jueves, 18 de diciembre de 2014
LA TARJETA DE NAVIDAD
Para el semanario La Provincia
LA TARJETA DE NAVIDAD
Orlando Clavijo Torrado
Decía en anterior columna que sobrevive de las tradiciones navideñas el tamal o hayaca, aunque también se salvan la natilla y los buñuelos.
Pero hay otro elemento que también se extinguió: el mensaje navideño escrito, que asumía dos formas: la tarjeta o el telegrama; en uno u otro se expresaba el consabido saludo y deseo de feliz Navidad y próspero Año Nuevo. La desaparecida empresa de telecomunicaciones, Telecom, presentaba un formato de telegrama adornado con motivos propios de la época, con un mínimo sobrecosto.
Las tarjetas navideñas eran en muchas ocasiones verdaderas obras de arte. Los paisajes preciosísimos, los repujados, los colores brillantes, las figuras finas, las hacían dignas de colección. No enviar tarjeta o telegrama de Navidad a los familiares y amigos o a quien había de agradecérsele o recordársele por un favor o algo especial, era mal visto. Enviar tarjetas navideñas además de protocolo social constituía una obligación moral. Las tarjetas o telegramas recibidos adornaban el árbol de Navidad.
A la tarjeta física la reemplazó la tarjeta virtual. En los buscadores de Internet hay una inmensa variedad para escoger, con música incluida, sin duda lindas, mas para guardar solamente en la memoria electrónica – que pocos hacen - o para borrarlas inmediatamente – que es lo más corriente - .
He visto que por excepción son las parroquias las que envían una tarjeta física junto con la programación de las misas y el sobre para depositar la ofrenda navideña. Entonces, no resta sino esperar las tarjetas virtuales de los contactos en el correo electrónico.
¡Ah!, y esperar las de un gremio que no puede faltar: el de los gobernadores, alcaldes, senadores, representantes, diputados, concejales y aspirantes a subirse al curubito que lo hacen cumplidamente por estas fechas y se gastan mensajes en los periódicos y en vallas colocadas en calles y carreteras. ¡Qué gesto de bondad y gratitud para con sus electores! Creen que el pueblo les come cuento. Ni en Navidad descansamos de los políticos. Están más metidos que los buñuelos y la natilla. Les parece que es a ellos a quien llamamos cuando cantamos “ven no tardes tanto”. No señores, es al Niño Jesús. Confunden Navidad con vanidad.
En fin, que poco a poco se van evanesciendo las tradiciones hermosas. El modernismo no perdona y barre con lo que encuentra a su paso. Particularmente, con lo que toca con la sensibilidad, con el romanticismo y el idealismo. Entonces, la tarjeta navideña entra a formar parte de los museos, de los álbumes familiares de gentes viejas, de los recuerdos y las evocaciones.
¡Cómo quisiéramos que volvieras, bella tarjeta navideña!
orlandoclavijotorrado@yahoo.es
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17 de diciembre de 2014
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- Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
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