CRONIQUILLA
EL
CHIVO EXPIATORIO
Orlando
Clavijo Torrado
¿Qué es esto? ¿Qué está
pasando en Colombia?
Sentemos primero que
las conversaciones del gobierno con las Farc en La Habana en búsqueda de acuerdos,
no tienen fuerza de ley, sino un propósito
particular del presidente y en estos días una bandera para su reelección. Sí
son obligatorias las leyes para el post conflicto que Santos hizo aprobar, o
sea, su ensillada antes de traer las bestias. Ahora, que el Fiscal General
Eduardo Montealegre se haya entusiasmado con los llamados “diálogos de paz” o con
las Farc, como está comprobado que es amigo de las Farc el ministro de Justicia
Alfonso Gómez Méndez, es otro cuento, que es impropio mezclar con su alta misión, en esencia
imparcial y justiciera.
Pues, pasmosamente,
Santos y Montealegre están repitiendo la comedia de Venezuela. Y el chivo
expiatorio – porque otros contradictores como Uribe son huesos duros de roer
–lo encontraron en Andrés Fernando Sepúlveda Ardila, un inteligente joven de 31
años, antagonista de la farsa de La Habana,
quien sin formación universitaria se las sabe todas en telemática y al
que acusan de haberse dedicado al espionaje general, como en el programa
“Infieles” de una cadena norteamericana. Por supuesto que entre sus intrusiones
está cuanto se viene pactando en La Habana.
Había que ver al
presidente Santos bramando contra Sepúlveda, pidiendo prácticamente la cadena
perpetua pues su crimen es horrendo - en el magín del presidente, dijo alguien,
es peor que todos los crímenes de las Farc -, y a continuación al Fiscal
Montealegre agarrando el micrófono y anunciando, pálido de la ira, la puesta en
movimiento de todo su aparato investigador y punitivo contra el temible
“hacker”. Sepúlveda puso en peligro la democracia y la institucionalidad, declaró
a El Tiempo sin sonrojarse.
Mi amigo Mario Javier
Pacheco en la revista virtual KienyKé hace bien las cuentas y estima que el
peligroso husmeador pagaría una pena que ronda los 43 años de prisión teniendo
en cuenta los delitos que le recitó el Fiscal por radio y televisión. Ni Luis
Alfredo Garavito, que violó y asesinó a 172 niños, purgaría efectivamente una
cantidad semejante de tiempo.
La opinión pública no merece
ser engañada. Se le debe destapar que detrás del escándalo del “hacker”
Sepúlveda hay puro interés político. Si no es así, ¿por qué, por ejemplo, la Fiscalía no evitó
la muerte anunciada de una modesta mujer hace pocos días en Bogotá, a pesar de
que acudió dos veces para advertir que su marido la iba a asesinar? ¿En dónde
el Fiscal General fue eficiente, rápido e implacable como lo ha sido con
Sepúlveda?
La corrupción no
consiste solamente en el tráfico de dinero. La corrupción, se ha repetido,
lleva distintos disfraces. También, que la política es la cara de la
corrupción. Yidis Medina se quejó de que los acuerdos entre grandes jefes
políticos se llaman acuerdos, y los acuerdos con la gente humilde como ella es
corrupción.
Este es el perfil del
corrupto en sus propias palabras: recibo euros, dólares, pesos – menos bolos
venezolanos -, casas, carros y becas, aviones, lanchas, ganado, viajes, abonos,
pagos, prepagos, acciones, cuentas, giros, consignaciones, remesas, sobres
cerrados, flores, whisky, cargos, honores, diplomas, defensas de la democracia,
las instituciones, la justicia y la libertad, por encima, por debajo, por los
lados, con disimulo o a campo abierto, en fin, cualquier cariñito o cualquier
cosita que le sirva a mi ego.
16 de mayo de 2014
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