lunes, 2 de febrero de 2015
MABURRO
Para el semanario La Provincia
MABURRO
Orlando Clavijo Torrado
Bien lo expresó el expresidente Andrés Pastrana ante la negativa de permitírsele la entrada a la cárcel Ramo Verde en donde se encuentra recluido el opositor Leopoldo López: “No entiendo por qué el presidente Maduro le hace esto a un paisano”.
Pero no hablemos de semejante despropósito sino de la sabrosura de sus borricadas que lo convierten en tema de moda, en tema inagotable. Sus palabras son esperadas con ansias porque este cucuteño - ¿o bogotano, como sostienen algunos? - , cuyo padre obtuvo el grado de bachiller en el colegio Caro de Ocaña, se ha hecho famoso por sus continuas embarradas. Sólo a él en el mundo le hablan los pajaritos y los entiende, pero lo malo es que el más bobo no se lo cree pero él sí, al igual que los ministros, los generales y algunos de sus cercanos que han pasado por universidades. (¿Se acuerdan del cuento del rey que juraba que lo cubría un finísimo vestido, y los cortesanos y la multitud lo alababan, hasta que un niño gritó “el rey va desnudo”?)
Se presume que un presidente cuenta con asesores para todo, hasta para el lenguaje que debe usar. Pero ocurre que en los regímenes autocráticos la voz del amo no tiene réplica y se obedece ciegamente. De ahí que nadie le hale la camisa cuando mete la pata como en la ocasión en que demostró su ignorancia de la sigla de la señal de socorro SOS y dijo que significaba “Sos Gringo”, o cuando suelta animaladas como que Cristo multiplicó los penes, por los panes, que existen libros y libras, autosuicidios y millonas de venezolanas y que su mujer es la copilota.
Maduro quiere imitar en todo a Chávez y en verdad resultó su fiel copia. Acordémonos que Chávez era tan ordinario que en un largo discurso ante miles de seguidores habló detalladamente, con movimientos de nalgas, de una diarrea que hacía poco había tenido, y tan bruto que en otra oportunidad dijo que siete por ocho eran 72, estupidez que sus áulicos le aplaudieron. ¡No hay duda que el alumno está superando a su maestro!
¡Pobre Maduro! ¡En las redes sociales lo llaman Maburro!
¡No comprende uno cómo un pueblo que parece inteligente elige a mandatarios tan corronchos!
Es de suponer el sufrimiento en la otra vida de doña Teresa de Jesús Moros, cucuteña ella, al ver a su hijo de dictador y cometiendo y diciendo tantas barbaridades. De seguro exclamará: “¡A este muchacho que lo tenía en el barrio Carora vendiendo bollos y hayacas, jugando fútbol en una cancha polvorienta, y ayudando en un bus de Cúcuta a San Cristóbal, que nunca hizo cola para comprar cualquier producto de todas las marcas como se consiguen en Colombia y gozando de todas las libertades, ¿qué le pasó?, ¿por qué se volvió así de patán y enemigo de los colombianos? ¡Ese maldito comunismo que oyó en el sindicato de choferes del Metro de Caracas me lo empezó a perder, y ese entrenamiento en Cuba por cuatro años me lo acabó de dañar!”
Según analistas muy versados de la Universidad Sergio Arboleda de Bogotá, Nicolás Maduro no alcanza a comer hayacas en el palacio de Miraflores en la Navidad de este año.
¡Dios los oiga!
orlandoclavijotorrado@yahoo.es
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31 de enero de 2015
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- Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
- Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario
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