lunes, 16 de septiembre de 2019

¡O NOS EMPODERAMOS, O NOS JODEMOS!

CRONIQUILLA ¡O NOS EMPODERAMOS, O NOS JODEMOS! Orlando Clavijo Torrado Yo aún no he tenido la oportunidad de meter en mis escritos las dos palabras de moda: empoderar y resiliencia. Y no es que esté desesperado por hacerlo sino que siento cierto complejo porque creerán que estoy atrasado ya que todo el mundo las utiliza, a diestra y siniestra. Hay una locura por ellas; tengo la impresión de que la gente se da tono usándolas, así no las entienda ni las emplee en el momento adecuado. Parece que dan caché. En estos días de campaña para las elecciones del 27 de octubre no hay programa ni candidato que no convoque al empoderamiento y a la resiliencia. Valgan los ejemplos: empecemos por ellas. En estos días leí en La Opinión: “…la mujer debe empoderarse, por ejemplo, no quedándose callada ante hechos de violencia y buscando ayuda profesional”. Sí señor: que se paren como machas. Ahora, el empoderamiento y la resiliencia pueden andar juntos. Eso aconsejó un experto en seguros: “los seguros son ese instrumento que transforma la vida de las personas y su entorno, protegiéndolas de riesgos y empoderándolas para que sean las resilientes”. ¿Cómo? ¿Qué dijo? ¿Esto será igual a la economía naranja del presidente Duque, que nadie ha logrado explicar bien, y al estado social de derecho, igualmente nebuloso? Entonces, para no divagar más y salir de dudas veamos qué nos enseña el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española sobre los dos términos en boga: “Empoderar. De en – y poder. 1. Tr. Hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo social desfavorecido. U.t.c. prnl. (úsase también como pronominal o verbo pronominal). (Ejemplos de verbos pronominales: te contaron, se empelotaron, nos reíamos, me empoderé). 2- Dar a alguien autoridad, influencia o conocimiento para hacer algo. U. t. c. prnl. 3. tr. desus. apoderar. Era u. t. c. prnl. (Era usado también como pronominal). Resiliencia. Del ingl. resilience, y este der. (derivado) del lat. resiliens, -entis, part. pres. act. de resilīre 'saltar hacia atrás, rebotar', 'replegarse'. 1. f. Capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos. 2. f. Capacidad de un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha cesado la perturbación a la que había estado sometido”. Creo que queda bien claro. De un lado, tenemos que hacernos resilientes – adaptarnos – al clima ardiente de estos días, y por otro, empoderarnos – plantarnos valientemente - ante tanta corrupción que impera por todos lados. Los candidatos a la gobernación y a las alcaldías no han dicho nada sobre restaurar el orden público y combatir los cultivos ilícitos. Ahí no vale por parte de los electores la resiliencia pero sí el empoderamiento. Ahora, frente al atraco al ciudadano desprevenido mediante las llamadas fotomultas, fuentes de corrupción descarada, que imponen compañías privadas que han hecho contratos sospechosos con las administraciones locales, ninguno de los aspirantes, ni siquiera a los concejos, se ha pronunciado. Ahí debemos igualmente empoderarnos, hacernos fuertes no dándole nuestro voto a ningún sinvergüenza. Ni siquiera votar en blanco porque los corruptos son capaces de cambiarlo. Es preferible el voto nulo. ¡O nos empoderamos, o nos jodemos! orlandoclavijotorrado@yahoo.es … 12 de septiembre de 2019.

jueves, 12 de septiembre de 2019

EL APRENDIZ

CRONIQUILLA EL APRENDIZ Orlando Clavijo Torrado No soy profesor de lengua castellana, ni de análisis lógico y gramatical, prosodia y raíces griegas y latinas, mas considero que me defiendo con las bases humanísticas que aprendí en el bachillerato en el seminario menor del Dulce Nombre de Ocaña, y con algunas lecturas posteriores, de ahí que no faltan quienes me consulten de vez en cuando. Justamente, porque ese bagaje le permite a uno saber – disculpen la inmodestia – o captar de entrada quién escribe bien o quién escribe mal, o regular, o definitivamente no sabe escribir y es negado para el oficio. El asunto es que en días pasados se me acercó un señor – no revelaré de qué municipio, pero sí que pertenece a la provincia de Ocaña – y me dijo que le hiciera el favor de mirarle unos escritos suyos. “Con mucho gusto”, le respondí, recordando a Diomedes Díaz. “Remítame por correo electrónico el material”. El buen caballero me contestó que él no escribía en computador sino a mano. Concertamos, pues, que traería a mi apartamento su producción literaria. A los dos días llegó con un sobre de manila. Me anunció que me traería después otro sobre más voluminoso. Como preámbulo, se confesó como un simple aficionado que acudía a un experimentado escritor, y siguió con una carreta de elogios, por lo que tuve que pedirle que parara ahí, que no era para tanto pues yo también no pasaba de aprendiz. “Soy un fiel lector suyo”, me aseguró; “no me pierdo ninguno de sus escritos”. “Supongo que ya leyó “Las crónicas más divertidas de Norte de Santander” o “José Eusebio Caro: epítome de su vida”, que son mis últimas obras”, le pregunté por probarlo. “O algunas de mis columnas en La Opinión”, le rematé. “Claro que sí, todo, todo”. Entonces volví al contraataque: “¿Qué es lo que más le ha gustado de cuanto me ha leído?” Mi interlocutor quedó acorralado, pero pretendió salir triunfante con un “todo, todo”. Este man, pensé, no ha leído ni una línea mía. Bien: vamos al grano. Se había jubilado de docente, y particularmente había ejercido en el área rural. Guardaba recuerdos ensoñadores tanto de su pueblo natal como del ejercicio en el campo. ¡Qué grato era remontarse a las fiestas patronales en el terruño, y a la convivencia con los agricultores, a las visitas del párroco a la escuelita lejana, y a las costumbres sencillas y sanas de cincuenta años atrás! De eso se trataban las prosas y los versos manuscritos que me traía. Ese mismo día, en la noche, de una sentada leí la docena de hojas. Cuando el viejo maestro regresó, llevando el segundo legajo de su creación, por supuesto que ya le tenía preparado mi concepto. Le advertí, eso sí, que sería honesto y vertical; él dijo que ni más faltaba, que su deseo era aprender, corregir lo malo, y que aceptaría humildemente y de buen grado mi parecer. En ese entendimiento tuve que irle indicando sus defectos: falla general en ortografía – cuando usar la b, la v, la z, la s, la c, el punto, el punto y coma, los dos puntos, los puntos suspensivos, el punto aparte, la diéresis, la admiración y la interrogación -, ni idea de concordancia gramatical, despelote del uso de mayúsculas y minúsculas, y carencia de unidad, gracia e interés de los temas - en lenguaje común, flojos y muy trillados -. “Le aconsejo que no gaste dinero en publicar esto”, le concluí con la mayor caridad cristiana. A la semana siguiente coincidimos en una santa misa. El hombre pasó por mi lado sin determinarme. orlandoclavijotorrado@yahoo.es … 30 de agosto de 2019.

jueves, 5 de septiembre de 2019

ATALAYA VERSUS NOTABLATO

CRONIQUILLA ATALAYA VERSUS NOTABLATO Orlando Clavijo Torrado Nuestro coterráneo Francisco de Paula Santander expresó alguna vez que los llamados a gobernar eran los señores de la clase alta y adinerada por dos razones: primero, tenían la preparación, y segundo, porque al ser acaudalados, no tenían ni la necesidad ni la tentación de apropiarse del erario. El que entendió, entendió. Aunque se ignore o se oculte esa apreciación de Santander, la verdad es que en Colombia ha sido regla, con pocas interrupciones, en los altos puestos. Al menos hasta el año 2007 se cumplió el vaticinio de que los gobernadores salían del Club del Comercio de Cúcuta. Ello hacía alusión a que, si no se ostentaba determinado apellido, de los reconocidos como ilustres a través de las centurias, era impensable que alguien fuera de la élite llegara a sentarse en el sillón del palacio de la Cúpula Chata. Sin embargo, la tradición y la profecía se rompen con la irrupción de los hijos de familias humildes asentadas en barrios de estrato social bajo, propiamente de la populosa ciudadela de Juan Atalaya. Tal fue el caso de William Villamizar Laguado y Edgar Díaz Contreras. En ese momento las campañas políticas ya valían inmensas fortunas. Los nuevos protagonistas, aunque de origen modesto – para usar un eufemismo –, pudieron competir y disputarle las preeminencias a la antigua plutocracia. Tenían cómo y con qué. Atalaya, con su inmensa votación, pondría por primera vez a uno de los suyos en el mando del departamento. La clase rica había claudicado. Ahora entraban a jugar otros ricos, más ricos que los ricos tradicionales. Incluso, algunos apellidos se quedaron con el puro brillo, poca plata y cero influencias políticas. Igual ocurrió con la alcaldía de Cúcuta. Los alcaldes no volvieron a ser barajados entre wiskis en los elegantes salones del club sino en las calles terrosas y las viviendas míseras. El excura Pauselino Camargo inauguró la era de los burgomaestres sin abolengos en el año 1995. Hubo un interregno, luego de Pauselino, con figuras prestantes y otras no tan prestantes en el palacio de la calle 11, hasta el año 2004, en que vuelve a irrumpir la clase pobre con Ramiro Suárez Corzo, pero ya convertido en multimillonario y líder por encima de muchos jerarcas políticos. Repiten los humildes con María Eugenia Riascos, quindiana, exfuncionaria del exalcalde santandereano, y salta luego otro discípulo de éste, escudero y subalterno, Cesar Rojas Ayala. Dos de estos alcaldes netamente populares tuvieron un final aciago: a Pauselino Camargo lo asesinaron las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) – llamadas paramilitares - al acusarlo de pertenecer al grupo terrorista autodenominado “Ejército de liberación nacional” o Eln, y Ramiro Suárez fue condenado a pagar 27 años de prisión por hallársele comprometido en el homicidio de un asesor jurídico suyo, el doctor Alfredo Enrique Flórez. En la contienda de octubre de este año el imperio del exalcalde hoy preso en la Picota de Bogotá continuará, según todas las cábalas, al imponer como gobernador a Silvano Serrano, y a Jorge Acevedo como alcalde de Cúcuta, ambos sus fieles peones. Atalaya derrotó - y al parecer, para siempre – al Club del Comercio. Sirva esta recapitulación y somero análisis para futuros ensayos históricos, políticos y sociológicos. orlandoclavijotorrado@yahoo.es … 31 de julio de 2019.

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Mi foto
Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
PORTADA

50 años del Diario La Opinión

50 años del Diario La Opinión
cena en el Club del Comercio - 15 de Junio de 2010 - Columnistas

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Orlando Clavijo Torrado y Luís Eduardo Páez García junto a la foto del General Mateo Torrado, tío bisabuelo del primero, quien la donó. Don Justiniano J. Páez, abuelo del doctor Luis Eduardo, en su obra histórica al referirse a la guerra de los Mil Días, da fiel cuenta de las acciones del General Torrado en la contienda, en virtud a haber actuado como su secretario.

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Hermanos Clavijo Torrado, Orlando, Nora, Edilia y Olga. Julio de 2010, Ocaña - Junto a la bandera con la imagen del Libertador Simón Bolívar bordada por señoras de Ocaña al conmemorarse el primer centenario de la independencia (1910).

EN EL AGUA DE LA VIRGEN

EN EL AGUA DE LA VIRGEN
Orlando Clavijo Torrado, sus hijos, nietos y primos.

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
CONTRAPORTADA

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

MONOGRAFIA DE BUCARASICA - Olger García Velásquez

MONOGRAFIA DE BUCARASICA  - Olger García Velásquez
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007
Con sus hijos, de izquierda a derecha Cesar Octavio, Jaime Mauricio, Silvia Andrea y Orlando Alexander Clavijo Cáceres

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"
29 DE MAYO DE 2009. CÚCUTA.

En la Academia de Historia de Norte de Santander

En la Academia de Historia de Norte de Santander
Padre Edwin Avendaño, José Antonio Toloza (Q.E.P.D), Secretario de la Academia, y Orlando Clavijo Torrado