viernes, 28 de diciembre de 2012

PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA” EL MEJOR CHISTE DEL 2012 Por Orlando Clavijo Torrado Como los días finales del año son de regocijo por la Navidad y el año nuevo, estuve pensando a manera de regalo para mis lectores en algún episodio simpático para contarles a fin de que sonriamos un poco, de que le agreguemos más solaz a los villancicos y la novena de aguinaldo, a las hayacas, a la natilla, a los buñuelos, al pavo relleno y demás viandas, a los postres, a los licores y los bailes, y a las misas solemnes del Nacimiento y del 31 de diciembre. ¿Se me acabó el repertorio? ¡Imposible! ¿Será que les cuento aquello que me ocurrió cuando siendo niño tuve que saltar paredes y zanjas para llegar hasta la casa de la chica con quien estaba apostando y al llegar al solar suyo la vi que bajó del corredor, se internó en el jardín, y de pronto se acurrucó a orinar, por lo que debí emprender la retirada avergonzado pues un caballero no podía en situación semejante caerle por la espalda, darle la consabida palmada y decirle ¡mis aguinaldos!? ¡No, mejor les cuento otro! ¡Encontré uno fabuloso! Es el sainete de la democracia venezolana. Aunque con el estado agónico del presidente Chávez se trataría de una tragicomedia. Al principio de la instauración del régimen autoritario del coronel retirado, los pueblos democráticos del mundo se mostraron asombrados y luego indignados por la concentración de todos los poderes en sus manos; finalmente guardaron silencio pues comprendieron que el asunto no era nada serio, que Venezuela se había ganado un payaso que los divertía por horas interminables, y que sus conciudadanos alelados le aplaudían sus locuras como aquello de salir a la calle e ir indicando cuál edificio se expropiaba, cuál fábrica podía seguir funcionando o a cuál hotel de lujo metía a los gamines para que lo ocuparan y lo destrozaran. ¿Y qué tal su paranoia de que Bolívar se había reencarnado en él? Todo se volvió risible allí. La primera, la Constitución Política, que el mismo Chávez redactó a su gusto y medida. ¿Delito violarla? ¡Qué va, si el violador es el mismo mandatario o sus áulicos! En ningún lugar de la Tierra un presidente gobierna desde afuera; en el caso de su ausencia, se prevé que asuma la autoridad suprema el vicepresidente o el delegatario contemplado en la legislación nacional; en Venezuela, al contrario, Chávez dicta decretos desde Cuba, lo que a la luz de las normas positivas de cualquier estado atrasado del África sería inconstitucional e ilegal. Las burlas allí se suceden una tras otra: la principal, poner a la gente a votar por un candidato mortalmente abatido, y ahora – cosa que no se sabe si debe dar estupor o risa – elegido el hombre irremplazable pero moribundo, saltándose de nuevo la Constitución y retorciendo el sentido de la extraterritorialidad de que gozan las embajadas, dispusieron que se posesione en Cuba, en la misión diplomática venezolana. Pero Chávez es Chávez y puede hacer lo que quiera con su Constitución, con su asamblea nacional, con sus jueces y con su pueblo. Para él y sus fieros y ciegos seguidores no hay talanqueras, ni jurisprudencias, ni doctrinas universales sino interpretaciones amañadas como eso de prorrogarle la licencia por enfermedad. ¡Ah! y a propósito de su enfermedad, vemos que la cúpula del chavismo, encabezada por Maduro, un maoísta radical, no sale de misas para implorar por la salud del otro que hace poco renegaba de Jesucristo, cuando todos son ateos reconocidos. O sea- como dicen los muchachos – una verdadera mamadera de gallo. Normalmente, sanamente entendida la Constitución, si el 10 de enero Chávez no puede juramentarse en la propia Venezuela, debe convocarse a nuevas elecciones. Eso es lo aceptado y entendido en el mundo entero, menos, claro está, en la estrambótica república bolivariana. Si lo llega a hacer después de esa fecha, sería un acto ridículo, como los gestos de los monos. El mejor chiste del año. En un tiempo, cuando virtualmente estábamos al arbitrio de la guerrilla, se dijo que Colombia era un estado legal y políticamente inviable. Pues ahora de Venezuela se puede afirmar que no es un estado serio, que es un estado de pantomima, un estado de mentiras. ¡Qué risa! ¡Ja,ja,ja,ja! ¿Las demás naciones se reirán o tomarán acciones para contener el circo? ¿Qué dirá el Chapulín Colorado? ¡Feliz año nuevo, queridos lectores! ¡Gracias por haberme recibido tan generosamente en el 2012! ¡Que Dios y la Virgen de Torcoroma nos bendigan a todos con abundancia de bienes espirituales y materiales en este 2013! orlandoclavijotorrado.blogspot. com 27 de diciembre de 2012.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

CRONIQUILLA ATAQUE DIABÓLICO Orlando Clavijo Torrado “Los fieles habían salido de la misa del gallo. Algunos, luego de degustar los tamales, la conserva, la chicha y los buñuelos, habían buscado el lecho para soñar con las alegrías del nacimiento del Niño Dios. Otros se entregaron a la animación de la danza y el licor. Pedro Pérez Quintero no se enteró del acontecimiento religioso por estar sumergido en la nebulosa onírica de una borrachera, inusual en él, mal acomodado en un taburete en la sala de Ana Celia Rolón. Cerca de la una de la madrugada alguna extraña llamada del subconsciente lo hizo levantarse abruptamente, como poseído por el demonio, y dirigirse al billar cercano de su sobrino Lino Antonio Clavijo Pérez, en donde repartió puntadas de cuchilla a los concurrentes, empezando por su pariente. A éste le atravesó el brazo izquierdo e hirió igualmente de cierta gravedad a su esposa, María Otilia Tiría y al hermano de ella, Saúl, y levemente a Rodrigo Peñaranda, Victor Garavito y otras personas. El propietario del negocio aún pudo, apelando a un taco de billar y usando su brazo sano, enfrentar al atacante y despojarlo del arma. Pedro Pérez huyó por el precipicio que se abría a un costado de la calle en dirección al cementerio. Por fortuna, ninguno de los agredidos pereció. La tragedia originó una leyenda, la del perro negro que arrastraba una cadena, había estado deambulando todo el día 24 por la calle, había entrado a la casa de Ana Celia Rolón y al billar, y en el momento de la fuga de Pedro Pérez se lanzó tras suyo por el abismo”. Este pasaje se encuentra en el libro “Cerca de las estrellas”, de mi autoría, con el mismo título de esta croniquilla. He querido recordarlo en estos días en que nos remontamos a aquellas épocas de navidades de encanto, de misas de aguinaldo en la madrugada entre penumbras porque había una débil luz eléctrica, lo que no impedía que todos se conocieran y se saludaran con cariño; de quema de pólvora indiscriminada por chicos y grandes sin ningún accidente; música con la banda del pueblo tocando prácticamente desde el 16 de diciembre hasta el 6 de enero; comparsas, disfrazados, vaca de candela, regalos del Niño Dios dejados debajo de la cabecera o de la cama, pesebre, árbol de Navidad hecho de un chamizo y con algodón como nieve, y borracheras mayúsculas de los adultos como la del protagonista del cuento, Pedro Pérez, el repartidor de cuchilla a Raimundo y todo el mundo aquel 25 de diciembre de 1956. De todos esos personajes sobreviven mi aguerrido tío Lino Clavijo – que le dio garrote a su tío Pedro para desarmarlo -, y Saúl Tiría. Siempre me ha parecido hermosa la leyenda del perro negro que se paseó por el pueblo durante todo el día metiendo bulla con una gruesa cadena colgada a su cuello, se echaba a los pies de Pedro Pérez, y se fugó con él saltando por un barranco. La gente no dudaba de que se trataba del mismo diablo. Cuando ocurría una tragedia semejante, el diablo se había manifestado antes, sólo que venían a reconocerlo después por el canto melancólico de los gallos, el aullido de los perros, los gatos negros y otras señales macabras. ¡Ah! y el malhechor, por supuesto no había ido a misa. ¡Y no ir ni siquiera a una misa de aguinaldo eso sí era ser un mal cristiano! ¡Ahí estaban las consecuencias! orlandoclavijotorrado.blogspot.com 11 de diciembre de 2012.
PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA” LAS SUCIAS BOTAS SALVADORAS Por Orlando Clavijo Torrado El pueblo del que salió nuestro personaje posee un clima frío, en donde algunos todavía usan ruana y por supuesto en el campo no falta. Se producen allí el trigo y la papa; el tomate solo se ve por su color en los cachetes de estos alegres paramunos nortesantandereanos. Don Luis vino de Antioquia cuando viajaba al arrimo de su padre que tenía una especie de carro-casa en el que transportaba diversas mercancías. Se enamoró de la más bonita del pueblo y se casó. Montó una tienda que prosperó en poco tiempo. El Paisa – como todos empezaron a llamarlo – llegó a ubicarse entre los caballeros potentados y dirigentes cívicos de allí. Justamente por contar ya con un buen capital y tener la necesidad de viajar a Bogotá a conseguir surtido le ocurrió el gracioso percance que referiré a continuación, verídico como el que más, sin exageración ni mentira alguna, pues este paisa sí era exagerado como todos pero no mentiroso. En aquella jornada a la capital le tocó por fuerza de compañero en el autobús a un individuo bastante desgreñado, sucio, de ropa pobretona y unas inmensas botas de caucho. A don Luis no le quedaba alternativa: o se acomodaba a aquel compañero de viaje o renunciaba a viajar. Pero es el que el hombre apestaba. El Paisa echó mano de una loción que guardaba secretamente y empapó un pañuelo con el que se cubría la nariz simulando estar acatarrado. Con todo, la pestilencia seguía. Apenas el automotor había andado poco tramo fuera del pueblo cuando irrumpió una cuadrilla de asaltantes. Don Luis raudamente le suplicó a su compañero que le guardara en el calzado el fajo de dinero, considerable, por cierto; el tipo lo miró extrañado y luego de un momento de vacilación accedió a tomar el paquete y lo hundió entre una de sus botas. Los cuatreros se subieron al bus y muy aplicados esculcaron maletas, maletines, bolsos, tulas, bultos y cuanto empaque encontraron. Luego les ordenaron a los pasajeros: “¡A bajarse todos!” Y todos obedecieron calladamente, pues más valía no exponerse a un balazo. Una vez que estuvieron en tierra, los pillos los requisaron meticulosamente, mas no contentos con haberles robado la plata, anillos, cadenas y carteras, los conminaron a que se quitaran los zapatos. Don Luis calmadamente se quitó los suyos; allí no había un céntimo. Aún no habían llegado los malandrines al lugar en donde se había sentado el sujeto aquel hediondo para despojarse de las botas, cuando percibieron el fuerte olor que apenas empezaba a salir sin haberse quitado una, y se retiraron precipitadamente asqueados. De lejos le gritaron: “¡Cuidado, hermano, se quita las botas, porque le pegamos un tiro!” El chofer se unió a las protestas: “No, señor, yo no lo llevo a usted con esa pecueca”. Entonces don Luis tuvo que abogar por su compañero y convencer al chofer para que le permitiera viajar. Ya dentro del carro, y alejados los apaches, el Paisa le pidió el manojo de billetes y el sujeto procedió a quitarse la bota millonaria y honradamente devolvió todo, eso sí, impregnado de lo que científicamente se llama “Podobromhidrosis” y en nuestro ordinario lenguaje colombiano se conoce como olor de patas o simplemente pecueca. Don Luis respiró aliviado por no haber perdido nada en el asalto y haber recuperado su caudal. Le quedó sumamente agradecido a su compañero y hubiera querido hasta besarle los pies, ¿pero cómo? orlandoclavijotorrado,blogspot.com 11 de diciembre de 2012.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

PARA EL SEMANARIO “LA PROVINCIA DE OCAÑA” EL MUJERIEGO Por Orlando Clavijo Torrado En cierto pueblo de Norte de Santander, de cuyo nombre no quiero acordarme, vivía un caballero de buenas costumbres, casado, padre de varios hijos, con alguna comodidad económica, conocido y respetado por todos. Grosero en el hablar sí era, siendo este su único defecto visible. Cuando a este excelente ciudadano le llegó su hora final, hubo duelo general; ni qué decir del luto y desconsuelo de su viuda y de su familia. En aquella época no había funerarias, o si acaso en las grandes ciudades, por lo que ¡qué funeraria habría de existir en una población tan pequeña y alejada! Por consiguiente, la preparación del cuerpo debió de hacerse en su propia casa. Antes que todo estaba lavar el cadáver. Así que la esposa se dispuso a desnudarlo y bañarlo. Al llegar a la entrepierna del susodicho de repente se presentó una muchacha y dijo que ella se encargaba de limpiarlo allí. La cónyuge protestó: - ¡Usted no tiene derecho a cogerle nada a mi marido, atrevida! - ¿Que no tengo derecho a cogerle nada? Se las cojo ambas - contraatacó la advenediza. Yo le conocí todo. - ¿Y quién es usted? - Para que lo sepa, yo fui la amante de él durante diez años. Estaban las dos señoras enfrascadas en quién tenía más derecho de hurgar por allá cuando surgió otra mujer detrás. - Yo lo aseo, no se preocupen. Las dos primeras se le enfrentaron: -¡Un momento! ¡Usted no toca a nuestro hombre! - ¿Su hombre? – reclamó la última. Será mi hombre porque Eliseo me perteneció y le pertenecí por más de veinte años. Al fin las tres damas comprendieron que estaban peleando por limpiarle a su amado una simple parte de su cuerpo, se tragaron sus resentimientos y, además, su asombro, pues nadie hubiera pensado de don Eliseo un comportamiento tan inmoral. Nada indicaba que llevara una doble vida; Eliseo encarnaba a los ojos de la comunidad la corrección y la compostura. A lo hecho, pecho, se dijeron las mujeres, y aceptada la situación convinieron que en paz y mutua colaboración lo acicalarían y lo vestirían. Todo en orden, es decir, difunto arreglado, marcharon entonces a la iglesia en donde se realizó la más solemne de las ceremonias. De allí el triste cortejo se enrumbó hacia el cementerio. Vinieron los discursos del alcalde, del presidente del concejo, y de uno que otro orador que no se aguantó las ganas de exaltar al extinto. Concluidas las conmovedoras palabras, levantaron la tapa del féretro para que todos pudieran ver por última vez a don Eliseo. Fue en ese momento en que el cristiano despertó de la catalepsia y al mirarse metido allí y amortajado se sobresaltó y preguntó con grito destemplado: ¿Dónde hijueputas estoy? De inmediato se levantó; las viudas, el cura y toda la concurrencia echaron a correr espantados. Pero de pronto los tres amores de Eliseo se detuvieron, tomaron conciencia de haber sido burladas y se regresaron a buscar al resucitado para propinarle su merecido. Y aquí el que corre es Eliseo pues las mujeres lo iban a matar, a juzgar por lo que le gritaban: Ahora si te vas a morir de verdad, desgraciado, sinvergüenza; te vamos a tapar bien para que no te volvás a salir a engañar a las mujeres, ¿oítes? orlandoclavijotorrado.blogspot.com 4 de diciembre de 2012

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Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
PORTADA

50 años del Diario La Opinión

50 años del Diario La Opinión
cena en el Club del Comercio - 15 de Junio de 2010 - Columnistas

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Orlando Clavijo Torrado y Luís Eduardo Páez García junto a la foto del General Mateo Torrado, tío bisabuelo del primero, quien la donó. Don Justiniano J. Páez, abuelo del doctor Luis Eduardo, en su obra histórica al referirse a la guerra de los Mil Días, da fiel cuenta de las acciones del General Torrado en la contienda, en virtud a haber actuado como su secretario.

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Hermanos Clavijo Torrado, Orlando, Nora, Edilia y Olga. Julio de 2010, Ocaña - Junto a la bandera con la imagen del Libertador Simón Bolívar bordada por señoras de Ocaña al conmemorarse el primer centenario de la independencia (1910).

EN EL AGUA DE LA VIRGEN

EN EL AGUA DE LA VIRGEN
Orlando Clavijo Torrado, sus hijos, nietos y primos.

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
CONTRAPORTADA

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

MONOGRAFIA DE BUCARASICA - Olger García Velásquez

MONOGRAFIA DE BUCARASICA  - Olger García Velásquez
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007
Con sus hijos, de izquierda a derecha Cesar Octavio, Jaime Mauricio, Silvia Andrea y Orlando Alexander Clavijo Cáceres

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"
29 DE MAYO DE 2009. CÚCUTA.

En la Academia de Historia de Norte de Santander

En la Academia de Historia de Norte de Santander
Padre Edwin Avendaño, José Antonio Toloza (Q.E.P.D), Secretario de la Academia, y Orlando Clavijo Torrado