jueves, 28 de noviembre de 2013
ASNO CORONADO (II)
CRONIQUILLA
ASNO CORONADO (II)
Orlando Clavijo Torrado
Continuemos con el parangón entre dos déspotas, separados en el tiempo por más de quinientos años y, en la distancia, por continentes pero, principalmente, por formación cultural.
Hablaba en la anterior Croniquilla del manejo a su capricho del Parlamento por Enrique VIII. Igual hizo el difunto Chávez y lo hace hoy su títere, por más señas nuestro paisano Nicolás Maduro, por medio de las manidas leyes habilitantes o superpoderes que arrasan con cuanto se opone a la voluntad del mandatario. El ingenio popular lo llama Supermaduro, claro competidor de Superman. Expresado en términos coloquiales, Chávez y Maduro trapean con la Asamblea Nacional.
(A propósito de la Iglesia Anglicana fundada por el rey Enrique VIII a su acomodo y satisfacción, y aprobada por su Parlamento amarrado, en estos días se divulgó la noticia de que en un sínodo admitieron la ordenación de mujeres como obispos. Nos podemos imaginar a Maduro diciendo que habrá “millonas de obispas”. No, paisano, serán pocas las ungidas, y no como obispas sino como obispos; además, la palabra millona que usted inventó es incorrecta).
Todo lo que molesta a los autócratas es reprimido. Hoy en Venezuela se reprime con juicios penales por orden de la Casa de Miraflores a quienes ejercen cualquier crítica o muestran la realidad política, económica o social. A Capriles, anunció Maduro, le pulen todos los días la celda que le espera. Maduro nos sancionó a los nortesantandereanos con no vendernos más gasolina porque nuestro presidente recibió al verdadero ganador de las elecciones del 14 de abril, Enrique Capriles, en el Palacio de Nariño.
Ana Bolena, la segunda esposa de Enrique VIII, murió ajusticiada, entre otros cargos inverosímiles por reírse de los versos del rey. ¿Y saben que el pobre Thomas Cromwell, la mano derecha del soberano, le escogió una esposa muy fea, el rey lo acusó de haberlo puesto en ridículo y decretó su decapitación? De las seis cónyuges dos murieron bajo el filo de la espada o el hacha. La duquesa de Milán, Cristina, buscada por un enviado de Enrique para ofrecerle la corona como reina consorte de Inglaterra contestó: “gracias, prefiero vivir; si tuviera otra cabeza de repuesto aceptaría”. Pero este rey no solo gozaba cortando cabezas sino también en su harén llamado “Jordan House”. Cuando discretamente se le escabullía a la esposa de turno los subalternos comentaban: “va para el Jordán”.
Con todo, el progreso material y cultural de Inglaterra en la era de Enrique VIII alcanzó proporciones enormes, además de erigirse como potencia marítima, militar y política. Ello marca una diferencia infinita con los dictadores de los países del tercer mundo que siempre los llevan al atraso. Débese recordar que mientras un reyezuelo como Maduro, por ejemplo, es de una ignorancia reconocida por todos, Enrique VIII se distinguía por ser un humanista: versado en matemáticas y avanzado en teología, hablaba latín fluidamente, escribía obras en dicha lengua y se desenvolvía en francés, italiano y español. Es decir, un malo muy instruido. Se puede pregonar lo que se quiera en contra de Enrique VIII pero nunca que fuera un asno coronado.
orlandoclavijotorrado.blogspot.com
orlandoclavijot@hotmail.com
Cúcuta, 30 de noviembre de 2013.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Datos personales
- Orlando Clavijo Torrado -
- Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
- Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario
No hay comentarios:
Publicar un comentario