jueves, 30 de julio de 2015

PENCO Y PECOSO - Para el semanario La Provincia

Para el semanario La Provincia PENCO Y PECOSO Orlando Clavijo Torrado A mi excelente amigo el doctor Luis Arturo Melo le gusta la siguiente anécdota que un día – o mejor, una noche – le referí en el caserío de La Curva, en la carretera de Cúcuta a Ocaña, cuando descansábamos de una jornada de trabajo, yo como juez de instrucción criminal y él como defensor del sindicado, un muchacho de apellido Sanguino al que se le investigaba por un delito de lesiones personales. La velada aquella ocurrió hace ya cerca de tres décadas; velada, por cierto, muy sabrosa, rociada con unos aguardientes. Aclaro que el interrogador en el caso no fui yo sino cierto amigo, quien fungía como juez de Hacarí. En aquella época existían los llamados jueces empíricos, no abogados, esto es, señores autodidactas con algún entendimiento de códigos, y respetados en la comunidad. De él oí la mentada anécdota. A dicho juzgado llegó una joven campesina a denunciar a un muchacho que la había poseído contra su voluntad: un claro acceso carnal abusivo. El juez, que se distinguía por su sentido del humor, puso a la chica en apuros cuando le exigió que fuera explícita ya que en el acta que se estaba elaborando a máquina por el secretario, no podían quedar generalidades o imprecisiones. -¿Qué le pasó? – la interrogó el juez. - Pues, señor juez, que ese asqueroso me hizo cosas - contestó la denunciante. Y me dolió mucho. - ¿Qué clase de cosas? - Usted sabe, señor juez: lo que le hacen los hombres a las mujeres. - ¿La traicionó? ¿La abandonó por otra? Eso realmente duele mucho. - No, señor, fue algo peor, y con eso que cargan los hombres. - Bueno: si fue en el campo los hombres cargan pala, azadón y otras herramientas. Explique mejor. - No, con nada de eso sino con lo que tienen colgando. -¡Ah! ¿La machetilla? - No, el tilingo. El funcionario contuvo la risa, fingió no haber entendido y le preguntó que qué era el tilingo, y ella, ruborizada respondió: - Lo que tienen los varones en medio de las piernas. La mujer continuó con el relato detallado de su traumática experiencia e insistió en acusar del atropello al mozalbete aquel, pues aunque todo había ocurrido en el monte y de noche, iluminaba la luna llena, por lo que lo pudo distinguir sin equivocación. - ¿Y qué tal que no fuera este sujeto y el culpable resulte ser otro? Piénselo bien. En estos casos tiene que haber seguridad para señalar al violador. - Señor juez: estoy supersegura que fue él. Tengo una prueba. - ¿Qué prueba es? ¿Cabellos de él, testigos, o cuál? - Que yo se lo vi bien. - ¿Qué le vio? ¿El rostro? - No, el tilingo. - ¡Ah! Si es así, ¿cómo era? - ¡Penco y pecoso! orlandoclavijotorrado@yahoo.es …… 29 de julio de 2015.

lunes, 27 de julio de 2015

Croniquilla - BONNIE Y CLYDE CRIOLLOS

CRONIQUILLA BONNIE Y CLYDE CRIOLLOS Orlando Clavijo Torrado Antiguos comerciantes de la calle 13 con avenidas 6ª, 7ª y 8ª de Cúcuta me relatan que nuestro protagonista de muchacho integraba una banda que atracaba dentro de los buses que cruzaban por el sector. De él conté en otra Croniquilla el fiasco que se llevó cuando le pusieron en un bus bolsas llenas de desperdicios de la cocina, pañales desechables y otras picheras, a ver si se le quitaba la maña de subirse a robar los mercados. De ello han pasado al menos veinte años. El tipo es de mediana estatura – de unos 1,60 metros -, tirando a fornido, blanco. Hoy lo ven – y lo vemos - que transita por cualquier calle del centro –porque “trabaja” en el propio corazón de la ciudad y nunca en los barrios – con paso apresurado, caminar característico de los raponeros. La Policía lo conocía en aquella época. Se supone que los policías de hoy también. Lo raro es que sigue suelto y en el mismo oficio. Yo ya lo conozco. Ya lo identifico de tanto que una señora amiga me lo ha mostrado. La otra peculiaridad es que anda acompañado de una mujer. No se sabe si es su esposa o su amante, su tía, su mamá o su hermana. Lo más probable es lo primero. Está joven todavía. La dama no digamos que luce ningún vestido pues, como su compinche, vive desaliñada. Seguramente la profesión no le ha dado plata al hombre para comprarle ropita. ¡En tanto tiempo! Son mancornas. En donde está el uno está el otro. Pero del brazo o agarrados de la mano nunca se les ve. Se hacen los extraños. Parecen el Correcaminos de la televisión: ya los ve uno por la avenida 5ª bajando de la Gobernación cuando al momento van por el Palacio Nacional y luego mimetizados en la multitud de la avenida 6ª. Ella camina tras él. O él por un andén y ella por el del frente. En estos días mi amiga y yo no veíamos sino al tipo solo en una panadería y nos extrañaba no ver a la vieja. Eso era imposible. Nuestra curiosidad la buscó y pronto la descubrimos. Lo estaba esperando en la esquina. Cuando uno ve pasar raudo al hombre y a la mujer detrás, ¡ojo con el reloj, el celular y las joyas y ojo con los bolsillos que algún parroquiano va a caer! ¡O ya cayó! Son los Bonnie y Clyde criollos, pero sin la crueldad de aquellos. orlandoclavijotorrado@yahoo.es ……. 26 de julio de 2015.

viernes, 24 de julio de 2015

DONALD TRUMP Y MADURO

Para el semanario La Provincia DONALD TRUMP Y MADURO Orlando Clavijo Torrado Antes de que Donald Trump denunciara que de Méjico no entraban a Estados Unidos sino indocumentados y gente indeseable, Nicolás Maduro dijo que Colombia se había convertido en exportador de pobreza, y así habían llegado a Venezuela más de cinco millones de hambrientos, desplazados y paramilitares. El presidente Juan Manuel Santos le replicó con una ironía: que si necesitaba alimentos, Colombia podía proporcionárselos. En verdad fue la única voz de rechazo que se oyó, tímida, pero al fin y al cabo una protesta. Qué contraste con lo acaecido con el precandidato republicano, al que le han llovido desde rompimientos de contratos con sus empresas hasta insultos de artistas mejicanos y de algunos latinos, y renuncias de cadenas de televisión a transmitir el concurso de Miss Universo que él patrocina. Todo eso se puede hacer enfrente de un político de los Estados Unidos y en los propios Estados Unidos porque dicha nación salvaguarda la libertad de expresión. En los países de Latinoamérica en que hay dictaduras se dio amplia libertad para que se saciaran atacando al señor Trump. En Colombia, nuestra Miss Universo Paulina Vega Dieppa, por ejemplo, nunca se ha sentido ofendida por las continuas arremetidas de Maduro contra sus compatriotas, pero si por la lengua destemplada de Trump. Es la doble moral de este país. Naturalmente que increpar al antiguo chofer del Metro de Caracas tiene un precio que se paga caro, lo que no sucede, repito, con el magnate americano. Trump puede ser un bocón, imprudente, que no se mide y expresa con franqueza cosas políticamente incorrectas, pero el actual sátrapa venezolano – porque éste sucedió al otro por muerte – no únicamente es bocón sino que de hecho nos amenaza con cañones, aviones, submarinos y soldados, y rompe relaciones con cualquier pretexto. Y también, de hecho, todos los días expulsa de su tierra a centenares de nuestros conciudadanos - a los que tienen suerte pues muchos son encarcelados y no pocos asesinados – sin que nuestros famosos cantantes J. Balvin, Carlos Vives y Shakira digan ni pío, como sí se despacharon contra el gringo. ¡Ocurre que el uno, Trump, sólo tiene una bocaza, y el otro, Maduro, dispone de poderosas armas de fuego para responder, además de cárceles y guardias brutales! Ahí está la pequeña diferencia, de donde nace lo que por aquí llamamos culillo. Y la ñapa: ¿hubo una protesta masiva contra la artista chilena Belén Mora que en un programa de televisión lució un traje estrecho confeccionado con la bandera colombiana, bailó burlescamente, y dijo que las colombianas eran prostitutas y drogadictas? (Dio precios de cuánto cobraban por rato, media hora, la hora completa y toda la noche). ¿La Miss Universo abrió su real boquita, y Shakira, Carlos Vives, J. Balvin, las parlamentarias, las asociaciones femeninas, el presidente Santos, la tierna canciller Holguín, los gremios y los periódicos, se indignaron? Moraleja: Para un colombiano por encima de todo está la dignidad. ¡Sí, la dignidad de los mejicanos! orlandoclavijotorrado@yahoo.es …… 22 de julio de 2015

viernes, 17 de julio de 2015

LA VIRUTA Y EL TABLÓN

Para el semanario La Provincia LA VIRUTA Y EL TABLÓN Orlando Clavijo Torrado Veamos primero la cita bíblica para luego hacer el comentario: “¿Por qué ves la paja en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga en el tuyo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame quitarte la paja que tienes en el ojo, cuando tú no ves la viga que hay en el tuyo? Hipócrita, quita primero la viga de tu ojo, y entonces verás de quitar la paja que hay en el de tu hermano”. San Lucas, capítulo 6°, versículos 41 y 42. Cuatro veces emplea Jesucristo la palabra paja y tres veces la palabra viga. Para que nadie se llame a engaño Jesús aquí se fue a los extremos, y bastante, cuando echa mano de la palabra viga. La diferencia entre viruta, astilla, brizna o paja y un “madero largo y grueso” (Diccionario de la RAE) o viga, es descomunal. Si hubiera sido colombiano el Maestro hubiera dicho “quítate la mugre del ojo”, o “tienes un negro en el ojo”, que son las formas que usamos para señalarle al otro que le estamos viendo una basurita. Al mentar la viga exageró como un antioqueño. Al prójimo le vemos la más pequeña falta, el defecto más insignificante, lo poquito en que falló, lo insustancial o sin importancia que le hace o le hizo falta, pero los troncos, los tablones, las embarradas mundiales de nosotros, los pecados bien pencos – como decimos en la provincia -, las imperfecciones, eso lo ocultamos, lo negamos, lo disimulamos o lo justificamos. En cambio, al otro no le dejamos pasar ni una. Por supuesto que la sabiduría de Jesús es admirable, pero en episodios como éste se supera. ¡Qué conocimiento de la naturaleza humana! ¡Y qué solución tan justa e inmediata para la situación! A mí me arroba – me embelesa, para los que no saben qué es arrobar -, este pasaje, pasaje perdurable y siempre nuevo. Ahora, lo malo de nosotros es que no nos corregimos, porque la criticadera no se nos quita ni por estas. Aclaremos que la crítica constructiva es necesaria, pues de ella dependen el mejoramiento y la perfección. La malsana es la crítica destructiva, la venenosa, la envidiosa. ¿A quién y a qué no le buscamos defectos, el lado flaco? Y nosotros como si tales, por encima de todos, impolutos, intachables, modelos. Y vuelvo a los refranes de la provincia: ¡”Ya voy Toño!” orlandoclavijotorrado@yahoo.es …….. 15 de julio de 2015.

sábado, 11 de julio de 2015

EL SIMULACRO

Para el semanario La Provincia EL SIMULACRO Orlando Clavijo Torrado En el tiempo en que me ocurrió aquello, apenas merodeaba y amenazaba al corregimiento de Las Mercedes, del municipio de Sardinata, la facción terrorista llamada “Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia” o Farc. De ello han pasado veinte años o más. El asunto ahora es distinto: al menos dos veces han arremetido contra el vecindario como para acabarlo, y a la Policía la ametrallan constantemente, con saldo de agentes muertos y heridos. No es difícil concluir quién domina allí. Me desempeñaba como juez de instrucción criminal. Recibí una comisión de la Dirección Seccional de Instrucción Criminal de Cúcuta para que desarrollara una investigación por un homicidio. Mi secretario y yo nos instalamos en el único hospedaje del pueblo, ubicado junto al cuartel de Policía. Grave error, pero no había manera de subsanarlo pues en nuestros pueblos por más de que queramos promocionarlos como turísticos y se cuente con bellos paisajes la cultura de los hoteles, verdaderos hoteles, no ha arraigado. Se llamaba allí “el hotel” a una casa vieja en la que un largo corredor lo habían dividido con tablas para formar las habitaciones. Aquella noche nos acostamos temprano pues nada había qué hacer. A las siete, la semioscuridad por una luz eléctrica débil, la soledad y el silencio reinaban. Esporádicamente un perro latía. Se imponía, sí, sobre aquella serenidad, el fuerte rumor de la quebrada cercana. Es cierto que ya no había orden público sino desorden público por culpa de las guerrillas comunistas. Por ello los policías estaban arrinconados en el cuartel pues en cualquier momento los podían embestir. No se les permitía ni siquiera asomarse a la quebrada por el peligro de los francotiradores al asecho. Contado este escenario, ya se entiende el episodio siguiente: Sería la medianoche cuando una balacera me despertó. Después de esta ráfaga siguieron otras a intervalos de cinco minutos. De inmediato me senté en la cama a la espera de que alguna bomba cayera sobre el frágil techo de eternit. Mi secretario me dijo desde la habitación de al lado: “¿Qué hacemos, doctor?” “Nada, solamente confiar en Dios”, le respondí. Transcurrió una hora y en vista de que el fuego había cesado, decidí continuar mi descanso. “Acuéstese, Manuel”, le indiqué a mi secretario. “Parece que los atacantes se retiraron”. A la mañana siguiente, estando sentado a la mesa para tomar el desayuno, se me acercó la dueña de la posada y me preguntó: “Qué tal el susto de anoche?” “Más o menos”, le contesté. Y añadió ella: “Qué pena con usted, doctor, que no le advertí que los policías iban a hacer un simulacro de toma guerrillera”. Honestamente, en esa oportunidad cavilé de esta manera: Si en realidad me llegó la hora, es más digno morir acostadito en mi cama, como dice la canción “Cabeza de hacha”, que morir escondido debajo de ella. Hoy veo que todos los simulacros de nada le han valido a la Policía porque las guerrillas los cogen a plomo cada vez que se les antoja, como de nada sirven los vigilantes y cámaras en los almacenes para evitar los robos de los asaltantes, a no ser de testigos aquéllos y de evidencias las filmaciones de éstas. orlandoclavijotorrado@yahoo.es ……….. 8 de julio de 2015.

miércoles, 1 de julio de 2015

CORREMOS PELIGRO

Para el semanario La Provincia CORREMOS PELIGRO Orlando Clavijo Torrado Un acontecimiento inesperado me obligó a ir en estos días a la vecina ciudad de San Cristóbal. El corto disfrute de las atenciones de mis parientes y el gozo de verlos y abrazarlos contrastó con el pesar en el alma de ver cómo ha cambiado San Cristóbal, cómo el nuevo enfoque político lo está acabando. En efecto, antes, nada más era un deleite el solo viaje por una carretera llena de anuncios vistosos de almacenes, supermercados, cines, restaurantes y hoteles. Hoy solamente se ve la cara del difunto Hugo Chávez en los puestos de aduana y en muros de cemento. Ya, en la propia capital del estado Táchira, lo reciben a uno unas calles llenas de huecos, algo nunca visto ni pensado que pudiera suceder en tan bella ciudad. Los avisos luminosos de los negocios desaparecieron. Las pocas bombas de gasolina – de las decenas que había – muestran unas colas inmensas de carros para aprovisionarse de unos litros pues no se permite el lleno completo del tanque. En los escasos supermercados – también de los numerosos que existían, todos grandes y bien surtidos – la gente hace colas de cuadras para comprar un desodorante. La ciudad luce triste. En dieciséis años la volvieron triste. De continuar el asedio del gobierno con sus medidas políticas y económicas, en otros dieciséis años San Cristóbal se caerá a pedazos, se convertirá en un paso abandonado de un destino que llevaba a otro lugar. Pero lo más inquietante es la inseguridad. Cuando uno regresa a su Colombia amada, cuando ya pisa La Parada, respira con alivio, con libertad, con alegría y con ilusión. En San Cristóbal los taxis no salen después de la seis de la tarde porque los atracadores y extorsionistas se encuentran en cualquier esquina. Y presentar denuncias ante los organismos policiales – según me lo refirieron las propias víctimas – es un atentado contra la vida porque los mismos policías son los asaltantes. “Tome nota de lo que está viendo y sintiendo”, me dijeron, “para que allá en Colombia estén alerta de lo que se les está acercando con los equivocados diálogos de paz del presidente Santos con las Farc”. “Colombia va rumbo a igual situación que en Venezuela”, me repitieron adoloridos. Justamente eso es lo que pretendo hacer con este artículo. ¡Dios nos libre de llegar a lo mismo de los vecinos! orlandoclavijotorrado@yahoo.es …….. 29 de junio de 2015

Datos personales

Mi foto
Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
PORTADA

50 años del Diario La Opinión

50 años del Diario La Opinión
cena en el Club del Comercio - 15 de Junio de 2010 - Columnistas

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Orlando Clavijo Torrado y Luís Eduardo Páez García junto a la foto del General Mateo Torrado, tío bisabuelo del primero, quien la donó. Don Justiniano J. Páez, abuelo del doctor Luis Eduardo, en su obra histórica al referirse a la guerra de los Mil Días, da fiel cuenta de las acciones del General Torrado en la contienda, en virtud a haber actuado como su secretario.

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Hermanos Clavijo Torrado, Orlando, Nora, Edilia y Olga. Julio de 2010, Ocaña - Junto a la bandera con la imagen del Libertador Simón Bolívar bordada por señoras de Ocaña al conmemorarse el primer centenario de la independencia (1910).

EN EL AGUA DE LA VIRGEN

EN EL AGUA DE LA VIRGEN
Orlando Clavijo Torrado, sus hijos, nietos y primos.

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
CONTRAPORTADA

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

MONOGRAFIA DE BUCARASICA - Olger García Velásquez

MONOGRAFIA DE BUCARASICA  - Olger García Velásquez
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007
Con sus hijos, de izquierda a derecha Cesar Octavio, Jaime Mauricio, Silvia Andrea y Orlando Alexander Clavijo Cáceres

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"
29 DE MAYO DE 2009. CÚCUTA.

En la Academia de Historia de Norte de Santander

En la Academia de Historia de Norte de Santander
Padre Edwin Avendaño, José Antonio Toloza (Q.E.P.D), Secretario de la Academia, y Orlando Clavijo Torrado