jueves, 19 de enero de 2012

PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA”

OCAÑA CULTA
Orlando Clavijo Torrado

Ocaña, en mi concepto, se destaca aún en el privilegiado círculo de comunidades en que se guardan ciertos protocolos de respeto entre las personas. Quiero decir que, en términos generales, la gente es culta, reconoce la dignidad del otro y da el tratamiento adecuado a cada quien según su posición en las jerarquías y el nivel cultural que es el que debe otorgar mayor rango. Añádase a ello la natural amabilidad del ocañero, que produce solaz, relax, en fin, sentirse uno a gusto, como si todos fuéramos de la misma casa, viejos amigos, hermanos de siempre, nunca distantes ni desconocidos.
Por supuesto que requisito primario para brindar afecto y cordialidad es el de poseer un espíritu sano, apacible, nada perturbado ni resentido. Ese espíritu, naturalmente, ha sido moldeado a través de las generaciones: de nuestros padres y éstos de sus padres y así en la línea ascendiente, recibimos lecciones vivas de amor al trabajo y a la virtud - la honradez, la principal - , ejemplos de unidad familiar, de decorosa urbanidad y un garbo que nos identifica como seres nobles, digámoslo claro, de buena procedencia, ya sea originarios de la misma tierra, de la madre España, de otros lares europeos o del Lejano Oriente con el raudal de inmigrantes progresistas.
Quizá el encerramiento entre montañas y el aislamiento haya contribuido a esa disposición a la hidalguía castellana, con la paradoja de ser un pueblo alegre, bullanguero y desparpajado por la cercanía y la influencia de la costa atlántica - costeños de agua dulce -.
Tenemos, entonces, un valor agregado de exportación, pero el que requiere continuo cultivo y celo para que no desaparezca en el remolino de costumbres modernistas que pretenden acabar con tantas cosas hermosas del pasado, entre ellas las buenas maneras.
Solo así Ocaña seguirá gozando de la bien ganada fama de ciudad culta con toda la justificación para promocionarla con orgullo por los cuatro puntos cardinales dentro de la patria y fuera de ella, y apetecida para vivir en ella, para visitarla o mantener un permanente contacto, y jamás olvidarla.

orlandoclavijotorrado.blogspot.com
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19 de enero de 2012

jueves, 12 de enero de 2012

PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA”

EL BOLEGANCHO Y LA PIZZA OCAÑERA
Orlando Clavijo Torrado

Una persona interesada en asuntos de Ocaña me pidió que la ilustrara sobre el “bolegancho”. “En realidad – le respondí - no son muchos mis conocimientos sobre el tema; le transmitiré algunos datos y alguna experiencia que son todo mi haber al respecto”. Entonces, para cumplirle, vamos al grano.
Hace más de tres años escribí la historia que me contaron sobre un paisano de Hacarí, relato que titulé “Cómo dejé el bolegancho”, publicado en este semanario; pero allí no consigno mayores datos sobre esta famosa bebida alcohólica de nuestra provincia.
Sé, a ciencia cierta, que se fabrica en un alambique, compuesto de pailas y canales de cepa de plátano, hojas de sábila o tubos de cobre por donde corre el líquido de paila en paila, y que el proceso dura semanas y se realiza en lo más apartado de la finca, ojalá en una hondonada, como lo vi de muy joven. Por cierto que el campesino que me llevó allí me dio a probar el producto ya casi terminado, y me propició una borrachera que me puso a subir una peña hasta alcanzar de nuevo el camino virtualmente en cuatro patas. Estas fábricas son artesanales, rústicas, entre bagazos y cortezas de plátano y caña, al aire libre, no diríamos que sin mayor higiene sino sin higiene, por lo menos en aquella época; las canales van por entre helechos y malezas.
Hoy se le conoce como “bolegancho” porque inicialmente la botella se tapaba con un envoltorio de gancho o corteza del tallo del plátano, en forma de bola; también un trozo de tusa de maíz hacía de corcho – de ahí el nombre de “tapetusa” - . Otros nombres que se le han dado son “chirrinchi”, “miche” y “tres brincos”.
Dos son los momentos especiales para obtener este whisky de los pobres: la fermentación y la destilación, a partir del zumo o guarapo de la caña de azúcar. Si se le mezcla anís en rama, el sabor y el aroma son agradables. A veces toma un leve sabor de la mata de la cual se hicieron las canales, ya sea sábila, fique o plátano.
Por sólo diez mil pesos de hoy, año de 2012, se consigue el litro de “buena calidad”, ya sea en el barrio Villanueva de Ocaña, o más lejos en el paraje de Saninvilla, o un poco más cerca en Río de Oro, cuyos hijos lo acreditan. Por menos dinero también se consigue pero de menor “calidad”.
Los estudiantes acostumbran preparar un coctel de bolegancho y gaseosa con el que se pegan una fenomenal juma bien barata y así gozan de cualquier fiesta. Eso sí: vasija en que se eche bolegancho queda impregnada por siempre y de nada valen detergentes fuertes para desprender el olor. (Siendo fiscal especializado delegado ante el Gaula en Cúcuta, a su insistente pedido les ofrecí a los policías en una Navidad un brindis de bolegancho con una garrafa made in Ocaña; a los hombres les encantó, se embriagaron, y pedían más; la cava en que envasamos el coctel hubo que botarla pues por mucha agua caliente y jabón que se le aplicó no soltó la fragancia del glorioso néctar montañero).
El bolegancho, junto con la arepa de pellejo o cáscara crujiente como una galleta, o soplá – como dicen las campesinas -, a la que sofisticadamente se le llama la pizza ocañera, son los dos productos insignia de la provincia, tan populares el uno como la otra, ésta, sano y nutritivo alimento, de fácil y rápida elaboración que permite los más diversos acompañamientos, desde el queso rallado, la lonja de carne asada o el trozo de lomo de cerdo frito, el humilde pescado bocachico o el bagre sudado, hasta el relleno con aguacate o arroz seco; uno y otra, sostenedores de la raza, pero aquel inspiración de poetas y aliento de grandes hazañas como la de quien se llevó un carro cargado de dinamita de La Curva – en la carretera Cúcuta a Ocaña – al solar de su casa en Ábrego. Sólo alguien lleno de bolegancho pudo escribir semejante página de heroísmo.
¡Seáis, pues, loados y bendecidos, dulce bolegancho y exquisita arepa sin sal!

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12 de enero de 2012

domingo, 8 de enero de 2012

CRONIQUILLA
UN TEMA DISPARADO
Orlando Clavijo Torrado

Hace pocos meses escribí para una revista empresarial un artículo que titulé “¿Quién mató a Campo Elías?” Se refiere a la narración que le oí a mi abuelo Ramón Torrado Vergel sobre un hecho ocurrido en Ábrego a la medianoche de un 31 de diciembre por los años 20 del siglo pasado. Campo Elías Quintero amaba al aguardiente más que a su mujer o al trabajo. Aquel diciembre empezó la borrachera temprano de modo que el 31 andaba en una juma faraónica, pero ello no le impidió situarse en el atrio de la iglesia de Santa Bárbara a presenciar las piruetas y payasadas de los disfrazados, la vaca de candela, la música y la pólvora que alegraban la solemnidad. De repente sus hermanas vieron que el hombre se desplomó; “de la pea” pensaron ellas. Y procedieron a llevarlo a su hogar, a acostarlo cuidadosamente y dejarlo allí impasible mientras ellas regresaban a continuar disfrutando de los festejos. Sin embargo, Felipe Carvajalino, su amigo del alma y de bebezón, al no encontrarlo en el parque fue a buscarlo a su casa; allí lo encontró muy quieto, cubierto por una sábana blanca, en la que observó una mancha de sangre. Se detuvo entonces a examinar el cuerpo de su compinche y le detectó un pequeño orificio en el ombligo. Lo llamó, lo sacudió y ¡nada! Su amigo estaba muerto. En Ábrego era costumbre recibir el Año Nuevo a punta de bala. Quien tuviera un Smith & Wesson o un Remington debía hacerlo tronar a las doce en punto de la noche. Campo Elías no fue el único que pereció por un proyectil errátil; a veces también se aprovechaba el tiroteo colectivo confundido con los fuegos pirotécnicos para sacar de este mundo a un enemigo. Empero, esta costumbre no regía sólo en Ábrego sino en la mayoría de nuestras poblaciones.
A propósito del tema de moda sobre los disparos al aire en esta temporada de fin de un año y comienzo de otro, con las lamentables consecuencias de chiquillos y adultos muertos o heridos, recuerdo haber leído en el valioso libro de cinco tomos “Cincuenta años de vida nortesantandereana” de don Guillermo Solano Benítez, que la llegada de un personaje, en especial político, al aeropuerto de Cúcuta, era celebrado por sus copartidarios a plomo “ventiao”, hasta que un gobernador prohibió semejantes muestras de cariño debido a que unos caballeros bogotanos que viajaban con un líder en el mismo vuelo, se asustaron tanto que corrieron a refugiarse. El gobernador expuso en el decreto que comportamientos tales nos dejaban como un pueblo de salvajes.
Pero, compadre, es que así somos y hemos sido. ¿O díganme cuáles fueron nuestros primeros juguetes sino pistolas? ¿Y cuáles son los juguetes preferidos en el momento por los niños sino los muñecos, tanques y carros transformers que están dotados de espadas y misiles? Propónganle a un muchachito en el Xbox un juego simplemente de armar un castillo o saltar obstáculos y cuéntenme si le gusta. No. Protesta. Ellos solos se dan las mañas para conseguir Cds de historias truculentas en donde hay que poner bombas, engañar, robar, aplastar ancianas, e incluso entrar a un putiadero con las opciones de contemplar a la stripticera empelotarse o abusar de ella o asesinarla.
Inducir una cultura diferente será una tarea colosal, de borrar paradigmas y perseverar por largo tiempo en la reeducación.
Por algo hay que empezar. Está bien, en consecuencia, comenzar por sancionar a los que gustan de apretar el gatillo apuntando al infinito, así porque sí, de pura alegría, como dicen los jóvenes de hoy.

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Cúcuta, 6 de enero de 2012.

lunes, 2 de enero de 2012

PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA”

NUEVOS MANDATARIOS
Orlando Clavijo Torrado

En la cuadra de la casa de mi hermana menor en donde fui a recibir el nacimiento del nuevo año, por poco no permiten quemar el Año Viejo pues una señora se sentó en la silla en donde reposaba el muñeco alegando que estaba muy cerca de su hogar; a la fémina no le importó impregnar su vestido de gasolina. Justamente en ese momento el joven artífice del Año Viejo acababa de derramar gasolina sobre la silla y el muñeco, y en broma, al ver a la histérica mujer sentada, hizo el ademán de echarle el combustible en la cabeza. ¡Ahí fue Troya! De la casa de la susodicha vieja salió enfurecida una manada dispuesta a atacar al muchacho. Una chica linda y elegante fue la primera que se le acercó y a escasos centímetros de su cara lo increpó, desafiante. Por fortuna el mancebo, a tan solo dos minutos de las doce de la noche, superó la situación retirando el muñeco a unos pasos de donde le reclamaban. De no haber sido tolerante y complaciente, el 2012 habría comenzado allí con una batalla campal. Y es de celebrar su gesto pues me comentaban que el tipo ese día estaba muy festivo y animador, contrario a otras ocasiones en que es arrevolverado y peleón. El Año Viejo del cuento encarnaba a un borracho.
En Cúcuta, la pésima gestión de doña María Eugenia Riascos provocó que la gente quisiera borrarla del recuerdo y con inmensa satisfacción les prendieron candela a varios maniquíes que la representaban fielmente, con su piel negra y su cabello ensortijado. De ese modo manifestaban la repulsa y la desilusión porque esta dama hubiera ocupado la alcaldía de la capital departamental. En algunas calles aparecieron carteles diciéndole “gracias por nada”.
Ha sido tradición que el Año Viejo recoja las frustraciones populares, o los acontecimientos graciosos del año que termina. Hugo Chávez, Tirofijo, Mono Jojoy, Sadan Hussein, entre otras figuras consideradas de mal agüero, fueron por mucho tiempo Años Viejos. En algunos pueblos el Año Viejo deja un testamento, oportunidad para ridiculizar a un personaje. Dentro de ese esquema, un individuo disfrazado de abogado o notario, con sombrero de alta copa y pantalón de rayas, lee en plena calle con voz burlesca las recomendaciones y última voluntad del agonizante en coplas como estas: “A don Goyo Malaver/ hermano de Pacho y Güicho/ que se deje de vender/puro pescado picho”. El público aplaude y ríe con gana, mientras el aludido o refunfuña o se une también a la guachafita. Luego el cortejo pasa frente a la residencia de otra “víctima” y el vocero del Año Viejo suelta otra copla mordaz.
Ojalá que los nuevos gobernantes cuya administración empezó este primero de enero del año del Señor de 2012 obtengan la aprobación de todos sus electores tanto al final del año como al término de sus mandatos, y que sus compromisos no se conviertan en pavesas como quedan convertidos los pobres Años Viejos rellenos de paja, trapos y pólvora de estruendo.

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2 de enero de 2012
PARA EL SEMANARIO LA PROVINCIA DE OCAÑA

UNA ILUSIÓN DE NAVIDAD
Orlando Clavijo Torrado
Según lo supe hace poco, los chiquillos de la familia, que en aquellos días no pasaban de los siete años, al oír que se acercaban las doce de la noche, se ocultaron bajo la mesa del comedor a espiar el momento en que llegaría el Niño Jesús con los presentes y los acomodaría en el pesebre. Por el jolgorio, la animación, las libaciones y el bullicio ninguno de los grandes se percató de la desaparición por unos minutos de la gente menuda. Desde su escondite observaron cómo la abuela depositaba el Niño Dios en la cuna de paja. De pronto, pensaron, el Niño se levantaría y llevaría los aguinaldos al árbol de Navidad, mas no ocurrió así: el abuelo y otros, a continuación, la ayudaron a ponerlos. ¡Ah! Descubrieron el misterio: los abuelos, los padres, los tíos y los padrinos eran quienes daban los obsequios.
Sobre esa piadosa y tierna mentira se ha escrito mucho, pero unánimemente se coincide en que es una bella ilusión que todos tuvimos en los albores de nuestra vida. Después viene la explicación para el desconcertado muchachito de que si bien el propio Niño Jesús no viene a traer los regalos sí les proporciona a los padres los medios para que los adquieran.
Los que hoy somos viejos también nos extrañábamos en aquella lejana época de que nos mandaran a dormir temprano el día de la Nochebuena, pero aceptábamos entusiasmados porque de encontrarnos Jesús despiertos no nos dejaba nada dentro de los zapatos, o debajo de la almohada o de la cama. (El árbol de Navidad como sitio para colocar los regalos es relativamente nuevo). No faltó el picarón que simulaba dormir y alcanzó a ver al papá en calzoncillos poniendo el juguete.
Entre nosotros los regalos navideños se entregan al amanecer del 25 de diciembre; en España, el 6 de enero, y son los Reyes Magos los portadores o, en alguna provincia, el Cagatío, un muñeco al que hay que alimentar todos los días, y el que entre más coma más expulsa regalos. En Alemania, el 5 de diciembre, víspera de San Nicolás, éste furtivamente deja los regalos.
La tradición de la carta al Niño Dios no se ha perdido, aunque de un tiempo acá el Papá Noel o Santa Claus son los destinatarios en el Polo Norte. En la vecina República Bolivariana, pese a que el presidente Chávez vetó el ingreso de Santa Claus por ser imperialista, ya a Santa no lo arrancan del corazón de los venezolanos.
En el pretérito como en el presente, con qué suspiros y ensoñación escriben los niños sus cartas pidiendo el regalo de Navidad. Todos juran que merecen un buen paquete porque han sido buenos durante el año, o los desobedientes, maleducados o vaguitos en el estudio prometen comportarse.
La inocencia de la infancia es lo más hermoso; los mayores debemos contribuir a que esa gracia no se esfume tan pronto pues no son descriptibles ni comparables los goces del niño en el mundo de magia y de felicidad que él se construye.
Finalmente, para todos mis amables lectores, inmensas alegrías y venturas en estos días navideños y en el comienzo y a lo largo del Año Nuevo.
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27 de diciembre de 2011.
PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA”

NUEVOS MANDATARIOS
Orlando Clavijo Torrado

En la cuadra de la casa de mi hermana menor en donde fui a recibir el nacimiento del nuevo año, por poco no permiten quemar el Año Viejo pues una señora se sentó en la silla en donde reposaba el muñeco alegando que estaba muy cerca de su hogar; a la fémina no le importó impregnar su vestido de gasolina. Justamente en ese momento el joven artífice del Año Viejo acababa de derramar gasolina sobre la silla y el muñeco, y en broma, al ver a la histérica mujer sentada, hizo el ademán de echarle el combustible en la cabeza. ¡Ahí fue Troya! De la casa de la susodicha vieja salió enfurecida una manada dispuesta a atacar al muchacho. Una chica linda y elegante fue la primera que se le acercó y a escasos centímetros de su cara lo increpó, desafiante. Por fortuna el mancebo, a tan solo dos minutos de las doce de la noche, superó la situación retirando el muñeco a unos pasos de donde le reclamaban. De no haber sido tolerante y complaciente, el 2012 habría comenzado allí con una batalla campal. Y es de celebrar su gesto pues me comentaban que el tipo ese día estaba muy festivo y animador, contrario a otras ocasiones en que es arrevolverado y peleón. El Año Viejo del cuento encarnaba a un borracho.
En Cúcuta, la pésima gestión de doña María Eugenia Riascos provocó que la gente quisiera borrarla del recuerdo y con inmensa satisfacción les prendieron candela a varios maniquíes que la representaban fielmente, con su piel negra y su cabello ensortijado. De ese modo manifestaban la repulsa y la desilusión porque esta dama hubiera ocupado la alcaldía de la capital departamental. En algunas calles aparecieron carteles diciéndole “gracias por nada”.
Ha sido tradición que el Año Viejo recoja las frustraciones populares, o los acontecimientos graciosos del año que termina. Hugo Chávez, Tirofijo, Mono Jojoy, Sadan Hussein, entre otras figuras consideradas de mal agüero, fueron por mucho tiempo Años Viejos. En algunos pueblos el Año Viejo deja un testamento, oportunidad para ridiculizar a un personaje. Dentro de ese esquema, un individuo disfrazado de abogado o notario, con sombrero de alta copa y pantalón de rayas, lee en plena calle con voz burlesca las recomendaciones y última voluntad del agonizante en coplas como estas: “A don Goyo Malaver/ hermano de Pacho y Güicho/ que se deje de vender/puro pescado picho”. El público aplaude y ríe con gana, mientras el aludido o refunfuña o se une también a la guachafita. Luego el cortejo pasa frente a la residencia de otra “víctima” y el vocero del Año Viejo suelta otra copla mordaz.
Ojalá que los nuevos gobernantes cuya administración empezó este primero de enero del año del Señor de 2012 obtengan la aprobación de todos sus electores tanto al final del año como al término de sus mandatos, y que sus compromisos no se conviertan en pavesas como quedan convertidos los pobres Años Viejos rellenos de paja, trapos y pólvora de estruendo.

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2 de enero de 2012

Datos personales

Mi foto
Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
PORTADA

50 años del Diario La Opinión

50 años del Diario La Opinión
cena en el Club del Comercio - 15 de Junio de 2010 - Columnistas

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Orlando Clavijo Torrado y Luís Eduardo Páez García junto a la foto del General Mateo Torrado, tío bisabuelo del primero, quien la donó. Don Justiniano J. Páez, abuelo del doctor Luis Eduardo, en su obra histórica al referirse a la guerra de los Mil Días, da fiel cuenta de las acciones del General Torrado en la contienda, en virtud a haber actuado como su secretario.

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Hermanos Clavijo Torrado, Orlando, Nora, Edilia y Olga. Julio de 2010, Ocaña - Junto a la bandera con la imagen del Libertador Simón Bolívar bordada por señoras de Ocaña al conmemorarse el primer centenario de la independencia (1910).

EN EL AGUA DE LA VIRGEN

EN EL AGUA DE LA VIRGEN
Orlando Clavijo Torrado, sus hijos, nietos y primos.

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
CONTRAPORTADA

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

MONOGRAFIA DE BUCARASICA - Olger García Velásquez

MONOGRAFIA DE BUCARASICA  - Olger García Velásquez
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007
Con sus hijos, de izquierda a derecha Cesar Octavio, Jaime Mauricio, Silvia Andrea y Orlando Alexander Clavijo Cáceres

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"
29 DE MAYO DE 2009. CÚCUTA.

En la Academia de Historia de Norte de Santander

En la Academia de Historia de Norte de Santander
Padre Edwin Avendaño, José Antonio Toloza (Q.E.P.D), Secretario de la Academia, y Orlando Clavijo Torrado