lunes, 23 de abril de 2018
EL TURPIAL
Para El Informador del Oriente, de Ocaña
EL TURPIAL
Orlando Clavijo Torrado
Esta bella historia, aunque con triste final, ocurrió en el campo, realmente no hace mucho tiempo. En un campo de la vereda Balcones. Unos parientes poseen allí una pequeña finca a donde se trasladaron para ocuparse ellos mismos de su cuidado, y luego de vivir largos años en el pueblo desempeñando varios oficios, incluso cargos públicos.
Una mañana un hermoso turpial les llamó la atención. Cantaba desde un guamo con mucho vigor. Como es un ave sociable, la fueron atrayendo ofreciéndole guineos, alpiste, arroz y agua en tazas de barro. Tomó tal confianza que ya entraba a la cocina, se posaba en el hombro del patrono, y metía el pico en su plato. Y no solo esto: se daba la libertad de sacarle los cigarrillos de la camisa, y hasta le destrozaba uno.
El turpial se convirtió en otro miembro del hogar. Andaba de un lado a otro y parecía como si jugara con ellos al escondite para que lo buscaran, como un niño travieso. Su inteligencia sorprendía.
Una de las hijas de esta pareja dio a luz a mellizos. Ese día el turpial cantó con más alegría. Y se convirtió en el aya o niñera del par de bebitos pues les cantaba junto a sus cunas. Una vez que los niños lloraban y el turpial estaba en la hacienda sobre un barbatusco, tan pronto los oyó voló hacia la ventana de su cuarto y comenzó a cantarles: los niños dejaron de llorar.
El turpial desapareció en cierta ocasión. Hubo duelo familiar. Los afligidos esposos llamaron a todos los parientes para comunicarnos la infausta noticia. La mujer estaba inconsolable. Pero a los pocos días tuvieron que ir a visitar a unos compadres, y en tránsito por la carretera oyeron cantar al turpial en una casa un poco alejada, de personas que no habían tratado. Reconocieron de inmediato su cantar. Entonces decidieron apartarse del camino y entrar a aquella finca. En efecto, allí tenían a la preciosa ave canora en una jaula. El animalito identificó a sus amos y comenzó su trinar. Los ladrones aceptaron entregarlo.
No dura la dicha. Apenas seis meses disfrutaron del cantar del turpial. Aquella mañana fatal, la propia ama de casa se dirigió al patio, hacha en mano, para rajar un trozo de leña. Ella no se dio cuenta de que el pajarillo se encontraba cerca, al acecho: con la primera descarga se abrió un poco el trozo, brotaron larvas y gusanillos, y el turpial se lanzó sobre ellos en el momento en que la mujer descargaba por segunda vez el hacha que cayó sobre su cabecita.
A veces se mata lo que más se quiere.
No quiero narrar los sentimientos de culpa, las lágrimas y el constante recuerdo del pícaro turpial.
orlandoclavijotorrado@yahoo.es
…
22 de abril de 2018.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Datos personales
- Orlando Clavijo Torrado -
- Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
- Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario
No hay comentarios:
Publicar un comentario