CRONIQUILLA
EL
LIBRO DE LAS CRÓNICAS
Orlando
Clavijo Torrado
En
este viernes 12 de mayo, en la tarde, le dio por desatarse una tormenta con
rayos, centellas y lluvia espantosa. A esas horas estaba programado el acto de
presentación de mi libro “Las crónicas más divertidas de Norte de Santander” en
el auditorio Eduardo Cote Lamus, en la sede la Torre del Reloj de la Secretaría
de Cultura del Departamento. Videos, música, danzas, discursos, flores, hielo
para las bebidas, canapés, en fin, la logística estaba bien preparada. Yo pensé
que todo se arruinaría por culpa de la intempestiva y furiosa tormenta. Y, de
hecho, algunos amigos me escribieron diciéndome que el agua los tenía
acorralados en su casa y por ello no podrían acudir al lanzamiento. Pero, para
otros fue un desafío porque no solo estaba en prueba la amistad sino el amor
por la cultura. Allí aguardaban desde las tres de la tarde, para un acto que
debía comenzar a las cuatro.
Y
contra lo esperado, el acto resultó estupendo, según los mensajes que me siguen
llegando. La exjuez Ubaldina Hernández lo calificó de espectacular.
Bueno:
lo cierto es que el dueto de tiple y guitarra de Antonio y Jorge Contreras,
vinculados a la universidad Francisco de
Paula Santander, emocionó al público con sus interpretaciones de nuestros aires
terrígenos, por supuesto, sin faltar, las Brisas del Pamplonita y Ocañerita. Y subió
el entusiasmo con la actuación del Grupo de Danzas de la Secretaría de Cultura
del municipio de Cúcuta, tan juvenil y alegre, de mucha finura en sus trajes.
Mis agradecimientos a los dos secretarios de cultura, de Cúcuta, José del
Carmen Ortiz Rangel, y Cesar Ricardo Rojas Ramírez, del departamento, por su
aporte al lucido acto. El toque tierno lo puso mi nieta Mariana Alejandra
Clavijo Boada con su resumen de la anécdota “Una bruja ocañera”.
Los
asistentes, muy distinguidos, entre los que se destacaban numerosos miembros de
la Academia de Historia de Norte de Santander, periodistas, abogados
litigantes, exjueces y exfiscales, médicos, arquitectos, siquiatras,
sindicalistas, pensionados, profesores y jóvenes apasionados por la literatura.
Me abstengo de nombrarlos uno por uno porque la lujosa lista me coparía el
resto de la columna. Me disculpan por no nombrarlos a todos. Por excepción nombro
a Agustín Calvo, español, y no
españolete, como se queja y denuncia que nosotros los llamamos con
discriminación, quien se ha leído la obra de cabo a rabo, la ha analizado y
sacado conclusiones.
En
fin, pese a la adversidad del tiempo, la concurrencia, tanto por la cantidad
como por la calidad intelectual fue nutrida. No cuento a mi familia y a la de
mi esposa, pues ese es otro cuento. Asistieron 25. ¡Nada más!
Sin
la dirección de mi esposa Myriam Celina Florez Cote no hubiera salido todo a
pedir de boca – no solo los pasabocas y el vino -, y la celebración cultural,
de la proyección, la sincronización, la sabrosura y la gracia que revistió.
La
bonita y elegante maestra de ceremonias Karen Lorena Arévalo – además de feliz
ilustradora del libro – merece capítulo aparte por la inteligencia y
creatividad con que condujo el evento. Aunque ella no es muy alta, le dio
muchísima altura.
Mil
gracias a todos.
…
Mayo
16 de 2017.