jueves, 19 de febrero de 2015
NO ERAN DEL MISMO PALO
Para el semanario La Provincia
NO ERAN DEL MISMO PALO
Orlando Clavijo Torrado
Todos los domingos se presentaba en aquel pueblo un yerbatero al que la gente le cobró mucha fe. Aunque no propiamente era yerbatero sino cascarero si tomamos al pie de la letra el significado de las palabras. Sí, porque este empleaba cortezas o cáscaras de palos. Pero, mirándolo bien, cascarero en nuestro lenguaje común es el ladrón de poca monta, al que captura la Policía una y otra vez y el juez lo suelta y vuelve a robar, y así sigue el juego. Pero dejemos el asunto en yerbatero ya que según el Diccionario de la Real Academia Española es el médico o curandero que cura con yerbas.
El asunto es que el hombre, que curaba, curaba.
En el campo había una pareja de casados achacosos, él más que ella. Hasta allá llegó la fama del curandero milagroso y pronto se encaminaron al pueblo en su búsqueda. El mediquín se ocupó principalmente del labriego, y le formuló un bebedizo que debía prepararse con cáscaras de un palo que sólo él conocía; él mismo vendía los atados de las tales cáscaras especiales. “Tómeselo con juicio y verá los resultados”, le recomendó.
El remedio en verdad alivió bastante al paciente. Y cada vez que se les agotaba la provisión de cáscaras viajaban para consultar al curandero.
Sin embargo, ocurrió que en una ocasión no pudieron ir al pueblo por lo que le recomendaron a un buen compadre que los supliera en la gestión. El compa buscó al yerbatero, mas este no apareció por ninguna parte. Quizá estaba en otro lugar atendiendo la clientela. El compadre se dedicó a lo suyo y, de último, a lo principal de casi todo campesino los domingos: a tomar aguardiente.
Ya en plena juma emprendió el regreso a la finca. Pero antes de llegar donde sus compadres recordó la misión que le habían encomendado, y para no quedarles mal, trozó de cualquier árbol unas cortezas, y se las entregó. Por supuesto, les ocultó la ausencia del yerbatero y su truco de cortar de cualquier lado las cáscaras. Además, se ganó el dinero de la consulta y del medicamento, que le sirvió para otra botella de licor.
La mujer le hizo el brebaje a su marido con dichas conchas. Y la verdad es que le aprovecharon como las originales. O más, porque el viejo se sintió mejor que antes.
Sabedores algunos vecinos de la estratagema del compadre borracho y los beneficios del enfermo con las falsas cáscaras, sacaron un dicho que todavía se oye: No importa que la cáscara no sea del mismo palo, que la fe es la que vale.
orlandoclavijotorrado@yahoo.es
…….
18 de febrero de 2015.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Datos personales
- Orlando Clavijo Torrado -
- Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
- Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario
No hay comentarios:
Publicar un comentario