miércoles, 12 de diciembre de 2012
CRONIQUILLA
ATAQUE DIABÓLICO
Orlando Clavijo Torrado
“Los fieles habían salido de la misa del gallo. Algunos, luego de degustar los tamales, la conserva, la chicha y los buñuelos, habían buscado el lecho para soñar con las alegrías del nacimiento del Niño Dios. Otros se entregaron a la animación de la danza y el licor. Pedro Pérez Quintero no se enteró del acontecimiento religioso por estar sumergido en la nebulosa onírica de una borrachera, inusual en él, mal acomodado en un taburete en la sala de Ana Celia Rolón. Cerca de la una de la madrugada alguna extraña llamada del subconsciente lo hizo levantarse abruptamente, como poseído por el demonio, y dirigirse al billar cercano de su sobrino Lino Antonio Clavijo Pérez, en donde repartió puntadas de cuchilla a los concurrentes, empezando por su pariente. A éste le atravesó el brazo izquierdo e hirió igualmente de cierta gravedad a su esposa, María Otilia Tiría y al hermano de ella, Saúl, y levemente a Rodrigo Peñaranda, Victor Garavito y otras personas. El propietario del negocio aún pudo, apelando a un taco de billar y usando su brazo sano, enfrentar al atacante y despojarlo del arma. Pedro Pérez huyó por el precipicio que se abría a un costado de la calle en dirección al cementerio. Por fortuna, ninguno de los agredidos pereció. La tragedia originó una leyenda, la del perro negro que arrastraba una cadena, había estado deambulando todo el día 24 por la calle, había entrado a la casa de Ana Celia Rolón y al billar, y en el momento de la fuga de Pedro Pérez se lanzó tras suyo por el abismo”.
Este pasaje se encuentra en el libro “Cerca de las estrellas”, de mi autoría, con el mismo título de esta croniquilla. He querido recordarlo en estos días en que nos remontamos a aquellas épocas de navidades de encanto, de misas de aguinaldo en la madrugada entre penumbras porque había una débil luz eléctrica, lo que no impedía que todos se conocieran y se saludaran con cariño; de quema de pólvora indiscriminada por chicos y grandes sin ningún accidente; música con la banda del pueblo tocando prácticamente desde el 16 de diciembre hasta el 6 de enero; comparsas, disfrazados, vaca de candela, regalos del Niño Dios dejados debajo de la cabecera o de la cama, pesebre, árbol de Navidad hecho de un chamizo y con algodón como nieve, y borracheras mayúsculas de los adultos como la del protagonista del cuento, Pedro Pérez, el repartidor de cuchilla a Raimundo y todo el mundo aquel 25 de diciembre de 1956.
De todos esos personajes sobreviven mi aguerrido tío Lino Clavijo – que le dio garrote a su tío Pedro para desarmarlo -, y Saúl Tiría. Siempre me ha parecido hermosa la leyenda del perro negro que se paseó por el pueblo durante todo el día metiendo bulla con una gruesa cadena colgada a su cuello, se echaba a los pies de Pedro Pérez, y se fugó con él saltando por un barranco. La gente no dudaba de que se trataba del mismo diablo. Cuando ocurría una tragedia semejante, el diablo se había manifestado antes, sólo que venían a reconocerlo después por el canto melancólico de los gallos, el aullido de los perros, los gatos negros y otras señales macabras. ¡Ah! y el malhechor, por supuesto no había ido a misa. ¡Y no ir ni siquiera a una misa de aguinaldo eso sí era ser un mal cristiano! ¡Ahí estaban las consecuencias!
orlandoclavijotorrado.blogspot.com
11 de diciembre de 2012.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Datos personales
- Orlando Clavijo Torrado -
- Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
- Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario
No hay comentarios:
Publicar un comentario