miércoles, 23 de septiembre de 2015
TOÑITA Y EL PAJARILLO - Para el semanario La Provincia, de Ocaña
Para el semanario La Provincia
TOÑITA Y EL PAJARILLO
Orlando Clavijo Torrado
Madre recordaba con mucha gracia a Toñita, la eterna sirvienta de su hogar en Ábrego, por los años 20 del siglo pasado, que renegaba de oír continuamente una misma canción. La muchacha padecía de un leve retardo mental; familiarmente diríamos que era pendejona, o boba; se referían entre ellos a la bobita. La canción que tanto le mortificaba se titulaba El pajarillo errante. Tartamudeando, se lamentaba ante mi abuela de este modo:
- Doña María: los muchachos de acá de la casa no hacen sino poner todo el día en la vitrola el mismo disco; y si voy a la tienda de Miguel Pacheco o paso por la casa de don Ramón David Peñaranda, tengo que aguantarme otra vez ese disco. ¡Ya me tienen cansada los hombres con el pajarillo a rastra dejando gotas y gotas por el camino!
Madre y sus hermanos la hacían repetir la queja para reírse a gusto; la tontica los complacía y los otros no paraban de reírse.
¿Tal vez el débil cerebro de la mujer entendía “pajarillo errante” como “pajarillo a rastra”? ¿De dónde sacaba ella el resto? ¿Qué relación o parecido guardaba con la verdadera letra?
Me dediqué a buscar la canción en YouTube y encontré que se trata de una hermosa tonada de autor anónimo, muy recordada por el antipoeta chileno Nicanor Parra, pero acogida en Perú como propia y grabada allí en 1911. Tiene muchos intérpretes, incluso un tenor, que la cantan sentidamente. Su letra es la siguiente: Yo soy el pajarillo errante que ando perdido, que ando perdido, vago por las enramadas en pos de abrigo, en pos de abrigo, alzo mi vuelo, me traicionan mis alas, me traicionan mis alas, ¡ay! volar no puedo. Si el cazador me busca, por mis guaridas, por mis guaridas, donde quiera que vaya suya es mi vida, ¡ay! suya es mi vida. Por eso es que canto y el que escucha no sabe, y el que escucha no sabe, ¡ay! que estoy llorando. Soy como el arroyuelo desde que brota, desde que brota, y por doquier que vaya deja una gota, y es mi destino dejar gotas de lágrimas ¡ay! por mi camino.
Sin duda, Toñita, a juzgar por el remedo malicioso de la canción, no era tan zonza como la creían.
Madre nunca dejó de recordar ese pasaje de su vida y contarlo con humor.
De no ser por el gracejo de Toñita no hubiera yo tampoco disfrutado de la bella melodía tantos años después.
orlandoclavijotorrado@yahoo.es
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22 de septiembre de 2015
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- Orlando Clavijo Torrado -
- Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
- Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario
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