jueves, 19 de agosto de 2021

BICENTENARIO - CONGRESO DE VILLA DEL ROSARIO - IV - EPÍLOGO

BICENTENARIO – CONGRESO DE VILLA DEL ROSARIO IV – EPÍLOGO Orlando Clavijo Torrado Fueron muchos los conceptos modernos y avanzados que se plasmaron en la Constitución de Villa del Rosario. Sin embargo, resaltemos nada más que, tomando de la Revolución Francesa los lemas de la igualdad y la libertad, enriquecieron tales logros con otros tan esenciales como los de la seguridad y la propiedad. No transcurrió mucho tiempo antes de que salieran a flote los inconvenientes y errores en la organización y administración del nuevo Estado. El primer trastorno se palpó muy pronto con el malestar de Caracas de obedecer a Bogotá y de que fuera ésta la capital en lugar de erigir como tal a una soñada Ciudad Bolívar. El sistema federal no era el deseado por el Libertador, sino el centralista, como lo había propuesto Nariño. Bolívar dejó en manos de Santander el gobierno general y del departamento de Cundinamarca, la actual Colombia, durante siete años. Páez asumió como intendente del departamento de Venezuela. Los venezolanos odiaban al vicepresidente Santander y no se sentían cómodos en la nueva república. Ante tanto malestar se apuró la reforma de la Constitución mediante la que el mismo Congreso de Villa del Rosario llamó “La Gran Convención”, programada para diez años o más, citada en Ocaña. Esa convención fue convocada mediante la ley del 7 de agosto de 1827. Debía reunirse el 2 de marzo de 1828. El Presidente Libertador pide una reforma perfecta. Su “Mensaje” angustioso a los diputados congregados en Ocaña releva de precisar los desastres, a los que llama “el cuadro de las aflicciones”. Veamos algunos de sus clamores: “El derecho de presentar proyectos de ley se ha dejado exclusivamente al legislativo, que por su naturaleza está lejos de conocer la realidad del gobierno y es puramente teórico”. (Destruidos la seguridad y el reposo), “únicos anhelos del pueblo”, la agricultura estaba en ruina; “todo se ha sumido en la miseria desoladora”. Igual se puede predicar de la industria. “Los fraudes, favorecidos por las leyes y los jueces, seguidos de numerosas quiebras, han alejado la confianza de una profesión (el comercio), que únicamente estriba en el crédito y la buena fe”. Y ante el panorama de la bancarrota fiscal dijo: “…El rubor me detiene, y no me atrevo a deciros que las rentas nacionales han quebrado y que la república se halla perseguida por un formidable concurso de acreedores”. “¡Legisladores!...Un gobierno firme, poderoso y justo es el grito de la patria. “Os ruego, con plegarias infinitas…para el pueblo, para el Ejército, para el juez, y para el magistrado ¡¡¡leyes inexorables!!!” Las ideas socialistas ya prendían por aquellas calendas. Poco antes de las dos centurias se impondrían en tres de los países bolivarianos: Venezuela, Perú y Bolivia. La reversa ha sido brutal. Se ha renegado del sistema demoliberal, de los valores judeocristianos, en suma, de la llamada cultura occidental. ¿Podrán los demoledores construir sobre las estatuas destrozadas de nuestros esforzados y geniales próceres y sobre las ruinas de Colombia una obra mejor que la que aquellos hicieron? ¿Tienen iguales o superiores virtudes? orlandoclavijotorrado@yahoo.es … 12/08/2021

martes, 10 de agosto de 2021

BICENTENARIO - CONGRESO DE VILLA DEL ROSARIO - III - EL SUPREMO LEGISLADOR

BICENTENARIO – CONGRESO DE VILLA DEL ROSARIO - III – EL SUPREMO LEGISLADOR Orlando Clavijo Torrado Es verdad que nuestros padres fundadores pretendieron la independencia absoluta del imperio español, pero del idioma y de la religión recibidos no nos pudimos separar. (Algún comediante dijo en estos días: ¿Acaso volvimos a hablar chibcha y adorar a los astros y a buziraco (el demonio)?) La religión católica fue uno de los principales ligamentos de la nacionalidad, y lo sigue siendo. Su reconocimiento más fuerte se encuentra entre nosotros en el texto de la reforma constitucional plebiscitaria de 1957, que rigió hasta 1991, de este tenor: “En nombre de Dios, fuente suprema de toda autoridad, y con el fin de afianzar la unidad nacional, una de cuyas bases es el reconocimiento hecho por los partidos políticos de que la Religión Católica, Apostólica y Romana es la de la Nación, y que como tal, los poderes públicos la protegerán y harán que sea respetada como esencial elemento del orden social…” Este preámbulo amplió el de la Constitución de 1886 contenido en estas pocas palabras: “En nombre de Dios, fuente suprema de toda autoridad…”. La Constitución de 1991 apenas dijo lánguidamente, por boca de los escasos conservadores constituyentes: “Invocando la protección de Dios”. Pero si todas nuestras constituciones han sido teístas, la Constitución de 1863 se erige como la campeona del ateísmo: borró radicalmente el nombre de Dios. ¡Qué creyentes y devotos aparecen los constituyentes del Congreso de Villa del Rosario de 1821! Los santanderistas, que dominaron la Asamblea y que poco después revelarían su aversión a la Iglesia Católica, asistieron sin chistar a las misas de inauguración y de clausura, cantaron el Te Deum, y consignaron, al unísono con los restantes diputados, este introito: “En el nombre de Dios, Autor y Legislador del Universo…” Ahora, fuera del texto encontramos una alusión muy ardiente a la fe en la Proclama de los directivos del Congreso, una vez sancionada la Carta Política. Veámosla: “Colombianos: … Pero lo que vuestros representantes han tenido siempre a la vista, y lo que ha sido el objeto de sus más serias meditaciones, es que las mismas leyes fuesen enteramente conformes con las máximas y los dogmas de la Religión Católica, Apostólica y Romana, que todos profesamos y nos gloriamos de profesar: ella ha sido la religión de nuestros padres, y es y será la Religión del Estado; sus ministros son los únicos que están en el libre ejercicio de sus funciones, y el Gobierno autoriza las contribuciones necesarias para el Culto Sagrado”. De la adhesión firme del Libertador al catolicismo dan muestra estas palabras suyas en el Mensaje del 20 de enero de 1830 dirigido al Congreso Constituyente de la República de Colombia: “Permitiréis que mi último acto sea recomendaros que protejáis la religión santa que profesamos, fuente profusa de las bendiciones del cielo”. Colombia tiene una especial protección divina, por plegaria del Padre de la Patria. La plasmó en esta exclamación al conocer la aprobación de la Ley Fundamental de Angostura: ¡Viva el Dios de Colombia! orlandoclavijotorrado@yahoo.es 7/08/2021

domingo, 1 de agosto de 2021

BICENTENARIO -CONGRESO DE VILLA DEL ROSARIO - II - EL LEGADO

Bicentenario- Congreso de Villa del Rosario II – EL LEGADO Orlando Clavijo Torrado A la lista de gallardos militares venezolanos que lucharon a favor de la independencia de la Nueva Granada debo agregar con gratitud al general de brigada Ambrosio Plaza, cuyo nombre había omitido involuntariamente. Tratándose de una lucha por una causa común, de aquí salieron a combatir por la libertad de los hermanos venezolanos, entre otros, y los más nombrados, Francisco de Paula Santander, Hermógenes Maza - que fue gobernador militar de Caracas -, José Luciano D'Elhuyar y Batista, Antonio Ricaurte, Atanasio Girardot y José Prudencio Padilla, el héroe de la batalla del lago de Maracaibo. Ahora, remitiéndonos al acontecimiento de estos días, el bicentenario del Congreso de la Villa de Nuestra Señora del Rosario, los colombianos tampoco podemos olvidar de dónde proviene nuestra estructura política y nuestra propia génesis como república. En tal sentido, aunque en la Nueva Granada a partir del movimiento de independencia de 1810 se habían redactado Constituciones para distintas ciudades y provincias, y éstas fueron tomadas en cuenta en el Congreso nombrado, es imperioso resaltar que éste mismo y la Constitución que expidió nacieron del Congreso de Angostura y de la Constitución expedida allí en 1819. Oficialmente la Constitución de Angostura se llamó “Constitución Política del Estado de Venezuela”. Ya se sabe que refleja el pensamiento del Libertador Simón Bolívar. En este contexto tenemos que a los venezolanos debemos, incluso, el primer presidente de Colombia como tal, y el primer gabinete ministerial. Apréciese que la Constitución la sanciona Simón Bolívar, acompañado de Pedro Briceño Méndez como ministro de Marina y Guerra, Pedro Gual como ministro de Hacienda y Relaciones Exteriores y Diego B. Urbaneja como ministro del Interior y de Justicia. Colombia necesitaba organizar su cuerpo de leyes. El Código de Napoleón – gran orgullo de éste – alcanzó gran prestigio y acogida en muchos estados, pero aún nuestros gobernantes no se decidían a adoptarlo. El eminente jurista venezolano Andrés Bello, radicado en Chile, había redactado allí el Código Civil, tomado como modelo para otros países. Don Manuel Ancízar, que había conocido a Bello en Chile, le escribió en 1856 solicitándole el obsequio de un ejemplar de dicho texto. La respuesta vino del ministerio de Relaciones Exteriores de Chile con el envío de cuatro ejemplares. Finalmente, la Ley 84 del 26 de mayo de 1873 dispuso adoptar el que llamó Código Civil de la Unión, copiado del de Bello. Todo lo anterior está predicando cómo la hermana república de Venezuela nos ha hecho singulares aportes en el pasado: con su brazo armado y valiente, con sus luces para construir nuestra institucionalidad y con la obra de su más notable jurisconsulto. Y, para coronar semejante contribución, con el virtual trasplante de uno de los pocos genios que ha dado la humanidad, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios Ponte y Blanco. Colombia, a la que tanto amó y por cuya libertad sacrificó su gran fortuna y su propia vida, pero de la que recibió agravios y desprecios, paradójicamente recogió su último aliento. orlandoclavijotorrado@yahoo.es … 31/07/2021

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Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario

CERCA DE LAS ESTRELLAS

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50 años del Diario La Opinión

50 años del Diario La Opinión
cena en el Club del Comercio - 15 de Junio de 2010 - Columnistas

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Orlando Clavijo Torrado y Luís Eduardo Páez García junto a la foto del General Mateo Torrado, tío bisabuelo del primero, quien la donó. Don Justiniano J. Páez, abuelo del doctor Luis Eduardo, en su obra histórica al referirse a la guerra de los Mil Días, da fiel cuenta de las acciones del General Torrado en la contienda, en virtud a haber actuado como su secretario.

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Hermanos Clavijo Torrado, Orlando, Nora, Edilia y Olga. Julio de 2010, Ocaña - Junto a la bandera con la imagen del Libertador Simón Bolívar bordada por señoras de Ocaña al conmemorarse el primer centenario de la independencia (1910).

EN EL AGUA DE LA VIRGEN

EN EL AGUA DE LA VIRGEN
Orlando Clavijo Torrado, sus hijos, nietos y primos.

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
CONTRAPORTADA

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

MONOGRAFIA DE BUCARASICA - Olger García Velásquez

MONOGRAFIA DE BUCARASICA  - Olger García Velásquez
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007
Con sus hijos, de izquierda a derecha Cesar Octavio, Jaime Mauricio, Silvia Andrea y Orlando Alexander Clavijo Cáceres

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"
29 DE MAYO DE 2009. CÚCUTA.

En la Academia de Historia de Norte de Santander

En la Academia de Historia de Norte de Santander
Padre Edwin Avendaño, José Antonio Toloza (Q.E.P.D), Secretario de la Academia, y Orlando Clavijo Torrado