sábado, 23 de junio de 2012

PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA MI TABLERO ACRÍLICO Orlando Clavijo Torrado Remplaza a cualquier memoria de teléfono celular o de computador. Me gusta porque constantemente me recuerda en letras grandes los compromisos y fechas de interés. Antes colgaba de una puntilla clavada en la pared; ahora descansa en una caja de cartón, pero, a mi alcance, porque, insisto, constituye una gran ayuda para mi trabajo, mi salud, mis finanzas y hasta mi vida social. ¡Ah!, y al alcance de los niños. El cuento está en que mis nietos llegan como una tromba, pasan al estudio, y con la seguridad de saber en dónde se encuentra cada cosa del apartamento, se suben a la mesa del computador y se alzan hasta la repisa en donde guardo los marcadores para Cds., los marcadores de agua y los marcadores permanentes, así como saben el lugar de las galletas que siempre les mantengo en la cocina; allí, con una silla pequeña o sin ella se encaraman al mesón, abren la alacena y se llenan la boca y los bolsillos. El problema estriba en que casi siempre escriben en mi tablero acrílico con marcadores indelebles y por eso me toca lavarlo con jabón o limpiarlo con alcohol para quitar los matachos que prácticamente tallan allí. Por ejemplo, ahora estoy viendo que sobre la anotación de un compromiso – el matrimonio de una ahijada – me borraron la fecha y pintaron un cohete; al lado escribieron en orden los números romanos; en ese espacio había asentado las fechas de pago de ciertas facturas por lo que me veo forzado a buscar en el archivo para cerciorarme. Ellos no tienen noción del daño que causan. ¿Cómo me las arreglo para acordarme de cuándo es el estreno de una película? “¡Estos condenados!”, les digo, a modo de reproche, y me contestan “¡abuelo condenado!” “¿Por qué no escriben del otro lado del tablero y no en el de mi agenda?” Es inútil: les gusta más escribir sobre mis apuntes; quizás como ven que yo escribo allí, deducen que ese es el mejor lado para hacerlo, y sin consideración van borrando mis anotaciones y estampando todos sus mamarrachos. Pero a pesar de mi incomodidad, ahí están sus trazos y ahí se quedan –como dijo Samper –. Son las huellas de sus travesuras, de su ingenio, de su hiperactividad. Aún se lee opaco un registro importante: “2 de agosto, 10 a.m. - Consejo Superior de la Judicatura”. Se trata de una audiencia dentro de una investigación disciplinaria por reclamarle a un juez. ¿Me irán a joder? Otra frase quedó borrada: apenas se lee “esis”. ¡Ya recuerdo! Es la catequesis del mayor de los nietos que se prepara para la primera comunión y a la que debo llevarlo todos los sábados. Mi tablero blanco acrílico ahora es un desastre de manchones y borrones medio azules, medio rojos, medio negros, medio de todo. ¡Y como los abuelos nos volvemos tan permisivos! orlandoclavijotorrado.blogspot.com 23 de junio de 2012.

lunes, 11 de junio de 2012

Para el semanario La Provincia de Ocaña. EL SACRISTÁN Orlando Clavijo Torrado El escritor inglés William Somerset Maughan es autor de un cuento con este mismo título. La sustancia de su relato es el analfabetismo del protagonista que a la postre le sirvió para realizar grandes negocios; mi héroe, por el contrario, tiene otro cariz. Fue el padre Luis Antonio García Lemus quien lo contrató de sacristán. No recuerdo su nombre, pero me suena como Armando; de origen ocañero; tendría algunos dieciocho años o menos; de piel blanca, talla elevada y, según escuchaba yo a su alrededor de boca de las chicas, “muy simpático”, que era como decir de buena presencia. Varios “pegoticos” (1) nos metimos a oficiar como acólitos, más que por piedad y deseos de servir en la casa del Señor por otra cosa, propiamente, porque nos parecía divertido y nos sentíamos importantes llevando sotana blanca, tocando las campanas, portando la cruz alta y los cirios, ayudando a bautizos, matrimonios y entierros - por los que nos pagaban una suma que nos parecía fabulosa y alcanzaba para un buen puñado de caramelos – y repitiendo sin entender ni pío las frases en latín “confiteor Deo Omnipotenti” y “mea culpa, mea culpa, mea máxima culpa”. En verdad no sé cómo nos libramos de que nos hubiera causado algún daño físico grave, ya que el hombre era dañado, corrompido (2). Véase si no: mientras el sacerdote despachaba el sermón, el tipo nos convocaba a la sacristía para que lo viéramos fumar un cigarrillo que despedía una deliciosa fragancia, tal vez Lucky Strike o Marlboro; de pronto se soltaba a bailar retorciéndose y terminaba prácticamente haciendo streap tease. No puedo negar que, inocentes de cuanto significaba, aquello nos producía verdaderos ataques de risa. ¡Qué tipo tan gracioso! El espectáculo duraba el tiempo de la homilía; cuando calculaba que el sacerdote iba a concluir, se arreglaba rápidamente y salía a recoger la limosna, todo solemne y estirado como un santo. Dado su éxito con las mujeres, a falta de un lugar privado para besarlas las llevaba al cuarto de las imágenes sagradas, y allá, ante la mirada de San Antonio de Padua, la Magdalena y compañía, las apercollaba contra el muro. El padre García en una ocasión lo sacó a fuete. El gobierno de este sacristán finalizó cuando se le antojó robar la alcancía de la Virgen del Carmen. El párroco llamó a mi padre para referirle lo ocurrido y oír su consejo. Aquella mañana aún no se sabía quién era el ladrón. Mi papá, cual un Sherlock Holmes, examinó la escena del crimen y buscó huellas. “¡Aquí están!” le dijo al presbítero. Entre los dos siguieron las pisadas de unos zapatos Croydon, “pata grande”, que partían de la columna en donde estaba adosada la alcancía, cruzaban la iglesia, y salían por una puerta lateral, pero se perdían en el empedrado de la calle. Sin embargo, volvían a aparecer en el solar de la casa cural y continuaban en dirección al monumento de la Virgen de Fátima, claro indicio de que el salteador había emprendido viaje fuera del poblado, presuntamente hacia Ocaña. Se alertó a la Policía y ésta pronto capturó al sospechoso. Lo pusieron a cantar, y cantó muy bonito su delito. El dinero, sin embargo, no se recuperó. En aquellos tiempos existía la sanción policiva de destierro, de manera que el alcalde se la aplicó para que de por vida no regresara por el contorno. El sacristán, entonces, abandonó el pueblo dejando tras si el aroma de los cigarros, a las doncellas suspirando, al padre enojado y la alcancía de la Virgen vacía. (1) Pegoticos: niños. (2) Corrompido: El Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua no trae el adjetivo corrompido sino corrupto. Sin embargo, está extendido el uso del término y gramaticalmente es perfectamente explicable. Varios diccionarios modernos sí acogen corrompido. Viene del latín corrumpere. orlandoclavijotorrado.blogspot.com 9 de junio de 2012.

viernes, 8 de junio de 2012

CRONIQUILLA REVISTA HACARITAMA Orlando Clavijo Torrado En el año 77 de su fundación la Academia de Historia de Ocaña acaba de publicar el pasado mes de mayo el número 278 de su órgano de divulgación, la Revista Hacaritama, que la dirige un comité editorial compuesto por monseñor Leonel Pineda Guerrero, Pedro Santana Barbosa y Luis Eduardo Páez García, todos con pergaminos de historiadores y escritores y progenitores de obras serias y bien fundadas sobre la génesis y la marcha de Ocaña y la provincia. Este número está dedicado a uno de los fundadores de la Academia, don Jorge Pacheco Quintero, nacido en Ocaña el 20 de septiembre de 2011 y fallecido en Bogotá el 30 de mayo de 1982, cabalmente hace treinta años. Cuando Lucio Pabón Núñez se hallaba en España y conoció de él a través de un periódico llegado de la tierra lejana exclamó: ¡no solamente es un poeta, es algo más, un gran poeta, el mejor poeta norteño después de José Eusebio Caro! La revista trae una esmerada selección de poemas. Entre tanta armonía y placer, miremos como muestra éste, Barriecillo, que retrata los andares de la lejana juventud por esquinas y recodos: “Barriecillo de mi pueblo, / humilde rincón de nardos /, donde las niñas ingenuas /, sueñan flores de naranjo, / y en las vigilias cosechan/ agrios limones de llanto//. Con el candil de tu luna / mis amores se alumbraron, / y anduve por tus callejas / haciendo tiros, borracho, / o embalsamando la brisa / con mis canciones de sándalo.// Yo soy aquel a quien viste / por una novia llorando; / yo soy aquel que tenía / las coplas a flor de labio, / el labio en el corazón, / y el corazón en la mano.// ¡Soy aquel! …¿Me reconoces? / ¡Tú también estás cambiado! / ¡Barriecillo de mi pueblo / - San Agustín de los nardos - / mis endechas y canciones / nunca fueron a otro barrio! Maestros como Antonio Cacua Prada, Luis Eduardo Páez García – actual presidente de la Academia -, José Luis Villamizar Melo, Fernando Galvis Salazar, Armando Gómez Latorre y Mario Javier Pacheco García, en notas y artículos atildados le rinden tributo al excelso bardo, justo y oportuno en estos tiempos en que nos vamos olvidando de los hombres que fulguraron en nuestro firmamento y por los que hoy tenemos un reconocimiento como comarca de la inteligencia y de la cultura. Y antes de que los huracanes de las nuevas modas que quieren arrasar con todo barran también con nuestro lenguaje típico, la revista reimprime una serie de 17 entregas que titulé “Localismos” publicadas de 1988 a 1992 en este diario, también reproducidas en la página web de la Playa de Belén por gentileza del doctor Guido Pérez Arévalo. Son 131 vocablos; el primero es: “Afrijolar. v.t. Acertar, acomodar, ajustar. Ejs.: Pedro le afrijoló un tiro a Juan. A la señorita Nicasia le afrijolaron un hijo”. Aconsejo leer este pequeño ensayo, como un reencuentro con nuestra idiosincrasia. orlandoclavijotorrado.blogspot.com Cúcuta, 8 de junio de 2012

domingo, 3 de junio de 2012

CRONIQUILLA LA CULTURA DE LA SANCOCHERÍA Orlando Clavijo Torrado ¡Oiga, pero qué atavismo tan fuerte el de nosotros que no nos permite conservar las cosas bellas, cuidar lo valioso, respetar, disfrutar de lo mejor! ¡Qué predilección por la chabacanería, por aparecer incultos y de mal gusto! Digo esto tomando como ejemplo la degradación a que han llevado los vendedores ambulantes la plazoleta y los alrededores de Ventura Plaza. La imagen de Cúcuta mejoró indudablemente con la construcción de Unicentro y Ventura Plaza pues si bien antes existían almacenes de cadena, no se contaba con megacentros comerciales de ese tipo. En verdad la ciudad tomó un aire de modernidad y valga reconocer que los constructores se preocuparon por el paisaje y los contornos de cada centro, con fuentes, jardines, senderos vistosos y amplios espacios exteriores. Las fuentes en el interior de Unicentro son un verdadero relax por el grato murmullo del agua y el bosque en miniatura de las jardineras. Por fortuna, y no sé por qué misteriosa razón, el entorno de Unicentro lo han respetado los tinteros, morcilleros y demás enjambres de feriantes. (También, por fortuna, del parque Santander desterraron a brujos y buhoneros que ya estaban ofreciendo gallinas vivas y dejaron solo a lustrabotas y fotógrafos. Tal cual gitana deambula por allí con su cantilena: le leo la mano, o socórrame para un pan). Al contrario, con los alrededores de Ventura Plaza, cuyo diseño, repito, es elegante y cómodo, estos señores y señoras no han tenido consideración al convertirlos en cocinas para chuzos y arepas; el humo y el olor de tales frituras, más el de perros calientes y empanadas que destilan colesterol, contaminan el ambiente, mientras los heladeros, dulceros y vendedores de minutos de celular complementan el cuadro de un bazar parroquial. Se perdió lo que la empresa constructora de Ventura Plaza le regaló a la ciudad. Se avecinan justas importantes en este año como el Congreso Nacional de Restauranteros a realizarse los días 25 y 26 de octubre, que será el preámbulo de los XIX Juegos Nacionales del 3 al 17 noviembre y de los Terceros Juegos Paralímpicos Nacionales del 24 de noviembre al 2 de diciembre. ¿Qué les vamos a mostrar a la gran cantidad de deportistas y visitantes? ¿Ventorrillos por todas partes y merenderos callejeros, con el mal aspecto que representan? Y si es que no se alcanzan a tapar para esas fechas, ¿huecos al por mayor? ¡No joda! ¡Querramos la ciudad, embellezcámosla, no la ensuciemos, sintámonos orgullosos de que sea decente, amable, limpia, ordenada y disciplinada! ¡Ya basta de la cultura de la sancochería y que las autoridades competentes contribuyan asumiendo de inmediato el compromiso de erradicarla! andoclavijotorrado.blogspot.com 31 de mayo de 2012

CRONIQUILLA --- CHANCHULLO

CRONIQUILLA

CHANCHULLO

Orlando Clavijo Torrado



Alguien muy simpático me preguntó:

- ¡Oiga, toche! ¿Verdad que nos quedamos sin la chicha, el chocolate y la llave?

- No le entiendo, le repliqué.

- Se lo digo - repuso el amigo - porque oí que por disposición de la Academia de la Lengua Española quedaron prohibidas la ch y la ll. ¿Qué sabe sobre eso?

- No, toche - le respondí. Ha entendido mal. Desaparecen como letras del alfabeto la ch y la ll pero no el sonido, porque imagínese que nosotros no podamos volver a decir toche sino toce. ¡Cómo se oiría chulo si le quitáramos el sonido de la ch!

Justamente el contertulio me hizo recordar los ejemplos que nos ponía en el bachillerato un profesor de gramática. "Jamás escriban chulear y chulo sin h y cajón con g", repetía el gracioso catedrático. No olvidemos que en Colombia chulear es marcar con un chulo o símbolo que representa al animalito, mientras que en otros países tiene distintos significados.

Metámosle algo de historia al tema. Las letras ch y ll fueron incorporadas al alfabeto castellano en 1800, esto es, que perduraron 210 años. Su prestigio ya tambaleaba por los años 1950 cuando se empezó a cuestionarlas, a acusárselas de entrometidas, de que se las daban de letras no siendo más que un par de señoras juntas que ocupaban un lugar en los diccionarios que no les correspondía cuando debían de estar en los apartes dedicados a la c y a la l, al contrario de las demás que por sí solas sí eran verdaderas letras. La cosa se mantuvo en la cuerda floja hasta que la Real Academia Española de la Lengua en 1999 las bajó definitivamente a la categoría de dígrafos, y en el diccionario de la misma entidad del 2000 ya no figuraron como letras; desde entonces se erigió como dogma que el alfabeto español no se componía de 29 sino de 27 letras. Pero, con anterioridad, el X Congreso de Academias de la Lengua Española celebrado en 1994 había declarado que la ch era un dígrafo y no una letra, por lo que quedaba vigente solamente la letra c. De hecho, en los diccionarios de unos años acá los dos fonemas no aparecen en capítulos separados. Para abundar en explicaciones digamos que según los expertos los dígrafos ch y ll son una combinación de dos signos gráficos simples del alfabeto.

La defunción de la ch y la ll - o che y elle, según aconseja la Academia que se deben llamar y escribir - ocurrió oficialmente el 28 de noviembre de 2010 en la Feria del Libro de Guadalajara, en donde los representantes de las 22 academias de la Lengua Española proclamaron por medio de un solemne y sabio vocero: La ch es simplemente un sonido africado palatal y la ll un fonema lateral palatal. El portavoz anunció la aprobación de la nueva edición de la "Ortografía de la lengua española" que salió el 17 de diciembre de 2010.

Academia dixit, y en adelante no se admiten pataleos ni objeciones.

En resumen, desaparecen como letras la ch y la ll pero no su uso, su sabroso sonido y las palabras que las contienen como chupar,chorizo, charlar, cháchara, Chucho, chorrear, cucaracha, chica, y ¡chao!, calle, bulla, llorón, lleve, rollo, canalla, y, por supuesto, croniquilla, toche y chanchullo, tan de moda esta última por los días que corren gracias a los descubrimientos de los investigadores judiciales.

orlandoclavijotorrado.blogspot.com



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Bucaramanga, 13 de julio de 2011

Datos personales

Mi foto
Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
PORTADA

50 años del Diario La Opinión

50 años del Diario La Opinión
cena en el Club del Comercio - 15 de Junio de 2010 - Columnistas

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Orlando Clavijo Torrado y Luís Eduardo Páez García junto a la foto del General Mateo Torrado, tío bisabuelo del primero, quien la donó. Don Justiniano J. Páez, abuelo del doctor Luis Eduardo, en su obra histórica al referirse a la guerra de los Mil Días, da fiel cuenta de las acciones del General Torrado en la contienda, en virtud a haber actuado como su secretario.

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Hermanos Clavijo Torrado, Orlando, Nora, Edilia y Olga. Julio de 2010, Ocaña - Junto a la bandera con la imagen del Libertador Simón Bolívar bordada por señoras de Ocaña al conmemorarse el primer centenario de la independencia (1910).

EN EL AGUA DE LA VIRGEN

EN EL AGUA DE LA VIRGEN
Orlando Clavijo Torrado, sus hijos, nietos y primos.

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
CONTRAPORTADA

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

MONOGRAFIA DE BUCARASICA - Olger García Velásquez

MONOGRAFIA DE BUCARASICA  - Olger García Velásquez
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007
Con sus hijos, de izquierda a derecha Cesar Octavio, Jaime Mauricio, Silvia Andrea y Orlando Alexander Clavijo Cáceres

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"
29 DE MAYO DE 2009. CÚCUTA.

En la Academia de Historia de Norte de Santander

En la Academia de Historia de Norte de Santander
Padre Edwin Avendaño, José Antonio Toloza (Q.E.P.D), Secretario de la Academia, y Orlando Clavijo Torrado