jueves, 12 de diciembre de 2013
¿SE LE METIÓ EL DIABLO? (I)
PARA EL SEMANARIO LA PROVINCIA DE OCAÑA
¿SE LE METIÓ EL DIABLO? (I)
Orlando Clavijo Torrado
En época no muy lejana la misa de la Natividad del Señor – la recuerdan hoy los mayores de 50 años - ocurría a las 12 de la noche. Se llamaba también misa de gallo porque es fama que a esa hora empiezan a cantar los gallos. La Iglesia luego varió el horario, entre otras consideraciones por la inseguridad reinante, y a mediados de los años 70 del siglo pasado autorizó que se oficiara a cualquier hora de la noche del día 24 de diciembre. Desde entonces el Niño Jesús no nace como antes a la medianoche sino a distintas horas según el programa de cada parroquia. Los graciosos comentan que pobrecita la Virgen que tiene que dar a luz desde las 7 hasta las 10 de la noche.
En el pueblo, cada vereda se hacía cargo de un día de la novena de aguinaldos. Ello abarcaba ofrecer al mediodía anterior una retreta, bien con la banda municipal o bien con un trío o conjunto de distintos instrumentos, en el atrio de la iglesia, y paseo por las calles, el anticipo de la comparsa que presentarían en la noche y la quema de pólvora abundante; el juego con el toro o la vaca de candela y el reparto del trago se reservaban para la noche; al día siguiente, asistencia de todos los habitantes de la vereda a la misa, animación melódica de ésta incluyendo la interpretación del himno nacional al momento de la elevación de la hostia y el cáliz, y luego recreación con música y pólvora hasta las ocho de la mañana, aproximadamente. A las doce del día venía la otra vereda y así hasta completar el calendario de ocho días para el sector rural, porque el casco urbano tenía asignado el día magno, el 24, además del 1º y el 6 de enero.
Correspondiéndoles a los vecinos del pueblo el gasto de la misa solemne y de los festejos de enero, era forzoso que recolectaran oportunamente los dineros para el efecto, por lo que una comisión o junta compuesta por los principales salía al menos una semana antes a pedir de casa en casa y de negocio en negocio la contribución. En la oportunidad en que sucedió el acontecimiento que a continuación veremos, la comisión estaba integrada por don Leoncio, don Pablo Emilio, don Esteban, don Eliécer y don Blas (en aquella época el título de “don” equivalía a honorable, respetable, a un señorío). Por lo general, estos caballeros, que no eran bebedores, terminaban jalados en razón a que, como gozaban de tanto aprecio, en todos los lugares les arrimaban una cerveza o una copa de aguardiente.
Pues bien: ningún vecino se resistía a entregar su dádiva para el esplendor de los festejos hasta cuando la junta llegó a la tienda de don Carmen Julio. Este se hallaba embriagado. Al solicitarle su contribución les respondió que le prestaran ellos mismos el monto de la cuota, y como ellos le explicaron cortésmente que no se trataba de prestar plata sino de colaborar con generosidad, don Carmen Julio se encolerizó. Dijo que le importaban una mierda la misa, las fiestas y los comisionados y que, o se salían ya de su negocio o los cogía a plomo.
Los recolectores quedaron pasmados y no podían encontrar justificación a la conducta de este buen señor, de por si pausado y pacífico, conservador y buen cristiano, cuyo único pecado capital conocido era la glotonería, lo que le había generado una panza como un tambor. ¿A qué horas se le había metido el diablo?
Pasados unos días conocieron las causas de su comportamiento. El diablo algo tenía que ver. (Continuará).
orlandoclavijotorrado.blogspot.com
orlandoclavijot@hotmail.com
11 de diciembre de 2013.
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- Orlando Clavijo Torrado -
- Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
- Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario
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