martes, 19 de noviembre de 2013

ASNO CORONADO

CRONIQUILLA ASNO CORONADO Orlando Clavijo Torrado Acabo de releer una biografía de Enrique VIII escrita por el historiador John Edward Bowle y profesor de instituciones tan famosas como los colegios Eton y Westminster y la Universidad de Oxford. (Se cree que la imagen del rey que aparece en la baraja de naipes es la de Enrique VIII, mas, de no ser así, su parecido es bastante). La forma como el monarca sanguinario manejaba el parlamento me remitió al estado de la política venezolana, concretamente, a la manera despótica que Chávez y Maduro adoptaron para gobernar su país, mediante leyes habilitantes que les autorizan lo habido y por haber. La conclusión es de Perogrullo: todos los dictadores de todos los tiempos y en todos los lugares avasallan los demás poderes y desconocen los derechos del resto de humanos. A Enrique VIII, como a Maduro, cualquier ley que necesitara se la aprobaba el Parlamento, sin chistar. Claro que nunca ordenó por decreto que la gente fuera feliz o tampoco se le ocurrió como al tirano Mugave de Zimbabue en el 2007 que los precios de los artículos bajaran un mil por ciento, con la consiguiente quiebra de la economía. Cuantos matrimonios quiso el soberano inglés que le anularan se los anularon. El Parlamento, que le temía, aprobó el Acta de Supremacía en 1533, que confirmaba al rey como cabeza suprema de la Iglesia de Inglaterra. Así nació la Iglesia Anglicana. La verdadera causa residió en la negativa del papa Clemente VII de anularle su matrimonio con Catalina de Aragón quien no le había dado un hijo varón. ¿Qué contestó el rey? “Si así es la cosa, ahora el papa soy yo”. Quien desconociera esa ordenanza era considerado hereje y traidor a Su Majestad y, por tanto, ejecutado. Entre todas las víctimas se destaca su amigo el obispo Tomás Moro, declarado santo tanto por la Iglesia Católica como por la Iglesia de Inglaterra. Otro fraile opositor, John Houghton, fue ahorcado, arrastrado y descuartizado. Todo lo que molesta a los autócratas es reprimido. Hoy en Venezuela se reprime con juicios penales por orden del palacio de Miraflores a quienes ejercen cualquier crítica o muestran la realidad política, económica o social. A Capriles, dice Maduro, le pulen todos los días la celda que le espera. Maduro nos sancionó a los nortesantandereanos con no vendernos más gasolina porque nuestro presidente recibió al verdadero ganador de las elecciones del 14 de abril Enrique Capriles en el Palacio de Nariño. Ana Bolena, la segunda esposa de Enrique VIII, murió ajusticiada, entre otros cargos inverosímiles, por reírse de los versos del rey. Pero quien pagó bien caro el poner en ridículo al amo fue su mano derecha Thomas Cromwell: lo mandó a decapitar por haberle escogido una esposa muy fea. De las seis cónyuges dos murieron bajo el filo de la espada o el hacha. La duquesa de Milán, Cristina, buscada por un enviado de Enrique para ofrecerle la corona como reina consorte de Inglaterra contestó: “gracias, prefiero vivir; si tuviera otra cabeza de repuesto aceptaría”. Pero este rey no solo gozaba cortando cabezas sino también en su harén llamado “Jordan House”. Cuando discretamente se le escabullía a la esposa de turno los subalternos comentaban: “va para el Jordán”. Con todo, el progreso material y cultural de Inglaterra en la era de Enrique VIII alcanzó proporciones enormes, además de erigirse como potencia marítima, militar y política. Ello marca una distancia importante con los dictadores de los países del tercer mundo que siempre los llevan al atraso. Sin embargo, débese recordar que a diferencia con Maduro, por ejemplo, de ignorancia reconocida por todos, Enrique VIII se distinguía por ser un humanista: versado en matemáticas y avanzado en teología, hablaba latín fluidamente, escribía obras en dicha lengua y se desenvolvía en francés, italiano y español. Es decir, un malo muy instruido. Se puede decir lo que se quiera en contra de Enrique VIII pero nunca que fuera un asno coronado. orlandoclavijotorrado.blogspot.com 18 de noviembre de 2013.

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CERCA DE LAS ESTRELLAS

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50 años del Diario La Opinión

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Museo Antón García de Bonilla

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Orlando Clavijo Torrado y Luís Eduardo Páez García junto a la foto del General Mateo Torrado, tío bisabuelo del primero, quien la donó. Don Justiniano J. Páez, abuelo del doctor Luis Eduardo, en su obra histórica al referirse a la guerra de los Mil Días, da fiel cuenta de las acciones del General Torrado en la contienda, en virtud a haber actuado como su secretario.

Museo Antón García de Bonilla

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Hermanos Clavijo Torrado, Orlando, Nora, Edilia y Olga. Julio de 2010, Ocaña - Junto a la bandera con la imagen del Libertador Simón Bolívar bordada por señoras de Ocaña al conmemorarse el primer centenario de la independencia (1910).

EN EL AGUA DE LA VIRGEN

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MONOGRAFIA DE BUCARASICA - Olger García Velásquez

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Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007

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Con sus hijos, de izquierda a derecha Cesar Octavio, Jaime Mauricio, Silvia Andrea y Orlando Alexander Clavijo Cáceres

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"

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29 DE MAYO DE 2009. CÚCUTA.

En la Academia de Historia de Norte de Santander

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Padre Edwin Avendaño, José Antonio Toloza (Q.E.P.D), Secretario de la Academia, y Orlando Clavijo Torrado