domingo, 13 de mayo de 2018
LAS NALGAS DEL SOLDADO
Para El Informador del Oriente
Historias parroquiales
LAS NALGAS DEL SOLDADO
Orlando Clavijo Torrado
Mediante decreto 1842 de 1931 fue creado el Batallón de infantería Santander N° 4 con sede en Cúcuta. En 1967 fue trasladado a Ocaña, pero ya con el nombre de Batallón de infantería N° 15 General Francisco de Paula Santander.
El año 32 es importante para el relato, justamente porque mi padre prestó su servicio militar en dicha guarnición en tal fecha.
Comandaba este cuerpo el mayor Carlos Matamoros, abiertamente liberal, a quien apodaban “Matagodos”, de fina puntería, aunque la reforma impuesta por el presidente Olaya había pretendido arrancar de las filas de los partidos políticos a las milicias. Pero era aún muy temprano para asimilar la reforma, y tendrían que pasar muchos años antes de que la fuerza pública lograra su apoliticidad.
El sargento David Lamk también se distinguía por su fiero sectarismo.
Mi padre pertenecía al contingente de jóvenes de los pueblos de la provincia de Ocaña, todos conservadores. Matamoros y Lamk lo sabían perfectamente y no los perdían de vista.
Para situarnos en contexto aclaremos que el batallón Santander de Cúcuta quedaba en donde durante mucho tiempo funcionó la plaza de mercado Los Cocales, lugar hoy convertido en el parque Lineal. El canal de aguas lluvias llamado canal Bogotá corría cerca de allí. En aquella época la anchura no debía ser la de hoy, pero de todos modos no era fácil de saltar.
Se aplicaba la milicia alemana-austríaca-chilena, refinada en torturas, diseñada más para hacer mártires que para formar soldados.
Una de los ejercicios consistía en saltar de una orilla a otra el canal. Por supuesto que más de un soldado fracasaba en el intento y caía al fondo del charco. Si era conservador, téngase de atrás por la tanda de sablazos que recibiría.
Otra prueba consistía en trepar por un tronco –como una vara de premios – lleno de espinas y rugosidades. El héroe que lograba llegar a la punta necesariamente descendía marcado de rasguños y a veces sangrando.
Los muchachos del municipio de Villacaro, de donde venía mi padre, se mostraban valientes. Jamás les demostraron temor a los arbitrarios jefes. Y éstos no escatimaban ocasión para propinarles palizas delante de toda la tropa. En alguna oportunidad llegó de Bogotá un alto mando a inspeccionar el batallón. Hubo formación en la plaza de armas. El alto mando se dirigió a los soldados, los saludó y les pidió que emitieran su concepto sobre sus superiores y que expusieran libremente las quejas o reclamos pertinentes. Fue el momento para que un joven villacarense se adelantara, y a la voz de “permiso, mi general”, se bajara los pantalones y le mostrara sus espaldas y glúteos colmados de llagas y heridas que, dijo, se les había causado “mi mayor Matamoros”. El comandante se precipitó sobre él, pistola en mano, pero el general lo detuvo y le ordenó que permitiera que el recluta hablara cuanto quisiera.
Matamoros recibió una reprimenda de su superior, mas una vez que este regresó a Bogotá, las cosas siguieron peor.
Continuará.
orlandoclavijotorrado@yahoo.es
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12 de mayo de 2018.
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Datos personales
- Orlando Clavijo Torrado -
- Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
- Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario
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