miércoles, 2 de abril de 2014
EL CALENTAMIENTO GLOBAL
PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA”
EL CALENTAMIENTO GLOBAL
Orlando Clavijo Torrado
Me cuentan mis asesores juveniles, pero en particular un nieto adolescente, que hoy en día a las muchachas no les ofende una propuesta indecente con vocablos bien gruesos.
Al oír esto, yo, de aquella generación que si la comparo con la edad que hoy tiene mi nieto tendría su misma edad en 1958, esto es, hace 56 años, naturalmente me asombro.
Sí, porque por aquellos tiempos a una dama no se le hacía esa clase de proposiciones. Ahora, si alguien era tan osado de hacerlas, pero en formas muy sutiles como la pedida de la famosa prueba de amor, la mujer entendía de inmediato de qué se trataba, abofeteaba al atrevido, podría contarle el percance a su padre y a sus hermanos, éstos buscaban al malhechor y en pocas ocasiones le reclamaban a simple lengua semejante ofensa ya que en la mayoría de los casos más le valiera al tipo pagar escondederos porque de encontrarlo de seguro lo cosían a balazos. El pudor y la dignidad de la señorita quedaban así a salvo y de paso el honor y la honra de la familia.
Por estos tiempos dizque ni siquiera se invita a las chicas a ir a hacer el amor. Eso ya está pasado de moda. Hacer el amor es muy cursi. Hay que ser más directo, sin tapujos; palabras como fornicar, copular y yacer les suenan rebuscadas; más aún aquellas románticas y poéticas como amartelarse; ni siquiera aceptan el común “amarse”.
Lo que más me pasma es que las vulgaridades ya no son exclusivas de los hombres, como antaño, sino que las usan las mujeres sin sonrojo alguno, por el contrario, son los muchachos los que se ruborizan.
Igualmente, en la antigüedad – asumamos que yo soy de la antigüedad – la iniciativa sexual corría a cargo del varón. Pues, hoy, señores, no es así: me siguen contando que las “pegotas” llevan la delantera, van convidando a cualquier compañero de clase a que las aproveche – o, mejor, podríamos hablar, como están las cosas, son ellas quienes los aprovechan - sin más ni más, sin amor, sin seducción, sin enamoramiento, sin compromiso, sin nada serio, sólo porque, expresémoslo sin evasivas, a ellas les apretaron las ganas. ¡Y no hablamos de mujeres propiamente dichas, hechas y derechas, desarrolladas corporalmente, sino de verdaderas niñas de doce años o un poco más, flacuchenticas, sin carnitas por ningún lado, aún en crecimiento!
Yo no sé si ese acaloramiento tenga que ver también con el calentamiento global, con los pasos del fin del mundo, en donde todo se está trastocando, los glaciares vienen derritiéndose y se ocasionan las inundaciones, las abejas día a día desaparecen y por ello los alimentos faltarán, los ríos se secan y, el agua, al escasear, como se ha pronosticado, será la causa de guerras y de cambios políticos.
Pero el contraste es que mientras las muchachas se volvieron fáciles los muchachos se pusieron difíciles, y pese a que lo que se pueda creer, ellos aún anhelan la conquista, encuentran más atractivo rogarles a ellas – como se acostumbraba antes – y no que sean tan ofrecidas, o “regaladas”, según la jerga juvenil. En otras palabras, los papeles se cambiaron.
Tienen razón las madres cuando dicen que hoy hay que cuidar más a los hijos que a las hijas.
En este punto sí opino que todo tiempo pasado fue mejor. Era mejor el romanticismo, la agobiante espera del famoso sí que le daba a uno su dulcinea y no lo prosaico de hoy del “apúrese, quítese la ropa que yo ya me la quité”.
orlandoclavijotorrado.blogspot.com
2 de abril de 2014.
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- Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
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