miércoles, 5 de noviembre de 2014
RELACIONES CON VENEZUELA
CRONIQUILLA
RELACIONES CON VENEZUELA
Orlando Clavijo Torrado
La única cosa buena que ha hecho el actual gobernador de nuestro departamento Norte de Santander es recomendar que nadie vaya a Venezuela. Por lo demás, ni fu ni fa.
Las relaciones, dice Perogrullo, son entre amigos. Entre enemigos, no hay caso. Sin más preámbulos, es lo que nos ocurre con Venezuela. Los gobiernos de dicho Estado – aún los más “queridos”, como dicen las señoras, con Colombia, como se pueden considerar los de Rafael Caldera y Carlos Andrés Pérez – han practicado una continua agresión contra los nuéstros. En una celebración patria de Venezuela a la que asistió el presidente Misael Pastrana, le mostraron todo el armamento que poseían. Eran los tiempos de Caldera y había ya la discusión por el golfo de Coquivacoa o Golfo de Venezuela. Don Misa apenas parpadeaba y don Rafa lo miraba para ver cómo le parecía lo que le tenía listo.
Recuérdese que en plena lucha por la Independencia – en el año 1818 - el general Páez hizo detener a nuestro héroe Francisco de Paula Santander. Se trataba de rivalidades. En una carta explicadora Santander le dice a Páez que “los venezolanos odian a los granadinos, les humillan y les tratan como a colonos” (Fernando González, el filósofo de Otraparte, 1940).
A lo largo de los siglos XIX y XX las rupturas de relaciones diplomáticas y comerciales y los cierres de la frontera por parte de los venezolanos, fueron el pan de cada día.
En este siglo XXI en que andamos, el difunto dictador Chávez rompió relaciones con nosotros cinco veces, una de ellas con movimiento de batallones en las fronteras y apuntando misiles contra Bogotá.
Siempre han pretendido apoderarse de toda la Guajira y la costa norte, por supuesto incluidas Barranquilla, Santa Marta y Cartagena. Chávez lo proclamaba sin pudor, alegando que Colombia les arrebató dichos territorios cuando lo cierto es que nuestro país se extendía en la época de la Colonia hasta los actuales estados Táchira, Mérida, Apure y El Zulia y que toda la Guajira nos pertenecía. Los linderos de la ciudad de Ocaña en 1570 llegaban hasta las orillas del Lago de Maracaibo.
El ingreso de los hoy llamados soldados bolivarianos y de la tenebrosa Guardia a nuestros campos y pueblos, y capitales como Cúcuta, Riohacha y Valledupar es constante, y periódicamente nos asesinan compatriotas.
Cualquier colombiano puede viajar al exterior y traer en determinadas mercancías un cupo mínimo de mil dólares (unos $ 2.060.000 al cambio del 3 de noviembre de 2014); si la permanencia en el exterior es hasta de 7 días, se le permite la introducción de un cupo de 2.500 dólares (unos $ 5.150.000), y si la permanencia pasa de 7 días, el cupo se amplía a 4.000 dólares (unos $ 8.240.000) pagando un impuesto del 26.5%. Ello en Venezuela no se respeta porque desconocen todos los tratados internacionales, y mediante amenazas con su moderno y poderoso armamento callan cualquier reclamo. De ahí que encarcelen a nuestras gentes modestas por comprar víveres de un mercado que no pasa de treinta mil pesos, como está sucediendo por orden del sucesor de Chávez, Nicolás Maduro.
Ante tantos abusos y violaciones a todos los derechos la Cancillería nuestra enmudece asustada.
¿Y qué decir del refugio y protección que les dan abiertamente a las guerrillas que secuestran y asesinan a la fuerza pública y a inocentes ciudadanos colombianos?
Entonces, ¿vale la pena mantener relaciones con una nación que siempre nos ha sido hostil y que está dispuesta a atacarnos en cualquier momento? ¿Cuántas vidas de compatriotas se salvarían? ¿Cuántos atropellos se evitarían?
Es hora de pensarlo. Aunque no creo que Juanpa sea el gallo.
orlandoclavijotorrado.blogspot. com
4 de noviembre de 2014
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