jueves, 28 de mayo de 2015
PRIMER VIERNES
Para el semanario La Provincia
PRIMER VIERNES
Por Orlando Clavijo Torrado
Antiguamente la gente cumplía sagradamente los “primeros viernes”, una práctica que consistía en confesarse y comulgar el primer viernes de cada mes. La Iglesia prometía muchos beneficios espirituales, particularmente indulgencias plenarias o sea el equivalente a la rebaja de pena de nuestro código penal, pero en el otro mundo. Se cuenta de un joven tan católico que le puso como condición a su novia para casarse que hicieran todos los primeros viernes, y la muchacha le respondió: “¿los primeros viernes nada más?, no, yo quiero que lo hagamos todos los días”. ¡Tan piadosa la condenada!
Pero la historia que le oí a mi padre dice que en cierto pueblo de los nuestros las colas para confesarse para celebrar el primer viernes eran tan grandes que los feligreses se apretujaban.
Los protagonistas del relato, dos hombres del campo, habían venido de la vereda lejana, animados con fervor espiritual. Eran dos recios varones, por los cuarenta años, de cuerpos firmes y músculos desarrollados, serios y de pocas palabras. Coincidieron en situarse detrás de una viejecita y ahí hubo un malentendido porque se preguntaron quién había llegado de primero y cada uno pensaba que él. En un principio uno le decía al otro que perdonara pero él era quien había llegado antes, y el aludido contestaba igualmente que perdonara pero era él quien tenía el derecho de ir adelante. De los mutuos perdones pasaron a las suaves insinuaciones de que usted puede estar equivocado, y luego a que el equivocado es usted, y a continuación, ¿me está diciendo bruto?, no, pero es una pendejada, ¡ah!, ¿me está diciendo pendejo?, tómela como quiera, pues arranque a ver, primero usted gran hijueputa, pues yo le respondo que si es tan arrecho salga y nos damos en la jeta como sea y donde sea…
Los dos devotos feligreses salieron en efecto al parque principal y se batieron a cuchillo limpio hasta que vino la Policía y los arrestó. Aquella víspera del primer viernes lo pasó cada uno en un calabozo, llenos de rencor y deseos de venganza.
Este cuadro muestra al natural cómo era en otras épocas nuestra raza, soberbia, insolente, intolerante, agresiva, religiosa hasta el fanatismo, con un alto sentido del respeto por sí mismo, del honor y la dignidad, valores que los hacían valer en donde fuera y como fuera, según sus propias expresiones.
¡Hasta para ir a confesarse!
orlandoclavijotorrado@yahoo.es
27 de mayo de 2015
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- Orlando Clavijo Torrado -
- Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
- Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario
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