jueves, 19 de diciembre de 2013

¿SE LE METIÓ EL DIABLO? (II)

PARA EL SEMANARIO LA PROVINCIA DE OCAÑA ¿SE LE METIÓ EL DIABLO? (II) Orlando Clavijo Torrado (Crónica dedicada a mi padre, protagonista de la historia, de quien aprendí el amor a la Navidad) Ocurre que la gente reacciona a veces de manera inesperada y desconcertante y quienes tienen que soportar esos brotes, inocentemente, se quedan especulando: ¿qué le pasó al energúmeno?, ¿por qué nos hizo víctimas de sus enojos? Pues lo que la comisión ignoraba era que don Carmen Julio ese día se había dedicado a consumir licor despechado, desengañado, desesperado por la inutilidad de sus esfuerzos para salir de la pobreza. Y ellos llegaron en el momento más inoportuno, cuando quería matar hasta al diablo. ¿Al diablo? Sí, al propio Satanás. Y es que no era para menos. La tienda venía de capa caída, las ventas eran pocas, la mercancía se agotaba, ninguna distribuidora quería darle crédito y el cuaderno de deudores crecía y ninguno se acercaba a hacer un abono siquiera de cien pesos. Entonces don Carmen Julio se acordó de Dios. ¿Por qué no había pensado antes en que el Señor es misericordioso y nos socorre en todas las penurias? ¡Claro! ¡Ahí estaba la solución a todos sus males! Se propuso ser mejor católico, asistir a misa diariamente y comulgar, rezar el rosario todas las noches, leer devocionarios, en fin, adoptar cuanta práctica piadosa existiera. Así transcurrió un año y nada que se componía su suerte. Se desesperó, renegó, dijo que Dios no lo escuchaba y, por tanto, en represalia se fue al otro extremo, al lado del amo del infierno. Averiguó cómo era el asunto con el patas y se informó de los ritos para llamarlo y pedirle cuanto uno necesitara. Algunos curiosos que lo siguieron en sus extraños viajes al monte lo vieron poniéndole velas a una figura negra y gritando: “¡Belcebú vení, te entrego mi alma, pero dame bastante dinero!” No faltó quien le advirtiera que el diablo no se le iba a aparecer si no lo encontraba desnudo. Otro le dijo que a satán le gustaban las muchachas vírgenes, que le llevara una y se la presentara. El viejo llevó con engaños a una chica a la peña y cuando empezó a bajarse los pantalones para estar en disposición de invocar al enemigo malo, apareció la policía, él explicó que la empelotada era parte del pacto con el diablo pero lo pusieron preso por violador y finalmente lo castigaron por falta de pudor. Un año entero se entregó al culto al mandingas, en bola. Justamente en esos días decembrinos completaba el año y todo seguía igual, o peor, porque las deudas eran impagables y la tienda lucía prácticamente desocupada. El episodio terminó en que como don Carmen Julio estaba realmente vuelto un patas, les repetía que eran unos hijue.. y lo vieron resuelto a quemarlos a plomo, don Leoncio, don Pablo Emilio, don Esteban, don Eliécer y don Blas, tuvieron que salir del negocio como alma que lleva el diablo, sin un centavo de aporte para la misa del Nacimiento. orlandoclavijot@hotmail.com orlandoclavijotorrado.blogspot.com 18 de diciembre de 2013.

jueves, 12 de diciembre de 2013

¿SE LE METIÓ EL DIABLO? (I)

PARA EL SEMANARIO LA PROVINCIA DE OCAÑA ¿SE LE METIÓ EL DIABLO? (I) Orlando Clavijo Torrado En época no muy lejana la misa de la Natividad del Señor – la recuerdan hoy los mayores de 50 años - ocurría a las 12 de la noche. Se llamaba también misa de gallo porque es fama que a esa hora empiezan a cantar los gallos. La Iglesia luego varió el horario, entre otras consideraciones por la inseguridad reinante, y a mediados de los años 70 del siglo pasado autorizó que se oficiara a cualquier hora de la noche del día 24 de diciembre. Desde entonces el Niño Jesús no nace como antes a la medianoche sino a distintas horas según el programa de cada parroquia. Los graciosos comentan que pobrecita la Virgen que tiene que dar a luz desde las 7 hasta las 10 de la noche. En el pueblo, cada vereda se hacía cargo de un día de la novena de aguinaldos. Ello abarcaba ofrecer al mediodía anterior una retreta, bien con la banda municipal o bien con un trío o conjunto de distintos instrumentos, en el atrio de la iglesia, y paseo por las calles, el anticipo de la comparsa que presentarían en la noche y la quema de pólvora abundante; el juego con el toro o la vaca de candela y el reparto del trago se reservaban para la noche; al día siguiente, asistencia de todos los habitantes de la vereda a la misa, animación melódica de ésta incluyendo la interpretación del himno nacional al momento de la elevación de la hostia y el cáliz, y luego recreación con música y pólvora hasta las ocho de la mañana, aproximadamente. A las doce del día venía la otra vereda y así hasta completar el calendario de ocho días para el sector rural, porque el casco urbano tenía asignado el día magno, el 24, además del 1º y el 6 de enero. Correspondiéndoles a los vecinos del pueblo el gasto de la misa solemne y de los festejos de enero, era forzoso que recolectaran oportunamente los dineros para el efecto, por lo que una comisión o junta compuesta por los principales salía al menos una semana antes a pedir de casa en casa y de negocio en negocio la contribución. En la oportunidad en que sucedió el acontecimiento que a continuación veremos, la comisión estaba integrada por don Leoncio, don Pablo Emilio, don Esteban, don Eliécer y don Blas (en aquella época el título de “don” equivalía a honorable, respetable, a un señorío). Por lo general, estos caballeros, que no eran bebedores, terminaban jalados en razón a que, como gozaban de tanto aprecio, en todos los lugares les arrimaban una cerveza o una copa de aguardiente. Pues bien: ningún vecino se resistía a entregar su dádiva para el esplendor de los festejos hasta cuando la junta llegó a la tienda de don Carmen Julio. Este se hallaba embriagado. Al solicitarle su contribución les respondió que le prestaran ellos mismos el monto de la cuota, y como ellos le explicaron cortésmente que no se trataba de prestar plata sino de colaborar con generosidad, don Carmen Julio se encolerizó. Dijo que le importaban una mierda la misa, las fiestas y los comisionados y que, o se salían ya de su negocio o los cogía a plomo. Los recolectores quedaron pasmados y no podían encontrar justificación a la conducta de este buen señor, de por si pausado y pacífico, conservador y buen cristiano, cuyo único pecado capital conocido era la glotonería, lo que le había generado una panza como un tambor. ¿A qué horas se le había metido el diablo? Pasados unos días conocieron las causas de su comportamiento. El diablo algo tenía que ver. (Continuará). orlandoclavijotorrado.blogspot.com orlandoclavijot@hotmail.com 11 de diciembre de 2013.

martes, 10 de diciembre de 2013

MÁS AVISOS LUMINOSOS

CRONIQUILLA MÁS AVISOS LUMINOSOS Orlando Clavijo Torrado Recorriendo el comercio en estos días en busca de los adornos para el pesebre, el árbol de Navidad y los espacios del hogar constata uno que no hay nada que no se consiga en Cúcuta; hasta tirados en los andenes se encuentran artículos de toda clase en el inmenso almacén que el pueblo llama “Agáchese” regado por las calles 8, 9 y 10 y las avenidas 5ª, 6ª y 7ª, principalmente. No sé cuántos establecimientos comerciales existen en el centro de la ciudad pero sí que son centenares. Ahora, en el resto de la urbe, sumarán miles. Pero frente a esta evidencia de apogeo mercantil queda al descubierto la tacañería en los avisos que distinguen cada almacén. No es posible que grandes distribuidoras de marcas reconocidas, bodegas inmensas, depósitos y almacenes que rebosan de mercancías hasta los andenes se anuncien con miserables avisos de aluminio, de madera o de cartón, elaborados en llamadas agencias publicitarias. Quiero decir que en contraste con otras ciudades, aquí los avisos luminosos de néon, o de luz led u otra fuente eléctrica, son escasos. Nadie se gasta un aviso siquiera aceptable, mucho menos vistoso, de buen tamaño, creativo, impactante. Hay avisos pintados en papel ya desgastados y descoloridos. Esta crítica también se aplica a clínicas, consultorios médicos y de abogados, notarías, oficinas públicas, edificios, condominios, restaurantes, hoteles y toda clase de negocios que impliquen lucro o de servicios que deban ser conocidos a través de la publicidad. Si usted vende algo – trabajo, viajes, productos o lo que sea - no ahorre en un buen aviso, retribuya la ganancia, embellezca la ciudad y colabore para que no nos vean como un villorrio. Imaginémosnos cómo se vería de hermosa nuestra capital y qué orgullo sentiríamos si lográramos ser émulos de Las Vegas en avisos luminosos (aspiremos a ser Papas para que al menos lleguemos a curas). Salgamos de la mentalidad pueblerina. En los pueblitos es normal que cuelguen de una puntilla en la pared un trozo de cartón que dice en letras hechas a brochazos “se vende mute”, “se arreglan zapatos”, “Sastrería: se le corta a los hombres y se le cose a las mujeres”. Entretanto todos estos males y deficiencias se arreglan, disfrutemos de algo que nos viene del Cielo por estos días decembrinos: un clima fresco, unas noches y mañanas frías, lluvias ligeras, y un sueño sereno arrullados por las gotas que golpean nuestras ventanas, y cobijados en las mantas suaves que guardábamos en el armario. Las madrugadas para asistir a las misas de la novena de aguinaldos nos obligarán a sacar los viejos abrigos y chaquetas, pero ello forma parte de las delicias que trae la época de Navidad y año nuevo. ¡Qué placentero es el encuentro con los amigos en la penumbra iluminada por las lucecitas titilantes de colores, mientras suenan en el fondo los villancicos, y luego de la misa degustar una hayaca y un café caliente! ¡Hummm! orlandoclavijotorrado.blogspot.com orlandoclavijot@hotmail.com 10 de diciembre de 2013.

sábado, 7 de diciembre de 2013

LA TRANQUILIDAD DE LA PULCRITUD

PARA EL SEMANARIO LA PROVINCIA DE OCAÑA LA TRANQUILIDAD DE LA PULCRITUD Orlando Clavijo Torrado Del concejo de Ocaña conozco perfectamente a José Fernel Peñaranda Torrado por ser hijo de una prima hermana y de un excelente caballero, don Pablo Peñaranda, nieto del ilustre hombre de negocios y legendario dirigente cívico y político de Ábrego don Ramón David Peñaranda Torrado. Lo conozco de toda la vida, desde niño; he seguido su trayectoria de estudiante, de profesional y ahora su incursión en la política. Por ese conocimiento, como se decía anteriormente ante los jueces, puedo declarar sobre su absoluta honorabilidad y honradez. De modo que afirmar que pertenece a un cartel, que él y sus compañeros del cabildo son peor que los Nule, riñe con la realidad y el sentido común. Ello es hablar por hablar. El presupuesto de Ocaña es una migaja frente al presupuesto del distrito capital. No hay que caer en los exabruptos, en la exageración. En los medios de comunicación se impone el rigor periodístico porque no se trata de darle al público el morbo y el espectáculo para que se regodee sino la historia veraz y oportuna. Los rumores, las sospechas, los chismes y mucho menos las calumnias caben dentro del derecho constitucional a la información. Cualquiera que sea el presupuesto del municipio de Ocaña o los recursos de cualquier entidad en que deba intervenir el concejo, por su impoluto desempeño en su manejo José Fernel Peñaranda Torrado merece el título de honorable, con todas las letras, y así quedará demostrado en las investigaciones de la índole que se produzcan, tan cierto como que tendrán que retractarse quienes ligeramente lo vinculan en la participación de algún negocio ilícito, si acaso hubo algún negocio de esa naturaleza por parte de los ediles en la adopción del Plan de Ordenamiento Territorial, hipótesis bastante discutible. La honra de las personas es sagrada y con ella no puede jugarse alegremente. En la familia se erige como un patrimonio que sostenemos y defendemos a toda costa. Siquiera mencionar a José Fernel Peñaranda Torrado en cualquier acto indecoroso como concejal de Ocaña suena a irresponsabilidad y constituye un irrespeto. Debieran conocerlo a fondo sus detractores antes de abrir la boca. Imputarle mínimamente una indelicadeza en algo que tenga que ver con el erario más parece un chiste, pero un chiste de mal gusto. orlandoclavijotorrado.blogspot.com 4 de diciembre de 2013.

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Mi foto
Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
PORTADA

50 años del Diario La Opinión

50 años del Diario La Opinión
cena en el Club del Comercio - 15 de Junio de 2010 - Columnistas

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Orlando Clavijo Torrado y Luís Eduardo Páez García junto a la foto del General Mateo Torrado, tío bisabuelo del primero, quien la donó. Don Justiniano J. Páez, abuelo del doctor Luis Eduardo, en su obra histórica al referirse a la guerra de los Mil Días, da fiel cuenta de las acciones del General Torrado en la contienda, en virtud a haber actuado como su secretario.

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Hermanos Clavijo Torrado, Orlando, Nora, Edilia y Olga. Julio de 2010, Ocaña - Junto a la bandera con la imagen del Libertador Simón Bolívar bordada por señoras de Ocaña al conmemorarse el primer centenario de la independencia (1910).

EN EL AGUA DE LA VIRGEN

EN EL AGUA DE LA VIRGEN
Orlando Clavijo Torrado, sus hijos, nietos y primos.

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
CONTRAPORTADA

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

MONOGRAFIA DE BUCARASICA - Olger García Velásquez

MONOGRAFIA DE BUCARASICA  - Olger García Velásquez
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007
Con sus hijos, de izquierda a derecha Cesar Octavio, Jaime Mauricio, Silvia Andrea y Orlando Alexander Clavijo Cáceres

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"
29 DE MAYO DE 2009. CÚCUTA.

En la Academia de Historia de Norte de Santander

En la Academia de Historia de Norte de Santander
Padre Edwin Avendaño, José Antonio Toloza (Q.E.P.D), Secretario de la Academia, y Orlando Clavijo Torrado