sábado, 18 de agosto de 2018
EL MALO DE LA PELÍCULA
Para el Informador del Oriente
EL MALO DE LA PELÍCULA
Orlando Clavijo Torrado
A mí me causa mucha gracia cuando los alcaldes y gobernadores se quejan del gobierno: al parecer, ninguno sabe que ellos son el gobierno. Ahora, los maestros que salen sin pereza a cada rato a protestar contra el gobierno, también son gobierno. Y aunque suene raro, en sentido amplio, el humilde barrendero municipal, nombrado y posesionado, también es gobierno, pero no lo vamos a atacar a piedra porque no suben los sueldos, o porque se cayó el puente de Chirajara.
La gran familia del gobierno abarca a más de un millón doscientos mil miembros. Papá Gobierno y mamá Burocracia les dan de comer a todos. De ellos, 350.000 son maestros y 400.000 pertenecen a las Fuerzas Armadas y la Policía. Solo 300.000 empleados son sindicalizados, siendo Fecode el sindicato mayor.
Trataré de explicar en términos sencillos y breves estos conceptos de derecho constitucional y administrativo.
El gobierno, en general, está constituido por las tres ramas del poder público: ejecutivo, legislativo y judicial. Pero por restricción y teoría política se habla de gobierno para referirse solo al Ejecutivo. La cabeza del gobierno es el presidente de la República. Para referirnos solo a una cuarta parte de los empleados, como el doctor Iván Duque, nuestro actual mandatario nacional, no puede enseñar en todas las aulas y en todo el país, tiene para el efecto al ministro de Educación. Este tampoco puede impartir clases, por lo que delega en diversos funcionarios la organización de la educación, que finalmente recae en los maestros. ¿Se ve cómo éstos, al igual que los otros 900.000 empleados, hacen parte del gobierno? Otro cuento son sus distintos niveles, las atribuciones y manejos presupuestales y de otros órdenes.
Luego, no es racional que en un paro el gobierno coja a piedra al gobierno y a cuanto encuentre a su paso. En ese concepto de gobierno-funcionario existe un valor que compromete al servidor oficial cuando presta el juramento al ingresar al mismo, que es el de la fidelidad, sin importar la ideología u orientación política del mandatario del momento.
El mejor resumen de ese compromiso lo encontré en el artículo “Funcionario” de Wikipedia. La palabra clave es “fidelidad”. Veamos estos párrafos:
“ Reino Unido - La condición de civil servant ("servidor civil" en el "servicio civil de Su Majestad") se asentó en el siglo XIX como una meritocracia profesional y apartidista, neutral políticamente, que alternativamente servía a los gobiernos de distinto signo político que se turnaban en el poder, con una nítida separación de los cargos elegidos.
“Vosotros, los funcionarios, no podéis ser miembros del Parlamento y al mismo tiempo permanecer como servidores desinteresados e imparciales de ese Parlamento. El miembro del Parlamento debe tener la libertad de decir lo que piense del Gobierno y de criticar sus acciones cuando y como él quiera. El funcionario no puede tener esa libertad.
“Según los mismos principios, un funcionario no debe jugar abiertamente un papel en las luchas políticas… Esto no significa que no debéis tener opiniones políticas, que no debéis votar en las elecciones, sino simplemente que debéis tener en cuenta el no ejercer cualquier cosa que pudiera hacer dudar a la opinión pública de vuestra imparcialidad en el ejercicio de vuestras funciones. Poco importa, naturalmente, el partido político al que pertenezcáis…, y si vuestra fidelidad al Gobierno no es ahora puesta en duda, puede serlo (posteriormente). (Citado en José Ramón Parada, La neutralidad política de los funcionarios).
En conclusión, ojo con echarle la culpa al gobierno de todo. ¡Hay más de un millón de culpables!
orlandoclavijotorrado@yahoo.es
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16 de agosto de 2018.
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- Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
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