domingo, 17 de febrero de 2013

PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA” MAGNIFICO VIADUCTO Por Orlando Clavijo Torrado “¿Cómo le parece la inversión de 163.000 millones de pesos a Bucarasica?”, me dijo en estos días un amigo. Yo, que conozco muy bien dicha población y sé que no tiene sino una sola calle empinada, con el parque más pequeño de todas las cabeceras municipales, y que todo allí es en miniatura, no le entendí la ironía, y me representaba idealmente en dónde podía caber tanto billete pues el terreno no alcanza para levantar edificios, puentes, calles o cualquier otra construcción de alguna envergadura. “¿Enchaparon de oro la alcaldía?”, le pregunté, “o le instalaron un teleférico desde La Sanjuana?”. Poca gente, aún en la gobernación del departamento, conoce que existe el municipio de Bucarasica, y menos aún que el corregimiento de La Curva está en su jurisdicción. (Dudo de que al joven y humilde alcalde lo hayan invitado a la inauguración del viaducto o lo dejen asomar y menos posar para la foto histórica). Los periodistas, cuando informan de lo que allí acontece – siempre algo negativo como accidentes de tránsito, deslizamiento de la montaña en formación, secuestros y asaltos –, asumen que La Curva pertenece al municipio de Sardinata; nadie está enterado de que los límites de Bucarasica tocan también con el municipio de Ábrego. En contraste con su población, sus linderos son amplios. La aldea de La Curva recibió el nombre de “Uribe Uribe” en los años 30 del siglo XX; fue rebautizada así por el pequeño grupo de liberales que la convirtió en un fortín, los que sostenían que en la guerra de Los Mil Días el general Uribe habría pasado por allí; pocos años después el Conservatismo volvió a hacerse mayoritario. En un principio se había llamado Malabrigo, al igual que una vereda de Ábrego. En los años 50 los operarios de la carretera la denominaron La Curva. Promediando los años 60 fue un puerto terrestre con gran auge comercial gracias a personajes dinámicos y de considerable fortuna como Juan Vaca, Blas Peñaranda, José Isabel Quintero, Isaías Sepúlveda, Rafael Rosas, los Criado, los Ascanio, los Arévalo, los Calderón y los Rangel. Hasta hace 40 años hubo puesto de Policía, pero ocurrió que un maestro de escuela se embriagó hasta los calzoncillos y los agentes no tenían más que hacer que llevar jumados al calabozo; a éste, además, le propinaron una paliza; el maestro le puso la queja a su primo que era Director de Justicia del Departamento, quien la cursó al Comando de Norte de Santander: el villorrio se quedó en adelante sin quien controlara ni los borrachos. La presencia continua de guerrilleros obligó a montar una base del Ejército y tanques de guerra arriba del serpenteado caserío. ¿163.000 millones para Bucarasica? Mi contertulio me sacó al fin de mis cavilaciones: “Se trata del viaducto de La Curva. Todo ese platalón y más todavía costó pues hay que contar los recursos que le invirtieron antes a la carretera”. Convinimos en que en últimas no importa cuánto dinero consumió sino el beneficio que involucra: en adelante ya no veremos tractocamiones volcados en mitad de la ruta, o microbuses pegados al abismo arriesgándose a cruzar por dos metros de carretera. ¡Quiera Dios que no haya más víctimas mortales en ese antes pequeño tramo arqueado de la vía entre Cúcuta y Ocaña! En verdad la obra ingenieril es impresionante y admirable en aquella terrible hondonada humedecida por las aguas de la quebrada Las Indias. Merece todos los encomios. Llegó el momento, entonces, de que Bucarasica salga del anonimato puesto que tendrá algo digno de mostrar: el viaducto de La Curva. orlandoclavijotorrado@yahoo.es 17 de febrero de 2013.

sábado, 16 de febrero de 2013

CRONIQUILLA ¿VAMOS PA LANTE O PA TRAS? Orlando Clavijo Torrado Realmente uno no sabe qué califican los señores encargados de evaluar, por ejemplo, el desempeño de los gobernadores, para que al de nuestro departamento lo ubiquen en el 11º puesto entre los 32, concretamente, para que le otorguen una posición tan alta. Mientras exista una carretera como la de Cúcuta – Ocaña en tan pésimas condiciones, y mueran conciudadanos allí, no es posible éticamente que alguien sea acreditado como buen gobernante. Ello es un insulto a la inteligencia y al buen criterio de los nortesantandereanos. Las firmas comerciales de sondeos y análisis que pregonan datos semejantes nos creen bobos; faltan, además, al deber de descubrirle al mandatario la verdad, aunque suponemos que esa mentira no se la cree ni el mismo jefe seccional. Y no solo se raja el gobernador en vías públicas: mientras no se combatan contundentemente los violadores de la ley de toda laya; mientras continúe la inmoralidad en la contratación; mientras sea normal que los alcaldes no asistan en sus municipios y vivan en Cúcuta, al igual que sus demás burócratas; mientras haya escuelas sin maestros, ni pupitres, ni materiales de enseñanza; cero puestos de trabajo; centros de salud del departamento que no funcionen o funcionen mal; en fin, mientras exista tanto desgreño administrativo, y poco importe si el departamento en general sea moderno, rico y confortable o no, progrese o se retrase, un gobernador jamás puede ser llamado buen gobernador. Son más objetivas y claras las personas encuestadas entre el 18 y el 21 de enero del presente año por una firma local al calificar al gobernador con 2,34 en la escala de 1 a 5, en su gestión del 2012, en contra del amañado concepto de los caballeros bogotanos del Centro Nacional de Consultoría y CM&, los que definitivamente se pifian y pretenden embaucarnos y ningún beneficio nos prestan elevando a noticia nacional una valoración fantasiosa. Y que el mismo fundador del movimiento “Un Norte pa lante” (léase en buen castellano “Un Norte para adelante”) y administrador de empresas Edgar de Jesús Díaz diga que se ha mantenido en estos 13 meses en el puesto 10º por agenciar en pro del desarrollo, es otro amargo engaño. Justamente, en la segunda semana de este mes hubo enérgicas protestas porque Santander se nos volvió a meter al rancho a través de su seccional de Comfenalco para “censar y, posteriormente, reconstruir 2.722 viviendas para los damnificados de la ola invernal de 2010 y 2011” (editorial de La Opinión del jueves 14 de febrero de 2013), pasando por encima de sociedades y profesionales nuestros. ¿Qué traduce ello? Simple falta de entereza y de diligencia de quienes fueron elegidos para administrar esta gran empresa que se llama Norte de Santander. La opinión pública está reversando en cuanto estimó que nunca se les había dado oportunidad a las gentes de Atalaya, por ser de estrato pobre, y había sonado su hora, para que llegaran al palacio de la Cúpula Chata y a la Alcaldía Mayor de Cúcuta. Tomaron el turno y vaya fiasco el que ha sufrido la susodicha opinión. La escogencia del abogado Donamaris Ramirez Lobo, de estrato alto y apellidos de postín, se barruntó que era una solución para la ciudad capital, luego de tres administraciones de escándalos y desorden, mas el desencanto pronto cundió. La calificación de 2,09, tan vergonzosa como la del gobernador, apenas corresponde al estado deplorable de la urbe, con Unidades Básicas de Salud cerradas, servidores municipales y profesionales contratados a través de las tramposas OPS (orden de prestación de servicios) sin que se les pague, calles destrozadas, escuelas maltrechas, despelote en las vías por cuenta de la falta de autoridad y de reglamentos, miles de desempleados, la inseguridad reflejada en atentados y asesinatos frecuentes, y el caos entronizado sin que nadie responda. Sería un insensato quien se atreva a puntuar a este alcalde entre los sobresalientes, como pasó con su antecesora a la que una revista de Bogotá le dio el título del mejor alcalde de Colombia, galardón sin duda pagado por ella, como pagados por sus subalternos aduladores fueron los pendones que colgaron en los postes publicitando el falso logro. ¿Qué queremos? Que ni desde aquí ni desde ninguna otra parte nos sigan vendiendo la falsa idea de que tenemos los mejores gobernantes. Ahora, como a éstos aún les queda un tramo de mandato, pueden enmendar la plana y de pronto conquistar de verdad ese esquivo y honorífico diploma. ¿Qué han significado hasta ahora los eslogans “Un Norte pa lante” y “Cúcuta para grandes cosas”? Cada uno saque sus conclusiones. orlandoclavijotorrado.blogspot.com Cúcuta, 15 de febrero de 2013.

miércoles, 13 de febrero de 2013

PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA” EL ASESINO Orlando Clavijo Torrado Los verbos oír y escuchar están bien diferenciados. Oye el que capta el sonido, y escucha el que no solo percibe el sonido sino que asimila el contenido o el mensaje. Por ello se ha sostenido que escuchar es un arte. Entonces, decir que hay que escuchar con atención suena a pleonasmo. Pero hace falta repetirlo: se debe escuchar con atención, con interés, con fidelidad y con un buen propósito. No escuchar bien, con distorsiones, puede ocasionar no solo malentendidos sino agravios, disturbios y hasta tragedias. En cierto pueblo había una señora que adolecía de ese defecto: escuchar a medias. Y vean ustedes en las que metió a un fulano. Pongámosles nombres a los personajes: a ella la llamaremos Eufrasia y a él Ruperto. Resultó que Ruperto compró un cerdo, lo llevó a su finca y lo metió al corral para su engorde. Decretado el día de su muerte, fue a buscarlo pero el animal olió el tocino, léase su suerte, y aprovechando que había quedado mal amarrado, se escapó de la marranera. El hombre lo persiguió por las sementeras hasta que logró darle alcance en un zanjón, el preferido del gruñón para revolcarse; allí lo sometió y le propinó un garrotazo. El cochino aún así tuvo fuerzas para levantarse y emprender de nuevo la huida de manera que el dueño, en vista de que le tomaba ventaja, tomó una escopeta y le disparó certeramente. Cuando llegó al sitio en donde agonizaba, le asestó una cuchillada y ya el puerco estiró las pezuñas. Ruperto contaba estos episodios con mucho entusiasmo a quien se le atravesara, pero todo varió el día en que se encontró con un compadre y comenzó a narrarle aquello. Eufrasia llegó al lugar, cerca de ellos, cuando Ruperto, echándole picante al cuento, le narraba a su contertulio: “Vea, compa, ¡qué tipo tan duro para morirse!; ¡y cómo chillaba!, ¡qué cuero tan duro, a pesar de ser tan blanco!; primero le pegué un garrotazo, se paró y salió corriendo y a la distancia lo derribé de un tiro, luego me acerqué adonde él cayó, le metí una puñalada por la barriga y ahí sí entiesó las patas”. Por supuesto, cuanto oyó Eufemia fue esto último. Su asombro fue mucho. Y su escándalo. Mas no indagó de qué y de quién se trataba. De inmediato buscó a sus amigas para regar la fama de Ruperto como asesino; las viejas les contaron a sus esposos y así el cuento lo supo todo el pueblo. Ruperto empezó a sentir miradas de reproche y desprecio; lo esquivaban sin disimulo. La gente se preguntaba por qué él pasaba frente a la estación de Policía y allí no lo capturaban. En el mercado público lo señalaban en voz baja. “Lo acribilló miserablemente”, comentaban unos; “lo mató con todo lo que tenía, palo, cuchillo y pistola”, murmuraban otros; “era un hombre blanco y simpático, todo un papacito”, se lamentaban las muchachas; “el tipo no era de por acá”, coincidían todos. En vista de situación tan embarazosa Ruperto abordó resueltamente a su amigo más querido y le preguntó por la razón de que todo el mundo lo estigmatizara. El amigo le explicó: - ¡Hermano! ¿Le parece poco lo que usted hizo? - ¿Y qué fue lo que yo hice, hermano? , preguntó Ruperto. - Pues nada más ni nada menos que rematar en un callejón a un señor de piel blanca a palo, cuchillo y plomo. Y aseguran que usted no le perdonó la vida a pesar de que el hombre corría y gritaba. - ¡Por favor, hermano!, protestó Ruperto. ¡Yo qué voy a matar a nadie, a un ser humano! ¿Asesino yo? ¡Al que maté fue a un marrano blanco! Comprendido todo, los dos amigos no tuvieron más que echarse a reír. Ruperto todavía quedó intrigado por la causa del embrollo y se dio a cavilar de dónde había salido un cuento tan inverosímil. Pronto encontró la respuesta: ¡Claro, la chismosa de Eufrasia! orlandoclavijotorrado.blogspot.com 12 de febrero de 2013

martes, 5 de febrero de 2013

PARA EL SEMANARIO LA PROVINCIA DE OCAÑA EL OVEJO PASADO A CUCHILLO Por Orlando Clavijo Torrado En verdad se ignoraba por qué le habían acomodado el mote de Ovejo. ¿Tal vez debido a su baja estatura, su cuerpo relleno y su piel blanca? ¿Tenía lana o era velludo? No, propiamente. En cualquier caso, todo el mundo lo distinguía como el Ovejo. El nombre se le había borrado; pocos sabían que se llamaba Pedro. Pedro Rodríguez. Estaba muy joven y se había enganchado en la compañía encargada de abrir la carretera que conectaría al caserío con la carretera central. Al Ovejo le habían confiado una potente excavadora Caterpillar. (La gente del lugar le tenía otro nombre al aparato: la catapila). Tener a su mando una catapila lo hacía muy feliz; tal honor no se le dispensaba a cualquier trabajador carreterano. Su mamá Griselda también vivía orgullosa del alto puesto de su único hijo. Y la verdad es que el Ovejo se veía bien alto al frente del volante de la catapila. Aquel día fue el día de la Virgen del Carmen. El administrador de la compañía dispuso brindarles a los operarios un ágape a todo dar, con suficiente carne y cerveza. Para el efecto había encargado un ovejo; el que le trajeron de Venezuela, de 15 meses, pesaba 65 kilos. Era un magnífico ejemplar de raza blakc belly o barriga negra. Una semana antes lo habían llevado al campamento. Algunos obreros opinaban que un animal tan hermoso no debían sacrificarlo. Miguel era el amigo más fiel de Pedro Rodríguez y no estaba al tanto de los preparativos para la comilona, de manera que cuando le oyó comentar al administrador que habían matado al ovejo de una puñalada en el cuello, sintió un gran terror y corrió a comunicarle al primero que se encontrara, que fue su compañero Hernán. “¡Hernán, mataron al Ovejo!”, le dijo en el paroxismo del dolor. Su colega se llevó las manos a la cabeza y exclamó:”¡No puede ser! ¡Si yo lo vi esta mañana recochando con la novia! ¡En seguida voy a avisarle a la tía que vive cerca!”. Miguel, mientras tanto, siguió esparciendo la noticia. Hernán estuvo en pocos minutos en casa de doña Gertrudis, la tía de Pedro Rodríguez, y haciendo un gran esfuerzo le anunció la desgracia. Aquello fue la barahúnda, todo el mundo lloraba, llamaban al Ovejo, la señora se preguntaba “¿Por qué, Ovejito, te fueron a asesinar tan miserablemente?”, y se desmayó, pero una vez repuesta dijo que no quedaba más remedio que enterar a la madre de Pedro. “¡Pobre hermana mía!” – se lamentaba -. “¿Cómo podré darle semejante novedad?”. Y se alistó para salir a buscar un teléfono de aquellos que Telecom tenía instalados en el parque del pueblo. Por fortuna Hernán se ofreció a acompañar a Gertrudis. En el trayecto apareció otro compañero quien le preguntó si no pensaba ir a la comida de ovejo. “¿Y es que todavía tienen el descaro de tragárselo?”, reclamó doña Gertrudis. “Sí, y bien asado, ¿entonces para qué es un ovejo sino para comérselo? replicó el muchacho. “Para eso lo compró la compañía y lo tenía engordando”, agregó. “Ay, mano- dijo Hernán – yo pensé que al que habían matado era a nuestro amigo el Ovejo”. El otro le respondió: “¡No sea toche! Ese está vivo y a estas horas ya se estará comiendo a su tocayo”. Doña Gertrudis enjugó sus lágrimas y una vez aclarados los disparates volvió a llorar pero de risa. Aunque parezca un cuento, no lo es. Todo ocurrió en uno de nuestros queridos pueblos nortesantandereanos hace largos años. Los nombres se han cambiado pero el Ovejo sigue siendo el mismo. orlandoclavijotorrado.blogspot.com 3 de febrero de 2013.

viernes, 1 de febrero de 2013

CRONIQUILLA TIERRA Y CAMPESINOS Orlando Clavijo Torrado No sé por qué pero a mi se me antoja que los científicos bogotanos que han examinado el tema agrario en cómodos despachos y salas alfombradas, señores de saco y corbata, impolutos y de manos de seda, poco saben en el terreno mismo y mucho en gruesos volúmenes de pura teoría. Lo digo por lo que he visto, experimentado y analizado en municipios de mi departamento Norte de Santander, en donde no hay latifundios sino plantíos de pocas hectáreas, y lo predominante es el cultivo y la producción a baja escala. Así, un campesino con una vaquita que a lo sumo le rinde cinco litros de leche diariamente, apenas suficientes para alimentar a su familia y si acaso para vender dos, ¿qué industria lechera puede crear?, ¿podemos esperar de él que exporte a Centroamérica o a España? ¿Y qué diremos del que sólo puede sembrar una hectárea de yuca – que es lo común en nuestras fincas -? Como este podríamos traer más ejemplos. Necesariamente, para producir en cantidades a escala mayor aptas para el consumo nacional y la exportación se requiere suficiente tierra, fuerte inversión de capital privado o de ayuda oficial, mano de obra calificada, vías de comunicación excelentes, infraestructura, tecnificación, sitios de acopio, entre otros factores. Lo otro es producir en una economía raquítica –una arroba de frijol, dos bultos de papa por finca, un costal de naranjas, diez huevos criollos para vender en el vecindario – con lo que el labriego ni sale de la pobreza ni aporta – porque no puede – a ninguna gran industria. Me consta cuando he ido a alguna población cómo una muchachita de la vereda recorre las calles medio día ofreciendo una gallina y pasa las verdes y las maduras para que se la compren. El padre de esta chica ¿qué granja avícola puede tener si apenas dispone de una gallina para la venta el domingo? ¡Ninguna! ¿Cuánta leche se requiere para fabricar una buena cantidad de queso o para producir otros tantos derivados como la mantequilla, el yogur, flanes, natillas y cremas? Miles de litros. Ahora, no se olvide que el estado populista ha vuelto a nuestros campesinos miserabilistas, limosneros y perezosos con programas como Familias en acción, y que la tan cacareada Colombia rural no alcanza ni al 20 por ciento de los habitantes. Aquellas fincas en donde los racimos de guineos se caían de maduros y no bastaban ni los pájaros para consumirlos, el maíz se depositaba en grandes espacios, las ovejas teñían de blanco los potreros, en resumidas cuentas, toda esa abundancia que no se aprovechaba porque no eran los tiempos de ingenios y exportaciones, todo ello pasó a la historia. Si actualmente exportamos banano no es a causa de que se produzca en parcelitas sino en grandes extensiones por compañías que las pueden y saben cultivar. Las producciones como las dichas – de una gallina o una papaya para ofrecer en el pueblo – no generan riqueza para los campesinos y para la nación. Distinto cantar son las asociaciones convenientemente organizadas o cooperativas sólidas. Y a propósito de campesinos, otrora los campesinos eran verdaderos campesinos, distinto a hoy en que si una pareja de jóvenes – como lo vi en Cáchira hace poco - , por ejemplo, se encarga de administrar un fundo, no entienden su compromiso y solo quieren estar en el pueblo como veletas, a bordo de una motocicleta carretera arriba y carretera abajo, pegados al teléfono celular, en fin, en cualquier otro menester menos en atender la finca. Entonces, atención al discurso de tierra para los campesinos. Hay que exigir sinceridad, honestidad y objetividad, y no dejarse engatusar por palabrerías, tesis políticas, estadísticas y estudios sofistas con fines cuestionables. ¡Ojo con lo que se puede estar tramando en La Habana y Oslo! Sí queremos campesinos, pero campesinos auténticos, pacíficos, desarmados, prósperos y no paupérrimos. orlandoclavijotorrado.blogspot.com Cúcuta, 30 de enero de 2013.

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Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
PORTADA

50 años del Diario La Opinión

50 años del Diario La Opinión
cena en el Club del Comercio - 15 de Junio de 2010 - Columnistas

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Orlando Clavijo Torrado y Luís Eduardo Páez García junto a la foto del General Mateo Torrado, tío bisabuelo del primero, quien la donó. Don Justiniano J. Páez, abuelo del doctor Luis Eduardo, en su obra histórica al referirse a la guerra de los Mil Días, da fiel cuenta de las acciones del General Torrado en la contienda, en virtud a haber actuado como su secretario.

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Hermanos Clavijo Torrado, Orlando, Nora, Edilia y Olga. Julio de 2010, Ocaña - Junto a la bandera con la imagen del Libertador Simón Bolívar bordada por señoras de Ocaña al conmemorarse el primer centenario de la independencia (1910).

EN EL AGUA DE LA VIRGEN

EN EL AGUA DE LA VIRGEN
Orlando Clavijo Torrado, sus hijos, nietos y primos.

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
CONTRAPORTADA

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

MONOGRAFIA DE BUCARASICA - Olger García Velásquez

MONOGRAFIA DE BUCARASICA  - Olger García Velásquez
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007
Con sus hijos, de izquierda a derecha Cesar Octavio, Jaime Mauricio, Silvia Andrea y Orlando Alexander Clavijo Cáceres

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"
29 DE MAYO DE 2009. CÚCUTA.

En la Academia de Historia de Norte de Santander

En la Academia de Historia de Norte de Santander
Padre Edwin Avendaño, José Antonio Toloza (Q.E.P.D), Secretario de la Academia, y Orlando Clavijo Torrado