jueves, 29 de septiembre de 2016

ORACIÓN FÚNEBRE

EN MEMORIA DE LINO ANTONIO CLAVIJO PÉREZ Oración fúnebre escrita y pronunciada por Orlando Clavijo Torrado en la misa de exequias de cuerpo presente la tarde del domingo 25 de septiembre de 2016, en la capilla del Mausoleo La Esperanza ubicado en el municipio de Girón, Santander. Mi tío Lino se ponía bravo cuando uno no le pedía la bendición. Por eso empiezo diciendo: ¡la bendición, tío! Lino Antonio Clavijo Pérez era el segundo hijo del segundo matrimonio de Eduviges Clavijo Maldonado con Carmelina Pérez Quintero. De la estirpe de los Clavijo era hasta ayer el mayor. Ahora ocupa ese lugar Elena, la tía Elena, la sobreviviente de todos los hijos de Eduviges Clavijo Maldonado; este abuelo representa al tronco más próximo de nuestra raza. Por tanto, tía Elena es, actualmente, el bastión de la familia. La acompañan también como soportes las primas Elena Latino Clavijo, en Bogotá, de 91 años, y Eufemia Castro Clavijo, que vive en Villacaro, de 95 años. Es admirable la capacidad de convocatoria de Lino Antonio Clavijo Pérez. Es admirable que en esta hermosa capilla nos hayamos reunido miembros de la familia venidos de Cúcuta, de Venezuela, de Valledupar, Bucaramanga y otros sitios. Es admirable su carisma para congregar a tanta gente, a tantos parientes, amigos y vecinos. Es uno de sus atributos. Recuerdo que mi papá resaltaba también de Lino su habilidad para los negocios, su magia y su éxito, al punto que, decía mi padre, si Lino se proponía vender piedras, piedras le compraban. Una vez le dio por instalar una tienda en un lugar apartado de Bucaramanga, y su compadre y cuñado José García – ya fallecido, esposo de la también fallecida hace pocos días Ana Clavijo -, su cuñado, repito, le dijo: “Compadre, esto es una locura; por aquí nadie viene a comprar”. Sin embargo, Lino, con esa visión de empresario y comerciante, montó el negocio, y prosperó pronto. Yo escribí las hazañas de Lino Clavijo Pérez en varios cuentos, uno de los cuales envié a España a un concurso. Y cuando le comenté, me pidió que se lo trajera. Yo se lo traje, empastado, y él y Herminda lo leyeron cuidadosamente. El era el héroe de esos cuentos, y el protagonista de muchos relatos que he plasmado en páginas publicadas. ¿Cuál es la explicación? Que en mi niñez, mi tío Lino era mi Superman, mi Llanero Solitario, mi Butch Cassidy, mi supervaquero de las historietas que leíamos en aquella época. Uno de niño idealiza a sus héroes. Yo lo idealicé, y no en vano, pues al menos dos veces lo vi batirse al puro estilo del oeste americano. Dije por ahí en un escrito que cuando pensé dedicarme a escribir, elegí escribir novelas de vaqueros, pero al final mi pluma tomó otros senderos. Es que Dios le había dado a Lino una valentía extraordinaria, y la tenía sobrada, como si a nada le temiera. Hasta creo que la disfrutaba. Por ello se jugaba la vida audazmente, y de todos los trances salía victorioso, sin matar a nadie. Ese aspecto de su vida me subyugaba, me atraía, y ganó mi admiración. Fueron muchos los episodios en que tuvo que batirse con asaltantes y malandrines o enemigos. En una ocasión, viniendo de Puerto Santander a Cúcuta, en un autobús, con mercancía que había ido a vender y con dinero producto de la venta, el carro fue atracado por varios forajidos. Todos los pasajeros se quedaron congelados en sus sillas, y Lino fue el único que reaccionó y los enfrentó, ante lo cual los demás se animaron y lo respaldaron. Pero igualmente hubo en su vida episodios en que se mezclaban la reyerta y lo divertido como aquella vez, un seis de enero, en que se vistió de rey mago con otros dos amigos. Mi madre tuvo mucho que ver en la preparación de los atuendos, de las coronas reales de cartón dorado, de polainas, túnicas de hermosos colores brillantes, carmesíes, azules, verdes, tornasolados, amplias capas, y espadas doradas de cartulina. Estos monarcas montaban hermosos caballos. Pues ocurrió que después de la ceremonia de adoración de los reyes magos al Niño Dios al pie del árbol en la plaza del pueblo, vino un baile en la casa de mi padre. Melchor, Gaspar y Baltasar eran los principales invitados. Casualmente, a Lino, que era quisquilloso, algún bailarín seguramente le pisó un callo, ¡y quién dijo miedo! Se armó la tremolina, volaron coronas, capas y espadas, y bajo las capas aparecieron los revólveres. Intervino la Policía y los tres reyes magos fueron a parar a la cárcel. Dios le concedió a Lino vivir finalmente una larga existencia, hasta los 91 años, en un rincón pueblerino de la señorial Girón. Allí, en la senectud, plácidamente evocaría las andanzas caballerescas, a semejanza de los lances de la Edad Media, sus travesuras románticas y plenas de aventuras. Humano, demasiado humano, como dijo Federico Nietzsche, así fue Lino Clavijo Pérez, lo que significa un ser con todas las virtudes y las imperfecciones propias de nuestra naturaleza mortal. Pero Dios misericordioso sabrá separar el oro de la escoria, lo banal de lo sustancial, para retribuirle sus actos de bondad. Porque tras la coraza de hombre serio, adusto, se escondía un Lino caballeroso, gentil, educado, que no usaba malas expresiones, jovial y de buen humor. Y si estaba pronto a defender su honor, su vida y sus bienes, y los del prójimo, es porque Lino era justiciero, y ¿quién más justiciero que Dios? De modo, que ¡Dios mío!, te las vas a ver con un Lino que cuando se disgustaba era cosa seria. En mi nombre y en el de toda la familia, muchas gracias a todos por su acompañamiento. Dios los bendiga. Y, por última vez, ¡la bendición, tío! ……. (Este mismo escrito saldrá abreviado en Croniquilla).

sábado, 24 de septiembre de 2016

NI GUERRA, NI MÁS VIEJA

CRONIQUILLA NI GUERRA, NI MÁS VIEJA Orlando Clavijo Torrado ¿La pesadilla de Colombia con las Farc se puede catalogar propiamente como una guerra? Según los expertos, y según todos los conceptos técnicos y hasta éticos (el sostenido por Santo Tomás de Aquino), no. Las exigencias para considerar un conflicto como guerra – guerra convencional o clásica y guerra moderna - incluyen hasta un número de muertos por año, más o menos diez mil. Aquí no ha habido enfrentamiento de ejércitos porque la cuadrilla de las Farc nunca ha librado batallas con nuestro Ejército legítimo sino emboscadas y asesinatos de policías y soldados a los que coge, como se dice popularmente, mal parqueados. No pueden tampoco considerarse batallas los ataques de sesenta terroristas contra cinco policías de la estación de un pueblo. Razón tiene, entonces, Álvaro Uribe Vélez, cuando sostiene que con las Farc nunca ha habido guerra. De otro lado, tampoco es dable sostener que ha habido guerra civil, pues nunca han existido dos bandos de civiles, fuertes, compuestos por miles de combatientes, bien armados, con dirección y mando, enfrentados. Ha habido, sí, asesinatos de inocentes e inermes campesinos o de ciudadanos de la más diversa índole, cometidos por las Farc, aduciendo cualquier motivo, por ejemplo, porque una niña humilde y pobre de diecinueve años en Arauca aceptó censar un poblado de allí, cargo que le dio la Registraduría y al que accedió muy alegre porque así conseguiría lo necesario para matricularse en la universidad. Pero los civiles nunca han matado a un guerrillero de las Farc o de otro movimiento ilegal armado. La ONU no reconoce en la actualidad sino doce guerras: la primera, la guerra civil afgana, iniciada en 1978, y la última, la guerra civil de Yemen, iniciada en 2015. Los demás enfrentamientos son denominados por el mismo organismo conflictos menores, entre esos el padecido por Colombia. El veterano de tales conflictos es el de Cachemira, entre India y Pakistán, que data de 1947; le sigue, en 1948, el de Beluchistán en Pakistán; luego, el conflicto armado en Birmania en 1948, y el conflicto palestino-israelí también de 1948, siendo estos, repito, los más antiguos, de modo que es falso que este bochinche de Colombia iniciado por la guerrilla liberal en 1964 por Tirofijo - convertido éste luego al comunismo - , y del que nacen las Farc, sea el más antiguo del planeta, como se volvió clisé en periódicos, televisión, radio, y por dondequiera. El ataque de las Farc contra el pueblo colombiano es inclasificable; llamarlo criminalidad es lo más acertado. En cuanto a las Farc misma tampoco hay consenso de si se trata de una estructura criminal o de un grupo insurgente o de un simple cartel narcotraficante. Volviendo al tema principal, queda claro que ni es guerra ni es el conflicto más antiguo del mundo. orlandoclavijotorrado@yahoo.es …. 23 de septiembre de 2016

viernes, 16 de septiembre de 2016

EL BRONX

CRONIQUILLA EL BRONX Orlando Clavijo Torrado Entre los culpables del Bronx y los ejércitos de desgraciados hundidos en el vicio están en primer lugar este Gobierno y las cortes que, por complacer a las Farc y forzar la doctrina jurídica (al tenor del llamado Constitucionalismo Mágico) para predicar ahora que el narcotráfico es un delito político, dejaron crecer los cultivos ilícitos, según cifras de la ONU, de 48.000 hectáreas en el 2012, a 80.500 en el 2013, hasta llegar a las 159.000 hectáreas en el 2015, con el resultado de que Colombia le quitó el primer lugar a Bolivia en la producción de coca desde que llegó Juan Manuel Santos a la presidencia. En plenas reuniones de los alabarderos de Santos con los capos de las Farc en La Habana, en 2013 Colombia pasó a producir 250 toneladas métricas de cocaína y al final del 2015 la producción iba por las 420 toneladas, estimándose que hoy, culminada la manguala de aquellos en la isla, la producción es de 600 toneladas. En segundo término, son responsables leyes tolerantes y jueces que reconocen el derecho a la degeneración; sociólogos, curas, sicólogos y trabajadores sociales que predican compasión en lugar de prevención, educación y reprensión. La situación de estos tristes seres la describió hace 144 años – concretamente en 1872 – Julio Verne en su famosa novela “La vuelta al mundo en 80 días”. Se trata del episodio en que Picaporte, ayudante del señor Phileas Fogg – el héroe apostador -, entra, invitado por Fix, el detective que persigue a Fogg, en una taberna en Hong –Kong donde se fuma opio “mezclado con esencia de rosas”. Dice en los apartes principales: “…Después, de vez en cuando, algún fumador enervado caía bajo la mesa; y los mozos, cogiéndolo por los pies y la cabeza, lo trasladaban al tinglado para que allí durmiera tranquilamente. Estaban colocados en él como treinta de éstos, embriagados, unos junto a otros, en el último grado de embrutecimiento. …Fix y Picaporte comprendieron que habían entrado en un fumadero frecuentado por esos miserables alelados, enflaquecidos, idiotas, a quienes la mercantil Inglaterra vende anualmente doscientos sesenta millones de francos de esa funesta droga llamada opio. ¡Tristes millones cobrados sobre uno de los vicios más funestos para la salud de los hombres! ” Etc. ¡Ay, don Julio! Si resucitara le provocaría volverse a morir si hubiera conocido el sector del Bronx en Bogotá, a pocas cuadras del palacio presidencial, o se hubiera paseado por los puentes y parques de Medellín y Cali, principalmente, y por las calles de todas nuestras ciudades, y hubiera visto a estos drogadictos caminando como zombis, o sentados en los andenes o refugiados en las alcantarillas, sucios y andrajosos, provocándose un triste final. Hubiera visto cómo la gente les teme y los evita pues se tornan agresivos y delincuentes por conseguir la sustancia que los envenena. Sin duda que esos seres que vemos tan perdidos para sí mismos y para la sociedad tienen gran culpa de su destino, pero los mencionados arriba son más culpables que ellos. orlandoclavijotorrado@yahoo.es … 17 de septiembre de 2016

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Mi foto
Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
PORTADA

50 años del Diario La Opinión

50 años del Diario La Opinión
cena en el Club del Comercio - 15 de Junio de 2010 - Columnistas

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Orlando Clavijo Torrado y Luís Eduardo Páez García junto a la foto del General Mateo Torrado, tío bisabuelo del primero, quien la donó. Don Justiniano J. Páez, abuelo del doctor Luis Eduardo, en su obra histórica al referirse a la guerra de los Mil Días, da fiel cuenta de las acciones del General Torrado en la contienda, en virtud a haber actuado como su secretario.

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Hermanos Clavijo Torrado, Orlando, Nora, Edilia y Olga. Julio de 2010, Ocaña - Junto a la bandera con la imagen del Libertador Simón Bolívar bordada por señoras de Ocaña al conmemorarse el primer centenario de la independencia (1910).

EN EL AGUA DE LA VIRGEN

EN EL AGUA DE LA VIRGEN
Orlando Clavijo Torrado, sus hijos, nietos y primos.

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
CONTRAPORTADA

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

MONOGRAFIA DE BUCARASICA - Olger García Velásquez

MONOGRAFIA DE BUCARASICA  - Olger García Velásquez
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007
Con sus hijos, de izquierda a derecha Cesar Octavio, Jaime Mauricio, Silvia Andrea y Orlando Alexander Clavijo Cáceres

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"
29 DE MAYO DE 2009. CÚCUTA.

En la Academia de Historia de Norte de Santander

En la Academia de Historia de Norte de Santander
Padre Edwin Avendaño, José Antonio Toloza (Q.E.P.D), Secretario de la Academia, y Orlando Clavijo Torrado