martes, 18 de febrero de 2014
AMÉN O ALELUYA
CRONIQUILLA
AMÉN O ALELUYA
Orlando Clavijo Torrado
Aclaro que tengo amigos y numerosos parientes muy queridos que se han trasteado de religión, de manera que mis puntos de vista no obedecen a discriminación, fobia o intolerancia. Por supuesto que respeto su decisión, pero no la comparto pues siempre he considerado dos cosas: primero: el hombre regularmente necesita un pretexto para cambiar y, segundo: más que cambiar de iglesia se debe cambiar de actitud.
Cuando realizaba el trabajo de investigación para un libro visité cierto templo en donde sabía que guardaban archivos microfilmados, entre los que se encontraban datos preciosos de pueblos de la provincia de Ocaña.
Cada vez que iba por allá a solicitar que me permitieran ver los filmes de mi interés, por lo general me atendía una chica morenonga y bonita. Su atuendo era particular: falda larga de paño, buzo de lana de cuello tortuga con mangas hasta las muñecas y botas media caña. En mi interior la compadecía: “¡Pobre muchacha, asándose dentro de ese vestido inadecuado para los 32 grados de temperatura de Cúcuta!” Pues bien: un día ocurrió lo que yo estaba esperando: por fin me invitó …pero a que me hiciera hijo del profeta, a que me convirtiera en el “hermano Clavijo”.
“¿Usted antes era católica, verdad?”, le pregunté. Me respondió que sí, y que cuando era católica usaba minifalda y escote provocativo – o como decía el difunto padre Álvaro Suárez, lo de abajo bien arriba y lo de arriba bien abajo -, bebía, fumaba, rumbeaba todas las noches y tenía colección de novios. “¿Había algún precepto en el catolicismo que la obligara a comportarse así?”, volví a preguntarle. Ella agachó la cabeza y eludió la respuesta.
¿Qué la hizo rectificar su vida? ¿Su verdadero deseo de cambio o el cambio de congregación? ¿De dónde acá que Jesús oye mejor desde donde la Piraquive o desde donde Satirio que desde la catedral San José? ¿Acaso el Señor mi Salvador, ¡aleluya!, hará que me sonría la fortuna y quede atrás mi vida tan arrastrada si en lugar de darle pichicatamente la limosna al cura – miserables monedas o billetes chiquitos - le pago al pastor generosamente y sin chistar el diezmo de lo que gano mensualmente?
Ahora, yo no entiendo por qué algunas personas que se han metamorfoseado de religión asumen que deben también dejar la alegría. En el seminario del Dulce Nombre de Ocaña nos repetían que un santo triste es un triste santo. Conozco gente – y me inspiran pesar – que luego de ser recocheros, mamadores de gallo, divertidos y jodedores, se volvieron estirados, aburridos y melancólicos, rechazan una cerveza y se escandalizan por un chiste, y ya ni siquiera pueden voltear a mirar las hermosas piernas de una mujer porque “eso es obra de Satanás, hermano”.
¡No, hermanolo! ¡A eso sí no le jalo! Seguiré de humilde pecador pero gozando la existencia sanamente, claro está, dentro de la misma fe de mis padres, y procurando día a día enmendar mis faltas y mis malos hábitos en la esperanza de alcanzar el cielo. Amén.
orlandoclavijotorrado.blogspot.com
orlandoclavijot@hotmail.com.
18 de febrero de 2014.
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Datos personales
- Orlando Clavijo Torrado -
- Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
- Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario
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