domingo, 27 de julio de 2014

EL ORO Y EL LAUREL

CRONIQUILLA EL ORO Y EL LAUREL Orlando Clavijo Torrado ¡Qué recibimiento como nuevo jugador del Real Madrid a nuestro paisano James David Rodríguez! (¿Nuestro paisano? Sí, porque nació en Cúcuta no importa que por culpa del fútbol, aunque por ahí me enviaron un correo diciendo que nuestros máximos cerebros fugados, Nicolás Maduro y James Rodríguez, niegan esta patria chica). ¡Ni qué monarca, príncipe, presidente o estrella de cine! ¡Ni qué músico, escritor o artista famoso! El estadio Santiago Bernabéu de Madrid estaba abarrotado. El presidente del club, don Florentino Pérez, un acaudalado empresario que no sabe en dónde echar tanta plata, fue el escudero del joven mediocampista durante la larga ceremonia y el paseo triunfal por el estadio. Como un gladiador del antiguo circo romano James se situó en el centro del campo y recibió la ovación de cuarenta y cinco mil voces delirantes. Faltó solamente la corona de laurel, símbolo de emperadores, de conquistadores, de triunfadores. Los ríos de dólares y euros han corrido a su alrededor desde su venta por el Mónaco; él mismo va a cobrar jugosa cifra en euros por cada temporada (en pesos colombianos equivalen a miles de millones); las camisetas con el número 10 y su raro nombre de James, siendo él tan criollo, se venden como pan caliente; en fin, la jamesmanía representa fortunas astronómicas y enloquecedoras. ¿A quién le rendían tanta apoteosis? A un humilde muchacho sin títulos ni otras campanillas, pero dotado de un extraordinario talento para manejar una pelota con los pies, disciplinado y perseverante en sus metas, verdadero ejemplo para nuestra juventud. En aquel estadio, el más grande de Madrid, James, acostumbrado a las multitudes en las graderías siguiendo sus gambetas, por su humildad se veía apabullado por los aplausos y la repetición como un trueno de su nombre. Era la grandeza del humilde. ¡Qué sublime espectáculo! De todas formas, háyase criado y formado en Envigado y en Ibagué, siempre los narradores deportivos, la prensa y la televisión tendrán que hablar de su lugar de nacimiento, Cúcuta, y del cucuteño James David Rodríguez Rubio, y nosotros sacaremos pecho por esta maravilla mundial del fútbol. ¡Qué rico enorgullecernos de él, que nuestra tierra sea por fin mentada por algo grandioso! orlandoclavijot@hotmail.com 27 de julio de 2014.

viernes, 25 de julio de 2014

HOMENAJE AL LIBERTADOR

EL LITRO DE ACEITE

PARA EL SEMANARIO LA PROVINCIA EL LITRO DE ACEITE Orlando Clavijo Torrado En este caso que parece de película pero ocurrido realmente, vemos una manifestación de sangre fría pasmosa. En aquel tiempo el principal mercado público de Cúcuta estaba ubicado entre las avenidas 5ª y 6ª y las calles 6ª y 5ª , ubicación que le dio el nombre de Mercado de la Sexta. Hoy en día aún funciona, un tanto disminuido, a disgusto de las autoridades que no han podido erradicar a los centenares de vendedores ambulantes. Los rateros también iban a hacer mercado, pero a costa de los demás. Y no solo llevaban qué comer a sus guaridas sino buen dinero pues el apeñuscamiento de la gente les permitía esculcar bolsillos de señores y abrir carteras de señoras. El grito de “¡ladrón, ladrón!” para avisar que acababa de producirse una víctima era frecuente. La Policía surgía tardíamente, el delincuente se escapaba, el esquilmado se quedaba atolondrado y entristecido, y el bazar proseguía normalmente. El cleptómano se alejaba unas horas del sitio y luego reaparecía haciéndose el majadero a la espera de otro marchante descuidado. El caballero del relato se aprovisionó de cuanto producto encontró, de modo que le resultó una maleta bastante grande dentro del canasto, que no pudo llevar en las manos y debió cargarla al hombro. Coronando el canasto repleto de víveres colocó un litro de aceite de cocina en envase de vidrio que se usaba en la época. Así, satisfecho de las compras, empezó a subir por la avenida 7ª y llegó a tomar la calle 13; dicha calle, por aquel tiempo, lucía un andén elevado. Allí, justamente, digamos, encaramado, se encontraba el muchacho que lo iría a robar. Tan pronto el tipo del canasto arribó a la calle y quedó bajo el andén, al ladronzuelo le resulto fácil agarrar el litro de aceite, y salió a correr. Nuestro héroe, a pesar de que iba agobiado por el peso de semejante paquete y sin mucha libertad de movimiento, se percató de la rapiña. Entonces, descargó aquello en plena calle, sacó de la pretina un revólver, y persiguió al caco. Le dio alcance pronto y a pocos metros le disparó. El tiro fue certero, en la mitad de la nuca. El hurtador cayó muerto al instante. En seguida, el ciudadano de esta verídica historia guardó tranquilamente el arma y se acercó junto al cuerpo. Ni siquiera lo observó sino que reparó en que el pillo había soltado el litro de aceite y éste estaba intacto. Lo recogió, lo volvió a poner encima del mercado y reanudó la marcha hacia su hogar, sin inmutarse, ni chistar, ni mirar a nadie. Corrijo: el señor sí dijo algo, muy parco: “este hijueputa nunca más volverá a robar”. Todo el mundo presenció mudo la escena. Sólo un guasón que llegó de último rompió el silencio con una pregunta: “¿Por un aceite le midieron el aceite?” “No – le respondió otro – Lo fritaron de un pepazo”. Habría que ver a las decenas de transeúntes que se detuvieron picados por la curiosidad, estupefactos, con los ojos abiertos al máximo, los labios apretados y contenida la respiración. Pero al poco se repusieron y continuaron con los afanes de ir y venir por los almacenes y hacia los puestos de venta en La Sexta en busca de la yuca blanca, la carne blandita y las hortalizas y las frutas frescas. orlandoclavijot@hotmail.com 23 de julio de 2014

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Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
PORTADA

50 años del Diario La Opinión

50 años del Diario La Opinión
cena en el Club del Comercio - 15 de Junio de 2010 - Columnistas

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Orlando Clavijo Torrado y Luís Eduardo Páez García junto a la foto del General Mateo Torrado, tío bisabuelo del primero, quien la donó. Don Justiniano J. Páez, abuelo del doctor Luis Eduardo, en su obra histórica al referirse a la guerra de los Mil Días, da fiel cuenta de las acciones del General Torrado en la contienda, en virtud a haber actuado como su secretario.

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Hermanos Clavijo Torrado, Orlando, Nora, Edilia y Olga. Julio de 2010, Ocaña - Junto a la bandera con la imagen del Libertador Simón Bolívar bordada por señoras de Ocaña al conmemorarse el primer centenario de la independencia (1910).

EN EL AGUA DE LA VIRGEN

EN EL AGUA DE LA VIRGEN
Orlando Clavijo Torrado, sus hijos, nietos y primos.

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
CONTRAPORTADA

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

MONOGRAFIA DE BUCARASICA - Olger García Velásquez

MONOGRAFIA DE BUCARASICA  - Olger García Velásquez
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007
Con sus hijos, de izquierda a derecha Cesar Octavio, Jaime Mauricio, Silvia Andrea y Orlando Alexander Clavijo Cáceres

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"
29 DE MAYO DE 2009. CÚCUTA.

En la Academia de Historia de Norte de Santander

En la Academia de Historia de Norte de Santander
Padre Edwin Avendaño, José Antonio Toloza (Q.E.P.D), Secretario de la Academia, y Orlando Clavijo Torrado