viernes, 20 de julio de 2018
CONTRA FUNDAMENTALISMO, PERNIL DE CERDO.
Para El Informador del Oriente
CONTRA FUNDAMENTALISMO, PERNIL DE CERDO
0rlando Clavijo Torrado
Han pasado once años desde que escribí un relato sobre mi compadre John Fredy, del cual no volví a tener noticias. No sé si aún continúa en España.
Dije en aquel relato, titulado con el mismo título de este de hoy, que mi compadre John Fredy - “negro valluno, con mucho orgullo”, como se presentaba - era un tipo jodido (ser jodido es distinto a estar jodido), pues a pesar de no llegar aún a los cuarenta ya gozaba de cierta solvencia económica en el exterior, y se desempeñaba como gerontólogo en un importante centro de salud de la península. (Sus amigos comentamos que este es mucho negro vivo. ¿Cómo haría para meterse en esas casas de reposo de obispos y sacerdotes viejos, lograr que éstos le hicieran donaciones de cuantiosos bienes, y convencer a los directivos que era médico gerontólogo? ¡Este es mucho negro jodido!)
Aunque caleño, mi compadre se crio en Cúcuta.
En un tiempo hizo amagos de ser monje, pero no salió con nada. Puso una venta de bicicletas en el barrio San Luis y quebró. Cuando se perdió por varios años supimos luego que había estado por la Guajira dándoselas de brujo y adivinando el tabaco.
Inventó que era perseguido político y se estableció en España. Desde allá me llamó para contarme que había cumplido el sueño de visitar las antigüedades de Egipto.
John Fredy adquirió turbante y túnica para pasear por el desierto en camello, posar con los nativos cual un jeque, y contemplar las pirámides. Y él mismo se reía de cómo se veía montado en medio de aquellas jorobas.
Su periplo había empezado en Madrid. De allí había volado a bordo de una aeronave de Iberword a Luxor en donde tomó el barco. Cuando en el avión le descubrieron la provisión de whisky y del fino jamón patanegra pretendieron decomisárselos con el argumento de que en Egipto aquello está prohibido; entonces él amenazó con cancelar el tour.
Justo lo esperado: la primera vez que en el lujoso trasatlántico intentó echarse una copa de su botella se le acercó un camarero para impedirle el placer, recordándole la prohibición de los egipcios. “Es que yo no traigo el whisky para los egipcios sino para mí”, alegó mi “compa”, y, como refiere él, se lo jartó de buena gana.
Ya dije que adquirió una túnica. Pues esta le servía para ocultar su bebida y su menú. Si los guardias y camareros le preguntaban por lo que tenía debajo les contestaba francamente y con picardía que un salchichón negro. Ahora, si eran muchachas las preguntonas, con mayor malicia les respondía, agregando que le daba pena mostrarles.
En definitiva, este negro condenillo se dio sus mañas para consumir todo el whisky y el jamón que llevaba, burlando todas las requisas y vigilancias.
“Compadre: esos artículos son muy caros en Egipto; por eso tuve que llevar mi abastecimiento de Europa”, me explicaba.
“¿Y que yo coma fundamentalismos? No, compadre. Yo como pernil de cerdo curado. Allá Alá, los egipcios y los marranos muriéndose de viejos”.
orlandoclavijotorrado@yahoo.es
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20 de julio de 2018. ( Readaptado de la Croniquilla del mismo nombre, del 27 de abril de 2007).
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Datos personales
- Orlando Clavijo Torrado -
- Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
- Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario
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