sábado, 4 de enero de 2014
LOS MEJORES REYES MAGOS
CRONIQUILLA
LOS MEJORES REYES MAGOS
Orlando Clavijo Torrado
Mi compadre Raúl me confió cómo un 6 de enero por poco manda al otro mundo a su consorte. A falta de revólver – no le alcanzaba la plata para comprarlo - conservaba una cuchilla que por lo general llevaba en la pretina o envuelta en un periódico. Por fortuna, ese día, de la rabia que sintió, la dejó debajo del colchón. El cuento es así:
Era mediodía y ya había ingerido el almuerzo; entonces, se dispuso a hacer la siesta. Sin embargo, ¿en dónde estaba Bertilda, su mujer, que siempre lo acompañaba? ¿Para dónde habría cogido la condenilla? ¿Acaso se burlaba de la prohibición de salir a bailar sin él? “Se me pone”, pensó, que esta caripelada no se va a perder el baile que está andando desde hace tres días en casa de Alcides Peralta, el hijo de doña Concha, al extremo sur del pueblo”. Y siguió cavilando: “pero más le vale que no sea cierto lo que presiento porque soy capaz de joderla así esté en los brazos del que sea”. Y con ese propósito marchó presuroso hacia el sitio sospechado. Sí señor, allí la vio, y bien apercollada danzando en la mitad de la sala. El dueño de casa lo invitó a seguir y le brindó una copa de aguardiente. Raúl la recibió fingiendo alegría, mas, por dentro, lo carcomían los malos pensamientos: “¿me regreso a traer la cuchilla?; ¿la mato aquí o en nuestro hogar?; ¿mato también al hombre que baila con ella o le perdono la vida?”
Lo torturaban tantas frustraciones y designios perversos cuando el anfitrión le habló: “Raúl, siéntase en su casa, y si quiere baile con mi señora”. Raúl no rehusó el ofrecimiento y en pocos minutos ya estaba en la algarabía, se rozaba con su mujer que seguía bailando con uno y otro, y abandonó por un instante sus macabras ideas homicidas. Pero se entusiasmó tanto que también se olvidó de ella, la que en una revuelta del baile del celoso marido se le esfumó.
“Ajá, – reflexionó - de seguro que voló al baile que hay en el barrio Arriba, en casa de los López, pero ahora sí no se la rebajo; cuente con que hasta hoy vive”. A zancadas y furioso se dirigió adonde estos amigos. No se equivocó. Bertilda colgaba ya del cuello de “otro man” – como decía Raúl -. Ella, ni le prestó atención. Pero ocurrió lo mismo que en la escena anterior: le brindaron cerveza y pareja, que aceptó, y se integró al bailoteo. Cuando ella casualmente lo miraba él la amenazaba con señas de que se las pagaría después pero nada le importaba porque aprovechando que Raúl tuvo que ir a desocupar la vejiga por culpa de las cervezas, se escapó para otra parranda, que se desarrollaba a la entrada del pueblo. Allá llegó el atormentado perseguidor. La historia se repitió y Raúl terminó emborrándose y bailando, bailando con su propia mujer, que lo contentaba con juramentos de que lo quería mucho a pesar de sus celos.
“Me mamó gallo todo el día - concluyó mi amigo - , pero pasé los mejores Reyes Magos de mi vida”. “Lo mejor, compadre, – comenté yo con sarcasmo – es que no se convirtió en asesino”. “Sí la asesiné – remató él riendo a carcajadas – pero a punta de miradas”.
orlandoclavijotorrado.blogspot.com
orlandoclavijot@hotmail.com
30 de diciembre de 2013.
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Datos personales
- Orlando Clavijo Torrado -
- Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
- Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario
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