viernes, 5 de febrero de 2021
ELVIA VÉLEZ JIMÉNEZ Y EL ASALTANTE NOCTURNO
CRONIQUILLA
ELVIA VÉLEZ JIMÉNEZ Y EL ASALTANTE NOCTURNO
Orlando Clavijo Torrado
Aquel domingo estuve temprano en la casa de Elvia. Ella vivía en el barrio Estrada, cerca de la Universidad Nacional, en donde yo estudiaba.
Papi, me dijo, me parecía que no llegabas pronto para contarte lo que sucedió anoche aquí. Algo espantoso. No te imaginas el susto que me llevé. Hasta el vecindario fue testigo. Intervino la policía pues mi padre no vaciló en llamarla ante mis berridos.
Y prosiguió, mientras yo la escuchaba expectante:
A eso de la media noche sentí al principio un leve golpeteo en la ventana de mi cuarto. Luego los golpes se hicieron más fuertes, y a continuación se oía como si forzaran la ventana para entrarse. Prendí la luz y vi una sombra que corría de un lado para otro. Era una sombra negra e inmensa. “¡Basta!”, le grité, “¿qué pretende?; acudiré a la Policía”. Poco le importó al asaltante lo que dije. Entonces empecé a llamar a gritos a mis padres. Les abrí la puerta de mi alcoba y se percataron por sí mismos de la amenaza sobre la ventana. Mi padre consideró prudente tomar el teléfono y comunicar a la estación de policía cercana el peligro que nos amenazaba con un posible predador, seguramente un peligroso ladrón que, pese a todas las voces y clamores y anuncios de ponerlo en manos de la justicia, persistía en tratar de penetrar por la ventana del cuarto de su hija.
La Policía no tardó en llegar. Los pusimos al tanto de los acontecimientos y se dieron a la tarea de inspeccionar toda la casa y sus alrededores. Los vecinos se levantaron ante el escándalo de las sirenas policivas. Cuando un agente vio al monstruo que azotaba la ventana, sacó la pistola, le intimó rendición y abrió la ventana para verlo. En ese momento entró como un ciclón una inmensa mariposa negra.
“Señorita – me dijo el policía- este es el ladrón; ya lo tenemos capturado”.
Y concluyó Elvia:
Yo aún estaba en pánico y no podía contener el llanto, de modo que pasaron muchos minutos mientras me serenaba y me convencía de la realidad.
Terminado su relato nos echamos a reír, pero más me burlaba yo de ella por su candor, por sus nervios descontrolados que la volvían histérica, como en esa noche.
Elvia, Elvia Vélez Jiménez, era una muchacha muy linda, delgada, fina, culta y virtuosa. Cariñosa y tierna. Su voz era melodiosa. Creo que su familia procedía de Zipaquirá porque frecuentemente iban a visitar a una abuela.
Ella, en un momento inexplicable y absurdo desapareció de mi vida. Quizá fue mi culpa. No, no es quizá, fue mi culpa, toda mi culpa.
¡Cómo quisiera volver a verla para pedirle que me perdone!
orlandoclavijotorrado@yahoo.es
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5 de febrero de 2021
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- Orlando Clavijo Torrado -
- Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
- Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario
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