península de La Guajira nos quedó un jirón pues lo otro lo fue tomando Venezuela poco a poco. El último episodio de despojo aconteció en 1987 cuando 100.000 soldados venezolanos y toda su aviación y flota marítima nos sacaron vergonzosamente de las costas guajiras. Se sabe que Jaime Lusinchi, el mandatario venezolano, ordenó apuntar hacia Bogotá, y por supuesto hacia Cúcuta. El presidente colombiano era nuestro coterráneo Virgilio Barco que tuvo que recular. Se ha tenido la convicción de que todo ha ocurrido porque la blandenguería y melosidad de la diplomacia rola de genuflexiones y unas mal interpretadas prudencia y política pacifista han permitido que cualquier colindante nos ataque y arrebate cuanto se le antoje. ¿De qué ha valido el título de ser un país adalid en respeto al derecho universal? ¿Qué nos sucedería si el nuevo mejor amigo del presidente Santos, el coronel Chávez, el hermano venezolano, que armó uno de los Ejércitos más poderosos del mundo, volviera a reclamar las ciudades de Barranquilla, Santa Marta y Cartagena? Ahora que Nicaragua obtuvo semejante tajada de mar y ya nos desafía militarmente, ¿de nuevo nos correremos como gallinas? ¿Al fin comprenderá el gobierno nacional que al tiempo que tener la razón hace falta también tener las armas? Por algo la imagen de la justicia posee una espada. Pero más que indignarnos por un fallo ya esperado y previamente aceptado – de modo que no cabe ninguna apelación - , debe sorprendernos – y yo lo estoy – por la indiferencia del pueblo colombiano ante la suerte de la soberanía de nuestro archipiélago de San Andrés, en contraste con las celebraciones públicas en Nicaragua. ¿Será a causa de que se trata de unos negritos lejanos, llamados raizales, bullangueros, que a los interioranos nos parecen simpáticos porque le sacan música hasta a una carraca de vaca? ¿En dónde hubo o se están organizando manifestaciones multitudinarias en toda Colombia contra la sentencia de la Corte Internacional de Justicia de La Haya? Esto en verdad es extraño si aquí somos revoltosos para todo, por el menor motivo y hasta sin motivo. Y no se trata de un llamado a un falso nacionalismo, del “dolor de patria” de que habla el expresidente Uribe y que para la periodista María Elvira Samper es un “dolor de estómago”, sino de algo tan natural como la identidad con la cuna de donde provenimos, del orgullo de contar con un territorio, una lengua, una idiosincrasia, un acervo social y cultural, un legado y un futuro. Si no sentimos todo eso, apaguemos y vámonos. Con una apatía semejante, y conociéndonos los vecinos el punto vulnerable, y que somos buenos solo para hablar, divagar y escribir al punto que tenemos un Premio Nobel de Literatura, es concebible que vengan por el remanente. Lo único que ninguna otra nación ha pretendido es el altiplano cundiboyacense. El resto de Colombia está amenazado. orlandoclavijotorrado@blogspot.com 30 de noviembre de 2012

jueves, 29 de noviembre de 2012

PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA” COMO UN REGALO DE NAVIDAD Por Orlando Clavijo Torrado Aunque la carretera es un desastre, yo gozo con cada viaje que hago a Ocaña. Sin embargo, hoy hablaré de otro gozo mayor. Pero tratemos de lo primero. Los precipicios, por supuesto, me impresionan pero no me asustan, quizá por tantos años mirándolos; las moles inmensas de las montañas y su tapete verde me conmueven, y disfruto hasta recolectando los avisos simpáticos que veo a cada momento, como uno en el caserío El Tarrita que dice: “Celaban ( se lavan) mulas y carros” (tal vez el campesino que ofrece el servicio piensa que un tractocamión - o tractomula o simplemente mula - no es un carro), u otro que encontré en la carretera al santuario del Agua de la Virgen: “ Se vende esta finkita”. Vamos ahora a lo segundo, al gozo mayor, a los milagros de la Virgen de Torcoroma, porque en esta ocasión la Santa Patrona estuvo entre nosotros – claro que siempre lo está -. Cuando mi hijo Jaime me informó del avance del padecimiento de su esposa por un dengue hemorrágico, que se le derivó en neumonía severa, con peligro para la criatura que esperaba, le entregué la estampa de la Virgen de Torcoroma que llevo en el bolsillo, para que ella la tuviera. Diecisiete días del presente mes de noviembre luchó la joven contra la dolencia, siete de ellos en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital universitario Erasmo Meoz. Un lunes el pronóstico médico era alarmante; su vida corría inminente peligro, con pocas esperanzas de mejoría; la criatura en su vientre había fallecido; Isabela era el nombre que le habían elegido. Jaime me decía que en casos semejantes un médico no quisiera serlo para no saber y sufrir y esperar cada episodio que se avecinaba. Para él, entonces, el tormento fue mayor. La reversión de la enfermedad fue lenta, crispante. Me consta la atención esmerada que le brindaron a mi nuera, particularmente el doctor Hernando Gómez Prada, compañero de mi hijo en el colegio Calasanz y su colega, así como puedo dar testimonio de la dedicación de todo el equipo de médicos y enfermeras. La calificación de su trabajo no puede ser menos que excelente. La intuición, la creatividad y el profesionalismo de quienes están adscritos a la sala especializada hicieron que no fuera necesario acudir a procedimientos extraordinarios mecánicos para mantenerle su respiración pues confiaron en que ella podía responder por sí misma y resistir la prueba. A todos ellos mi familia entera les rinde un tributo de gratitud e invoca a su favor todas las bendiciones celestiales. Leí alguna vez que un galeno se quejaba de que si el paciente se salvaba se atribuía el hecho a un milagro, y si se moría era culpa suya. En febrero de este año escribí una croniquilla que titulé con las palabras de un cirujano: “¡Otro milagro de la Virgen de Torcoroma!”. Quiero recordar un poco el final de la historia. Cuando el cardiólogo que iba a operar a Eduardo Peñaranda Torrado le notificó que él no era el paciente que buscaba, que era otro, y Eduardo le insistió que era él, los apellidos le llamaron la atención al médico, por lo que le preguntó: “¿Usted es de Ocaña?”, y ante la respuesta: “Soy de Ábrego, cerca a Ocaña”, el cardiólogo exclamó “¡Otro milagro de la Virgen de Torcoroma!”. Eduardo me refirió más detalles después de que publiqué mi escrito: su familia se puso a llorar de alegría, se abrazaron y finalmente se arrodillaron en el pasillo de la clínica para rezar, acto al que se les unió el facultativo. Quiero significar que sin duda el Todopoderoso obra a través de sus siervos, en este caso los médicos; ahora, la fe y los ruegos a la Madre de Dios redundan en milagros, como este, patente en la vida de Gladys Rebolledo Navarro. La ciencia y la fe se mezclan, se entrelazan indisolublemente, al punto que es difícil discernir en donde termina la una y empieza la otra o actúan conjuntamente. Ya tenemos anotada en la agenda la visita al lugar de aparición de la Virgen en la florida montaña de la Torcoroma, con colocación del exvoto en los muros exteriores de la ermita. Buscaremos algún espacio entre los centenares de reconocimientos que los tapizan. orlandoclavijotorrado.blogspot.com 26 de noviembre de 2012.

sábado, 24 de noviembre de 2012

PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA” DESPUÉS DE ESCOBAR Orlando Clavijo Torrado Muchas reflexiones deja la serie “Escobar, el patrón del mal”, que terminó el lunes 19 de este mes, transmitida por una cadena de televisión colombiana. Pero ante todo debemos rendir un aplauso y nuestra admiración a los magníficos actores que interpretaron a cada personaje, empezando por Andrés Parra, quien se posesionó a tal punto del papel de Pablo Emilio Escobar Gaviria que alias Popeye – que en la novela es el Marino - , actualmente preso, dijo que poco difería su patrón de quien lo encarnó. No se puede negar que Pablo Escobar marcó una forma distinta de ver y llevar la vida para muchos colombianos. Caló en los muchachos, sobre todo de Medellín, que más vale vivir veinticinco o treinta años con riquezas, lujos y mujeres hermosas que setenta u ochenta años en la miseria y la necesidad, conforme lo declaró un joven de aquella ciudad. Y en las chicas se impuso un estereotipo de belleza concentrado en los voluminosos senos y las nalgas sobresalientes a base de cirugías, para lo cual era necesario disponer de buen dinero o de no disponerlo, conseguir quien lo tuviera, y ya se sabe que quienes lo tenían y lo tienen son los mafiosos. Los potentados de Colombia no conocían el papel higiénico aromatizado, ni las llaves de agua de oro, ni las camas eléctricas y otros adminículos costosos y fastuosos. ¿Quién les enseñó para qué servían las inmensas fortunas? Pues nada menos que don Pablo Escobar, el primero que deslumbró con cosas que ni soñábamos. Lo principal, sin embargo, es pensar si la lucha tan terrible contra el narcotráfico, con el saldo de muerte de candidatos presidenciales, ministros, jueces, coroneles, policías y miles de ciudadanos inocentes, sirvió de algo, ante la postura hoy del mismo gobierno nacional que pretende legalizar el consumo de sustancias sicotrópicas. Ello sin olvidar que recientemente, en los estados de Washington y Colorado, de los Estados Unidos de Norteamérica, se aprobó legalizar el cultivo, la comercialización y el consumo de la marihuana con fines recreativos y que el presidente de Uruguay José Mujica presentó un proyecto de ley al congreso de su país que autoriza al Estado a plantar y comercializar la marihuana. Hay más: ex presidentes como Cesar Gaviria, de Colombia, Fernando Henrique Cardoso, del Brasil, y Vicente Fox y Ernesto Zedillo, de México, son partidarios de permitir el uso regulado de las drogas ilícitas. Entonces, ¿Pablo Escobar tenía razón? Cuando en los Estados Unidos nos llamaban narcorepública, ¿qué son ellos hoy en día? Luego de ver en la novela tan bien pintada la corrupción de la Policía, el Ejército, el Congreso y algunos políticos por los sobornos de Escobar podemos preguntar si el mal desapareció, para responder que no, que continúa igual y tal vez peor porque ahora no hay alcaldía, gobernación, instituto o entidad cualquiera que no sea objeto de la expoliación de los políticos. En definitiva, luego de casi veinte años de la muerte de Escobar, ultimado cuando corría por un tejado como un gato, seguimos con idénticos vicios, solo que la violencia que él desató nadie la ha igualado, aunque se le aproximan los guerrilleros, los paramilitares y últimamente las bandas criminales emergentes o Bacrim. orlandoclavijotorrado.blogspot.com 18 de noviembre de 2012.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

CRONIQUILLA PARO JUDICIAL-BARRIO LA MERCED Orlando Clavijo Torrado El orden de los factores no altera el producto. Empecemos, entonces, por el segundo tema. En julio y agosto del 2010 publiqué una serie de Croniquillas que titulé “Memoria del barrio La Merced”, con tal acogida que entre los mensajes recibidos hubo uno muy gratificante de un científico residente hoy en Alemania que me agradecía el haberlo transportado en el recuerdo y la nostalgia a los felices tiempos de su niñez. Los cuatro escritos fueron reproducidos en la Gaceta Histórica, el órgano de publicidad de la Academia de Historia de Norte de Santander. De aquella época dorada del barrio al presente, decía yo, el cambio ha sido abismal. Nada más evoquemos los antejardines poblados de arbustos y flores, hoy convertidos en talleres de mecánica y parqueaderos de los carros que esperan a ser reparados. Con mucho acierto en un excelente reportaje La Opinión bautizó a este sector como el “taller más grande de Colombia”. Un editorial del 14 de noviembre insistió enérgicamente en la gravedad de la situación. Como aún tengo familia por el contorno, cada vez que voy a visitarlos me parece estar recorriendo la carretera Cúcuta-Ocaña en el tramo El Zulia – Sardinata. Peor aún: se encuentran más baches en las calles de La Merced que en la carretera La Donjuana-Chinácota, pese al estado deplorable de ésta. En ciertas oficinas y ciertos funcionarios se refieren a todo esto con términos rebuscados como “complejidad de la malla vial”. Aquí nosotros empleamos expresiones más descarnadas y contundentes: porquerías de calles y de carreteras. Sin embargo, no hay solo malas noticias. La Corporación de Vecinos del barrio La Merced (Corpomerced) liderada por don José Santos Hernández lanzó un ultimátum: o las autoridades municipales cumplen su obligación o ellos acuden a las vías de hecho. La respuesta de los conminados fue en cierta forma positiva, aunque advirtiendo que no admiten presiones: pronto se emprenderán las obras de reconstrucción de las calles, el despeje del espacio público – andenes y calles - y el ordenamiento del tránsito. Saltemos al otro tema, el paro judicial. A estas alturas los sueldos de los magistrados de tribunal superior están en $ 19.100.000, los de los magistrados de las cortes en $ 24.000.000, aplicándose para ellos fielmente la ley 4ª de 1992, mientras que el 80 por ciento ordenado por ésta para jueces de circuito, jueces municipales, secretarios y subalternos, tomando como punto de arranque el sueldo de los magistrados de tribunal, ¡mamola! – como dijera Horacio Serpa -. Allí ya no se cumple la ley. El juez del circuito alcanza a ganar $ 5.700.000. Ese es el quid del debate. Las desproporciones saltan a la vista. Si no se nivelan los sueldos, y no únicamente de ahora sino asumiendo también la deuda pendiente con los antiguos servidores de veinte años atrás, de cuando se expidió la ley, ¿en qué queda el gobierno de “prosperidad para todos” predicado por el presidente Santos? ¡Y todos somos todos! En resumen, cuenten con mi apoyo integral tanto los habitantes del barrio La Merced como los servidores del Poder Judicial, puesto que sus reclamos rebasan de razones y justicia. orlandoclavijotorrado.blogspot.com 14 de noviembre de 2012.
PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA” COMPONIENDO REGUETÓN Orlando Clavijo Torrado Empiezo por declarar que no soy músico, pero sí tengo buen oído musical. En ambiente muy familiar y con unos whiskys encima acompaño a los cantantes; apenas sé dos o tres posturas de la guitarra; en otros términos, soy un músico frustrado. En estos días en que me dio por ponerle letra a un bello bambuco, difícil de conseguir por Internet, cuyo nombre creo que es “Fiesta en el Espinal”, también me dio la ventolera de tratar de descifrar la letra de los discos de reggaeton (así se escribe y se pronuncia reguetón). Quizá los muchachos se asombren de que los mayores tengamos en la memoria las largas letras de algunos boleros y de vallenatos clásicos, de rancheras y baladas románticas, así como nosotros nos quitamos el sombrero ante ellos por entender y grabarse cada palabra de las canciones modernas, de su gusto, por supuesto. En mi empeño, he acudido al apoyo de mi nieto mayor, de 14 años, un hacha, como todos los de su generación, en tales menesteres, el que sí entiende lo que dicen los reguetoneros. Deduje que es fácil componer la letra de un reguetón oyendo algunos que, repito, mi nieto me traducía. En cuanto al ritmo creo que es lo más mogollo del mundo por una simple razón: el reguetón no tiene ritmo; se trata de un solo sonido, monótono, sin arpegios ni adornos, tonos variados o tesituras. Basta con que usted adopte un sonsonete, y ya está. ¡Ah! pero que no falten los instrumentos estridentes; las flautas, clarinetes, marimbas e instrumentos finos no caben en el reguetón. En cuanto a la letra, el patrón es más fácil todavía: busque usted una palabra vulgar, y rímela con otras, y ¡listo! Vean, si no, la letra de la canción “Mujeres talentosas”: “Si Eva no se hubiera comido la manzana/esta vida fuera sin malicia y mucho más sana/pero como esa cabrona se comió la fruta/por eso es que hoy en día hay mujeres tan putas/ Se visten enseñando los muslos y las tetas/se giran de espaldas y se les ven las nalgas”. ¿Se podrá pedir más inspiración, más esfuerzo mental? Así cualquiera compone una canción. Las palabras preferidas para el reguetón aceptado por la juventud son aquellas que terminen en erda, sión, ulo, uta, gina (por vagina), etc. Si usted hace el ejercicio, probablemente resulte algo como esto: “Te quiero con pasión/ y toda mi emoción/ y si vamos a la acción/ te aseguro la erección/ y la eyaculación”. Póngale el mismo tono, y ya está un famoso reguetón. En resumen, con bastante pobreza de vocabulario y groserías por montón, se puede componer el reguetón (¡qué vaina! otra vez me salió el verso). Hago la salvedad de que de pronto hay canciones decentes, pero las que se imponen no son esas sino las cargadas de palabrotas y con descripciones de los actos que por lo general el hombre oculta por pudor o por honor. A eso se llama hoy en día cultura musical. orlandoclavijotorrado.blogspot.com 12 de noviembre de 2012.

miércoles, 31 de octubre de 2012

PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA” EL JUEZ Y LA ZORRA Orlando Clavijo Torrado No se qué tanto sea conocido el incidente y la carta de una dama española al magistrado que sentó en una sentencia que decirle zorra a una mujer no era ninguna ofensa. Para mí todo ello es una novedad. Acabo de recibir el mensaje y considero que sería egoísmo de mi parte no compartir esta ricura de escrito, por lo que sin quitarle ni una coma lo transcribo tal cual, para que mis lectores no se priven de gozarlo. Me envía el texto una amiga venezolana a propósito de que un periodista de un canal de televisión adicto a Chávez llamó hijo de puta a Miguel H. Otero, director del prestigioso diario El Nacional, opositor del gobierno, expresión que una juez, por supuesto chavista, halló que no era injuriante ni difamatoria. Dice el antecedente que el jurista Juan del Olmo, quien fue juez de la Audiencia Nacional, dictó una providencia según la cual llamar “zorra” a una fémina no es delito ni nada, pues quien lo hace quiere significar que se trata de una mujer astuta y sagaz, cualidades que distinguen al conocido animalito. Disfruten y aprendan, amigos, con la carta de la indignada ciudadana. “Estimado Juez Del Olmo: Espero que al recibo de la presente esté usted bien de salud y con las neuronas en perfecto estado de alerta, como es habitual en Su Señoría. El motivo de esta misiva no es otro que el de solicitarle amparo judicial ante una injusticia cometida en la persona de mi tía-abuela Felícitas y que me tiene un tanto preocupada. Paso a exponerle los hechos: Esta mañana mi tía-abuela Felicitas y servidora nos hemos cruzado en el garaje con un sujeto bastante cafre que goza de una impopularidad entre la comunidad de vecinos. Animada por la última sentencia de la cosecha de usted, que le ha hecho comprender la utilidad de la palabra como vehículo para limar asperezas, y echando mano a la riqueza semántica de nuestra querida lengua española, mi querida tía-abuela, mujer locuaz donde las haya, ha saludado al cafre con un jovial “¡Que te den, cabrito!”. Y el tío reaccionó como una hidra, oiga. De poco me ha servido explicarle que la buena de la tía-abuela lo decía en el sentido de alabar sus grandes dotes como trepador de riscos, y que, en estas épocas de recortes a espuertas, desear a alguien que le den algo es la expresión de un deseo de buena voluntad. El sujeto, entre espumarajos, nos ha soltado unos cuantos vocablos – que no sé si eran insultos o piropos porque no ha especificado a cuál de sus múltiples acepciones se refería-, y ha enfilado hacia la comisaría más cercana haciendo oídos sordos a mis razonamientos –que no son otros que los suyos de usted-y a los de la tía-abuela, que le despedía señalando hacia arriba con el dedo corazón de su mano derecha con la evidente intención de saber hacia donde soplaba el viento. Como tengo la esperanza de que la denuncia que, sin duda, está intentando colocar esa hiena -en el sentido de que es un hombre de sonrisa fácil- llegue en algún momento a sus manos, le ruego, por favor, que intente mediar en este asunto explicándole al asno - expresado con la intención de destacar que es hombre tozudo, a la par que trabajador –de mi vecino lo de que las palabras no siempre significan lo que significan, y le muestre de primera mano esa magnífica sentencia suya en la que determina que llamar zorra a una mujer es asumible, siempre y cuando se diga en su acepción de mujer astuta. Sé que es usted un porcino -dicho con el ánimo de remarcar que todo en Su señoría son recursos aprovechables— y que como tal, pondrá todo lo que esté de su mano para que mi vecino, y otros carroñeros como él – dicho en el sentido de que son personas que se comen los filetes una vez muerta la vaca – entren por el aro y comprendan que basta un poco de buena voluntad, como la de mi tía –abuela Felícitas, para transformar las agrias discusiones a gritos en educados intercambios de descripciones, tal y como determina usted en su sentencia, convirtiendo así el mundo en un lugar mucho más agradable. Sin más, y agradeciéndole de antemano su atención, se despide atentamente, una víbora (evidentemente, en el sentido de ponerme a sus pies) que le pide que salude a las zorras de su esposa y su madre. Engracia Quiñones P.” orlandoclavijotorrado,blogspot.com 29 de octubre de 2012.

martes, 23 de octubre de 2012

PARA EL SEMANARIO LA PROVINCIA DE OCAÑA EL PARO JUDICIAL Orlando Clavijo Torrado Hoy, en verdad, no son los tiempos de cuando escribí un artículo titulado Sangaput relativo a un requisito que se requería para ser nombrado juez. Igualmente, en aquella época para llegar a magistrado de tribunal de distrito judicial o del Tribunal Contencioso Administrativo eran indispensables la lambonería y las palancas ante los magistrados de la Corte Suprema o del Consejo de Estado. Propuse que se elevara a requisito constitucional el tener palanca pues aunque la Constitución no lo contemplara, sin palancas no había probabilidad de ascender a ciertos cargos. Nunca ha sido posible. Las cosas han cambiado un poco, han mejorado, por el sistema de concursos, aunque aún quedan magistrados elegidos con los viejos vicios- repitámoslos, de lambonería y palancas -. No es un secreto que si bien para ser designado es menester concursar, la palanca o el padrino político siguen teniendo fuerza. De hecho, hay jueces, fiscales, secretarios y otros subalternos sabios, honrados y místicos en su labor, pero sin las conexiones que gozan del poder de ubicar a quien quieren en donde les plazca o lo necesitan. Ahí precisamente radica la injusta disparidad de sueldos: alguien que siendo juez concursó para magistrado y por falta de palanca no pasó se queda ganando cinco millones de pesos, en tanto que quien sí la tenía escala, por ejemplo, a magistrado de tribunal, con 17 millones de pesos mensuales (los magistrados de las altas cortes deben de estar por los 25 o más millones de sueldo mensual, igual que el de un congresista). En punto de conocimiento jurídico el inferior puede superar al superior, y en cuanto al tiempo de servicio no hay duda que el subalterno ha gastado más vida que el dignatario, y pese a ello la disimilitud de sueldos es de tres veces del uno frente al otro. Por ello el paro del Poder Judicial buscando la nivelación salarial es plenamente justa. Las altas cortes están obligadas a dar ejemplo de equidad y dignidad apoyándolo; atrincherarse en sus privilegios resulta mezquino. La política, es innegable, hoy como ayer está incidiendo en los nombramientos de los cuadros de servidores de la rama judicial. Arriba menté el sangaput, que tanto significaba para lograr una elección de juez como la política misma. Sin embargo, tengo la impresión de que la fórmula condensada en la palabreja no es visible ahora. Voy a explicar en qué consistía: resulta que como el período de los jueces era de dos años, antes de vencerse los funcionarios debían pasar por cada uno de los despachos de los magistrados del tribunal para suplicarles la reelección. Pero esto no era suficiente: se acordaba por los jueces invitar a los magistrados, de a uno por uno o a veces en conjunto, a un restaurante de categoría y a una discoteca para que disfrutaran de las atenciones y el baile con preciosas damas casquivanas. Ese método degradante se conoció como el sangaput, o sancocho de gallina con putas. Pero esto es historia, otra historia. Hoy el pulso entre el Ejecutivo y los funcionarios y empleados judiciales en paro es porque las distancias salariales tan enormes desaparezcan. “Prosperidad para todos” es el lema del gobierno de Juan Manuel Santos. Mientras existan esas abismales diferencias, obviamente la prosperidad no será para todos sino para unos pocos. orlandoclavijotorrado.blogspot.com 22 de octubre de 2012.

viernes, 19 de octubre de 2012

CRONIQUILLA MURIÓ PERALOCA Orlando Clavijo Torrado ¡Pobre Peraloca! Se le dijo, se le recomendó, se le advirtió, que no fuera a cruzar la carrilera a las 5 y 30 de la mañana porque esa era la hora precisa en que pasaba el tren, y no quiso hacer caso, omitió tan pitador consejo, se pasó la advertencia por la faja, ¿y qué sucedió? ¿Saben cómo queda una señora cuando va para su casa con una docenita de huevos y un ladrón la asalta y le quita la cartera? Pues quedó igual pero sin huevos. Me acuerdo como si fuera hoy. Su esposa preguntó cuando le entregaron el cadáver: ¿ustedes están seguros de que no le faltan algunas cositas? Por espacio de treinta años – de 1960 a 1990 - le oímos chistes semejantes a Hebert Castro, el Coloso del humorismo, al mediodía, en un programa radial que prácticamente paralizaba el país. La noticia de su muerte ocurrida el 27 de septiembre pasado en Montevideo estaba escondida en los diarios y poco noticia fue entre la avalancha de acontecimientos, como los pactos secretos entre Santos y Timochenko, la ley de víctimas, la ley de justicia transicional para las Farc, que la guerrilla quiere tierras para dárselas a sus militantes disfrazados de campesinos y así apoderarse de la mitad de Colombia, que los tales diálogos en Noruega y Cuba apuntan al fracaso, que sí va a haber paz, y como el refrán de un amigo, que esto y lo otro y el burro y el potro. Hebert Castro era uruguayo; a su fallecimiento tenía 87 años de edad. Su inteligencia y amplia ilustración le permitían elaborar unos libretos castizos, picantes y profundos. Pocos humoristas ha habido en nuestro país con una agudeza semejante a la suya. Además de una dicción perfecta, manejaba una gama de voces increíble para darle vida a Peraloca, don Cariculiandro, Sebastián, Tobías, Contardo, don Prudencio – el que usaba todos los sinónimos de una palabra – y la familia García con una mujer que no cesaba de llamar a su marido mal…marido. En aquel tiempo se presentaban los artistas en los radioteatros; yo tuve la fortuna de asistir a varias presentaciones del cómico en Bogotá. Sus críticas eran como estiletes sobre todas las situaciones sociales del país – “si quiere estar seguro, busque un policía; si quiere que lo atraquen, busque dos”- . De los políticos afirmaba que eran tan mentirosos como un brasier, de punta a punta. Es innegable que con su mordacidad contribuía a mejorar nuestras costumbres a la par que brindaba inefables momentos de solaz; en suma, hizo mucho bien con el remedio para la salud moral y mental más barato y al alcance de todos, la risa. Aún se recuerdan los apuntes de don Prudencio: “una marisquería es una peluquería unisex”; “por el peaje de mi cultura jamás podrá pasar la tractomula de su ignorancia”. Y qué decir de los equívocos de Contardo al referir las andanzas con su novia, como esta: “Llevé a mi novia al cine, y cuando estaba todo oscuro me dijo que le agarrara una …¿cómo se llama?...una mano y que le diera un beso en el puro …¿cómo se dice?...labio; después me dijo que si quería chupar…¿cómo se dice?...colombinas; compré dos y ella cogió una y se la metió en la…¿cómo se dice?...la boca…” El más serio tenía que soltar la risa con ocurrencias semejantes. ¡Gracias Hebert Isaac Castro Arón por tan inestimable legado! ¡Que Dios lo tenga en su santa y alegre gloria carcajeándose de la felicidad, pues esa ha de ser su recompensa por proporcionársela a tanta gente! orlandoclavijotorrado.blogspot.com Cúcuta, 18 de octubre de 2012.

miércoles, 17 de octubre de 2012

PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA” ¡QUÉ ESPANTO TAN MACHO! Orlando Clavijo Torrado Estamos en el mes de las brujas. El 31 de octubre es la fiesta propiamente dicha. Fiesta, sí, porque afortunadamente el comercio transformó un tema macabro en oportunidad para distraer a los niños y ya éstos saben que los antifaces horripilantes y los murciélagos y los esqueletos son de juguete. El 31 saldrán con las calabazas de plástico a pedir golosinas con el estribillo de “triqui, triqui, halloween, quiero dulces para mí”. Solo en la mente de los mayores perduran los duendes, las brujas y aquellos cuentos y escenas de terror como el de la bella dama desconocida que toma un taxi, se sienta en el cojín trasero y cuando luego de largo rato sin pedir la parada el chofer se voltea a preguntarle que en dónde la deja, cuanto ve es un calavera que lo hace privar. Pues no se confíen en que esto pertenece al pretérito; aún existen espectros que andan por las calles, pero con aires modernos y actualizados. De esto es testigo un amigo, quien me refirió su aventura traumática así: Era mediodía. Había trajinado por distintas oficinas, bancos y almacenes y debió transitar por una callejuela del centro, cerca de la antigua fábrica de Bavaria, en lo que hoy se llama el “hueco de Bavaria”, sitio destinado para construir supuestamente un gran centro de convenciones o de oficinas o almacenes, o un hotel cinco estrellas o un megamercado, en fin, algo grandioso, pero que terminó convertido en un chanchullo con dineros públicos por lo que se adelantan investigaciones penales a un puñado de políticos. Extrañamente la callejuela estaba sola. No caminaban por allí en aquel momento sino mi amigo y una muchacha que se contoneaba provocativamente. Ella marchaba adelante. De pronto un viento fuerte sopló y la minifalda de la mujer se levantó hasta la cintura. Su ropa íntima quedó al descubierto. La joven no se inmutó y siguió su destino sin hacer el menor esfuerzo por componer su vestido. ¿Qué le pasará?, se preguntó mi amigo que es un hombre caballeresco, respetuoso, nada morboso; ¿acaso no se ha dado cuenta que está mostrando los cucos, o, para decirlo con más exactitud, el hilo dental? ¡Pero qué descarada! ¿Qué pretende, ah? Entonces empezó a llamarla: “¡epa!, ¡epa!, ¡señorita! ¡el vestido, el vestido!” La chica, por cierto de hermosas piernas y curvas perfectas, no lo atendía. Entonces él decidió alcanzarla, y cuando estuvo cerca le tocó el hombro y ella giró la cabeza para verlo, pero para verlo con las cuencas de una calavera. El hombre lanzó un grito, tal vez el grito vagabundo que no le dejaron pegar a Guillermo Buitrago, y cayó inconsciente. Yo sí le creo el cuento. Otros dicen que mi amigo estaba borracho; que se la había fumado verde; la esposa sostiene que eso le pasa por estar detrás de cualquier palo de escoba con naguas echando babas; algunos afirman que por el lugar también caminan fufurufas; otros interpretan que la aparición no era más que un homosexual con una máscara; los críticos dicen que cómo sería de espantoso el tumbe para el municipio que por ahí asustan; en últimas, no se sabe. Un mamagallista reprocha a nuestro protagonista por su inocencia y dice que antes que el hombro él primero le hubiera tocado la tanga para comprobar si era un fantasma o una vieja de carne y hueso. Bueno: en el mes de las brujas pueden suceder tantas cosas inexplicables. orlandoclavijotorrado.blogspot.com 15 de octubre de 2012.

martes, 2 de octubre de 2012

PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA” TOMAR EL FRESCO Orlando Clavijo Torrado Sin duda que la costumbre a la que me voy a referir no se practicaba en tierra fría. ¡No! ¿Quién se iba a someter al viento helado, al frío engarrotador, si apenas se podía balbucir una palabra? De hecho, en los lugares gélidos que conozco – Bogotá, Tunja, Pamplona, por ejemplo – jamás vi a la gente envuelta en su abrigo o en su ruana sentada fuera de su casa platicando después de la última comida del día, ya entrada la noche. ¡Cómo perdimos ese hábito delicioso propio de tierra caliente o del clima medio, llamado comúnmente “tomar el fresco”! En nuestro departamento, en las provincias de Cúcuta y Ocaña era un deber inviolable. Promediando las siete de la noche se cumplía la cita a la que ninguno de los vecinos o parientes amantes del cotorreo faltaba. Se establecía una relación de familiaridad, de afecto y respeto muy linda. Y al calor de esa comunión, de tan agradable camaradería, se comentaban los sucesos cotidianos, se analizaban las actuaciones y declaraciones de los políticos, se conjeturaban hechos que sobrevendrían, se revelaban, poniendo las manos a manera de bocina y en tono bajo, los secretos de ciertas personas, esto es, el propio chisme, con la advertencia de la fórmula sagrada “aquí entre nos, que no salga de aquí lo que les voy a contar”. La tertulia transcurría en el andén frente a cada casa. Los “invitados” sacaban de la sala una silla, o en los pueblos un taburete de cuero, y se acomodaban como mejor les placía; los que preferían voltear el asiento, se acaballaban apoyando los brazos en el respaldo. No se servía ninguna bebida. Algunos fumaban. De pronto un viejo se quedaba dormido, hasta roncaba, y de cuando en vez se sobresaltaba, se despertaba y cerraba la boca de donde se le había escurrido una baba. Cuando el chistoso asistía, acaparaba la reunión, y no se garlaba sino se reía sin parar. Los temas eran ilimitados, se hablaba de lo habido y lo por haber. A la hora convenida, como en un acuerdo tácito, para ir a los brazos de Morfeo, no más allá de las diez, espontáneamente cada uno se iba levantando, alzaba su silla, la regresaba a su lugar y se despedía efusivamente con la promesa de verse en la noche siguiente. ¡Qué veladas tan inolvidables aquéllas! ¡Qué momentos tan placenteros, tanto que querían repetirse y en efecto se repetían noche tras noche! Lo que hoy, usando un eufemismo se llama la inseguridad y antes se nombraba la delincuencia, hizo desaparecer la costumbre. Ahora sentarse en el porche o antejardín de la casa en la noche, es un atentado. Se peligra ya que cualquier desadaptado social puede pasar con una metralleta rociando plomo. Ni asomarse al balcón rutinariamente es aconsejable porque lo advierten los malandros y se les da pie para que planeen una fechoría. En Cúcuta, al director del periódico La Opinión, Eustorgio Colmenares Baptista, un comando de la guerrilla del Eln intentó secuestrarlo en la noche del 12 de marzo de 1993 cuando acababa de sentarse en el pórtico de su casa, y por ofrecer resistencia lo asesinaron allí mismo. Lo bueno se va acabando. El maestro Darío Echandía hace muchos años suspiraba por volver a pescar de noche. ¿Cuándo podremos volver a salir a tomar el fresco nocturno frente a nuestra casa como antes, tranquilos, alegres y confiados? Será nunca porque el bandidaje crece cada día. orlandoclavijotorrado.blogspot. com 1º de octubre de 2012.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA” ¿QUÉ LES DIRÁ A LOS DOLIENTES? Orlando Clavijo Torrado Se puede dar por hecho el acuerdo de paz del gobierno con las Farc. Ningún empeño del gran político que es Juan Manuel Santos se ha frustrado. ¡Nos acordaremos de este vaticinio! Sin embargo, parece que para el gobierno no cuenta el clamor de los parientes de los secuestrados que en las madrugadas, por las dos principales cadenas radiales del país, nos hace estremecer. Quizá los negociadores del gobierno no oyen la radio después de las doce de la noche. No oyen a los padres, las madres, las esposas y los hermanos de los secuestrados llorando y suplicando una prueba de supervivencia. Naturalmente que todos queremos la paz, pero paz con justicia y verdad; entiéndase bien que no se trata de venganzas. Es innegable que los paramilitares fueron tratados con suma benignidad y apenas a los que se acogieron a la ley escrita a su medida se les impuso una pena de ocho años de prisión, pero al menos han confesado sus fechorías, han señalado fosas y mostrado arrepentimiento. Sin embargo, de la guerrilla, al único que hemos oído disculparse es Antonio Navarro Wolf, del antiguo y desmovilizado M – 19, pero de los demás grupos, a ninguno, comenzando porque no reconocen ningún delito. No hace mucho tiempo, una señorita de 19 años, de un municipio de Arauca, que terminaba su bachillerato, se presentó a la Registraduría Nacional del Estado Civil en solicitud de un puesto de supernumeraria para unas elecciones. Era una niña de una familia muy pobre; con lo que ganara en esos dos meses se proponía pagar la matrícula universitaria y ayudar a sus padres en los gastos domésticos. Le dieron el nombramiento y de inmediato en la mañana de aquel día fatídico se trasladó al poblado asignado. Tan pronto llegó, la reportó a algún comando de la guerrilla el presidente de la junta de acción comunal. Dos individuos, un hombre y una mujer, la abordaron y le notificaron que no podía cumplir su misión, que consistía en hacer un censo de los ciudadanos registrados para votar. Durante un largo rato ella no entendió bien por qué la seguían. Cuando comprendió el peligro, se sentó en una choza a donde la llevaron y en su agenda escribió a sus padres, a su hermano y a sus sobrinos despidiéndose y pidiéndoles perdón por si en algún momento los había ofendido. Aproximadamente a las tres horas de haber llegado, la pareja de guerrilleros le dijo que la iban a sacar a las afueras del pueblo para que tomara un autobús de regreso. Ella marchó adelante y a poco de caminar por la carretera le dispararon a sangre fría por la espalda. Les confieso a mis lectores que la lectura de este expediente me hizo aguar los ojos. No sé hasta donde llegó la investigación y si hubo cumplida justicia. Otro caso de iniquidad fue la de aquel muchacho humilde, que se ganaba la vida de vendedor en el campo, a quien asesinaron cerca de Puerto Santander. ¿La razón de su muerte? Por haberle ganado un juego de billar a otro joven y haberse defendido de éste que no aceptó la derrota y lo acometió a puñetazos pero se llevó una respuesta contundente. No sospechó que su contendor era un guerrillero, quien le anunció que volvería y el otro, ingenuo, le contestó que lo esperaba. Efectivamente el subversivo apareció a la semana siguiente con tres sujetos más. Lo acorralaron y entre los cuatro lo acribillaron y lo tiraron a un caño. La víctima, hijo de un primo, tenía en su bolsillo una tarjeta de presentación mía de abogado. Tuvimos que ir a reconocer su cadáver a la morgue. ¿Qué les dirá el presidente Santos a los dolientes de estos mártires? Aunque surja el perdón y el tiempo haya borrado un tanto el dolor de estos crímenes, aquello que gaseosamente se llama la sociedad civil reclama que primero haya justicia y luego paz. De lo contrario, el presidente Santos no pasará justamente a la historia, cual él lo pretende, como el presidente de la paz. orlandoclavijotorrado.blogspot. com --------------------------------------------------------------------- 24 de septiembre de 2012.

lunes, 17 de septiembre de 2012

PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA” LA PROCESIÓN Orlando Clavijo Torrado Realmente resulta jarto hablar siempre de los problemas del país y de los desencantos que producen los mandatarios al poco tiempo de su ejercicio. Los problemas y la corrupción son temas de nunca acabar. Sobre el desencanto, es axiomático que la gente elige con fervor a determinado candidato a la presidencia, a la gobernación o a la alcaldía, y no pasa mucho tiempo sin que comiencen las críticas. Nunca estamos contentos con los que escogemos. Pero ¡qué jartera comentar lo mismo! Por eso es conveniente hurgar en el presente o en el pasado cuanto nos saque de la monotonía del aburrimiento y el pesimismo. Por fortuna nuestro pueblo no se amilana por el sinnúmero de dificultades que lo hacen protestar y renegar del gobierno y de todo, y en contraste, como dicen, le saca pelos hasta a una calavera. A propósito, en estos días me encontré con un compañero de estudios del Seminario Menor del Dulce Nombre. Nos remontamos a aquellos tiempos dorados de la niñez y la adolescencia y pronto evocamos situaciones y personajes encantadores y jocosos. Monseñor Heriberto Martínez salió a relucir – aunque me quedé dudando si estábamos hablando de monseñor Sánchez Chica – por sus sermones matizados de gracejos debido a una especial vocalización por lo general enredada a la que la gente le sacaba jugo y por supuesto aprovechaba para inventar chascarrillos. Era fama que en una homilía el levita la emprendió contra las mujeres por una presunta profanación del templo parroquial de Santa Ana. “Esta mañana bien temprano - dijo – me levanté a abrir las puertas de la catedral y cuál sería mi asombro cuando encontré una meada”. “¡Y quien lo hizo, se acurrucó! ¡No hay duda – tronó –: era meada de mujer porque estaba muy regada!”. Sin embargo, no hay nada comparable con el cuento de sus directrices para la procesión de un Viernes Santo. Se afirmaba que monseñor se ubicó a la entrada de la iglesia y comenzó a explicar el orden de salida y marcha de cada congregación, de cada grupo, de cada paso de la Pasión, de cada colegio. Todo lo tenía concebido de manera organizada como correspondía al esplendor de la ceremonia. Así empezó sus instrucciones: “Que arranquen los hombres y detrás las mujeres”. Y prosiguió: “Cuando yo dé la señal, las mujeres paren; los hombres nunca paren”. Y luego, con su voz potente dijo: “Las Hijas de María se me harán – como pronunciaba tan rápido se le entendía “se miarán” – de primero; los Hijos de San Luis Gonzaga se me harán de segundo; las bandas de guerra de los colegios se me harán de último cerrando la procesión; las monjas no se me harán en el coro sino al lado mío; las Madres Católicas se me harán delante de los Nazarenos; los Caballeros del Santo Sepulcro se me harán de rodillas en cada cuadra; los acólitos se me harán de a dos y yo me haré por todo el centro para que todos me vean”. Es de presumirse las risas y las bromas a costa del santo cura que sin malicia alguna daba tan simpáticas órdenes: se me hará fulano, se me hará zutano, se me hará Raimundo y todo el mundo. No faltarían los guasones que oyendo al pastor y buscando acomodarse en la procesión, preguntaría uno: “Vos, ¿a dónde te vas a hacer?”, y el otro, imitando a monseñor le contestaría: “pues yo me haré donde pueda”. orlandoclavijotorrado,blogspot.com 17 de septiembre de 2012

domingo, 16 de septiembre de 2012

CRONIQUILLA ¿QUÉ LES DIRÁ A LOS DOLIENTES? Orlando Clavijo Torrado Se puede dar por hecho el acuerdo de paz del gobierno con las Farc. Ningún empeño del gran político que es Juan Manuel Santos se ha frustrado. ¡Nos acordaremos de este vaticinio! Sin embargo, parece que para el gobierno no cuenta el clamor de los parientes de los secuestrados que en las madrugadas, por las dos principales cadenas radiales del país, nos hace estremecer. Quizá los negociadores del gobierno no oyen la radio después de las doce de la noche. No oyen a los padres, las madres, las esposas y los hermanos de los secuestrados llorando y suplicando una prueba de supervivencia. Naturalmente que todos queremos la paz, pero paz con justicia y verdad; entiéndase bien que no se trata de venganzas. Es innegable que los paramilitares fueron tratados con suma benignidad y apenas a los que se acogieron a la ley escrita a su medida se les impuso una pena de ocho años de prisión, pero al menos han confesado sus fechorías, han señalado fosas y mostrado arrepentimiento. Sin embargo, de la guerrilla, al único que hemos oído disculparse es Antonio Navarro Wolf, del antiguo y desmovilizado M – 19, pero de los demás grupos, a ninguno, comenzando porque no reconocen ningún delito. No hace mucho tiempo, una señorita de 19 años, de un municipio de Arauca, que terminaba su bachillerato, se presentó a la Registraduría Nacional del Estado Civil en solicitud de un puesto de supernumeraria para unas elecciones. Era una niña de una familia muy pobre; con lo que ganara en esos dos meses se proponía pagar la matrícula universitaria y ayudar a sus padres en los gastos domésticos. Le dieron el nombramiento y de inmediato en la mañana de aquel día fatídico se trasladó al poblado asignado. Tan pronto llegó, la reportó a algún comando de la guerrilla el presidente de la junta de acción comunal. Dos individuos, un hombre y una mujer, la abordaron y le notificaron que no podía cumplir su misión, que consistía en hacer un censo de los ciudadanos registrados para votar. Durante un largo rato ella no entendió bien por qué la seguían. Cuando comprendió el peligro, se sentó en una choza a donde la llevaron y en su agenda escribió a sus padres, a su hermano y a sus sobrinos despidiéndose y pidiéndoles perdón por si en algún momento los había ofendido. Aproximadamente a las tres horas de haber llegado, la pareja de guerrilleros le dijo que la iban a sacar a las afueras del pueblo para que tomara un autobús de regreso. Ella marchó adelante y a poco de caminar por la carretera le dispararon a sangre fría por la espalda. Les confieso a mis lectores que la lectura de este expediente me hizo aguar los ojos. No sé hasta donde llegó la investigación y si hubo cumplida justicia. Otro caso de iniquidad fue la de aquel muchacho humilde, que se ganaba la vida de vendedor en el campo, a quien asesinaron cerca de Puerto Santander. ¿La razón de su muerte? Por haberle ganado un juego de billar a otro joven y haberse defendido de éste que no aceptó la derrota y lo acometió a puñetazos pero se llevó una respuesta contundente. No sospechó que su contendor era un guerrillero, quien le anunció que volvería y el otro, ingenuo, le contestó que lo esperaba. Efectivamente el subversivo apareció a la semana siguiente con tres sujetos más. Lo acorralaron y entre los cuatro lo acribillaron y lo tiraron a un caño. La víctima, hijo de un primo, tenía en su bolsillo una tarjeta de presentación mía de abogado. Tuvimos que ir a reconocer su cadáver a la morgue. ¿Qué les dirá el presidente Santos a los dolientes de estos mártires? Aunque surja el perdón y el tiempo haya borrado un tanto el dolor de estos crímenes, aquello que gaseosamente se llama la sociedad civil reclama que primero haya justicia y luego paz. De lo contrario, el presidente Santos no pasará justamente a la historia, cual él lo pretende, como el presidente de la paz. orlandoclavijotorrado.blogspot. com --------------------------------------------------------------------- 15 de septiembre de 2012.

jueves, 13 de septiembre de 2012

PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA” EL KILÓMETRO 6 Orlando Clavijo Torrado Con el tiempo se descubrió que los estallidos de la tubería del oleoducto Caño Limón –Coveñas que pasa por nuestro departamento no eran solo atentados terroristas del Eln sino un negocio que se movía detrás. Existía una empresa dedicada a las reparaciones, la cual, tan pronto sucedía una explosión, ya estaba lista para salir a reparar. ¡Definitivamente, este es un país de vivos! Se sospecha que desde el seno de Ecopetrol salían las coordenadas del próximo ataque. Los mismos campesinos de la región eran llamados como obreros, con altos jornales; incluso, a algunos les cubrían gastos de hotel siendo que tenían su residencia por el contorno. Todo lo pagaba Ecopetrol. De modo que entre más golpes a la infraestructura hubiera, más petróleo corría por entre los cultivos y las quebradas y más dinero se deslizaba y llenaba los bolsillos de los socios y compinches. Así de sencillo. Un negocio redondo de ganancias para unos pocos y de desangre para la empresa petrolera de los colombianos. ¡Cuántos se aprovechaban de esta verdadera gallina de los huevos de oro! Por supuesto que ello no era posible sin la corrupción. Sin embargo, que yo conozca, no hubo sindicados por el entramado. Pero, me llamó la atención en la investigación el caso del kilómetro 6. Ecopetrol tenía señalados en un mapa los sitios tradicionales de roturas violentas como algo previsto e irreversible. Y, claro está, en su presupuesto también se consideraba una abultada partida para estos daños y pérdidas. En el kilómetro 6 de la carretera Tibú – La Y - es decir, partiendo de Tibú a Cúcuta - se esperaba una voladura al menos cada dos meses. Por lo general la hacían mensualmente, aunque no faltaron dos arremetidas en un mismo mes, todo desde una década antes. Hablamos de los años 90 del siglo pasado. Fallaba más el desayuno del día siguiente que la voladura en el kilómetro 6. Ni Policía, ni DAS, ni CTI, ni nadie descubría por qué ocurría esto. Fue una casualidad que el Ejército Nacional en un patrullaje se detuviera justamente cerca al punto en donde siempre detonaban el artefacto. Pese a ser una operación rutinaria, encontró algunas armas sin licencia para su porte, las incautó y le notificó al labriego dueño del predio que quedaba detenido. El arsenal se hallaba escondido en los árboles y en la maleza. En seguida le preguntaron por los reventones y por la coincidencia que invariablemente ocurrían en su finca y en el mismo punto sin que él se percatara de nada. El hombre, de unos 50 años de edad, un típico campesino de piel ajada y manos curtidas, mostraba su estupor en una cara de yo no fui que a cualquiera convencería, pero de repente cambió de actitud y empezó a cantar: él era el encargado de practicar el hoyo debajo del tubo para que los guerrilleros instalaran la carga destructiva, mas realizaba el trabajo porque llegaban, le ponían una pistola en la nuca y lo obligaban a sacar las herramientas y a marchar al sitio. Confesó que estaba tan acostumbrado que tan pronto los divisaba a lo lejos, empezaba a preparar la pala y el barretón. Así, se ahorraba la intimidación con la pistola. La historia termina felizmente pues el misterio quedó develado, en el kilómetro 6 el oleoducto no volvió a volar en pedazos, ni a derramarse el crudo, ni a contaminarse la naturaleza desde la captura del sujeto, y por fin la comunidad recobró el derecho a vivir tranquila sin la zozobra de los periódicos bombazos. orlandoclavijotorrado.blogspot.com 9 de septiembre de 2012.

lunes, 3 de septiembre de 2012

PARA EL SEMANARIO LA PROVINCIA DE OCAÑA CENTENARIOS Orlando Clavijo Torrado ¡Qué dicha hubiera sido apagarle las cien velitas a mi padre el próximo 24 de septiembre! Pero no puede ser: el Creador quiso llevárselo hace trece años. Por el contrario, su contemporánea, doña Rosana Navarro viuda de Peñaranda, que desde hace décadas se vino de Ábrego y se radicó en Ocaña en la misma casa de la calle empedrada por donde deambulaba Antón García de Bonilla, por Jesús Cautivo, con el favor de Dios arribará el 19 del mismo mes a su primer centenario, en pleno goce de sus facultades mentales, narrando acontecimientos bien lejanos. Ella es la madre de Pablo – casado con mi prima Marlene Torrado Arenas - , Julio –casado con Marina Sánchez Clavijo -, Iván, Luis (Güiche), Hernán, Teresa, Graciela y Soledad. Doña Rosana me cuenta con cierta picardía que su esposo Carmen Peñaranda Ordúz – hijo del famoso líder de Ábrego Ramón David Peñaranda Torrado -, estuvo primero enamorado de mi madre y luego sí se fijó en ella. ¡Feliz cumpleaños doña Rosana! ¡Que cumpla otros cien! Todas estas anécdotas surgen ahora que estoy preparando una breve biografía de Leoncio Clavijo Suescún, mi padre. Afloran muchas reminiscencias, pero, sin duda, las agradables y simpáticas son las mejores, y por ello en el repaso de su historia lo recuerdo cuando… Cúcuta fue su morada durante los últimos treinta y siete años de su vida. Se estableció en el barrio La Merced, aún por 1972 un sector residencial tranquilo de familias honorables, ubicado estratégicamente no lejos del centro de la ciudad, del estadio, la diagonal Santander y la Terminal de Transportes. Evoco con una sonrisa su asistencia infalible a las misas de aguinaldo en la iglesia de los Padres Redentoristas. El horario de la misa era las cuatro de la mañana. Pero él, afanoso y con un sentido excesivo de la puntualidad, llegaba a las tres. Por supuesto que el templo todavía no estaba abierto. Yo le decía en broma: “Papá, ¿por qué no le pide las llaves de la iglesia al padre y usted se encarga de abrir?”. Pues bien: los ladrones se percataron de la frecuencia de este señor madrugador. En aquel tiempo no había el puente jorobado, como se conoce hoy, sino un puente metálico para cruzar el Canal Bogotá: allí se apostaban los rateros. En alguna ocasión mi padre los divisó y disimuladamente sacó una pequeña navaja que usaba para limpiarse las uñas. Ni tan disimuladamente porque los muchachos le gritaron desde el extremo en donde lo esperaban: “¡Ya vimos que tiene una navaja! ¿Cree que nos va a engañar?” Leoncio no pudo más que avanzar; no existía otro camino; antes de llegar al final del puente ya estaba levantando las manos en señal de rendición. Los salteadores lo requisaron y lo despojaron de los pocos pesos que guardaba y de la navaja, además de recomendarle que para la próxima vez portara más dinero. Pese a este percance él siguió su rutina de las misas de aguinaldo a la misma hora y prácticamente se hizo amigo de los pillos pues en adelante lo dejaban pasar sin problemas. Su hábito de tempranero originó otro gracioso incidente: a las cinco de la mañana de cierto día, cuando se dedicaba como siempre a cuidar las plantas ornamentales y un limonero, en el jardín exterior de la casa, de súbito saltó al prado una mujer joven, con toda la traza de estar chiflada, que le preguntó: “¿Qué hace?”. El le respondió: “Pues como ve, aquí regando el jardín”. “¿Y por qué no me riega a mí?”, le dijo la demente. “¡Cómo se le ocurre!”, replicó él. Y la muchacha, acercándosele más, se alzó el vestido y le pidió: “¡Riégueme la pecadora!”. Mi padre debió suspender la faena y entrarse a la casa. Mi madre le preguntó que por qué había terminado tan pronto y él le refirió todo. Ambos se rieron con gana del episodio. orlandoclavijotorrado.blogspot.com 27 de agosto de 2012.
CRONIQUILLA EL BUSTO DE JOSÉ EUSEBIO CARO Orlando Clavijo Torrado Aún en la década de los ochenta del siglo pasado el busto del gran poeta ocañero José Eusebio Caro permanecía en el parque que por decreto debe llevar su nombre pero se conoce como parque San Rafael. ¿A dónde fue a parar? ¿Quién puede dar noticia o razón de su destino? ¿La alcaldía municipal? ¿Las secretarías de cultura municipal y departamental? Comento yo en una biografía que estoy preparando cómo un trozo del estandarte enarbolado por los cristianos en una histórica batalla contra los moros en el año 804 – óigase bien, hace 1.200 años – se conserva con sumo cuidado en un pueblo de España, y no obstante que se trate del transporte en préstamo o de correría por otras ciudades merece que la Fuerza Pública se movilice para su custodia y rendición de honores. ¡Son de admirar el protocolo, el respeto y el culto por un jirón de bandera! ¡Ese retazo hace parte de la simbología española! Y deduzco el contraste con nosotros por la indiferencia con los monumentos, reliquias y huellas de nuestros héroes y cuanto entrañe una recordación veneranda. En ese abandono entra el primer poeta de fama nacional e internacional, además de soldado y fundador de uno de los partidos políticos que han sostenido esta patria, nacido en nuestro departamento, una de nuestras glorias que nadie nos puede desconocer, junto con Francisco de Paula Santander, Ramón González Valencia, Guillermo Quintero Calderón y un centenar más de militares, políticos, filósofos y escritores de bien consolidada fama. Indagué al respecto y encontré la persona que más sabe sobre “Monumentos, esculturas, bustos, medallones y placas conmemorativas de San José de Cúcuta”, mi cordial amigo el padre Edwin Leonardo Avendaño Guevara, un sacerdote ortodoxo, natural de Convención, el que pese a su juventud ya ha enriquecido a las letras nortesantandereanas con varios libros publicados, entre ellos este de Monumentos, etc. Por su investigación sabemos que acercándose el centenario de la muerte de José Eusebio Caro, que tendría lugar en 1953, el gobernador doctor Lucio Pabón Núñez le encargó al experimentado escultor santandereano Luis M. Pinto la elaboración del busto del ilustre paisano (el maestro Pinto, afirma el padre Edwin, es el artífice del busto de Luis Tablanca colocado en la plaza de El Carmen). El sucesor del doctor Pabón, el doctor Oscar Vergel Pacheco, dictó el decreto que honraba al máximo vate y político; se mandó allí que el parque situado en la avenida 1ª entre calles 23 y 24 llevara el nombre de José Eusebio Caro, lugar en que se levantaría un busto en su honor. No se sabe si la escultura, con buena suerte, reposa en algún traspatio, o en un solar, o arrumado en algún rincón de una entidad oficial, o, como dice el padre Edwin, al parecer fue destruido por vándalos. El decreto de honores, que es el número 1042 del 30 de diciembre de 1952, no solo se ocupó de la exaltación del prohombre y de la orden de instalar su busto y llamar un parque con su nombre sino que en el artículo 4º estableció que uno de los salones de la Biblioteca Departamental Julio Pérez Ferrero ostentaría el nombre de José Eusebio Caro Ibáñez, con la especificación de guardar las obras de los autores nortesantandereanos. El rescate del busto o la elaboración de uno nuevo y devolverlo a su sitio es un reclamo no solamente de las gentes de la provincia de Ocaña sino de la dignidad, el sentimiento y el orgullo de todos los nortesantandereanos. Tienen la palabra y la acción la gobernación del departamento, la alcaldía de Cúcuta, la biblioteca departamental, la Academia de Historia del Norte de Santander y, por supuesto, la Asociación de Colonias de la Provincia de Ocaña. orlandoclavijotorrado.blogspot.com Cúcuta, 3 de septiembre de 2012

martes, 21 de agosto de 2012

PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA” POESÍA CON MÚSICA Orlando Clavijo Torrado ¡Qué descripción tan maravillosa de los momentos en que el gozo anhelante nos enloquece cuando estamos próximos al pueblo de nuestras querencias! “A lo lejos se ve, mi pueblo natal, no veo la santa hora, de estar allá”. Imagine cada uno la llegada a su lugar de origen o de inmensos afectos después de una larga ausencia. Como mis viajes más frecuentes son a Ocaña, partiendo de Cúcuta, puedo expresar el sentimiento cuando luego del Tarrita, la carretera se precipita por laderas y de pronto muestra un poco la silueta de Ábrego; desaparece el poblado y al cabo de otro tramo de descenso vuelve a aparecer. Vienen los suspiros: ¡esa es la tierra de mi madre y de todos mis abuelos! Continúa el viaje y antes de una hora se llega a la Ermita. ¡Estamos en las goteras de Ocaña! ¡Ocaña a la vista! Un nuevo golpeteo en el corazón por tantos recuerdos gratos de la niñez y la adolescencia. Todas estas emociones las van pregonando los versos con ritmo de salsa de Jairo Varela: “Se vienen a mi mente bellos recuerdos, infancia alegre que yo nunca olvidaré”. Y prosigue con el retrato grabado en el alma: “Luces de esperma en el fondo se divisan, titilantes igual que estrellas en el cielo, y el ruido incesante del viejo trapiche, sustento eterno de todos mis abuelos”. De donde quiera que se avizore el entrañable lar, desde el avión, desde el cerro, desde las primeras casas al entrar, nos estremecemos con nostalgia. Bien lo volvió a expresar este compositor que nos acaba de abandonar: “Ya vamos llegando, me estoy acercando, no puedo evitar que los ojos se me agüen”. Yo, lo confieso, no soy salsero. Para decirlo con aquel chiste flojo, las salsas que me gustan son las de mostaza y tomate. En verdad soy vallenatómano, de la vieja guardia, de Bovea y sus vallenatos, de Jorge Oñate, del Binomio de Oro en la época de Rafael Orozco y su acordeonero Israel Romero, de los hermanos Zuleta, de los hermanos López, de Alfredo Gutiérrez, de Diomedes Díaz, del Trío de Oro con guitarras, de algunos cantos de Otto Serge, y de seleccionadas interpretaciones de Jean Carlos Centeno, Jorge Celedón, Silvestre Dangond y Daniel Celedón. Pero esa composición de Jairo Varela, “Mi pueblo natal”, oído al descuido, desde un principio me cautivó. He leído que en muchos lugares de Colombia y particularmente fuera de ella, a la gente en verdad se le aguan los ojos cuando escucha la melodía que identifica como pocas la añoranza de la patria chica. Es esta de aquellas canciones que impactan al instante, que se pegan, y que perduran como un himno. Por “Cali pachanguero”, la canción insignia de Cali, el fundador del Grupo Niche entra a la gloria reconocido por los vallunos, pero es por ese hermoso poema con música a su natal Quibdó que su fama vivirá en el alma de todos los colombianos de hoy y de muchas generaciones posteriores. ¡Qué gran poeta era Jairo Valera! orlandoclavijotorrado.blogspot.com 13 de agosto de 2012
CRONIQUILLA ASAMBLEA CONSTITUYENTE Orlando Clavijo Torrado Alguien dijo en la radio – creo que fue la candidata a magistrada Martha Sáchica – que la Corte Constitucional no podía perder su línea izquierdista (el martes 14 de agosto fue elegido el nariñense Luis Guillermo Guerrero, de presunto origen conservador pero fuertemente ligado a la expedición de la Constitución de 1991, en reemplazo del reconocido izquierdista Juan Carlos Henao. Guerrero, como magistrado auxiliar, proyectó una sentencia de reconocimiento de los derechos civiles y sociales de las parejas homosexuales, posición que está en contravía del ideario conservador que defiende como familia la unión del hombre y la mujer). Y el exministro de Hacienda Rudolf Hommes, en su columna que publica este diario, dio una voz de alerta porque la derecha y el Catolicismo se iban a tomar las cortes. Entonces, la sospecha que se tenía de que no era casual que la Corte Suprema fuera tan pronta para investigar a los ministros y seguidores del expresidente Uribe y a vincularlos con el paramilitarismo y negada para investigar a Piedad Córdova y los parlamentarios afines a la subversión, no era infundada, sin olvidar, además, que en general las cortes han sido sordas para atender los rechazos de la Iglesia Católica en cuanto al aborto, el matrimonio de individuos del mismo sexo, el uso de estupefacientes y otros temas sensibles para al menos el ochenta y cinco por ciento de los colombianos que profesan dicha fe. ¡Triste realidad! De ahí que sea preciso ponerle coto a sus desviaciones, como ya hubo que ponérselo mediante el Acto Legislativo Nº 3 del 2011 que le envió este mensaje directo al Poder Judicial en la parte final de su artículo 10 modificatorio del artículo 334 de la Constitución Política: “La sostenibilidad fiscal debe orientar a las Ramas y Órganos del Poder Público, dentro de sus competencias, en un marco de colaboración armónica”, en razón a que por conducto de las tutelas los jueces le estaban imponiendo tales cargas económicas al Estado que lo llevaban raudamente a la bancarrota. El arrebato de las cortes del poder legislativo que le corresponde al Congreso y el abuso de la facultad reformatoria del Ejecutivo y el Legislativo de la Constitución hacen indispensable ahora sí la elección de una Asamblea Constituyente que se encargue de elaborar una nueva Carta que comprenda principios y valores fundamentales, más deberes y obligaciones que cumplir en honra del bien común que derechos en contra de los demás, una hoja de ruta política, breve, didáctica, sin abarcar aquellas materias que pueden ser desarrolladas por la ley, a diferencia del grueso tomo de hoy a causa de las treinta y cuatro reformas en sus veinte años de vida. - como en las ediciones nuevas de un libro que cada vez que salen contienen la advertencia “edición corregida y aumentada” - . No hay derecho a que la Constitución actual asuma asuntos tan disimiles como pensiones, salud, televisión, deporte, en fin, de todo como en botica. Fracasó por su extensión que ni pudo leerla el presidente de la Cámara, la Reforma de la Justicia, reforma que no debe hacerse vía Constitución sino vía Ley. La reformitis no cesa: hace poco se aprobó otra en largo texto de artículos y parágrafos, por cierto enrevesado, que establece “instrumentos jurídicos de justicia transicional”, se murmura que a favor de las Farc. ¿Por qué no se acudió a una ley? Aunque hablar mal de los congresistas está de moda, creo que un verdadero acto de justicia es el de instaurar la segunda instancia para sus juicios pues mientras los demás ciudadanos gozan de esa garantía ellos están hoy en las manos de una Corte Suprema que los mira de reojo y en su caso ni el Chapulín Colorado puede defenderlos. Ello sí debe entrar en la nueva Constitución. Esta Constituyente no será un remedo de la anterior que derogó la Constitución de 1886 violándola primero y enervando cualquier poder que pudiera impedir la acometida revocatoria. No lo digo yo solo: lo sostuvo el constitucionalista y expresidente Alfonso López Michelsen, así lo estimó el curtido estadista y expresidente Julio Cesar Turbay Ayala y entre nosotros el exmagistrado Mario Vásquez Rodríguez. Será una Constituyente que transite por los caminos de la legalidad y el respeto al derecho, y la nueva Constitución que expida debe responder a la idiosincrasia, creencias y sentimientos del pueblo colombiano y no a los de unos pocos que los imponen; debe nacer de forma pacífica, sin un cañón en la nuca, bien estudiada, socializada, debatida, suficientemente amasada, correctamente digerida y fruto del consenso nacional. orlandoclavijotorrado.blogspot.com 16 de agosto de 2012
PARA EL SEMANARIO LA PROVINCIA DE OCAÑA ¡MONTATE, TOÑO! Orlando Clavijo Torrado José Antonio es un hombre que, como dicen, no le hace mal a nadie, y como se dice también, un hombre sano. Hoy, con unas decenas de años a cuestas, rememora sus andanzas por los caminos de nuestros pueblos de la provincia de Ocaña cuando se desempeñaba como técnico agrícola de la Federación Nacional de Cafeteros. El solo revela algunos momentos en que sale bien librado y deja que otros refieran sus picardías con las mujeres. Al principio oye con una sonrisa en su rozagante rostro y a medida que el relato avanza aprieta los cachetes para contener la risa y por fin estalla en una carcajada. Su esposa – comprensiva y de excelente buen humor – se une a los gracejos. Es precisamente ella quien se encarga de recordar la vez en que tuvo que acompañarlo a visitar una vereda en donde se hacía el experimento de una nueva variedad de café. Toño debió alquilar una casa porque la permanencia se prolongaba por meses. Cierto día los invitaron a una fiesta familiar, mas ella prefirió quedarse dedicada a los deberes domésticos mientras el señor técnico, respetado y querido, acudió complacido. Aconteció que don Toño le echó el ojo a una bonita campesina y sin pereza ninguna la empezó a conquistar. (Es preciso aclarar que Toño en su juventud lucía muy apuesto, condición que hoy la edad no le ha mermado demasiado). La muchacha no se mostró esquiva y entre baile y baile ya estaba a punto de aceptarle su propuesta romántica cuando le preguntó que si era casado o soltero. El donjuán le respondió sin vacilar que era soltero. - Entonces, la señora que vive con vos en la casa de arriba, ¿quién es? – preguntó la chica. - Esa es la cocinera, y por cierto que la voy a echar porque no sabe cocinar- contestó el descarado (descarado, lo llama su cónyuge cuando relata el episodio). En otra oportunidad Toño andaba a lomo de su cabalgadura, un fuerte marcho, por una pendiente, rumbo a las fincas que debía supervisar, y tuvo la fortuna de encontrarse con una exnovia. ¡Qué alegría infinita! Nuestro hombre amarró el animal a un palo y llevó a su antiguo amor a un verde prado oculto entre el bosque en donde se sentaron a parlotear y a revivir su idilio de adolescentes. Se suceden tímidos abrazos, delicadas caricias y tiernos susurros que culminan en un desespero de besos. En este clímax la joven le pide apasionada: - ¿Te querés montar? ¡Por favor, montate Toño! Toño le obedeció al punto: se dirigió a desamarrar el macho, montó y siguió su camino. - ¿Qué te pasó Toño? - le pregunto. Hasta la mujer y los hijos gozan con el cuento, y él lo celebra también, pero protesta diciendo que aquello nunca ocurrió y sólo son inventos de un compañero suyo de la Federación. orlandoclavijotorrado.blogspot.com 19 de agosto de 2012.

lunes, 6 de agosto de 2012

PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA” ¿SE ACABÓ EL ROMANTICISMO? En mi concepto, esta es una de las frases más bellas de Antonio Machado: “Dicen que el hombre no es hombre mientras no oye su nombre de labios de una mujer”. Pues, queridos amigos y amigas, parece que estos ensueños ya pasaron de moda. A juzgar por los últimos informes que me llegan de nietos y adolescentes al azar, hoy a las muchachitas no les interesa pronunciar el nombre del chico que les apetece en el momento sino en ir al grano, incluso en los baños del colegio o en las aulas de clase, y si no los conquistan para el acto sexual completo o para otros juguetes, que llaman, los invitan a que disimuladamente las restrieguen en el tumulto de las filas de compras en la caseta. Lo oí con estos oídos. ¿De cuántos años las peladas? De doce y trece años. ¡No puede ser!, exclamé. Ante mi asombro, un jovencito me echó otro cuento. La chica cuenta con dieciséis abriles. Es la encargada de cuidar a una anciana en la casa de unos amigos. A este jovencito le ha relatado todas sus experiencias sexuales. A su edad es veterana ya que empezó a los nueve años. Perdió su virginidad – pero de ello no se arrepiente ni hace ninguna lamentación – en una fiesta en aquella ciudad pachanguera del sur de Colombia. Un punkero - aquel que gusta de la variedad del rock llamada punk, de cabellos erizados y vestido extravagante – fue su “primer hombre”. Siempre vive preparada: “por condones no se preocupe que yo tengo suficientes”. Y del amor, ¿qué? ¡Noooooo! ¡Usted está atrasado! – me responden – Hay un nuevo mandamiento: el que se enamora, pierde. Alegan que enamorarse implica sufrir. Enamorarse es para los bobos. ¿Se acuerdan mis lectores del bello soneto de Luis Lope de Vega sobre el amor? Así como él lo describe lo sentíamos los de mi época y de pronto los de algunas próximas: Desmayarse, atreverse, estar furioso, áspero, tierno, liberal, esquivo, alentado, mortal, difunto, vivo, leal, traidor, cobarde y animoso; no hallar fuera del bien centro y reposo, mostrarse alegre, triste, humilde, altivo, enojado, valiente, fugitivo, satisfecho, ofendido, receloso; huir el rostro al claro desengaño, beber veneno por licor süave, olvidar el provecho, amar el daño; creer que un cielo en un infierno cabe, dar la vida y el alma a un desengaño; esto es amor, quien lo probó lo sabe. Las nuevas generaciones no quieren saber nada de estas contradictorias emociones, de estos dulces sufrimientos, de las famosas mariposas en el estómago. Según la filosofía de las niñas modernas, el matrimonio no entra en sus planes salvo que logren conseguir un hombre que se comprometa a mantenerlas y a complacerles todos sus caprichos, pero eso de amarse para toda la vida son pendejadas. ¡Verdaderas vampiresas, aunque en miniatura! ¡Qué vaina! No quedamos de completos románticos sino los viejos y en algo los niños. En éstos, por fortuna, subsiste un asomo de romanticismo en los años de la primaria, en donde aún se envían papelitos y tarjetas. orlandoclavijotorrado.blogspot.com 6 de agosto de 2012

domingo, 29 de julio de 2012

PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA• BOLIVAR DEFORMADO Orlando Clavijo Torrado Es admirable la sumisión que ha logrado Hugo Chávez de sus seguidores; ya estos le enajenaron su voluntad y sus sentimientos; puede afirmarse que los tiene robotizados, peor aún, idiotizados. En efecto, una vez presenciamos por televisión que arremetió contra Jesucristo, la Iglesia Católica, el papa y los obispos venezolanos, y había que ver la ovación que recibió; luego, con motivo de su misteriosa enfermedad, le imploró a Jesús Nazareno que le diera más días de vida a cambio de soportar su cruz y sus espinas: sus fanáticos rabiaban de aplausos. Uno contempla la multitud que lo rodea y llega a explicarse que se deje electrizar por sus palabras como ha ocurrido en la historia con muchos oradores populacheros: es un fenómeno ya estudiado entre otros por Gustave Le Bon en su obra La Psicología de las masas. Lo incomprensible es que muy cerca de Chávez aparecen personas que dan la apariencia de serias e intelectuales, y que sean las que encabecen las palmas por cualquier cosa que diga, no importa lo absurdo que suene. Eso ocurrió en días pasados en que el extraño mandatario venezolano develó la imagen del nuevo rostro del Libertador Simón Bolívar. Así se tratara de la estampa de un mico, la aclamación de los áulicos hubiera sido cerrada. Los “científicos” hicieron bien el trabajo, a complacencia de su patrono, que les pidió un resultado lo más parecido a él, con sus rasgos fisonómicos de afrodescendiente. Bolívar distaba de ser un adonis, al estilo del general José María Córdova, pero tampoco asustaba, en prueba de lo cual está el éxito que tenía con las mujeres. El rostro del Genio de América en sus diversas edades quedó plasmado en retratos al óleo por pintores contemporáneos. Entre los retratos más conocidos se encuentra el realizado en 1825 por el peruano José Gil de Castro, para quien el Libertador posó, ¿y que ahora nos venga el ex coronel Chávez con el cuento de que por fin vamos a conocer cómo era realmente el héroe? Debiera confesar que así es como él quiere que veamos al prototipo que en su delirio afirma que reencarna. Semejantes exabruptos ocurren cuando la ideología política sojuzga y moldea todas las expresiones culturales. Con negar las raíces españolas de Bolívar no se le rinde tributo a la amalgama de indios, mestizos, negros y mulatos que fundió nuestra raza, cual lo predica Chávez al presentar al Padre de la Patria como el crisol de todos esos elementos. ¡Pobre Bolívar! Debe de estar revolcándose en la tumba y pugnando porque Chávez le oiga sus reclamos:¡No abuses, chico, yo no era así de horrible y no tengo la culpa de que tú seas tan feo y por eso mandes que cambien mi retrato! ¡Tú te podrás parecer al diablo, pero a mí no, cónchale! En definitiva, sigamos admirando y venerando al Bolívar nunca desmentido de la nutrida galería que nos dejaron los pintores de su época, y no le pongamos atención a los desvaríos del deschavetado de Chávez. orlandoclavijotorrado.blogspot.com 29 de julio de 2012.

lunes, 23 de julio de 2012

PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA” CECILIA LEE Orlando Clavijo Torrado Hace tiempo no veía a Cecilia; la encontré en la avenida 5ª de Cúcuta, más arriba del palacio de la gobernación, atendiendo una venta de dulces y de minutos de celular. Su marido, Gustavo, murió violentamente a manos de desconocidos que lo asaltaron. Gustavo y Cecilia fueron mayordomos de una finca de mi padre en el corregimiento La Mutis, hoy del municipio de Villa del Rosario. En aquel entonces ambos gozaban y lucían una vigorosa juventud que se le medía a todas las faenas del campo. Ella era bonita, y pese a sus cincuenta y tantos, se conserva atractiva. Después de los saludos de rigor y de los recuerdos me contó que tras unos años de viudez encontró en otra vereda un novio, muy correcto y con alguna preparación, con quien se unió. El hombre, que da la idea de ser mudo pues apenas se sonríe, quién lo creyera, lideraba el vecindario. Cecilia, entonces, se vio convertida en la esposa de la figura importante y esencial de la comunidad. Debía seguirlo a cuanta reunión y evento surgía, por supuesto, orgullosa de su marido. Pero, ¡qué sufrimiento y desazón cuando le pasaban documentos para que leyera! Se refugiaba siempre en la excusa de la falta de gafas. Si fuera sólo angustia. ¡Sentía vergüenza! Su compañero, con mucho tacto y cariño la incitaba a instruirse: “mi amor –le insistía – fíjese en las oportunidades que está perdiendo por no saber leer”. ¡Ella, ya abuela, y todavía analfabeta! ¡Qué osos los que hacía! En una elección de junta de acción comunal la pusieron de jurado; se dio mañas para que otra persona leyera los nombres de los candidatos mientras ella de memoria llevaba el conteo de los votos y los recitaba en voz alta. ¡Ay de que su ayudante se le apartara un momento! ¡Ahí hubiera sido Troya! ¡Habrían descubierto – como ella dice – que era una burra! Este episodio le definió su futuro. Humildemente se matriculó en una escuela de alfabetización para adultos y no demoró mucho en aprender a leer y escribir. “Cómo son las cosas – me comenta - . De no haber quedado viuda aún seguiría en las tinieblas de la ignorancia, como un animalito. Esta ha sido – aparte de mis hijos y mis nietos - mi mayor realización en la vida”. Cecilia me brindó una gaseosa que sacó de una cava de icopor. Su relato me llenó de emoción y por tal motivo la felicité repetidas veces. Me despedí de ella con todo el aprecio y la gratitud que me inspira como la antigua servidora en la hacienda. Vi que tomó de inmediato la amplia hoja de un periódico que contenía un crucigrama. La devora el ansia de leer. Me confió que no se le escapan ni los avisos clasificados, volantes, folletos, en fin, cualquier papel, y, claro, dado que se volvió evangélica, lee la Biblia, o la palabra, como la llama, al igual que todos los vendedores ambulantes de caimanes para el pelo, manillas, aretes, chitos, papas fritas, delicioso mazato, peto-peto y fritanga, entre cliente y cliente. orlandoclavijotorrado.blogspot.com 23 de julio de 2012.

jueves, 12 de julio de 2012

PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA” LA SUBLEVACIÓN DEL CAUCA Orlando Clavijo Torrado Hace unas décadas aún los indios usaban taparrabos. Una señora de Málaga, ya fallecida y que llegó vivir cerca de los cien años, me refería que en la hacienda de su padre contrataron a un indígena para que le diera vueltas a una máquina de manivela. El nativo no soportó el trabajo sino un día; al preguntársele el porqué del abandono contestó: al mover la manivela sacudírseme y jodérseme mucho la turmera. Actualmente todo cambió: salvo una pequeña tribu del Amazonas que se mantiene en la Edad de Piedra y con sus vergüenzas al aire, nuestros aborígenes se visten como el “hombre blanco”. Algunos varones lucen una especie de falda pero no significa que no usen ropa interior (pienso yo). Los indígenas fueron decisivos en la redacción de la Constitución Política de 1991. Por ejemplo, impusieron que se eliminara la invocación de la Constitución de 1886 que expresaba “en nombre de Dios, fuente suprema de toda autoridad, y con el fin de afianzar la unidad nacional y asegurar los bienes de la justicia, la libertad y la paz…” Alegaron que ellos no creían en ese Dios pues son panteístas y algunos como Lorenzo Muelas abiertamente ateos. Los constituyentes miembros del M-19 y del Partido Liberal los acompañaron en tal posición. Los conservadores, liderados por Álvaro Gómez Hurtado, lograron que se dijera tímidamente “invocando la protección de Dios”. Otras conquistas suyas quedaron plasmadas en el artículo 7º, “El Estado reconoce y protege la diversidad étnica y cultural de la Nación colombiana”, y en los artículos 329 y 330 sobre entidades territoriales indígenas. En el numeral 17 del artículo 330 se puntualiza que son obligaciones de los consejos indígenas “colaborar con el mantenimiento del orden público dentro de su territorio de acuerdo a las instrucciones y disposiciones del gobierno nacional”. Pero los indígenas no están sujetos, como los demás colombianos, a prestar el servicio militar, aunque paradójicamente sí se les ha visto formando en las filas guerrilleras. ¿Qué está pasando con los naturales del Cauca? ¿Por qué casi linchan al presidente de la República en Toribío en estos días? ¿Por qué desmantelaron una estación de Policía y exigen que salgan las Fuerzas Militares, a la par de un rechazo a la guerrilla? ¿Qué se esconde detrás de todas estas repulsas? Uno cavila que si todo el mundo está mangoneando al gobierno – incluidos Chávez, Correa, Castro y la guerrilla - ¿por qué no lo iban a hacer los indios empuñando unos palos con cinticas? (Algún gracioso anotó que no se levantaron en armas sino en palos). De hecho, en Bogotá, una guardia indígena no quería permitir que a uno de los suyos, el expersonero Rojas Birri, condenado penalmente, lo pusieran preso. Sin duda que la indiada debe entrar en razón y respetar las leyes de la República y a las autoridades legítimamente constituidas. Los primitivos de hoy no son los del cuento de la turmera sino individuos plenamente civilizados, como que son presidentes izquierdistas como Evo Morales, toman whisky y bailan rock. orlandoclavijotorrado.blogspot.com 12 de julio de 2012.

jueves, 5 de julio de 2012

PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA” CRITICAR SI, LEER NO Orlando Clavijo Torrado Todo el mundo habló de la fallida reforma constitucional sobre la justicia, pero la realidad es que de los millones de colombianos que saben leer – supongamos 35 – apuesto a que el 99, 80 por ciento no leyeron ni una palabra del texto; esto es, que solo un 0,20 % lo leyeron, completo o no, no sabemos. ¡Cómo será que ni el presidente de la Cámara de Representantes, Simón Gaviria, ni el ministro de Justicia, Juan Carlos Esguerra, lo leyeron! Los graciosos, recordando la cartilla de leer de primaria “Nacho lee” salieron de una vez con otra, “Simón lee”, y al pobre hijo del expresidente le acomodaron la poesía de Pombo “Simón el bobito”. El texto de la reforma no fue socializado. Yo, lo confieso, vine a conseguirlo después de muchos esfuerzos. Ahora, como nadie quiere que lo tengan por ignorante, no hay quien no diserte con suficiencia sobre el tema, ocultando que cuanto captó se debe a los comentarios de los noticieros radiales y de la prensa, aunque quedó en evidencia que muchos periodistas se referían a la reforma sin haber posado sus ojos sobre ella. Así se maneja la opinión pública en este país. Si el amable lector quiere constatar con sus amigos y vecinos cuántos leyeron la propuesta enmienda constitucional haga el ensayo. Yo lo hice, y ni mis colegas abogados pudieron demostrar que la habían leído. El propio Simón Gaviria admitió que el escrito es extenso y complicado. Entonces, si pensamos que en el Congreso no todos son abogados sino que hay ingenieros, médicos, economistas, ganaderos, comerciantes, pastores protestantes, sin profesión, o de profesión políticos o sea encantadores de serpientes que viven del blablablá, hágame usted el favor de contestarme qué porcentaje de esos señores leyeron y entendieron los 27 artículos, la mayoría con largos parágrafos. De los 27 artículos 8 estaban dedicados a la creación del Sistema de Gobierno y Administración Judicial y Consejo Nacional de Disciplina Judicial, organismos que reemplazarían al desprestigiado Consejo Superior de la Judicatura. Otros artículos tocaban con la Procuraduría y la Fiscalía General de la Nación. ¡Pero quién dijo miedo para criticar! ¡Ahí estamos! Tal vez lo que exaltó los ánimos fueron los resguardos que los congresistas quisieron consagrar contra las cortes, porque no hay qué negar el pánico tan arrecho que les tienen al punto que temblaban cuando tuvieron que desbaratar lo construido, archivar el proyecto de reforma. ¿La Corte Suprema de Justicia nos irá a investigar? se preguntaban, mas el pocotón de abogados del Palacio de Nariño los tranquilizaron. Para mi esos resguardos son justificados, pues particularmente la Corte Suprema de Justicia está politizada y por encima de ella no existe poder humano en Colombia. ¡Es la verdad! En fin, sin entrar a debatir si toda la reforma era buena o mala, o si había alguna parte buena o qué parte era mala, si de ella algo se salvaba o no había nada qué rescatar, lo que quiero resaltar es una característica de nuestra idiosincrasia: la superficialidad, el dejarnos llevar, el hablar por hablar – como se llama un programa de medianoche de una cadena radial -, criticar sin conocer, rajar a gusto. ¡Claro!¡No se olvide que criticar es el principal deporte nacional! Porque de lectura andamos de últimos. Creo que la respuesta de un encuestado mío a la pregunta de si había leído el proyecto de reforma lo dice todo: “Yo de esa vaina no sé ni mierda; pero que es mala, es mala”. orlandoclavijotorrado@yahoo.es 5 de julio de 2012

sábado, 23 de junio de 2012

PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA MI TABLERO ACRÍLICO Orlando Clavijo Torrado Remplaza a cualquier memoria de teléfono celular o de computador. Me gusta porque constantemente me recuerda en letras grandes los compromisos y fechas de interés. Antes colgaba de una puntilla clavada en la pared; ahora descansa en una caja de cartón, pero, a mi alcance, porque, insisto, constituye una gran ayuda para mi trabajo, mi salud, mis finanzas y hasta mi vida social. ¡Ah!, y al alcance de los niños. El cuento está en que mis nietos llegan como una tromba, pasan al estudio, y con la seguridad de saber en dónde se encuentra cada cosa del apartamento, se suben a la mesa del computador y se alzan hasta la repisa en donde guardo los marcadores para Cds., los marcadores de agua y los marcadores permanentes, así como saben el lugar de las galletas que siempre les mantengo en la cocina; allí, con una silla pequeña o sin ella se encaraman al mesón, abren la alacena y se llenan la boca y los bolsillos. El problema estriba en que casi siempre escriben en mi tablero acrílico con marcadores indelebles y por eso me toca lavarlo con jabón o limpiarlo con alcohol para quitar los matachos que prácticamente tallan allí. Por ejemplo, ahora estoy viendo que sobre la anotación de un compromiso – el matrimonio de una ahijada – me borraron la fecha y pintaron un cohete; al lado escribieron en orden los números romanos; en ese espacio había asentado las fechas de pago de ciertas facturas por lo que me veo forzado a buscar en el archivo para cerciorarme. Ellos no tienen noción del daño que causan. ¿Cómo me las arreglo para acordarme de cuándo es el estreno de una película? “¡Estos condenados!”, les digo, a modo de reproche, y me contestan “¡abuelo condenado!” “¿Por qué no escriben del otro lado del tablero y no en el de mi agenda?” Es inútil: les gusta más escribir sobre mis apuntes; quizás como ven que yo escribo allí, deducen que ese es el mejor lado para hacerlo, y sin consideración van borrando mis anotaciones y estampando todos sus mamarrachos. Pero a pesar de mi incomodidad, ahí están sus trazos y ahí se quedan –como dijo Samper –. Son las huellas de sus travesuras, de su ingenio, de su hiperactividad. Aún se lee opaco un registro importante: “2 de agosto, 10 a.m. - Consejo Superior de la Judicatura”. Se trata de una audiencia dentro de una investigación disciplinaria por reclamarle a un juez. ¿Me irán a joder? Otra frase quedó borrada: apenas se lee “esis”. ¡Ya recuerdo! Es la catequesis del mayor de los nietos que se prepara para la primera comunión y a la que debo llevarlo todos los sábados. Mi tablero blanco acrílico ahora es un desastre de manchones y borrones medio azules, medio rojos, medio negros, medio de todo. ¡Y como los abuelos nos volvemos tan permisivos! orlandoclavijotorrado.blogspot.com 23 de junio de 2012.

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Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario

CERCA DE LAS ESTRELLAS

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PORTADA

50 años del Diario La Opinión

50 años del Diario La Opinión
cena en el Club del Comercio - 15 de Junio de 2010 - Columnistas

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Orlando Clavijo Torrado y Luís Eduardo Páez García junto a la foto del General Mateo Torrado, tío bisabuelo del primero, quien la donó. Don Justiniano J. Páez, abuelo del doctor Luis Eduardo, en su obra histórica al referirse a la guerra de los Mil Días, da fiel cuenta de las acciones del General Torrado en la contienda, en virtud a haber actuado como su secretario.

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Hermanos Clavijo Torrado, Orlando, Nora, Edilia y Olga. Julio de 2010, Ocaña - Junto a la bandera con la imagen del Libertador Simón Bolívar bordada por señoras de Ocaña al conmemorarse el primer centenario de la independencia (1910).

EN EL AGUA DE LA VIRGEN

EN EL AGUA DE LA VIRGEN
Orlando Clavijo Torrado, sus hijos, nietos y primos.

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
CONTRAPORTADA

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

MONOGRAFIA DE BUCARASICA - Olger García Velásquez

MONOGRAFIA DE BUCARASICA  - Olger García Velásquez
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007
Con sus hijos, de izquierda a derecha Cesar Octavio, Jaime Mauricio, Silvia Andrea y Orlando Alexander Clavijo Cáceres

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"
29 DE MAYO DE 2009. CÚCUTA.

En la Academia de Historia de Norte de Santander

En la Academia de Historia de Norte de Santander
Padre Edwin Avendaño, José Antonio Toloza (Q.E.P.D), Secretario de la Academia, y Orlando Clavijo Torrado