jueves, 18 de julio de 2013
CRONIQUILLA
EL CATATUMBO, ¿SIN DIOS Y SIN LEY?
Orlando Clavijo Torrado
Cuanto está ocurriendo en Tibú y seis municipios de la provincia de Ocaña no se produjo por generación espontánea. Hace algunos años escribí sobre el episodio que vivió el dirigente conservador Argelino Durán Quintero cuando uno de sus líderes en un corregimiento de la provincia lo recibió con traición, después de ser quien le organizaba a la gente, pegaba los afiches, quemaba los voladores, daba el discurso de bienvenida, y se encargaba del sancocho post-manifestación. El doctor Argelino no podía creer que su vocero incondicional, presidente de la Congregación de Nazarenos, le estuviera echando abajos a los oligarcas y al imperialismo y demás consignas archisabidas de la izquierda. Se asomó desde el balcón de la casa cural para comprobar si quien lanzaba aquellos gritos era el mismo que suponía, y sí señor, allí estaba Carmito, furibundo, portando una pancarta con la hoz y el martillo, a la cabeza de un pequeño grupo. Carmito y sus secuaces tuvieron consideración con el político: le permitieron abandonar el lugar sin hacerle daño. Después el exministro sería secuestrado por el Epl y moriría enfermo, en la misma zona. Hubo revuelo en la gobernación del departamento y una mediana preocupación en las directivas del Conservatismo; se aconsejó que le pusieran el ojo al Catatumbo, más diligencia a las vías de comunicación, las escuelas y la salud, pues la región estaba a punto de caer en manos del comunismo, pero la alharaca no pasó de allí y la desatención advertida desde aquellos años 70 del siglo pasado continuó. Hoy estamos viendo los resultados. Seguramente los cabecillas de las violentas revueltas en Tibú, Ocaña y los otros cinco municipios involucrados son hijos y nietos de aquellos primeros protestantes.
Muchas conclusiones se pueden sacar de la revolución que se apoderó del Catatumbo. Veamos nada más cuatro. La primera a ojos vistas enseña que desde que el equipo de Juan Manuel Santos se sentó a reacomodar las instituciones y las leyes con las Farc en la Habana, la convulsión se extendió por los cuatro puntos cardinales. Los vientos de paro vienen de la isla.
En segundo lugar, de hecho, en los seis municipios alzados las autoridades han sido destituidas. No se diga que allí mandan el gobernador y los alcaldes.
En tercer lugar, el desprestigio del gobierno nacional ha sido tal que los supuestos campesinos despiden con cajas destempladas al propio vicepresidente de la República, sin respeto a su precario estado de salud y a ser antiguo camarada, a un general de la Policía Nacional y a cuanto ministro y alto delegado les envía el presidente, les importa un bledo el obispo de Tibú y desafían a la fuerza pública. ¿Se trata de un territorio sin Dios y sin ley? ¿Quién gobierna allí desde el 11 de junio de 2013 y quién gobernará en adelante?
La cuarta conclusión es que el señor Juan Manuel Santos, como sostienen muchos correos electrónicos, quiere gobernar con las Farc. Si es así no tiene razón el internauta que comentó con mucha gracia que si Benedicto XVI renunció por falta de fuerzas, ¿Santos por qué no renuncia por falta de güevas?
orlandoclavijotorrado.blogspot.com
Cúcuta, 18 de julio de 2013
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