jueves, 6 de enero de 2011

CRONIQUILLA
¿QUIÉN MATÓ A CAMPO ELÍAS?
Orlando Clavijo Torrado

Tuve la excelente idea de hacerle una “entrevista” a mi abuelo Ramón Torrado Vergel dos años antes de que desapareciera de este mundo. Hoy me congratulo por ello. El contaba en ese momento con 92 años. La plática no duró mucho: apenas lo de un antiguo casete de grabadora de una hora. ¡Pero qué caudal de datos del pasado que me servirán para reconstruir hechos y personajes! Me producía inmensa nostalgia oír la voz de “papá Ramón” – como es la costumbre en la provincia de Ocaña de llamar a los abuelos – y por ello solo hasta hace poco volví a escucharlo. A recordar a su tío el general Mateo Torrado (1874-1924) y sus hazañas. De éste apenas tenía guardado en mi memoria cuanto escribió quien fue su secretario en las campañas de la guerra de los Mil Días, don Justiniano J. Páez, en su libro Noticias Históricas de la ciudad y provincia de Ocaña, pero ahora supe, por la grabación, que el general Torrado no se negaba a darle un puñetazo al que lo provocara, como lo hizo en sendas ocasiones en Cáchira, Ocaña y Ábrego. Eso sí, con sentido justiciero. Por ejemplo, un domingo en Ábrego, a un hijo del reinoso Ruperto Jaimes, llamado el Negro y con fama de sangripesado (hombre hostigoso), se le antojó buscarle pleito a un anciano de apellido Jiménez, que posaba en la residencia del héroe y se hallaba con él parado en una esquina de la plaza. Jiménez era aguardientero. “¡Carajo!, ¿qué te está haciendo?”, le recriminó, pero el cansón, en lugar de atender la amonestación persistió en las molestias, por lo que el general, al tiempo que le decía “tomá, pa que seas pendejo”, le propinó tal trompada que el Negro Jaimes virtualmente voló por encima de la acequia que pasaba por la calle real, yendo a caer en un barrial; de allí se levantó presuroso, sacudiéndose el fundillo , y ¡a correr se dijo!
Ese es solamente uno de los tantos relatos de mi abuelo. Sin embargo, ilustran mucho sobre las costumbres y la idiosincrasia de aquellos tiempos – por los años 20 y 30 del siglo XX - , episodios como el ocurrido el último día del año en el mismo Ábrego a Campo Elías Quintero, para quien primero era el beber que el deber, y liberal (mi abuelo identifica siempre a sus personajes por el color político). La pólvora era ensordecedora, la banda tocaba en la esquina de la plaza mayor, y la gritería del festejo se mezclaba a todo para no dejar distinguir un triquitraque de un tiro de revólver.
Quintero se apostó en el atrio de la iglesia de Santa Bárbara con sus hermanas, muy divertidas ellas observando la vacaloca con cuernos de fuego y los conjuntos de payasos y disfrazados que bailaban y hacían monerías en el centro del parque. Repentinamente, se escurrió. Sus hermanas al punto trataron de levantarlo; el hombre murmuraba: “estoy borracho”. Decidieron marchar con él a casa, y una vez que lo instalaron en el lecho, sumido en profundo sueño, regresaron para no perderse el animado jolgorio popular.
Felipe Carvajalino, compañero en las buenas y en las malas de Campo Elías, no se conformó con saber que lo habían dejado en su hogar sino que fue él mismo a constatar cómo se encontraba. Lo vio inmóvil; Campo Elías no respiraba. “Está muerto”, se dijo Felipe alarmado. Una gota de sangre en la sábana que cubría el cuerpo le llamó la atención. Lo examinó minuciosamente buscando la huella de la herida, y pronto descubrió un diminuto agujero en el ombligo de su amigo. Por allí había penetrado la bala.
¿Quién había matado a Campo Elías Quintero? ¿Se trató de una bala perdida, o un enemigo aprovechó la tradición de que todo el que tuviera un Remington o un Smith & Wesson lo sacara el treinta y uno de diciembre a la medianoche y descargara el tambor para recibir con alegría el año nuevo?
Parece que el tiempo no ha pasado. Hoy lamentamos la muerte de niños en distintas ciudades del país por disparos hechos al aire en noches decembrinas. Todo igual que en Ábrego en 1920.
orlandoclavijotorrado@yahoo.es
Cúcuta, 6 de enero de 2011.

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CERCA DE LAS ESTRELLAS

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50 años del Diario La Opinión

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Museo Antón García de Bonilla

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Orlando Clavijo Torrado y Luís Eduardo Páez García junto a la foto del General Mateo Torrado, tío bisabuelo del primero, quien la donó. Don Justiniano J. Páez, abuelo del doctor Luis Eduardo, en su obra histórica al referirse a la guerra de los Mil Días, da fiel cuenta de las acciones del General Torrado en la contienda, en virtud a haber actuado como su secretario.

Museo Antón García de Bonilla

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Hermanos Clavijo Torrado, Orlando, Nora, Edilia y Olga. Julio de 2010, Ocaña - Junto a la bandera con la imagen del Libertador Simón Bolívar bordada por señoras de Ocaña al conmemorarse el primer centenario de la independencia (1910).

EN EL AGUA DE LA VIRGEN

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NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila

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MONOGRAFIA DE BUCARASICA - Olger García Velásquez

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Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007

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Con sus hijos, de izquierda a derecha Cesar Octavio, Jaime Mauricio, Silvia Andrea y Orlando Alexander Clavijo Cáceres

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"

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29 DE MAYO DE 2009. CÚCUTA.

En la Academia de Historia de Norte de Santander

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Padre Edwin Avendaño, José Antonio Toloza (Q.E.P.D), Secretario de la Academia, y Orlando Clavijo Torrado