viernes, 26 de febrero de 2021

CRONIQUILLA - LA BRISA BOLIVARIANA

CRONIQUILLA LA BRISA BOLIVARIANA Orlando Clavijo Torrado En una de sus peroratas dijo Nicolás Maduro que en Latinoamérica iban a sentir la brisa bolivariana. Él sabía de qué hablaba y sus paisanos también sabían a qué se refería. En Colombia pasó desapercibido ese anuncio. Nadie le puso cuidado. ¿Recuerdan los disturbios que hubo en el año 2019 en Colombia, Perú, Honduras, Ecuador, Chile y Argentina? ¿Y recuerdan que en todos había saboteadores venezolanos? Pues esa era la tal brisa bolivariana, que a través de ataques homicidas a la fuerza pública, incendios a supermercados, iglesias y edificios públicos sobre todo en Santiago, arrinconó al presidente Sebastián Piñera. La misma que puso a tambalear al mandatario colombiano cuando, en Bogotá, partidarios de Petro y Claudia López hicieron cerrar locales comerciales a piedra y fuego, quemaron puestos de Policía, mataron a una mujer arrollándola con un autobús y acuchillaron a una joven policía. Por fortuna, los esbirros de Maduro fueron descubiertos y expulsados del país. Se afirma que muchos de ellos eran presidiarios dados en libertad exprofeso. Providencial y paradójicamente la pandemia del coronavirus le cortó el aliento al motín, concebido y dirigido a acabar con la democracia y a derrocar al presidente en jornadas de vandalismo subsiguientes. ¿Y cómo responde nuestro gobierno ante estos retos: la brisa bolivariana, el apoyo a las cúpulas guerrilleras por el régimen de Maduro y los millones de desesperados que por las trochas virtualmente invaden a Colombia? Responde, en febrero del corriente año, con el Estatuto de Protección Temporal a Migrantes Venezolanos, quizá el más humano y amplio del mundo. Esta frontera nororiental harto ha padecido de los mismos migrantes venezolanos, particularmente debido a conductas criminales que muchos de ellos llegaron a practicar entre nosotros. Sin embargo, aquí, a todos se les ha atendido integralmente, incluso a costa de sacrificios presupuestales como ocurre con los recursos la salud, por lo que está en déficit nuestro principal hospital, y con los recursos de la educación. Hasta ha habido mucha largueza en facilitarles nueva documentación de identidad para que transiten y vivan y disfruten como cualquier colombiano. Aunque los científicos en Bogotá afirmen que no hay xenofobia, están desconociendo la realidad. Pero son los mismos venezolanos los que la han provocado. Tan cierta que en poblaciones como la propia Cúcuta, en Ocaña, Pamplona y Bucaramanga, por ejemplo, los asaltos y homicidios cometidos por ellos los han convertido en causa de temor y de rechazo, y con solo mentar la palabra venezolano la gente se indispone o se previene. Tampoco es menos cierto que la satrapía de Maduro estimula la diáspora para su provecho político y económico. Basta esperar que los refugiados, o escapados, o mandados, o entrados legalmente o por las trochas, en fin, venidos de cualquier forma a nuestra patria, de Venezuela, correspondan honrosamente al gesto generoso de nuestro gobierno. orlandoclavijotorrado@yahoo.es … 25 de febrero de 2021.

lunes, 22 de febrero de 2021

CUENTO - EL VIAJE DE LOS REYES MAGOS

CUENTO EL VIAJE DE LOS REYES MAGOS Por Orlando Clavijo Torrado Trescientos años antes de los acontecimientos que vamos a narrar Persia era la primera superpotencia que conoció el mundo. Pero aún en el reinado de Fraates V, en el tiempo en que se desarrolla nuestra historia, no había desaparecido su grandeza, y al menos la ciencia era la más avanzada hasta entonces. Las ciudades en las que residían nuestros personajes desaparecieron hace más de dos mil años, y sólo se leen sus nombres borrosamente en pergaminos semidestruidos. Isaac Melchor, de facciones caucásicas, acarició su barba blanca, puso en la mesa los aparatos con los que observaba las constelaciones y tomó una silla recamada en oro para descansar después de la larga jornada de estudio. Afuera la ciudad se agitaba pues Messim, en el centro de Persia, era una plaza de febril movimiento comercial. Había cerrado los ojos cuando una intensa claridad lo obligó a mirar hacia la celosía. Se sorprendió de que apareciera una estrella tan rutilante sin que cayera la tarde y asomara la noche. No tuvo necesidad de recurrir a cálculos en el papiro ni a afinar la pupila para ver la hermosa estrella. Juraba que pese a tantos años de otear en el cielo nunca la había visto. Las conocía todas, dominaba todo el conglomerado de fulgores del firmamento, mas, de esta revelación no tenía noticia o intuición. En los días posteriores la estrella estaría allí recordándole su existencia. Por el mismo instante, en Assan, al sur del país, Abraham Gaspar, joven heredero de una inmensa fortuna, de piel rubia, alegres ojos azules, casi lampiño, y cabellos dorados que caían sobre sus hombros en bucles, poco había avanzado aquel día en la observación de los astros puesto que posponía continuamente aplicarse ya que, chapucear en el lejano río Tigris con sus amigos y compartir con las bellas jóvenes hijas de los emires, le arrebataban la mayor parte de su tiempo. Se preparaba a cumplir una cita de festejos y ya cerraba el vestíbulo cuando se presentó aquella claridad casi enceguecedora. Detuvo su prisa para otear en el horizonte de dónde provenía la luz misteriosa. ¡Qué júbilo inmenso sintió, máxime al considerar que sin mayor esfuerzo y no obstante su temprana edad, era dueño de un secreto, esquivo quizá para muchos que se desvelaban y fatigaban sus ojos en los celajes de las nubes y la infinitud del cosmos! ¡Aquello era una auténtica bendición! En Asrud, ciudad del nororiente de Persia, Farah Baltasar, hombre de unos cuarenta años, piel atezada, cabello ensortijado y firmemente adherido a su bien formada cabeza, de barba hirsuta, fuerte musculatura e impresionante talla, enclaustrado en la alta torre de su elegante palacio no cejaba de escudriñar el lado oscuro del cielo a pesar de contar con varias lunas dedicado a ello. Era explicable su tesón: en una noche boreal había vislumbrado un destello incógnito que día a día se había más visible y luminoso. Desde entonces su propósito fue llegar hasta el final. De pronto el fulgor se reveló en todo su esplendor. Baltasar quedó deslumbrado, pero repuesto de inmediato, situó el fenómeno en su mapa, lo clasificó como una estrella, y saltó y lloró de júbilo. Sin que ninguno de los tres se hubiera acordado con el otro, en la misma fecha viajaron a Teherán en donde se concentraban los astrólogos más afamados. Querían compartir su descubrimiento y hallar indicaciones, las claves del fenómeno, ahondar en la importancia y utilidad de sus hallazgos, y obtener de los sabios de todos los reinos la confirmación de la nueva verdad científica. El rey Fraates V, que protegía a inventores, intelectuales, navegantes osados y emprendedores en todas las ramas de la actividad humana, los acogió con respeto y alegría. No era para menos pues los tres astrólogos gozaban de prestigio, riqueza y vasallaje en sus territorios. El encuentro con los congéneres se cumplió en el Gran Salón Celeste. Melchor, Gaspar y Baltasar fueron exponiendo por turnos sus historias. Al tiempo que cada uno hablaba, los otros dos se miraban absortos. Era como si quien escuchara estuviera relatando su propia experiencia. ¿Por qué tanta coincidencia en el tamaño del astro, en la calidad del fulgor, en la ubicación en la bóveda celestial, y en el día y la hora de la revelación? Los demás astrólogos discutieron las tesis de los tres exóticos hombres, alegaron que se trataba de una vieja estrella, que no era más que un astro natural, y no faltó quién adujera que los desconocidos magos habían sufrido alucinaciones. Finalmente, como consolación, les aconsejaron continuar con sus pesquisas y hacérselas conocer en próxima asamblea. Los tres escrutadores del firmamento, luego de salir del palacio del magnánimo Fraates V, se dirigieron al bazar y buscaron un establecimiento que ofreciera el exquisito vino de Shiraz. Lo degustaron en finas copas. Querían brindar por la maravilla que el cielo les había ofrecido en recompensa de su aplicación por interesarse en sus secretos. Al tiempo, cada uno fue confesando lo mismo que los otros: que un fuego extraño lo consumía desde la revelación, y que seguramente no cesaría hasta rematar con la interpretación del mensaje que la estrella le anunciaba. Se concertaron para reunirse en un oasis del desierto de Lut sobre el que la estrella había fijado su resplandor. Culminados los aprestos de camellos, dromedarios, caballos y elefantes enjaezados lujosamente, de esclavos, y vituallas para jornadas de meses o quizá de uno o dos años, y las ofrendas de los más precioso que existía en los confines de sus dominios, a saber, el oro que presentaría Baltasar, el incienso, que llevaría Gaspar, y mirra, que entregaría Melchor, emprendieron el camino en una clara madrugada. Al paso de los animales la estrella comenzó igualmente su marcha. No fue fácil el viaje principalmente por los bandidos que infestaban las rutas y que en varias ocasiones pretendieron despojarlos de sus alhajas, vestidos, víveres, instrumentos y hasta de las propias cabalgaduras. Sin embargo, sus soldados supieron repeler valientemente las arremetidas. Cruzar el territorio de Irak constituyó la prueba más dura. Perdieron muchas cabalgaduras y acémilas que no estaban acostumbradas a senderos rocosos y estrechos. Las tempestades de arena del desierto, los cambios bruscos de temperatura y las escarpas por remontar y descender, también los pusieron a prueba. Todo, hasta caer al apacible valle de Belén, en donde la estrella se detuvo. El resto de esta bella historia ya se sabe por los pocos trazos que dejó san Mateo en el capítulo segundo, versículos 1 a 12, de su Evangelio. De allí quedó registrada para siempre en los anales de la astrología la estrella de Belén. En recuerdo de la adoración es costumbre en algunos países de Europa y América Latina dar regalos a los niños el 6 de enero, día señalado por la Iglesia católica como aquel en que los tres Reyes Magos le ofrendaron al Niño Jesús en finos cofres oro, incienso y mirra.

miércoles, 10 de febrero de 2021

CRONIQUILLA - RECORDANDO A GUIDO PÉREZ

CRONIQUILLA RECORDANDO A GUIDO PÉREZ Orlando Clavijo Torrado Mi amistad con Guido Antonio Pérez Arévalo tenía muchos motivos: ambos de la provincia de Ocaña, conservadores, de cercanas generaciones, abogados, seguidores en su momento y muy al lado de Lucio Pabón Núñez y de Argelino Durán Quintero, y, particularmente, amantes de las letras. A pesar de que el trato entre las gentes de la provincia es el de vos, no se crea que se emplea con todo el mundo; con Guido nos voceábamos por aquella familiaridad que surge espontáneamente. Con mucho gracejo me contaba que su padre, don Luis Jesús Pérez, se vanagloriaba de recibir correspondencia constante del doctor Pabón Núñez, que conservaba como un tesoro, pero ocurrió que, en una ocasión, hablando él con el doctor Euclides Jaime González, en Bogotá, Euclides le confesó que quien le contestaba las cartas a don Luis Jesús era él. Y remataba Guido su anécdota: “¡Cómo te parece lo que hacía el vergajo de Lucio”. En un tiempo, Guido escogió a Chinácota para pasar su vejez. Adquirió una finca y se dedicó a cultivar flores. El encanto de Chinácota lo condujo a indagar por sus orígenes y fue así como escribió un estupendo libro que tituló “Chinácota, encuentros con la historia”. Descubrió que el verdadero fundador fue Melchor Vásquez Campusano en 1584, y no Pedro de Urzúa. ¡Ahí fue Troya! Ni el doctor Mario Mejía Díaz le creyó, ni los intelectuales y líderes chinacotenses. Él les mostró las pruebas, les hizo cuentas, en fin, los puso contra la pared, mas de nada le valió. Guido y yo convinimos en que habíamos tenido la misma experiencia cuando se contradice lo que la gente se empecina en creer y no acepta la refutación. “Lo mismo que te pasó a vos, me decía, cuando demostrás en tu libro “Cerca de las estrellas” que el obispo Rafael Celedón no fundó a Bucarasica”. Guido se lanzó de candidato a la alcaldía de Chinácota, pero lo dejaron solo; al parecer le cobraron la osadía de llegar a develar una verdad. Nos comentábamos frecuentemente sobre los trabajos en que estábamos empeñados, y al informarle que había encontrado en los libros parroquiales de Ábrego el acta de fundación de un pueblo llamado Jesús de Belén por obra de mi tío bisabuelo el general Mateo Torrado, mi abuelo Ramón Torrado y otros parientes, se interesó por saber qué relación había con su pueblo natal La Playa de Belén. “Ya que vos sabés mucho de Ábrego, ayudame en esa investigación”. “Te tenés que convertir en mormón”, le dije. “No me jodás; ¿cómo es eso”. “Pues que los mormones tienen microfilmados los libros parroquiales de todo el mundo, y apenas llega a uno al templo le echan una muchacha hermosa para que lo vuelva hermano, pero de todas formas le prestan los cubículos de proyección de los filmes”. Guido se rio con gana por el cuento de la muchacha. Después me comentó que le había servido mucho mi orientación. ¡Amigo y hermano, descansa en paz! orlandoclavijotorrado@yahoo.es … 9 de febrero de 2021.

viernes, 5 de febrero de 2021

ELVIA VÉLEZ JIMÉNEZ Y EL ASALTANTE NOCTURNO

CRONIQUILLA ELVIA VÉLEZ JIMÉNEZ Y EL ASALTANTE NOCTURNO Orlando Clavijo Torrado Aquel domingo estuve temprano en la casa de Elvia. Ella vivía en el barrio Estrada, cerca de la Universidad Nacional, en donde yo estudiaba. Papi, me dijo, me parecía que no llegabas pronto para contarte lo que sucedió anoche aquí. Algo espantoso. No te imaginas el susto que me llevé. Hasta el vecindario fue testigo. Intervino la policía pues mi padre no vaciló en llamarla ante mis berridos. Y prosiguió, mientras yo la escuchaba expectante: A eso de la media noche sentí al principio un leve golpeteo en la ventana de mi cuarto. Luego los golpes se hicieron más fuertes, y a continuación se oía como si forzaran la ventana para entrarse. Prendí la luz y vi una sombra que corría de un lado para otro. Era una sombra negra e inmensa. “¡Basta!”, le grité, “¿qué pretende?; acudiré a la Policía”. Poco le importó al asaltante lo que dije. Entonces empecé a llamar a gritos a mis padres. Les abrí la puerta de mi alcoba y se percataron por sí mismos de la amenaza sobre la ventana. Mi padre consideró prudente tomar el teléfono y comunicar a la estación de policía cercana el peligro que nos amenazaba con un posible predador, seguramente un peligroso ladrón que, pese a todas las voces y clamores y anuncios de ponerlo en manos de la justicia, persistía en tratar de penetrar por la ventana del cuarto de su hija. La Policía no tardó en llegar. Los pusimos al tanto de los acontecimientos y se dieron a la tarea de inspeccionar toda la casa y sus alrededores. Los vecinos se levantaron ante el escándalo de las sirenas policivas. Cuando un agente vio al monstruo que azotaba la ventana, sacó la pistola, le intimó rendición y abrió la ventana para verlo. En ese momento entró como un ciclón una inmensa mariposa negra. “Señorita – me dijo el policía- este es el ladrón; ya lo tenemos capturado”. Y concluyó Elvia: Yo aún estaba en pánico y no podía contener el llanto, de modo que pasaron muchos minutos mientras me serenaba y me convencía de la realidad. Terminado su relato nos echamos a reír, pero más me burlaba yo de ella por su candor, por sus nervios descontrolados que la volvían histérica, como en esa noche. Elvia, Elvia Vélez Jiménez, era una muchacha muy linda, delgada, fina, culta y virtuosa. Cariñosa y tierna. Su voz era melodiosa. Creo que su familia procedía de Zipaquirá porque frecuentemente iban a visitar a una abuela. Ella, en un momento inexplicable y absurdo desapareció de mi vida. Quizá fue mi culpa. No, no es quizá, fue mi culpa, toda mi culpa. ¡Cómo quisiera volver a verla para pedirle que me perdone! orlandoclavijotorrado@yahoo.es … 5 de febrero de 2021

Datos personales

Mi foto
Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
PORTADA

50 años del Diario La Opinión

50 años del Diario La Opinión
cena en el Club del Comercio - 15 de Junio de 2010 - Columnistas

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Orlando Clavijo Torrado y Luís Eduardo Páez García junto a la foto del General Mateo Torrado, tío bisabuelo del primero, quien la donó. Don Justiniano J. Páez, abuelo del doctor Luis Eduardo, en su obra histórica al referirse a la guerra de los Mil Días, da fiel cuenta de las acciones del General Torrado en la contienda, en virtud a haber actuado como su secretario.

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Hermanos Clavijo Torrado, Orlando, Nora, Edilia y Olga. Julio de 2010, Ocaña - Junto a la bandera con la imagen del Libertador Simón Bolívar bordada por señoras de Ocaña al conmemorarse el primer centenario de la independencia (1910).

EN EL AGUA DE LA VIRGEN

EN EL AGUA DE LA VIRGEN
Orlando Clavijo Torrado, sus hijos, nietos y primos.

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
CONTRAPORTADA

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

MONOGRAFIA DE BUCARASICA - Olger García Velásquez

MONOGRAFIA DE BUCARASICA  - Olger García Velásquez
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007
Con sus hijos, de izquierda a derecha Cesar Octavio, Jaime Mauricio, Silvia Andrea y Orlando Alexander Clavijo Cáceres

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"
29 DE MAYO DE 2009. CÚCUTA.

En la Academia de Historia de Norte de Santander

En la Academia de Historia de Norte de Santander
Padre Edwin Avendaño, José Antonio Toloza (Q.E.P.D), Secretario de la Academia, y Orlando Clavijo Torrado