martes, 27 de marzo de 2012

LOCALISMOS - PARA LA REVISTA HACARITAMA, DE LA ACADEMIA DE HISTORIA DE OCAÑA

pPara la revista Hacaritama, de la Academia de Historia de Ocaña

LOCALISMOS
Orlando Clavijo Torrado

Con este título publiqué varias entregas en el diario cucuteño La Opinión en mi columna Croniquilla.
Aquí recojo los diversos artículos con doble propósito: su trascendencia a través de un órgano perdurable como es la revista Hacaritama, y tratar de evitar, al menos, que se pierdan esas voces, dado que ya algunas están desapareciendo. En la época de publicación, hace ahora 24 años, me lamentaba del olvido de tantos términos populares y campesinos, ¡qué diremos hoy!
La mayoría de localismos que figuran en estas entregas se oyen en la antigua provincia de Ocaña, al punto que en el resto del departamento Norte de Santander no son conocidos ni entendidos. Empero, también del mismo departamento se incluyen numerosos.
Hago la transcripción de los escritos tal como aparecieron en su momento, con mínimos agregados, correcciones o cortes. El trabajo llegó únicamente a los 115 localismos, de 1988 a 1992. Por razones de otras labores del autor, quedó inconcluso, con la aspiración de que, si bien él mismo u otro – porque ya quedó el sendero abierto – continúen la investigación. Adviértase que los ejemplos puestos reflejan los acontecimientos e inquietudes de la época, y hoy, más de dos décadas después pueden servir de ilustración histórica, o cuando no, nos pueden arrancar una leve sonrisa al remontarnos a aquellos tiempos. Al final del ensayo me permití adicionar un capítulo con palabras que merecen recordarse.
I
19 de marzo de 1988
Pese a que en Colombia la igualdad del idioma nos libra de los conflictos que viven muchas naciones del Viejo Continente, no quiere esto significar que nos comprendamos a la perfección, esto es, que el lenguaje no nos distancie, a veces. Por ejemplo, si nosotros, nortesantandereanos, pedimos en Bogotá una “paca”, con seguridad no seremos acatados; la familiar “paca” nuestra es allá “chuspa” o bolsa. Y si en el Occidente averiguamos por la plaza de mercado, nos mandarán a la “galería”. En punto al habla, pese a la aparente unidad, Colombia ofrece varios países en uno. Es verdad: usamos el idioma castellano, pero con variantes en los giros y gran cantidad de regionalismos. En cuanto a modismos, su riqueza es superlativa. Veamos este ejemplo: mientras en la mayor parte de Colombia se diría “Luis se cayó”, en Nariño y Cauca la expresión sería “Luis se ha sabido caer”.
Y si aterrizamos acá mismo, en nuestro departamento, las diferencias que encontramos no son pocas. No es igual la parla en las tres provincias. Si un ocañero dice en Arboledas que la muchacha que acaba de pasar está “muy penca”, el arboledano se quedará en las nubes. O no diga en Cúcuta o en Pamplona que el chino “se pelotió” porque no le entenderán ni mu. En la tierra de la cebolla cabezona, la arepa sin sal y las cocotas, “penco” o “penca” es adjetivo que significa hermoso, atractivo; y “pelotiarse” es rodarse.
Hay palabras que son comunes en las tres provincias, como las manidas “toche” y “pingo”, siendo el “pingo” más oído en el otro Santander. Sin embargo, en la zona de Cúcuta, en donde el lenguaje es más libre y descomplicado, son de uso frecuente. En Pamplona, que guarda todavía ciertas composturas y elegancias, no son tan utilizadas.
Siendo difícil recoger todas las expresiones del habla popular, considero que bien vale la pena hacer el esfuerzo, en primer lugar, por tratar de conocernos y atesorar la más fiel manifestación de la idiosincrasia del nortesantandereano; en segundo término, antes que los vientos del extranjerismo barran con lo que, de cierto, es nuéstro.
Los vocablos de la provincia o del lugar, los auténticos y populares no son – por lo general, nunca lo son – amanerados, refinados o cultos. A propósito, le escuchaba a una señora que venía del Tolima sus quejas sobre el vocabulario destemplado del cucuteño. Y no sólo se abismaba sino que mostraba su desencanto con que señoritas, jovencitos, señoras y señores, pronunciaran esa “fea palabra”, decía ella, de “verraco”. Se lamentaba, además, la “opita”, de la falta de seriedad de la gente. Le pedí que aclarara su aseveración y respondió: es que aquí todo lo dicen como en juego, como en burla, como ….La mujer titubeó; yo advertí que pretendía decir “mamando gallo”, pero no soltó esto sino un giro rebuscado: “tomando del cabello”. Ni siquiera dijo “tomando del pelo”.
No se admire nadie, pues, que en la tentativa de catálogo de provincionalismos que me propongo, mencione vocablos de algún espesor. Son nuestros, no podemos desconocerlos y los emplea el conglomerado de uno u otro pueblo, o en una u otra provincia.
Empezamos hoy con dos muestras.
1. Afrijolar v. t. Acertar, acomodar, ajustar. Ej.: Pedro le afrijoló un tiro a Juan. A la señorita Nicasia le afrijolaron un hijo.
2. Arrecharse v. refl. Enfadarse, enojarse. Ej.: ¿Por qué se arrechó Gustavo? – Por nada, porque le mentaron la madre. // El diccionario de la Academia de la Lengua trae el adjetivo “arrecho, a”, con estos significados: “tieso, erguido. 2. Brioso, arrogante”. El verbo no lo contempla la venerable entidad. Entre nosotros, el adjetivo arrecho equivale a enojado, airado, e igualmente a valeroso, osado; pero también un asunto arrecho es algo dificultoso, irrealizable.


II
26 de marzo de 1988
Continuamos con los voquibles propios de la comarca nortesantandereana. Van, para el repertorio, los siguientes:
3. Aculillarse v. ref. Llenarse de miedo. Ej.: Al ver los golpes que dispara Mike Tyson, cualquiera se aculilla.
4. Imbombera f. Ictericia.
5. Imbombo, a adj. Blanco transparente; amarillo casi blanco. Ej.: Se puso imbombo de la rabia. // Se usa para reprender a los niños, v. gr. : ¿Dónde estabas, so imbombo?; y en tono despreciativo, v. gr. : Hoy cualquier imbombo lo mata a uno por cinco pesos.
6. Atracarse v. ref. Atragantarse. Dedicarse a comer con exceso o a otra acción con entusiasmo. Ej.: Juan y Juana se atracaron a bailar como unos trompos. Luis y Pedro se atracaron a darse puños hasta reventarse.
7. Empetacar v. tr. y ref. Llenar. Ej.: Aquel dómino (fulano) se empetaca en un santiamén diez morcillas. // Fecundar. Ej.: Mirá, Lucrecia, tené cuidado con ese novio que cargás porque no es la primera vez que ha empetacado.
8. Marranear v. t. Obrar al antojo sin respeto por regla alguna. Ej.: El que tiene plata, marranea. // Comportarse groseramente. Ej.: El tipito ese rompió las copas, se puso de fresco con las damas y, por último, se quitó los pantalones; como quien dice: marraneó hasta que le supo a cacho; no se le puede invitar ni a un velorio.
9. Treque y trequecito, a adj. Simpático, agradable, gracioso. Ej.: ¡Cómo se ve de trequecita la niña con esos ricitos!
10. Arracacho, a adj. Malgeniado, taimado, traicionero, reacio a prestar un servicio cuando lo puede hacer, nada más que por ver al otro sufrir. (Sin más palabras, un muérgano, para no calificarlo peor). Ejemplos de arracachos hay por ahí en la calle y en las vecindades, por montones.
11. Engrupir v.t. Convencer con fantasías. Ej.: Le dice la esposa al marido: a mi no me venga a engrupir con el cuento de que estos tres días que pasó por fuera con los amigos estuvo rezando.



III
19 de abril de 1988
Es esta la tercera entrega sobre expresiones propias de nuestro departamento. A continuación presento algunas de las más usadas y representativas advirtiendo que se dan los significados especiales que aquí les otorgamos, además del significado común.
12. Tilingo m. Trozo o porción de algo despreciable. Ej.: En aquel restaurante no sirven sino un tilingo de carne. // El órgano sexual masculino. Ej.: Póngale calzones a ese muchachito que anda con el tilingo al aire.
13. Tilinguear o tilinguiar v. r. Colgar, pender. Ej.: Tarzán es un as para tilinguiarse de los árboles.
14. Espetón m. El espetón es una suerte de varilla en que se atraviesa la carne para asarla. En la región de Ocaña se usa el vocablo para advertir que alguien está quieto, no se mueve, por analogía con el utensilio, el que, si no lo accionan, no gira. Ej.: Lleva dos horas parado ahí como un espetón.
15. Culillo m. Miedo, temor. (Anteriormente vimos “aculillarse”, del que naturalmente se deriva culillo. Le dedicamos un aparte por tratarse de una palabra nortesantandereana como la que más, aunque en otras regiones del país es conocida). La intensidad del culillo se clasifica por colores. Así, el culillo del amarillo es el más agudo o verdadero pánico. En los niños era una ofensa muy grande: le dio culillo del amarillo.
16. Templar v. r. Consumir. Ej.: El borrachito se templó otro aguardiente. // Morirse. Ej.: De la Guerra de los Mil Días no quedan sobrevivientes: todos ya se templaron. // Viajar, desplazarse. Ej.: El jugador dio tan fuerte patada que el balón fue a templar a las graderías. Ese hombre es un viajero incansable: fue a templar hasta el Japón. // Iniciarse con unas copas, calentar motores para la borrachera.
17. Templado, a adj. Valiente. Ej.: ¡Qué hombre tan templado para pelear! // La primera etapa de la embriaguez, a medias cañas, pintoncito nada más. Ej.: Con media (botella) de aguardiente cualquiera se pone templado. // Difícil. Ej.: Gobernar este país es muy templado.
18. Pelotearse, pelotiarse v. r. Rodar como una pelota. Ej.: Por esta peña abajo se pelotió el bus.
19. Mojino, a adj. Es corrupción de mohíno o color negro de las caballerías. Nunca se oye esta palabra sola sino con el voquible “negro”, así: “negro mojino”, para señalar la intensidad del color y con sentido ofensivo y peyorativo. En una pelea entre un blanco y un negro, éste le diría a aquél: vos son un imbombo tal por cual; el otro le respondería: más tal por cual serás vos, negro mojino.
20. Escotero, a adj. Andar los humanos sin maletas ni estorbos, y las bestias sin aperos ni carga. Ej.: Gumersinda no se complica, viaja escotera.

IV
9 de mayo de 1988
La publicación de este rol de palabras específicas del Norte de Santander ha contado con gran acogida. Lectores que recuerdan de un momento a otro un modismo han tenido la gentileza de telefonearme, o en la calle me comentan y aportan de su ciencia. Les agradezco de verdad y sigo a la espera de su contribución.
Para esta cuarta entrega tenemos los siguientes localismos:
21. Vejigo, a sust. Niño, muchacho. Se emplea primordialmente en sentido despectivo. Es término propio de la región de Ocaña. Ej.: Quitáte de ahí so vejigo.
22. Pegote, a sust. Tiene igual significación que el anterior y es, del mismo modo, particularismo de la provincia.
23. Chicote m. Cosa inservible o despreciable. Ejs.: ¿Qué tal el sueldo que ganas? ¡Un chicote! // Juan Pablo compró un anillo en la Terminal de Transportes convencido que era de oro y le resultó un chicote.
24. Guarimbo m. Aguardiente fabricado rústica y subrepticiamente (en nuestros pueblos lo llaman también “bolegancho”, “rastrojero”, “ñeque”, “tapetusa”, “cachicamo”, etc.).
25. Espencarse v. r. Caer, desprenderse. Ej.: No se agarre de la brocha porque se espenca. // Dar comienzo a una acción con precipitación o incontinencia. Ejs.: Ese torero flojo tan pronto salió el toro se espencó a correr. Tenía tanta hambre el gamincito que casi no deja que le sirvan para espencarse a comer.
26. Raspaterrón (a) loc. adv. Se refiere al corte de cabello al rape o “cocolizar” como llaman los jovencitos de hoy. Pasar de raspaterrón significa en el lenguaje estudiantil pasar “raspando” el examen, es decir, con la nota mínima.
27. Penco, a adj. Pertenece este término al vocabulario de Ocaña y su zona de influencia. Grande. Ej.: Para tener ocho años ese muchacho está muy penco. // Hermoso. Ej.: ¡Qué piernas tan pencas las de aquella chica! // Coloquialmente se dice también pencote, pencota, pencocho, pencocha.


V
25 de mayo de 1988
En la muestra anterior se deslizó un lapsus calami al repetir el término “penco” en los números 27 y 28. Para que quede claro transcribo de nuevo este último número. (Aclaración hoy, en el año 2012: en lugar de escribir como número 28 el término “jurgo” se escribió “penco”).
28. Jurgo. adv. de cantidad. Mucho. En ninguno de los diccionarios de colombianismos consultados figura, por lo que me late, como dicen los mejicanos, que es un vocablo nuestro. Corresponde a aquellas voces que adquieren prestancia según quien las pronuncie, tal como ocurrió con “mamar gallo” cuyo uso convalidó el premio Nobel García Márquez. En el caso de “jurgo” podríamos afirmar que adquirió categoría presidencial; en efecto, lo utilizó el presidente Barco en su accidentado viaje a Corea del Sur. Con el famoso “me duele un jurgo” expresó a sus acompañantes cuánto estaba padeciendo por una diverticulosis.
29. Arrear v. tr. Aquí interesa su significado de “mentar” en la expresión “arrear la madre”, cosa que ni en el mes de mayo ni en ningún otro mes se debiera hacer.
30. Pilinchi m. Pedacito. Algo insignificante. Ej.: Cobran muy caro en algunos restaurantes por un pilinchi de carne.
31. Raicilla m. Persona odiosa o despreciable. Es expresión que se oye en Teorama y Convención.
32. Machiro, a adj. Desconfiado, receloso. Ejs.: El perro, después de la operación que sabemos, se vuelve machiro. (Se oye propiamente en Bucarasica). Los venezolanos se van a poner machiros para venir a Cúcuta con el tal seguro de accidentes.
33. Metra (de) Modismo que significa al instante, prontamente, sin alternativa. Ej.: Se precipitó de la cúpula y murió de metra.
34. Morraco adj. Enorme, pero principalmente, gordo. En otras regiones del país se dice “morlaco”. Ej.: Botero no pinta sino morracos.
35. Cambimbería f. Afición a frecuentar determinadas compañías; compinchería. Ej.: Las señoritas deben cuidarse de cambimberías con muchachas que andan como bordón sin rejo.
36. Cambimbero, a adj. Compinchero.




VI
11 de junio de 1988
En oportunidades el pueblo crea los vocablos y les asigna una acepción particular; en otras, usa términos trajinados pero, a más del significado natural, los carga con otros diferentes del original. En las entregas hasta ahora publicadas podemos observar ambos casos, al igual que en ésta.
37. Conchero m. Dificultad, situación candente, peligro. Ej.: El que se metiera con el gato con botas estaba pisando un conchero.
38. Cachaza m. Desfachatez, cinismo. Ej.: Aún no me ha pagado el dinero que le presté y tiene la cachaza de pedirme más.
39. Bicho, a – m. y f. Objeto cuyo nombre se ignora o que sabiéndose, por abulia no se menciona. Ejs.: “Véndame un bicho de esos” dice el muchacho señalando un “cortado” (arequipe), “Dame la bicha aquella” le pide el marido a su mujer, refiriéndose a la corbata, mientras se abotona la camisa.
40. Bichito, a diminutivo de bicho, bicha.
41. Marruncho, a adj. Malgeniado, colérico, taimado, tosco. Ej.: Ese tendero es un marruncho: si no se le compra el pan viejo y duro se enfurece. // Se llama también así al cerdo. Ej.: El marruncho frito con arepa es un plato exquisito. // Ser marruncho es asumir expresiones y actos semejantes a los del marrano, que no se distingue precisamente por los buenos modales.
42. Zampar v. tr. Propinar. Ej.: El nuevo campeón mundial del peso mediano Iran Barley, con dos derechazos que le zampó a Hearns, lo tiró a la lona.// v. r. Engullir. Ej.: Se zampó una papa y se atoró. // Apropiarse. Ej.: Aquí no se puede dejar caer un billete porque cualquiera se lo zampa rapidito al bolsillo.
43. Embombar v. tr. Endosar, confiar a otro. Ej.: ¿A quién le embombamos este borrachito cansón? // Preñar. Ej.: Pompeyo le embombó a Cástula un hijo. // Asestar. Ej.: Al Cúcuta Deportivo le embombaron hace poco siete goles a dos. // Comer. Ej.: Se embombó dos pollos como si tal.// Dirigirse, encaminar, conducir a otro. Ej.: Ese viejo verde que persigue a las “sardinitas” está buscando que lo embomben para la Modelo.
VII
8 de julio de 1988
Debemos conocer lo vernáculo; ello hace parte de la cultura general además de poseer la virtud de afianzar los nexos con el solar nativo. No necesariamente tenemos que expresarnos con los vocablos propios de la comarca pero sí saberlos al igual que conocemos nuestro pueblo, las calles de nuestra ciudad, nuestro árbol genealógico, a nuestros parientes, los platos típicos y los usos del contorno al que estamos o estuvimos ligados. A nadie se le pedirá que use, por ejemplo, la palabra “sangripesado” por antipático, pues ésta es la correcta y elegante, mas es imperdonable que desconozca aquélla si pertenece a esta región. Con este preludio, pasemos ahora a examinar otras muestras del vocabulario nortesantandereano.
44. Conchado m. Contrato para desempeñar labores particularmente en la agricultura. (El término “conchabar” está reconocido como un americanismo con significación semejante). Ej.: A algunos labriegos no les gusta trabajar por días sino por conchados. (En especial los de Ábrego, Villacaro, Cáchira y Bucarasica).
45. Churupo m. Moneda, dinero. Ej.: Remigio tiene una mujer que no le deja parar ni un churupo en el bolsillo. // La unidad monetaria, el peso. Ej.: ¿Cuánto valen esos zapatos? Cinco mil churupos.
46. Rúcano m. Posee el mismo significado que churupo. Ej.: Vengan para acá esos rúcanos.
47. Estrolearse v. r. Perder el juicio, obrar alocadamente (de uso frecuente en la provincia de Ocaña). Ejs.: Críspulo se estrolió apenas conoció a Gervasia (se pronuncia comúnmente estrolió en lugar de la correcta pronunciación estroleó). // ¿Cómo te fue anoche en la rumba? Ni supe porque me estrolié.
48. Estroleado, a (estroliado, a) adj. Enajenado, sin orden. Ejs.: Los marihuaneros siempre andan estroliados. // ¿Cuándo vas a sentar cabeza, Pedrito, y te dejas de ser estroliado?
49. Cusculingo, a s. Muchacho en crianza. Ej.: No creo que ese cusculingo se vaya a casar si apenas tiene quince años. // Persona desmirriada, enclenque. Ej.: ¡Qué va a aguantar con el fusil ese cusculingo! // Persona despreciable. Ej.: A Doroteo le dio dizque por ser gran dirigente y uno que lo conoce como un pobre cusculingo.
50. Encartonarse v. r. Posar de valiente, asustador. Ejs.: Gran riesgo es reclamarles a algunos taxistas por el precio abusivo de la carrera: se encartonan, cabilla en mano. A ese mocoso ya no le puedo llamar la atención porque se me encartona.
51. Encartonado, a adjs. Bravucón, con ínfulas de valiente. Ej.: Matías le dio unas trompadas al Hermenegildo que resultó nada más que un encartonado. (En este caso, de Matías con Hermenegildo, se dice que a éste le quitaron el “cartón”, es decir, le bajaron los humos y quedó como lo que realmente era, un cobarde metiendo mentiras de guapo). // Para un gallo, otro gallo, y para un encartonado, un macho de verdad.
VIII
5 de agosto de 1988
Hay voces que pueden parecer pertenecientes a una región y, en realidad, las comparten otras. Sucede igual con los refranes; a menudo se oye de boca de un antioqueño: “como dicen en mi tierra: no hay que ensillar antes de traer las mulas”. El paisa ha querido significar que la máxima solo es conocida en su comarca, mas no es así, es muy común en toda Colombia.
Hace poco le oí a un amigo que me visitaba: “es hora de raspar”, queriendo decir que se marchaba. Mucho tiempo tenía de no escuchar la palabreja, por lo que presuroso la anoté en mi agenda con el propósito de incluirla en esta columna; a la vuelta de unos días volví a oír el término en labios de una señora malagueña: concluí que, contrario a lo que yo creía, el uso de “raspar” por “irse” no era exclusivo de nuestro departamento.
Llamó mi atención que en Ábrego los campesinos denominan a la canasta en donde recolectan los granos “catabre”. La palabra suena exótica; sin embargo, el Diccionario de la Academia la trae como colombianismo; el Larousse le da también imperio en Venezuela.
Veamos hoy otras expresiones.
52. ¡Yeso! interj. Es contracción de “¿Y eso? ” Voz particular de la provincia de Ocaña. Manifiesta sorpresa, incredulidad, negación; a veces, en forma interrogativa, reproche. Ej.: ¿Es verdad que Estefana se casó con Metodio? - ¡Yeso! (La palabra suena igual que el nombre del conocido material para construcciones y otras industrias, yeso, y no se escribe ni se pronuncia como si fueran dos palabras, “y eso”).
53. Chocheca (tener o poner). Expresión familiar que da a entender el fastidio de que se hace víctima a otro con actos o palabras, de continuo. Cansar, molestar. Ej.: Por tiempos los venezolanos se la ponen chocheca a los colombianos. // Repetir contra otro algo desagradable. Ej.: En el interior del país nos la tienen chocheca tildándonos de contrabandistas.
54. Tiestazo m. Golpe dado con la mano. Ej.: A Tomás Molinares sólo le bastó un tiestazo para derribar a Marlon Starling en el sexto asalto.
55. Espenque m . Espíritu, ánimo, bríos. Ej.: Para trabajar se necesita espenque: es eso, precisamente, lo que Azucena, la de la minifalda de locura, no muestra.
56. Coñazo m. Tiene igual significado que tiestazo.

IX
3 de septiembre de 1988
Existen voquibles de esta clase, de origen claro; es fácil explicar cómo se formaron. Otros, por el contrario, se ofrecen caprichosos, diríamos que sin ton ni son; la gente los utiliza mas no sabe determinar por qué aparecieron ni de dónde provienen. Es el caso de la mayoría de las palabras publicadas en esta sección y de las que hoy incluimos. Tal vez “tatuco”, por asimilación con “totumo” pertenezca a la lista de las de nacimiento comprensible. Veamos los ejemplos:
57. Cuches m. pl. Pantalones, calzones, particularmente los interiores que usan las mujeres. Ej.: No se agache mucho, niña, que se le ven los cuches.
58. Tatuco, totuco o tutuco m . Cualquier recipiente; tarro. Ej.: Echen los mangos en ese tatuco de galletas. // Estúpido, bruto. Ej.: Este muchacho es un tatuco para el estudio. // Sin valor, despreciable. Ej.: (refiriéndose a un carro) ¡Cómo se le ocurre que yo le vaya a comprar por tal precio ese totuco.
59. Tatuquear, totuquear o tutuquear v. r. Andar sin orden, sin rumbo. Ej.: A los viejos les da por levantarse temprano a tutuquear por la casa.
60. Turro, a adj. De baja estatura. Entre los personajes legendarios de Cúcuta está la “turra Petra” que deleitó con sabrosos platos a varias generaciones. El turro no llega a enano; Nelson Ned, el cantante brasileño, no es turro sino enano; lo mismo sucede con Tatú. Es muy común usar el diminutivo turrito, turrita.
61. Joche adj. 1. Fácil, sin complicación. Ej.: La gente escoge siempre el trabajo más joche pero aspira a ganar montones. // Irónicamente, esta misma palabra y de acuerdo a las circunstancias, tiene el significado de difícil, lleno de tropiezos. Ej.: Los pobres cordobeses la están viendo joche durante esta temporada inverna1.
62. Aleprús m. y f. Niño débil, raquítico. Es voz propia de la provincia de Ocaña. Ej.: ¡Cómo van a decir que Estebitan es un muchacho colorado y cachetón si no es más que un aleprusito. // Muchacho terco o fastidioso. Ej.: Te voy a pegar, so aleprús, si no te limpiás las narices.
X
27 de septiembre de 1988
Por fortuna, nuestra tierra es rica en expresiones originales y, nuestras gentes, dueñas de una imaginación sin límites. Nuestra habla es peculiar. Además de la entonación golpeada, fuerte, casi a gritos, que compatriotas de otras regiones nos ven, nos distingue un vocabulario matizado, descriptivo y vivaracho.
Aquí van, para confirmarlo, estas voces:
63. Sisa f. Tunda, muenda. Ej.: Para algunos campesinos son aún sagradas tres cosas los domingos: la misa, la borrachera y la sisa a la mujercita. // También, castigo de otro orden. Ej.: Al partido político tal le dieron una sisa en las elecciones que quedó borrado por completo.
64. Pipas m..pl. Tonto, ingenuo. Ejs.: Colombia no fue a los Juegos Olímpicos de Seúl sino a hacer el papel de los pipas. // Vea, Custodio, no sea tan pipas de casarse con esa muchacha que ya está preñada de otro.
65. Tapuseado, a adj. Lleno, atiborrado. Ejs.: Feliz don Brocardo, con los bolsillos tapuseados de plata. A veces los teléfonos públicos no funcionan porque están tapuseados de monedas. ¡Pobre Lastenia, tan joven y tapuseada de hijos!
66. Siote m. Variedad de pájaro, semejante al cucarachero; puede decirse que se extinguió. // Simple, zonzo, majadero. Ej.: Los políticos tienen sus siotes que los adulan.
67. Plantarse v.r. Seguir, perseguir. Ejs.: Por plantársele a una hermosa mujer en la calle, Alfonso cayó en una alcantarilla. El ratero huyó pero la Policía se le plantó hasta alcanzarlo.
68. Barrejobo m. Tierra que se desprende de las laderas y cae sobre caminos, carreteras, viviendas, etc. Ej.: “Si el viaje de Cúcuta a Ocaña demora seis horas, ¿por qué demoraste todo el día? Por los barrejobos, mi amor”.
69. Tirarse v. r. Marcharse. Ejs.: A la Filomena no le importó dejar el marido y tirarse con otro. // Mira, mujer: si me sigues molestando me tiro para la ..porra.
70. Bolera f. Problema, molestia, disgusto. Ej.: Nos echó la bolera el paso del oleoducto por el departamento. // Holgazanería, divertimientos tontos. Ej.: Deje la bolerita de mirarse tanto al espejo, señorita, y trabaje. // La expresión ¡qué bolera! equivale a ¡qué vaina!
XI
2 de noviembre de 1988
El idioma culto, esmerado, se encuentra en los libros de Gramática, Lenguaje y Preceptiva Literaria, en los diccionarios, particularmente en el de la Real Academia Española, en los escritos y en el habla de las personas ilustradas. Por consiguiente, las voces que en este trabajo se dan reflejan solamente el alma del pueblo nortesantandereano y su manifestación coloquial. Como lo advertí en otra oportunidad, quien quiera conocer a fondo cómo es el nortesantandereano debe estudiar la manera como se comunica; ese conocimiento hace parte del saber universal, mas no entraña que el vocabulario que él usa sea necesariamente el correcto. Ese constituye el propósito de esta investigación. Se oiría muy mal en un acto solemne y protocolario que alguien dijera, por ejemplo, “con mucho culillo me dirijo a ustedes…” en lugar de “con mucho temor me dirijo a ustedes…”, no importa que se hallare entre coterráneos.
En ese entendimiento, miremos estos términos de la comarca:
71. ¡Cuenta! – interj.- Voz de alarma; equivale a ¡cuidado! Ej.: Restrepo le tiraba machetazos a Agudelo y éste apenas le decía: ¡Cuenta me pega! // ¡Cuenta conmigo! significa ¡Cuidado conmigo!
72. Choncho, a.- adj.- Abundante, lleno. Ej.: Don Críspulo está choncho de plata. // Gordo. Ej.: Carime se casó y se puso choncha. // Se llama también así al cerdo.
73. Pitingua – f.- Es el nombre de la semilla de un árbol de la familia de las leguminosas, negra y pequeñita. Por asociación, se denomina de tal forma a los niños y a las personas de poca estatura, o a cosas de escaso tamaño. Ejs.: Refiriéndose a la “Chiqui” del M-19 :¡Qué pitingua para ser brava! O se queja una madre: “No tengo sino dos pitinguas pero hay que ver la guerra que me dan”. A juzgar por la descripción que hace Álvaro Salom Becerra del general Benjamín Herrera, este era una pitingua de hombre.
74. Apeyuyarse – v.r.- Enrollarse el trompo en la piola o pita cuando se lanza lo que, de natural, le impide bailar. // Abrazarse estrechamente, amacizarse. Ej.: Rico que es bailar apeyuyado. (Consigno esta expresión gracias a un recorderis del doctor Ismael Quintero Pineda).
75. Cabuyas – f. pl. Mentiras. Ej.: Entrégueme las cuentas claras y no me venga con cabuyas.
76. Toche – m. – Es la palabra símbolo o bandera, la que nos identifica ante el país. En algunos casos sirve de interjección de aprobación o negación, v.gr. : “¿Ya te casaste? ¡Toche!” por decir que no. // Se toma igualmente como hermano, compañero, v.gr.: ¡Oiga, toche, vamos al cine! // En condiciones de disgusto se emplea como ofensa, v.gr.: ¡Usted es un pobre toche! // Expresa también tonto, desprevenido, v.gr.: ¿Usted sigue todavía de toche creyendo en los políticos? // Otro significado es el de órgano sexual masculino. Las acepciones y giros de este término genuinamente nortesantandereano son múltiples. Las principales derivaciones: tochería, tochada, tochito y el sonoro tochazo o golpe dado por mano humana o por caída, ejemplo: Pepo, deje de molestar a Chucho si no quiere ganarse un buen tochazo. Todo ello arrojaría material para una obra cuyo autor podría titular más o menos así: “Ensayo o Tratado sobre el toche” o “sobre la palabra ´toche´ de los nortesantandereanos”.
XII
6 de enero de 1989
Dentro de los voquibles creados por la gente comarcana, algunos continúan haciendo parte de la parla familiar. Otros tan sólo son recordados por muy pocos de manera que el mostrarlos ahora entraña tanto como revivirlos. Es innegable que siguen vigentes a pesar de lo remoto que pueda parecer su origen.
De unos y otros, viejos y nuevos, insólitos y conocidos, se compone esta primera entrega del año 89 que auguro para todos muy feliz.
77. Quincha f. Órgano sexual masculino, particularmente de los niños. Ej.: Carlitos, ¿no le da pena mostrar la quincha?
78. Guarapo (hablar) mod. Decir cosas insustanciales o mentirosas. Ej.: Para hablar guarapo, los políticos.
79. Arepazo m . Golpe dado con la mano en la cara. Ej.: Bien hizo Victoria en darle un arepazo a Julio cuando trató de irrespetarla.
80. Si más loc. adv. Casi. (Esta locución, por inadvertencia, se repitió en la entrega XVI, con ejemplos distintos). En este diciembre, si más me gano la lotería extraordinaria. Para significar una mayor proximidad se usa con frecuencia esta expresión en diminutivo, si masito. Ej.: Por andar enamorándole la mujer al vecino, si masito le pegan un tiro a Mardoqueo.
81. Muchilas f. pl. Testículos // Tonto, ingenuo, poco avisado. Ej.: Eso le pasa por muchilas.
82. Mamía interj. Resulta de contraer o abreviar “alma mía”. Expresa compasión, ternura. Ejs.: Ruperta se la juega a Sinforoso; ¡mamía él! ¡Qué criatura tan bella! ¡Mamía!
83. Citico, ca mod. Se forma con las últimas sílabas de “pobrecito”. Denota lástima, consideración. Ej.: ¡Cómo sufre un marihuanero sin su dosis de marimba! ¡Citico!

XIII
11 de abril de 1989
La labor de identificar vocablos que representen una región resulta un poco más complicada de lo que a primera vista pudiera pensarse. Con frecuencia se está tentado a creer que toda palabra extraña o sin correspondencia con el lenguaje usual es sin duda un regionalismo, un localismo, pero, si se investiga con detenimiento se descubre que no posee tal carácter, por emplearse en otros lugares del país o en otras naciones de habla hispana.
Así, barrejobo, que ya apareció en otro artículo, es palabra conocida en Panamá con el significado de lluvia; burriar, por abundar, que se escucha en campos de nuestro departamento, al igual que furrusca, por pelea, figuran como colombianismos.
Los voquibles que aquí se dan como localismos son, pues, el fruto de averiguaciones y cotejos, en el propósito de no incluir en la colección sino los que verdaderamente pertenezcan a este terruño nortesantandereano.
84. Grillo, a. s. Muchacho flaco o enfermizo. Ej.: el pobre de Miguelito está que es un grillito: ya se le caen los calzones.
85. Salir en pela expr. fam. Correr, huir. Ej.: El espanto que se le aparece a Abigaíl y ella que sale en pela.
86. Taquear v. tr. y ref. Llenar hasta rebosar. Ej.: Hay gente que sin trabajar se taquean de plata. // Comer con ansia hasta saciarse. Ej.: Ahí les pongo esa lechona para que se taqueen. // Taquear la perra: injuriar a otro desaforadamente.
87. Bordo m. Peñasco. Ej.: Los arrieros arriman la mula al bordo para apretar la carga. // Orilla de camino o de barranco. Ej.: Dejate Dorotea de andar besuqueándote con los hombres en los bordos de los caminos.
88. Arriado, a. adj. Pobre, sin recursos económicos. Ej.: Benilda, escuchá mi consejo: no te casés con un arriado. // Andar corriendo, a prisa, o a la mayor velocidad. Ej.: Por aquí pasó un ladrón arriado y un policía detrás.
XIV
8 de julio de 1989
Captar – sería más apropiado decir pescar – estas expresiones que he dado en llamar localismos implica no poco esfuerzo. Se requiere una atención permanente hacia el interlocutor, sea éste campesino o urbano, para no dejar escapar el esquivo vocablo. Y digo esquivo por cuanto son pocas las personas que las usan o se oyen de cuando en cuando. Algunos de los términos que adelante se verá son fruto de ese cuidado.
89. Pelar (la cuchilla) Modismo por “desenfundarla”. // tr. Matar. Ej.: Ese fulano es muy peligroso: ya ha pelado varios.
90. Pabilo m. Persona en extremo delgada, débil o desnutrida. Ej.: Cómete la sopa niño, que ya pareces un pabilo.
91. Lindo, a. Locución usada para demostrar cariño, llamar la atención o enfatizar lo que se está diciendo. Es voz propia de la provincia de Ocaña; equivale al ¡Che! de los argentinos o al “ala” de los bogotanos. Ejs.: Andá, lindo, y me traés un kilo de carne. ¿Qué vaya yo a una excursión al nevado del Ruiz? ¡Lindo! (Aquí, para quienes no están familiarizados con el habla de la provincia, hay que entender: ¡Ni de vainas!, o, en expresión muy cucuteña, ¡toche!
92. En bulla mod. adv. Bastante. (Es probable que provenga de la palabra bullaje, que significa multitud). Ej.: ¿Cómo le fue en el banquete al doctor Politicastro? Muy bien; había gente en bulla.
93. Estamá f. Golpiza. Ej.: Ese ladrón no coge vergüenza a pesar de las estamás que se ha chupado.
94. Vejiga f. Bomba o globo de caucho, de variados colores, propia para festejos. Ej.: ¡Vean qué felicidad la del niño con su vejiga!

XV
18 de mayo de 1990.
Refresquemos estas páginas con algo agradable como el habla popular, por disipar la mente de tanta carga de tristeza por las continuas noticias de tragedias en la Patria.
Vamos al grano.
95. Trilla f. Golpiza, tunda, pela. Ej.: Había que ver a la Policía de Noriega, en Panamá, propinándoles semejantes trillas a los opositores.
96. Guasa f. Multitud, aglomeración. Ej.: La guasa de papeles que hay que llenar en este país para cualquier gestión. // Populacho, reunión de gente inculta. Ej.: El Santo Padre se disponía a hablar en Managua, cuando la guasa se le vino encima a rechiflarlo. // Es común oír: Por aquí pasó una guasa de gente. ¿Para dónde irá esa guasa de gente?
97. Peligroso que exp.fam. Indica probabilidad, conjetura. Ejs.: Es peligroso que hoy llueva, por “hay probabilidades de que llueva”. Si Juanita no deja de frecuentar las discotecas es peligroso que termine mal, por “Juanita puede terminar mal, si tal cosa” (no sabemos si para ella es bien, así como lo es para la afortunados que la sacan a rumbear). Peligroso que el doctor Polito Castro gane las elecciones.
98. Raspar v. int. Marchar, irse. Ejs.: El malapaga del Deudoro, apenas avistó al cobrador, raspó. Cuando usted, mijito, vea una pelea, raspe en seguida, no sea que también le den.
99. Oliar v. tr. Poner el óleo del bautizo, bautizar. Ejs.: ¿Cuándo van a oliar a ese muchacho tan grande? Cuando nos casemos. El diablo entra a las casas en donde hay niños sin oliar.
100. Ficha f. Moneda. Ej.: Tome, mijo, lleve estas fichas para su recreo. // Mala ficha, mala persona. Ej.: Angelita: no sea tan mala ficha, déjese abrazar.
101. Echar v. int. Caminar. Se utiliza en especial para pedir que se avive el paso, para apurar. Ej.: No pare, eche, eche. Eche usted adelante y yo echo atrás. También adquiere el significado de “arrancar”, “obrar de primero”. Ej.: Si quiere pelear, eche si se siente capaz.

XVI
9 de julio de 1991.
Para esta edición había recogido algunas voces de común uso en nuestro departamento, mas, al confrontarlas en los diccionarios, he encontrado que, o son colombianismos o americanismos. Tal el caso de bejuco, por airado, enojado, y de lempo, por grande. En esa condición, no cumplen los requisitos de voquibles propios de la región, por lo que los he desechado.
Los que vienen a continuación, salvo prueba en contrario, sí son empleados por nuestros coterráneos, particularmente los campesinos.
102. Si más expr.adv. Casi. Ej. : Si más no le alcanza el tiempo a la Asamblea Constituyente para aprobar la nueva Constitución. / Si más lo tumban.
103. Pluma f. Llave de agua. (Se oye con más frecuencia en Ocaña, aunque es un colombianismo prácticamente desconocido). Ej.: La chicha fuerte pone a la gente como una pluma.
104. Espipitar v. t. Soltar, entregar, dar. Ej.: Le vendo el campo pero espipite cinco millones. // Referir, contar, descubrir una noticia. Ej.: No nos tenga más en ascuas y espipite lo que sabe.
105. Chapiarse v. reflex. Ruborizarse, sonrojarse, ponerse colorado por efecto del clima. Chapiado, chapiada significa, pues, colorado. Ej.: Los de Pamplona y Chitagá se conocen por lo chapiados. (Existe el sustantivo femenino chapeta, muy castizo, de donde seguramente se derivó chapiado).
106. Nono, nona s. Abuelo, abuela. Ej.: ¡Qué dicha es tener los nonos vivos!
107. Registro m. Aproximación. Ej.: Merceditas no dura mucho soltera: ya le han hecho varios registros.// Clavarle el herrón al trompo del enemigo de resbalón.
108. Yelatal m. Helada. Ej.: ¡Qué guapa la gente del páramo para aguantar semejante yelatal!
109. Pelero, a adj. Bueno, excelente. Ej.: Esperamos que el próximo gobernador elegido popularmente nos salga pelero.
110. Escapitas adv. Casi. Ej.: Escapitas cogen a Tirofijo en La Uribe.

XVII
21 de noviembre de 1992
Las palabras que se dan a continuación han sido escogidas del habla común de las gentes del departamento Norte de Santander. Hemos tratado de mostrar las que son usadas con exclusividad o mayor énfasis en la región. Por tanto, se omiten las voces que, aparentemente, son nuestras, cuando, en verdad, en otras zonas de Colombia y en otros países de lengua castellana, se utilizan. La labor no es fácil puesto que surgen engañifas en voquibles supuestamente propios y, a la postre, se comprueba que en otras comarcas también los conocen, aunque su empleo sea escaso.
Con este breve exordio, veamos las voces:
111. A tira y jala loc. adv. A duras penas, con dificultad. Ej.: Juancito logró graduarse a tira y jala.
112. Julepe m. Entusiasmo, ánimo. Ej.: Hay que meterle julepe a las cosas complicadas. // Rabo, cola, nalgas. Ej.: ¡Niña, no gires tanto que se te levanta la falda y se te ve el julepe!
113. Tira-tira m. Carne dura del cuero de la res. (En otros lugares de Colombia le llaman rila). Ej.: Para comer tira-tira se necesitan buenos dientes.
114. Chinchurria f. Intestino del ganado vacuno. (Se usa en la provincia de Ocaña; en Cúcuta y Pamplona dicen chunchullo). Ej.: Bartolo no se puede emborrachar porque se vuelve una chinchurria.
115. Soco adj. Bobo, tonto, poco entendido. Ej.: ¡Luis, no sea tan soco de casarse con esa muchacha que es tuerta.
XVIII
Hoy, en el año 2012, me he permitido agregar un puñado de palabras; se destacan unas que he recogido de anécdotas ocurridas en el municipio de Ábrego, con mucho gracejo y sabor.
116. Pesantía f. Por el gesto del campesino se deduce que sufre una pesadez, una suerte de congestión estomacal.
117. Conduerma f. En el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua figura como un colombianismo que significa modorra o sueño muy pesado. Propiamente en nuestro medio campesino es embotamiento o la famosa “tontina”, estar con ganas de dormir cuando no debiera suceder.
118. La dicía expr.fam. Significa la pronunciación, la “decida” de alguna palabra extranjera o complicada. Es famoso el cuento del personaje de Ábrego que le pidió a un amigo que viajaba a Ocaña el favor de traerle un encargo: un champú Head & Shoulders. El amigo le contestó: yo con mucho gusto te hago el favor, pero lo arrecho es la dicía.
119. Juche adj. Mientras en Costa Rica significa alcahueta, entre nosotros se aplica para denotar inmadurez, tierno, lo que está aún biche. Ejs.: Esa mazorca no sirve para comer: está juche. No te casés, Moncho, que todavía estás muy juche.
120. Atocharse v.r. Atollarse, atascarse. Ej.: No pude llegar a tiempo porque me atoché en el camino embarrialado.
121. Sangripesado, a adj. Antipático, molestoso, inaguantable. Ej.: Cuando Toño se toma dos cervezas se vuelve sangripesado.
122. Chuchar v. t. Fornicar. También, acariciarse el hombre y la mujer, besarse.
123. Pasaomañana (hacerse el) expr.fam. Desentenderse, importarle poco un asunto a alguien, o fingir que la cosa no es con él. Ej.: Tere, ¿cuándo me pagás la plata que te presté? No te hagás la pasaomañana.
124. Caripelao, a adj. Descarado, conchudo. Ej.: Antiguamente, la mujer que no era virgen al llegar al matrimonio y se vestía de blanco era una caripelá.
125. Mogollo, a adj. Fácil. Ej.: Ese problema está mogollo de resolver.
126. Bolo s. Pene. El ejemplo gracioso está en el campesino a quien el médico le recetó una crema para aplicarse en el pene; el hombre caminó hacia la farmacia y antes de llegar a ésta ya había olvidado cómo debía pedir el producto; por eso se devolvió y le preguntó al galeno: dotor: ¿cómo fue el sobrenombre que usted le puso al bolo?
127. Güevo s. Tiene igual significado que bolo. Este término se ha extendido, de manera que en muchas partes es comprendido, lógicamente con su carga de malicia. En el ejemplo anterior el campesino pudo haberle dicho al médico: dotor: ¿cómo fue el sobrenombre que usted le puso al güevo?
128. Lujera f. Maravilla, algo perfecto, digno de admiración o de orgullo. Se deriva de lujo y, en lugar de elogiar una cosa diciendo ¡qué lujo!, se emplea ¡qué lujera! por remarcar el elogio. Ej.: ¡Si vieras la lujera de mujer que tiene José!
129. En bulla expr.adv. fam. En abundancia. Ej.: Ahora hay vendedores ambulantes en la calle en bulla.
130. Burriao, a adj. Bastante, desbordante, repleto. Ejs.: El capo Pablo Escobar tenía plata burriá. En esa batalla hubo plomo burriao (otro equivalente usado ya con frecuencia es “ventiado o ventiao”. (Arriba mentamos “burriar”, como colombianismo; aquí traemos el adjetivo por estar presente en la boca de cualquier aldeano).
131. Condenillo, a s. y adj. No podía faltar en el glosario esta emblemática voz de la provincia de Ocaña. Según las circunstancias, el condenillo puede sonar dulce y tierno, o admirativo, o de aparente reproche. Ejs.: Miguel es un condenillo para las mujeres (significa que es un perenne conquistador). ¿Cuándo te vas a ajuiciar, so condenilla? ¡Siempre me tumbó en el negocio el condenillo!

---------------------------------------------
26 de marzo de 2012

domingo, 25 de marzo de 2012

PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA”



NO ME DIGA TIO, ¿OYÓ?

Orlando Clavijo Torrado



En Colombia y Venezuela es común dar el título de doctor a todo profesional universitario. Así, obedeciendo a una tradición señorial, hablamos del doctor Virgilio Barco, que era ingeniero, del doctor Alberto Lleras Camargo, que no fue ni bachiller pero ganó doctorados honoris causa, del doctor Juan Manuel Santos, el actual presidente de la República, un economista, y hasta – sólo por consideración a su dignidad - del doctor Angelino Garzón, el vicepresidente, un activo sindicalista,. El máximo título y trato que se oye dentro de algunos estratos, incluso de profesionales, es el de “don”. Aunque en verdad tal tratamiento es democrático y pretende aplicar a todos el mismo rasero, lamentablemente, para ellos, no es signo de inteligencia, denota ordinariez.

Bien: convengamos en que tales estratos a nadie llamen doctor, pero hay algo más inaceptable: el tratamiento en boga de “jefe”, “patrón”, “tío”, “papá”, “mi rey”, “madre”, “mami”, “mamita”, “mi reina”, “mi amor”, “príncipe”, “varón”, “galán”, “calidad”, “parcero” y el “caballero” con cierto tonito. De pronto la gente que utiliza las expresiones “jefe” y “patrón” las encuentran refinadas, pero ignoran que ellos mismos se están rebajando a sirvientes y esclavos al mando de un amo. A mí todo ello me suena detestable y cuando el portero o el bombero o el embolador me dicen tío, al momento reflexiono: ¿este bicho es hijo de cuál hermana mía? , pero no me desgasto en discusiones porque sé que no van a entender.

Por el contrario, un excelente amigo y colega, actualmente vinculado a la Defensoría Pública, quisquilloso en extremo y cascarrabias, no tiene pelos en la lengua para decirle a quien le “falte al respeto”: “A mi dígame defensor, doctor, don Fulano, señor tal, pero no me diga tío porque yo no soy su tío por ningún lado”. A otro le canta: “No me calumnie; yo no soy su papá porque ni conozco a su mamá, ¿oyó?”. A quien le dice hermano tampoco le acepta: “¿Hermano de parte de padre o de madre?; mi mamá no tuvo hijos sino con mi papá, no sé la suya con cuántos hombres”. Si el aludido lo captó bien, le mentó la madre. A otro impertinente que lo trata de jefe o patrón lo emplaza: “¿Usted en qué empresa u oficina mía trabaja que no lo he visto?”.

En conclusión, es mejor, como dicen por ahí, jalarle al respetico. Por cultura, por elegancia, por convivencia.



orlandoclavijotorrado.blogspot.com

24 de marzo de 2012.

viernes, 16 de marzo de 2012

PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA”

A LA MEDIDA
Orlando Clavijo Torrado
Con la crónica anterior - Las Yoyas – mi primo Federico Canosa Torrado no ha parado de reír, según escribe a mi correo electrónico. Esos estímulos los recibo con reconocimiento y alegría, pues los escritores necesitamos de lectores que nos sigan, como los cantantes necesitan de los aplausos. Por su parte, el cordial amigo Luis Arturo Melo Díaz calificó de excelente el pasaje y me envía unos recuerdos de su natal Lourdes, un pueblecito de nuestro departamento, más allá del hoy derrumbado Gramalote, para que componga algo semejante a Las Yoyas. Con mis agradecimientos al doctor Luis Arturo, aquí va lo que sucedía allí en tiempos no muy lejanos.
Dado que las costumbres eran iguales – como aquella que también presencié en mi pueblo y que refiere en una obra el colega historiador y amigo José de la Cruz Vergel Jaimes, de algunas señoras en Ábrego de sentarse en los andenes a las tres de la tarde, con sus hijos reclinados en su regazo, a los que con gran maestría les sacaban los piojos y mataban con los pulgares, dejando el reguero de estos y de liendres en el suelo para poder contarlos –, estas, de los zapateros y sastres, no serían la excepción. No olvidemos a los peluqueros de los que siempre admiré la destreza de hacerles a la perfección la tonsura a los sacerdotes empleando como molde una moneda de cincuenta centavos. (La tonsura, para los que no la conocieron, distintivo que debían llevar los presbíteros, desde el Papa hasta el diácono, consistía en un corte circular en el centro de la cabeza con exposición del cuero cabelludo, como una diminuta plaza de toros. Supongo que el Concilio Vaticano II eliminó esa regla).
Carlos Julio Corredor tenía un método muy particular de tomar las medidas de zapatos y botines. El cliente ponía sus pies sobre una cartulina; el zapatero dibujaba la silueta, y quedaba listo el encargo. Por allí desfilaban los estudiantes del colegio Nuestra Señora del Rosario y el resto del municipio. Pero, además, el taller de Carlos Julio era una tertulia en donde corrían los chismes a discreción y se rajaba a gusto.
Tenía su par, Eudoro Montagut, el sastre. La gente adinerada le mandaba confeccionar su flux completo, de pantalón y saco – a los campesinos les gustaba que el saco les quedara bastante arriba de la cintura, como se ve en las danzas folclóricas - , del material más lujoso del momento, dril Naval, color blanco porque era elegante. Eudoro tomaba pacientemente las medidas, por aquí el largo del pantalón, por acá el talle, por abajo el ancho de la bota, hasta llegar a la entrepierna en donde el artista le hacía al caballero la pregunta del millón: don fulano, ¿usted de qué lado las carga? Entonces el cliente debía revelar su secreto a este confesor: del lado izquierdo o del derecho. Así, Eudoro sabía que a ese lado debía gastarle más tela para que el bojote le quedara holgado al usuario.
¡Qué tiempos aquellos! ¡De verdaderos artesanos! ¡Y de verdaderos machos! Quizá hoy Eudoro no pudiera satisfacer a la clientela porque en lugar de averiguar únicamente el lado más cómodo del sujeto para que las cargara - porque estaba seguro que las cargaba - , tendría que preguntar “usted, de qué lado es?”
Ocurre que con esto del unisex, los travestis, los transexuales …….no se sabe.

orlandoclavijotorrado.blogspot.com
16 de marzo de 2012

viernes, 9 de marzo de 2012

PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA”
LAS YOYAS
Orlando Clavijo Torrado

Este es un tema pasado de moda. Lo trato por una anécdota que oí en estos días, la que ilustra cómo están las cosas.
En épocas pretéritas la virginidad era una virtud; hoy es una mancha; me cuentan que en algunos colegios femeninos se burlan de las niñas que no han tenido experiencias sexuales, y las que ya probaron las tratan de tontas, atrasadas y aburridas. Contrario a mis tiempos en que tanto a varones como a mujeres se nos remarcaba que era una gracia celestial conservar la pureza, como ofrenda y respeto al propio cuerpo, templo de Dios, y a la Madre Santísima, símbolo supremo de castidad, y que tal tesoro se reservaba para regalar en el matrimonio. No digo que esto se cumpliera al pie de la letra y por todos, pero la prédica y la insistencia existían.
Por el honor de la estirpe, que radicaba en la virginidad de sus mujeres solteras, se mataba; los hombres debían vengar la afrenta con sangre, y a la desventurada, por haber deshonrado a su hogar, se la desterraba. Recuérdese que la novela de García Márquez, Crónica de una muerte anunciada, basada en un hecho real plasmado en un sumario penal, trata de la devolución de la desposada a sus padres porque el marido no la encontró virgen, y ante el escándalo y la vergüenza que la familia afrontó en aquel pueblo costeño, los hermanos de la novia decidieron darle muerte al cuñado.
En fin, que esos son valores antiguos que hoy ya no cuentan y corre uno el riesgo de pasar por desactualizado si los revive.
La anécdota refiere que el padre Jáuregui, de la parroquia de San Cayetano, cerca de Cúcuta, organizó una procesión solemne un día de mayo, fiesta de la Virgen María. Reunió a todas las jovencitas y las instruyó sobre el desarrollo de la procesión.
- Es natural que el estandarte lo porte una señorita, una virgen, de modo que cualquiera de ustedes lo puede hacer. Por ejemplo, usted, Estercita. La elegida respondió:
- Gracias padre, no puedo porque yo ya.
El sacerdote quedó abismado por la respuesta. Jamás hubiera imaginado que Estercita no fuera pura. Repuesto de su sorpresa, el presbítero creyó acertar y llamó a Isabelita y ésta, cabizbaja como la primera, le dijo:
- Padre, yo ya.
¿Qué está pasando con mi congregación consentida, la de las Hijas de María?, se preguntó abatido el párroco. Se la jugó entonces con Marujita, pues, imposible que con esa cara angelical y su voz tan dulce hubiera caído en los deleites de la carne, pero ella le dio la misma respuesta:
- Padre, yo ya.
El sacerdote agotó todo su inventario de muchachas tiernas y noblecitas, y no obtuvo sino la misma excusa: yo ya.
El pueblo, que es tan acertado en sus dichos y sarcástico les puso un nombre muy revelador: las Yoyas.
El pobre cura tuvo que echar mano de una niña de ocho años como portaestandarte, porque, de doce para arriba, yo ya.
orlandoclavijotorrado.blogspot.com
9 de marzo de 2012
CRONIQUILLA
LA FISCAL GENERAL
Orlando Clavijo Torrado
Ahora a la prensa le dio por decir la fiscala; claro que es castizo, pero estábamos tan acostumbrados a decir el fiscal, la fiscal, que aquello no nos suena bien a algunos. Pero el tema no es ese sino todo lo que rodea la elección de doña Vivianne Morales en el más alto cargo del ente investigador de la patria, como se anuncia con tanta ampulosidad.
Si un pobre mortal colombiano aspira a ingresar a la Fiscalía General en cualquiera de sus componentes – Fiscalía, CTI o Dirección Administrativa y Financiera – tiene que someterse a lo que se llama estudio de seguridad. ¿Qué es esto? La averiguación y el seguimiento que le practican por ver que no tenga o haya tenido enlaces con narcotraficantes, guerrilleros, paramilitares, terroristas, secuestradores, extorsionistas u otra suerte de peligrosos delincuentes, en fin, con maloso alguno, ni el aspirante mismo ni sus parientes cercanos. ¡Ay del que no sea virgen ante la justicia! ¡Pailas con su nombramiento! Pues bien: la Corte Suprema de Justicia no le hizo estudio de seguridad a doña Vivianne, de modo que no descubrió que su exmarido había sido un guerrillero, de los incendiarios del Palacio de Justicia, o si lo supo no le importó. Comentan las malas lenguas que cuando la doctora Morales olió que la iban a investir como fiscal general, se apresuró a separarse de Carlos Alonso Lucio y ya luego de nombrada, volvió a casarse con él. Por eso el presidente Santos sostuvo - ¿ingenuamente? – que la había postulado a sabiendas de que era soltera. ¿Quién le cree esa, doctor Santos? Más o menos una jugada parecida a la del presidente de Guatemala, Alvaro Colom, quien se divorció de su esposa para que ésta pudiera lanzarse de candidata a la presidencia. ¡Tan avispados!
La Corte, con el claro propósito de castigar al presidente Uribe, dilató por año y medio el nombramiento del fiscal, alegando un buen tiempo que sus postulados no eran penalistas. Pero, una vez salido Uribe y en la era ya de Juan Manuel Santos que volcó totalmente la terna de aquel, sí designó a la doctora Morales, que tampoco lo es.
Y, por último, la Corte la sacó fuera del estadio: sin el quórum y los votos reglamentarios – para lo cual varió el reglamento interno - , eligió a la doctora Morales, sesión y nombramiento que el Consejo de Estado, gracias a la demanda de un estudiante de último año de Derecho, declaró sin validez.
Por supuesto que decidir que cuanto la saliente fiscal realizó está viciado de nulidad acarrearía un caos jurídico y la inestabilidad del gobierno amén de la seguridad y la paz públicas. Ese no es el remedio. Empero, recuerdo que siendo yo fiscal especializado y llegaron las ayudas económicas y logísticas de los estadinenses para dotaciones y cursos previos al establecimiento del nuevo sistema penal acusatorio que ya se avecinaba, se nos enseñó una máxima de la doctrina norteamericana: el árbol envenenado no puede dar sino frutos envenenados. Entonces, ¿se aplica o no se aplica esa doctrina?
Y para ponerle punto final a estas disquisiciones: la Corte Suprema de Justicia acaba de proclamar lo que siempre se ha sospechado: sus errores son errores nada más, pero ya se sabe que no les perdona a magistrados de tribunal y jueces sus equivocaciones: esas son conductas delictivas, prevaricatos propiamente.
orlandoclavijotorrado.blogspot.com
5 de marzo de 2012.

jueves, 1 de marzo de 2012

PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA”

OCAÑA ESCRIBE
Orlando Clavijo Torrado

¡Enhorabuena por la producción literaria que se está dando en estos meses de autores de la provincia! He tenido la satisfacción de leer en este comienzo del año 2012 tres obras significativas, a saber: Chinácota, de la pluma del entrañable amigo Guido Pérez Arévalo, en edición de 311 páginas, salida en diciembre de 2011 de la Litografía Guevara, presuntamente de Cúcuta pues no dice el lugar de la empresa; El poder de la insistencia, una especie de memorias del también amigo Euclides Jaime González, con 213 páginas, editada por PVP Gráficos S. A. posiblemente de Bogotá ya que no se señala el lugar de la impresora, texto que se anuncia como primera edición en 2011 aunque entiendo que se trata de una ampliación y actualización del Libro abierto, de carácter autobiográfico; y El Ocañol – Diccionario ocañero, de Fredy Armando Trillos Vergel, con 314 páginas, sin pie de imprenta que diga el año, la editorial y la ciudad, pero barrunto que el año es 2011, en un texto amplio patrocinado por la Gobernación y la Secretaría de Cultura del Norte de Santander. Me informan que esta obra tiene su génesis en otra ya impresa con el título Diccionario de voces y expresiones de la provincia de Ocaña, 1986.
En un espacio reducido como es una columna periodística en que se deben conjugar la brevedad sustanciosa y la benevolencia del tiempo del lector, no es mucho lo que se pueda precisar y justamente en el caso de tres volúmenes, por lo que trazaré unos rápidos conceptos.
En cuanto al trabajo histórico del doctor Guido Antonio Pérez Arévalo es perentorio alabar la investigación y el hurgamiento en cuanto archivo pudo para plasmar el origen, el desarrollo y la actualidad de una de las poblaciones más antiguas del departamento, con 400 años y pico a cuestas. Guido aclara aspectos polémicos como si Chinácota fue fruto de fundación o de poblamiento por los propios indígenas, y el año natalicio.
El doctor Euclides Jaime, que nace en el corregimiento ocañero de Buena Vista un Viernes Santo mientras la procesión con el Santo Sepulcro pasaba frente a su casa, en un estilo impersonal –utiliza la tercera persona, método bastante difícil de administrar que no considero el apropiado en este caso - nos retrotrae - con gran placer para los que somos de pueblo – a aquellos tiempos elementales en que el baño se acostumbraba cada ocho días o aún más, a la cocina de fogón de leña, y a la vida de pocas comodidades de las aldeas; y puntualiza cómo adelantó sus estudios, con verdaderos sacrificios, y su conocimiento y conexión con los caudillos irrepetibles que tuvieron la provincia y el departamento – el muy audaz de Euclides aprovechó que al doctor Pabón Núñez se le cayó el escudo de senador, lo recogió, pidió cita para entregárselo y de ahí virtualmente arrancó su brillante trayectoria política -. Quiso Jaime González, a sus 79 años, dejar por escrito tantas vivencias antes que la memoria desfallezca y los rastros desaparezcan.
Al doctor Fredy Armando Trillos Vergel no tengo el honor de conocerlo. Veo, por la contraportada del libro, que ha sido prolífico en estudios publicados. Esta obra, El ocañol, según su autor, con sabroso picante, “Órgano oficial de la Real Academia de la Academia Ocañera de la Lengua”, que también ostenta escudo, recoge una buena cosecha de lo que yo denominé en un pequeño ensayo “localismos”, aunque mezcla expresiones que son conocidas en toda Colombia como si fueran genuinas de Ocaña, valga decir, “saber donde ponen las garzas”, “dos cucharadas al caldo y mano a la presa” y muchas más que, repito, no deben tomarse como ocañerismos. Esta observación no obsta para reconocer la paciente e inteligente tarea, y la agenda y el oído prontos para captar las palabras y modismos trajinados por la gente del común, y en especial de pueblos y veredas, con un excelente manejo del idioma y de las normas gramaticales.

1º de marzo de 2012

Datos personales

Mi foto
Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
PORTADA

50 años del Diario La Opinión

50 años del Diario La Opinión
cena en el Club del Comercio - 15 de Junio de 2010 - Columnistas

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Orlando Clavijo Torrado y Luís Eduardo Páez García junto a la foto del General Mateo Torrado, tío bisabuelo del primero, quien la donó. Don Justiniano J. Páez, abuelo del doctor Luis Eduardo, en su obra histórica al referirse a la guerra de los Mil Días, da fiel cuenta de las acciones del General Torrado en la contienda, en virtud a haber actuado como su secretario.

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Hermanos Clavijo Torrado, Orlando, Nora, Edilia y Olga. Julio de 2010, Ocaña - Junto a la bandera con la imagen del Libertador Simón Bolívar bordada por señoras de Ocaña al conmemorarse el primer centenario de la independencia (1910).

EN EL AGUA DE LA VIRGEN

EN EL AGUA DE LA VIRGEN
Orlando Clavijo Torrado, sus hijos, nietos y primos.

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
CONTRAPORTADA

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

MONOGRAFIA DE BUCARASICA - Olger García Velásquez

MONOGRAFIA DE BUCARASICA  - Olger García Velásquez
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007
Con sus hijos, de izquierda a derecha Cesar Octavio, Jaime Mauricio, Silvia Andrea y Orlando Alexander Clavijo Cáceres

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"
29 DE MAYO DE 2009. CÚCUTA.

En la Academia de Historia de Norte de Santander

En la Academia de Historia de Norte de Santander
Padre Edwin Avendaño, José Antonio Toloza (Q.E.P.D), Secretario de la Academia, y Orlando Clavijo Torrado