miércoles, 19 de noviembre de 2014
DE LA HABANA VIENE UN BARCO
Para el semanario La Provincia
DE LA HABANA VIENE UN BARCO…
Orlando Clavijo Torrado
En cuanto a la paz, los porcentajes están así: el ciento por ciento de los colombianos la quieren, el cincuenta por ciento apoyan los diálogos del Gobierno con el grupo terrorista Farc, y el otro cincuenta por ciento no los apoyan por la cantidad de beneficios – incluida la impunidad para todos sus delitos – que el presidente Santos y el fiscal general Montealegre les han ofrecido.
El señor Santos se paseó hace poco por Europa vendiendo el discurso de la paz y buscando plata puesto que al acabarse los ataques de las Farc contra los colombianos, a esos atacantes tiene que asegurárseles un modus vivendi porque en adelante no tendrán los naturales recursos con que se mantienen como son el secuestro, la extorsión, el narcotráfico y las vacunas. En una caricatura publicada en Internet, Santos aparece como un menesteroso, en alpargatas y con vestido lleno de remiendos, sentado en un andén y extendiendo la totuma del limosnero. ¡Cómo se le ocurre a Santos ir a pedirles a todos los quebrados del viejo continente! Porque, que se sepa, la única economía boyante es la de Alemania.
Por ahí dicen que dado que en este país todo tiene un interés, el de Juanpa – como lo bautizó la abuela de Villavicencio - es el premio Nobel de la Paz. Con tal de complacer a las Farc últimamente estiró el concepto de delito político. Juanpa no quiere que los guerrilleros de las Farc paguen por ningún delito. Debía ahorrarse tanto engaño y proclamar públicamente que son inocentes.
Ahora, su escudero, el fiscal general de la Nación Eduardo Montealegre, no se le queda atrás. Solo que al fiscal se le ve mal y a Santos no porque no es abogado sino economista y hábil jugador de póker. Montealegre, quien era un respetado tratadista de Derecho Penal y magistrado de las altas cortes, echó por la borda toda su sabiduría y sus enseñanzas a miles de discípulos al declarar que el secuestro del general Rubén Darío Alzate Mora en el Chocó el domingo 16 de noviembre en la tarde, propiamente en el corregimiento Las Mercedes de Quibdó, no fue un secuestro sino una retención indebida. ¡Lo que hace la pasión política! Así, se pone en línea con las Farc, para quienes el alto oficial es un prisionero de guerra.
A no dudarlo, al fiscal general se le está yendo la mano. Es bueno que ayude al presidente, y allá él si comulga con sus ideas, o con las de las Farc, pero no debe olvidar que fue designado para perseguir a los delincuentes. Según el artículo 250 de la Constitución Política de Colombia, modificado por el artículo 2° del Acto Legislativo N° 03 de 2002, el fiscal general no puede renunciar a su función principal de la persecución penal salvo por aplicación del principio de oportunidad.
De entender así la ley y la justicia como vemos que lo está haciendo el fiscal general, podemos decir que estamos sin fiscal.
Evocando el viejo juego, por muchos años nos recordaremos que de La Habana vino un barco cargado de sorpresas.
orlandoclavijot@hotmail.com
19 de noviembre de 2014
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