martes, 8 de mayo de 2018
Historias parroquiales - LA SUELA DELATORA
Para El Informador del Oriente, de Ocaña.
Historias parroquiales
LA SUELA DELATORA
Orlando Clavijo Torrado
El hacendado llegó temprano al pueblo. Vivía muy cerca; su finca estaba a menos de un kilómetro. Un hermano suyo había sido asesinado hacía poco por un arriero cuando juntos subían la cuesta, deteniéndose en cada tienda del camino para tomarse una cerveza. Era conocido el temperamento molestoso del difunto. Se dijo que el arriero no le soportó sus chanzas de estarle golpeando con una vara, y por ello, luego de advertirle que no le aguantaría más y que el sangripesado no acatara, desenfundó el cuchillo y le asestó una puñalada en el estómago. Pero esa muerte no se quedó así. La madre del interfecto buscó un sicario para que cobrara venganza, o en el mismo homicida o en algún pariente suyo. Quien pagó ese primer crimen fue un pariente. El alcalde del pueblo, que era foráneo, inició la investigación por la segunda muerte y ya empezaba a atar cabos sobre los autores intelectuales y materiales.
El hacendado recorrió el pueblo todo el día. A la niña Olga, casi una señorita, le llamó le llamó la atención el chasquido de la suela suelta de uno de sus zapatos. ¡Plas, plas, plas!
Cayó la tarde, llegó la noche, y Olga se recogió en su habitación, por cierto, con ventana hacia la calle, de estilo antiguo, de alféizar, de aquellas ventanas propias para que las niñas se sentaran a escuchar las serenatas.
Pasaban las horas y ella no conciliaba el sueño, pese a que leyó buena parte de una novela romántica. A la media noche sonaron varios disparos unos metros hacia el sur, por los lados de la casa del alcalde, su tío.
La chica se sobresaltó y aguzó el oído. Habían pasado pocos minutos cuando oyó que alguien venía arrastrando la suela del zapato. ¡Plas, plas, plas! Sin duda era el mismo chasquido que había observado durante el día.
El alcalde comprendió que había llegado la hora de abandonar el pueblo. Debía protegerse y proteger a los suyos que habían sobrevivido milagrosamente pues los proyectiles habían pegado no muy alto en la sala en donde sus hijos dormían aquella noche en colchones acomodados en el piso; las puertas de la sala habían sido acometidas a tiros de revólver. La razón de que todos durmieran allí era la de estar listos a salir a la calle, por ser época de temblores.
Emprendieron la marcha hacia Ocaña, refugio seguro y en donde se encontraba la mayor parte de su familia.
Aquel hacendado y su familia eran muy poderosos. Desafiarlos era un suicidio.
Hoy, la viuda del alcalde, reside en Bogotá. Tiene 92 años. Recuerda con nitidez todos aquellos episodios y agradece a Dios porque hubieran sucedido. Al referir los triunfos de sus hijos en la capital reconoce que se dieron gracias a esos tiros. De otra forma, seguirían allá en el pueblito.
orlandoclavijotorrado@yahoo.es
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6 de mayo de 2018.
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- Orlando Clavijo Torrado -
- Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
- Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario
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