lunes, 14 de marzo de 2016
CRONIQUILLA - ¿CUÁNTO VALE EL PUESTO?
CRONIQUILLA
¿CUÁNTO VALE EL PUESTO?
Orlando Clavijo Torrado
Bien: se sabe que todos los puestos públicos se están comprando, y no es secreto que los senadores son dueños de ciertos cargos, y los elegidos, o pagan de una vez una alta suma o les pasan la mascada mensualmente.
Se sabe que hasta ciertos puestos medianos de la gobernación y la alcaldía se compran. Las personerías municipales, no se diga. Me consta que un jurista de muchos quilates y de moral a la antigua no pudo ser personero de su amado terruño porque nunca tuvo con qué pagar los millones que le exigían los concejales. Murió engañado, de que su ciencia y su moral eran méritos suficientes.
Pero lo que yo no imaginaba – ni sabía, y hace poco me informaron – es que el puesto de secretario del concejo de un pueblo pequeño y pobre también había que comprarlo. Se sabe que los concejales van en el serrucho con el alcalde para contratar obras reales o ficticias, al punto que en cierto municipio que conozco muy bien me cuentan que los concejales le reclamaban al alcalde porque se demoraba en inventarse obras mientras ellos estaban pasando aceite (léase: sin probar bocado del presupuesto), pero realmente no alcanzo a comprender cuál es el beneficio del secretario de un concejo, o por qué lado es, a no ser que entre todos lo unten, lo unten de mermelada, para usar el término de un ministro del presidente Juanpa. Ahora, si el no muy alto cargo de secretario del concejo tiene precio, ¿por qué no lo va a tener el de aseadora, o portero o barrendero municipal?
Por eso ya la gente no se entusiasma con megaobras, ni con vías de cuarta generación, con soberbios puentes, ni con arreglos con los terroristas, en fin, con nada, pues lo primero en que se piensa es en la plata que se van a robar.
En ese contexto, nada que provenga del gobierno suscita confianza sino sospechas. La corrupción oficial es imparable, a nadie juzgan por corrupto, los enriquecidos a costa del erario – a quienes todo el mundo mienta en voz baja – ni se sonrojan y por el contrario acuden a firmar de primeros pactos de transparencia.
Así las cosas, la triste conclusión es que del gobierno en general y de los políticos hay que desconfiar, y que el único confiable en este mundo es el Sagrado Corazón, y por eso debemos seguir invocándolo: ¡Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío!
orlandoclavijotorrado@yahoo.es
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14 de marzo de 2016
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- Orlando Clavijo Torrado -
- Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
- Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario
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