miércoles, 19 de septiembre de 2018
SALVADO POR GRITÓN
Para El Informador del Oriente
SALVADO POR GRITÓN
Orlando Clavijo Torrado
Mi compadre John Fredy, a quien me referí en un escrito reciente, había regresado a Colombia luego de unos años de haberse ido para España como refugiado, protegido de las Naciones Unidas por ser perseguido político, calidad que no sé cómo diablos consiguió pues hasta donde yo sé, la única que lo perseguía era mi comadre para que le cumpliera con los alimentos de mi ahijada.
Mi compadre traía la billetera llena de tarjetas de crédito internacionales, al parecer con un cupo amplio, por cuenta del tanque universal de las Naciones Unidas, a las que les meten los dedos a la boca constantemente.
Nos invitó a todos en mi familia a un restaurante elegante de la ciudad. “Pidan lo que quieran, de beber y de comer”, nos autorizó. El mesero nos repartió la carta. John Fredy tomó la suya y empezó a preguntarle al dependiente por cada plato. Por poco no encuentra nada de su agrado en el menú. Con su voz chillona iba pregonando que los mejores champiñones de Europa los consumía en Madrid: los conocidos champiñones portobello especiados sobre crema de calabaza. En Ámsterdam había probado el bitterballen, que consiste en deliciosas y crujientes bolitas de carne servidas con mostaza para untar. Nos recomendó el linguini de camarones que había degustado en Paris, especialidad que no la tenía nuestro restaurante. Y elevando más el tono dijo que nada superaba a su plato preferido en Roma, el vitello tonnatto. El mesero le preguntó que qué contenía y mi compa le respondió que ternera con atún y anchoas.
Por último, se decidió por un churrasco argentino.
Esta invitación y la alharaca sucedió un martes entre las 2 y 3 de la tarde. Por coincidencia, ese mismo día y a la misma hora estallaba una bomba en la puerta de la casa de los exsuegros de nuestro anfitrión.
Pasadas unas semanas me llamó angustiado de España. Quería que le averiguara en una fiscalía su caso y que asumiera su defensa por cuanto lo estaban acusando de terrorismo.
Había que demostrar que a la hora del atentado John Fredy se encontraba con mi familia y conmigo en un restaurante almorzando. Acudí al restaurante, busqué a los meseros, les refresqué la memoria sobre aquel día, todos oían callados y, finalmente, uno de ellos rompió el silencio y dijo: “Yo fui el que los atendió. Ustedes venían con un negrito alto y flaco que hablaba duro. Se sentaron en aquella mesa. Y por cierto que me llamó la atención el negrito porque mentaba restaurantes europeos y platos que aquí no hay, y recuerdo que los comensales de todas las mesas se embelesaron con él”. Le pedí al joven el favor de ir a la fiscalía a atestiguar sobre tales episodios, y él accedió amablemente.
De esa forma libré yo a mi compadre de una condena por terrorismo. O, mejor, él mismo se libró por su gritería en el restaurante.
orlandoclavijotorrado@yahoo.es
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14 de septiembre de 2018.
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Datos personales
- Orlando Clavijo Torrado -
- Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
- Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario
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