jueves, 20 de enero de 2011

CRONIQUILLA
GRAMALOTE: INTERROGANTES, VERDADES, INVOCACIÓN
Orlando Clavijo Torrado

Gisele Bündchen, la famosa modelo brasileña, superó a Madonna, George Clooney, Brad Pitt, Angeli Jolie, Shakira y otros artistas en donaciones para Haití: desgranó 1,5 millones de dólares de su gran riqueza. Hagamos cuentas: son cerca de tres mil millones de pesos colombianos.
Mientras leía esto me preguntaba de cuánto se han despojado nuestros políticos regionales para ayudar a los gramaloteros en desgracia. Bueno - me contestarán algunos - pero han liderado las campañas para que los demás aporten. Consuelo de tontos. Insistamos: ¿alguno ha donado cinco mil millones? ¿O dos mil millones? Convengamos en quinientos millones. ¿Que eso es mucha plata? Vean: no nos digamos mentiras: aquí todo el mundo sabe que hay dirigentes con fortunas de centenares de miles de millones, y que empezaron, como se dice popularmente, con los garretes pelados.
Pasemos a otro punto: ¿Gramalote muere como municipio? Menuda pregunta. Tema de letrados. Estos recuerdan que el Estado se compone esencialmente de tres elementos: pueblo, territorio y gobierno. La definición, por analogía, cabe para el concepto de municipio. Realmente desapareció su casco urbano, la sede del municipio. La refundación debe hacerse sobre su mismo territorio, en verdad pequeño, sin adentrarse en Lourdes, Santiago o Salazar. ¿Y qué será de ciertas entidades y del sueldo de algunas autoridades y funcionarios que no podrán ejercer sus cargos por sustracción de materia?
También se rumora en el círculo de abogados sobre demandas de reparación directa contra el Estado ya que la tragedia estaba plenamente anunciada.
¿Que el padre Secundino Jácome era hijo de Bolívar? ¡No, hombre! Eso ya está desmentido. Es de aquellas hermosas leyendas que necesitan y alimentan los pueblos. No importa que al pie del bronce del insigne forjador de Gramalote se hubiera puesto esa presunción. Como tampoco es cierto que la opinión pública se dividió por el lugar en donde debía de quedar dicha estatua: se dividió por la estatua del ex presidente Laureano Gómez, propiamente porque el doctor Lucio Pabón Núñez había sido designado para pronunciar el discurso de inauguración y Álvaro Gómez Hurtado, hijo del caudillo, se oponía.
Quiera Dios muchas cosas, entre otras: que los recursos donados sean administrados correctamente, en especial sin que los políticos metan las manos, y que las promesas del Gobierno nacional de hacer un nuevo Gramalote seguro y maravilloso se cumplan.
¡Oh Gramalote bizarro! Cuna de gentes bravías: el Batallón Gramalote era llamado a definir batallas en la guerra de los Mil Días. ¡Oh Gramalote valioso! Generoso en figuras de la talla de Pacho Márquez, para solo citar uno solo de los prohombres que conocí allí. ¡Oh Gramalote del recuerdo! Mis bisabuelos vinieron de Ábrego y Villacaro a su Notaría en 1894 para darle validez jurídica a su gesta de colonizadores. Por ello, como a todos los nortesantandereanos, me duele su extinción física, pero mantengo la fe de que resurgirá glorioso, justamente por el nervio y la virtud de sus hijos.

orlandoclavijotorrado@yahoo.es
Cúcuta, 19 de enero de 2011.

lunes, 17 de enero de 2011

CRONIQUILLA
EL MILAGRERO
Orlando Clavijo Torrado

Estos, por supuesto, no son tiempos en que Jesucristo en persona se aparece a realizar prodigios como los de aquella época. Tampoco se trata de pedir una casa y ¡zas!, la tenemos; de desear una novia, y ¡plaf!, salta a nuestro lado una bella muchacha dándonos besos. No. Hoy Dios sí continúa haciendo milagros pero usando nuestras propias facultades y a través de otros instrumentos y circunstancias muy bien urdidas que en un principio no comprendemos.
Bien: pues no hace mucho vi a un milagrero en pleno parque Santander de Cúcuta. A los curiosos no les llamaban la atención los chicos que se plantan disfrazados de estatuas en pos de una moneda, ni un hombre atado a una cruz con cabuyas con un cartel de “desplazado”; preferían rodear al predicador. Yo me acerqué al círculo de mirones atraído por su potente voz: “¡Llegó la salvación, aleluya!” “Deja entrar a Jesús en tu corazón, hermano”. “Cree en él, ten fe, y deja todas tus miserias, tus pecados, tus enfermedades y tus necesidades en sus manos”, clamaba.
Un baldado conocido porque durante años ha pedido limosna al pie de la puerta principal de la catedral avanzó dificultosamente y logró puesto en segunda fila. El presunto taumaturgo anunciaba que veríamos maravillas allí mismo, y mantenía el morbo de la audiencia con un largo discurso de citas de las Sagradas Escrituras y la promesa de que ya se acercaba la hora de contemplar sus poderes. “Yo conjuro a todos los demonios a que salgan de esta amada ciudad”, gritaba el hombre con gran prosopopeya. “Conjuro a la maldad a que salga, conjuro a la envidia, a la pobreza, al desempleo, a la carestía, a la brujería, al mal de ojo, a los chanchullos y a los chanchulladores, a los políticos, a los guerrilleros, a los paramilitares, al bolívar devaluado, a los peajes de San Simón, a los pimpineros que cobran cara la gasolina, al salario mínimo, conjuro a Piedad, a Chávez, conjuro al invierno, a los huecos de las calles, al desorden, a la falta de autoridad, a los derrumbes, conjuro…” – yo pensé, a Raimundo y todo el mundo – . El tipo mentó de todo. Y con los puños empujaba a tan innúmeras huestes enemigas de la felicidad humana, al tiempo que profería: “¡Fuera, fuera, largo de aquí, no quiero verlos más, salen ya!”, y uno se figuraba saliendo precipitadamente de los cuerpos y las almas de todos los cucuteños a esa multitud de demonios como en aquel episodio evangélico en que los mismos pedían a Jesús que los mandara entrar en una piara de puercos.
El milagrero indagó a la concurrencia: “¿Alguien quiere ser sanado en este momento?”. El enfermo sacó la cabeza y dijo: “Yo, señor”. “¿Qué te pasa, hermano?”, le preguntó. “Que no puedo caminar”, respondió el minusválido. “Pues yo te mando que camines ya, en nombre de Jesús”. El pobre hombre soltó las muletas y quiso avanzar hasta la mitad del ruedo en donde lo esperaba el curandero, y ¡preciso!, se fue de bruces contra el piso. La caída fue tal que el público rió de buena gana. Sin embargo el predicador insistió: “¡Yo te ordeno que camines, ¿o es que no tienes fe?”. El pordiosero contestó: “Fe sí tengo, lo que no tengo son patas”.
Ante el fracaso del milagrero y entre la carcajada general se disolvió la asamblea. El tullido recogió las muletas y fue a echarse de nuevo a la puerta de la catedral. Y todos los desocupados cogimos cada uno nuestro camino.
orlandoclavijot@hotmail.com

Cúcuta, 13 de enero de 2011.

jueves, 6 de enero de 2011

CRONIQUILLA
¿QUIÉN MATÓ A CAMPO ELÍAS?
Orlando Clavijo Torrado

Tuve la excelente idea de hacerle una “entrevista” a mi abuelo Ramón Torrado Vergel dos años antes de que desapareciera de este mundo. Hoy me congratulo por ello. El contaba en ese momento con 92 años. La plática no duró mucho: apenas lo de un antiguo casete de grabadora de una hora. ¡Pero qué caudal de datos del pasado que me servirán para reconstruir hechos y personajes! Me producía inmensa nostalgia oír la voz de “papá Ramón” – como es la costumbre en la provincia de Ocaña de llamar a los abuelos – y por ello solo hasta hace poco volví a escucharlo. A recordar a su tío el general Mateo Torrado (1874-1924) y sus hazañas. De éste apenas tenía guardado en mi memoria cuanto escribió quien fue su secretario en las campañas de la guerra de los Mil Días, don Justiniano J. Páez, en su libro Noticias Históricas de la ciudad y provincia de Ocaña, pero ahora supe, por la grabación, que el general Torrado no se negaba a darle un puñetazo al que lo provocara, como lo hizo en sendas ocasiones en Cáchira, Ocaña y Ábrego. Eso sí, con sentido justiciero. Por ejemplo, un domingo en Ábrego, a un hijo del reinoso Ruperto Jaimes, llamado el Negro y con fama de sangripesado (hombre hostigoso), se le antojó buscarle pleito a un anciano de apellido Jiménez, que posaba en la residencia del héroe y se hallaba con él parado en una esquina de la plaza. Jiménez era aguardientero. “¡Carajo!, ¿qué te está haciendo?”, le recriminó, pero el cansón, en lugar de atender la amonestación persistió en las molestias, por lo que el general, al tiempo que le decía “tomá, pa que seas pendejo”, le propinó tal trompada que el Negro Jaimes virtualmente voló por encima de la acequia que pasaba por la calle real, yendo a caer en un barrial; de allí se levantó presuroso, sacudiéndose el fundillo , y ¡a correr se dijo!
Ese es solamente uno de los tantos relatos de mi abuelo. Sin embargo, ilustran mucho sobre las costumbres y la idiosincrasia de aquellos tiempos – por los años 20 y 30 del siglo XX - , episodios como el ocurrido el último día del año en el mismo Ábrego a Campo Elías Quintero, para quien primero era el beber que el deber, y liberal (mi abuelo identifica siempre a sus personajes por el color político). La pólvora era ensordecedora, la banda tocaba en la esquina de la plaza mayor, y la gritería del festejo se mezclaba a todo para no dejar distinguir un triquitraque de un tiro de revólver.
Quintero se apostó en el atrio de la iglesia de Santa Bárbara con sus hermanas, muy divertidas ellas observando la vacaloca con cuernos de fuego y los conjuntos de payasos y disfrazados que bailaban y hacían monerías en el centro del parque. Repentinamente, se escurrió. Sus hermanas al punto trataron de levantarlo; el hombre murmuraba: “estoy borracho”. Decidieron marchar con él a casa, y una vez que lo instalaron en el lecho, sumido en profundo sueño, regresaron para no perderse el animado jolgorio popular.
Felipe Carvajalino, compañero en las buenas y en las malas de Campo Elías, no se conformó con saber que lo habían dejado en su hogar sino que fue él mismo a constatar cómo se encontraba. Lo vio inmóvil; Campo Elías no respiraba. “Está muerto”, se dijo Felipe alarmado. Una gota de sangre en la sábana que cubría el cuerpo le llamó la atención. Lo examinó minuciosamente buscando la huella de la herida, y pronto descubrió un diminuto agujero en el ombligo de su amigo. Por allí había penetrado la bala.
¿Quién había matado a Campo Elías Quintero? ¿Se trató de una bala perdida, o un enemigo aprovechó la tradición de que todo el que tuviera un Remington o un Smith & Wesson lo sacara el treinta y uno de diciembre a la medianoche y descargara el tambor para recibir con alegría el año nuevo?
Parece que el tiempo no ha pasado. Hoy lamentamos la muerte de niños en distintas ciudades del país por disparos hechos al aire en noches decembrinas. Todo igual que en Ábrego en 1920.
orlandoclavijotorrado@yahoo.es
Cúcuta, 6 de enero de 2011.

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Mi foto
Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
PORTADA

50 años del Diario La Opinión

50 años del Diario La Opinión
cena en el Club del Comercio - 15 de Junio de 2010 - Columnistas

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Orlando Clavijo Torrado y Luís Eduardo Páez García junto a la foto del General Mateo Torrado, tío bisabuelo del primero, quien la donó. Don Justiniano J. Páez, abuelo del doctor Luis Eduardo, en su obra histórica al referirse a la guerra de los Mil Días, da fiel cuenta de las acciones del General Torrado en la contienda, en virtud a haber actuado como su secretario.

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Hermanos Clavijo Torrado, Orlando, Nora, Edilia y Olga. Julio de 2010, Ocaña - Junto a la bandera con la imagen del Libertador Simón Bolívar bordada por señoras de Ocaña al conmemorarse el primer centenario de la independencia (1910).

EN EL AGUA DE LA VIRGEN

EN EL AGUA DE LA VIRGEN
Orlando Clavijo Torrado, sus hijos, nietos y primos.

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
CONTRAPORTADA

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

MONOGRAFIA DE BUCARASICA - Olger García Velásquez

MONOGRAFIA DE BUCARASICA  - Olger García Velásquez
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007
Con sus hijos, de izquierda a derecha Cesar Octavio, Jaime Mauricio, Silvia Andrea y Orlando Alexander Clavijo Cáceres

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"
29 DE MAYO DE 2009. CÚCUTA.

En la Academia de Historia de Norte de Santander

En la Academia de Historia de Norte de Santander
Padre Edwin Avendaño, José Antonio Toloza (Q.E.P.D), Secretario de la Academia, y Orlando Clavijo Torrado