martes, 18 de abril de 2017

LA ERA TRUMP

Para la revista Gaceta Histórica de la Academia de Historia de Norte de Santander.

REFLEXIONES SIMPLES SOBRE LA ERA TRUMP
Por Orlando Clavijo Torrado

Los directores de la Gaceta Histórica me han invitado gentilmente a que escriba sobre un tema histórico.
Cavilando, cavilando, no me fue difícil encontrar el tema: el ascenso del republicano Donald J. Trump a la presidencia de los Estados Unidos de América. ¡Vaya tamaño hecho histórico! ¡Y tan reciente! ¡Fresco! ¡O mejor, calientico! ¡Que apenas se está desarrollando y ya ha conmocionado al mundo entero y ha partido en dos la historia en este aún incipiente siglo XXI! Porque valga aclarar que se llegó a pensar que el advenimiento de un negro a la presidencia de los Estados Unidos y de un latinoamericano a la silla de san Pedro iban a romper los moldes tradicionales, con el natural estruendo y la repercusión en el discurrir del planeta, mas ellos fueron fuegos fatuos, hechos de relumbrón cuyos efectos positivos esperados no se dieron.
El enfrentamiento de enfoques está hirviendo y está servido. Y como hay libertad de expresión en nuestra patria, y así lo refleja nuestra revista institucional, no está vedado que uno emita el análisis y la opinión sobre los acontecimientos, a su leal saber y entender, con sumo respeto por los disensos de otros que, claro está, tienen el derecho de opinar también de acuerdo a su personal apreciación.
Hecho este prolegómeno, vamos al análisis y la opinión, limitados, sí, por el espacio de las páginas, de manera sintética, puesto que tampoco se puede abusar de la paciencia del lector con extensos y engorrosos ensayos que no vienen al caso. La responsabilidad, el optimismo, la buena fe y la pretensión de acertar campean en estas líneas. El punto de partida de estas notas son las propias palabras y los programas del presidente Trump. Su discurso económico – el más controvertido - , de pronto reñido con las teorías económicas científicas en boga, no puede desconocerse que tiene en cuenta al valor más preciado, el hombre.
El personaje – El 45° presidente de los Estados Unidos de América, Donald John Trump, nació en Nueva York el 14 de junio de 1946 en el hogar de Frederick Trump –hijo del inmigrante alemán Friedrich- y de la también inmigrante legal escocesa Mary Anne McLeod, pareja de la que nacieron cinco hijos, a saber, Freddy, Maryanne, Elizabeth, Robert y Donald. Este, de niño estudió en una academia militar y posteriormente en la Wharton School de la Universidad de Pensilvania en donde obtuvo el título de bachiller en economía en 1968.
El progenitor del actual presidente se dedicó al negocio de los bienes raíces, especialmente a la construcción de casas, edificios, hoteles, restaurantes, casinos y campos de golf, con mucha prosperidad. Siendo una empresa familiar - la Elizabeth Trump & Son, convertida luego en la Trump Organization - quien vino a reemplazar al padre en su dirección fue Donald.
          En esta actividad, Donald Trump enfrentó altibajos de crecimiento y pérdidas, alternativamente, pero con relevancia de auge. Trump irrumpió en otras esferas, como la televisión, en donde condujo programas de reality con tal audiencia que lo hicieron famoso en todo el país, y compró los derechos de concursos de belleza como Miss USA y Miss Universo. En el año 2016, según la revista Forbes, era una de las 324 personas más ricas del mundo, y el 113° de los Estados Unidos, con un caudal de 4.500 millones de dólares. Se le ha reconocido como un triunfador nato.
 En la campaña por la candidatura republicana afirmó que no le importaban los gastos pues a diario se ganaba un millón de dólares. Sin embargo, sus gastos fueron mucho menores que los de la señora Clinton. El sueldo de presidente lo destinó a una institución de caridad.
Cuando determinó presentarse a las primarias del Partido Republicano, a mediados de 2016, su vuelo fue tan vertiginoso que todo el mundo, seguidores y rivales del otro bando,  quedó absorto, pues uno a uno, de los diecisiete candidatos de su partido, fue cayendo ante cada intervención suya, logrando  un apoyo abrumador de los convencionistas. En bloque, los contendores no tuvieron otra opción que retirarse.
Sus frases demoledoras, sus planteamientos provocadores que le cobraron  el abandono de los gurúes del Partido Republicano y las embestidas feroces de los demócratas y de grupos especiales como los latinos, los afrodescendientes, los musulmanes, los gays, los abortistas y los izquierdistas, no hicieron más que catapultarlo, particularmente entre el electorado que repugna a los políticos y a los círculos de poder, denunciados por él. Tuvo igualmente gran acogida entre los cristianos, los blancos y la clase trabajadora que lo vio como un rescatador de sus oportunidades perdidas. (Vale la pena precisar que pese a ser Trump un capitalista poderoso, no ha sembrado la lucha de clases  en favor de los suyos, como otros que la fomentan al alero del obrerismo, sino que, por el contrario,  se ha pronunciado a favor de los pobres – de hecho, las empresas familiares en tiempos de su madre y posteriormente, han favorecido institutos médicos y de atención a niños y desvalidos – y los pobres lo han apoyado incondicionalmente).
Eligió como fórmula, de vicepresidente, a Mike Prince, tan conservador como él, mas un dirigente sosegado y sin afanes protagónicos.  
Su triunfo en la Convención Republicana en julio de 2016 fue publicitado en todo el orbe por la generalidad de la prensa, pero esta misma formó una jauría que lo ha atacado rabiosamente porque ha sido un hombre de palabras y hechos de los que nunca se desmiente, al punto que, prácticamente ningún medio de comunicación mundial lo acepta, ni aun los periódicos conservadores que, jugando a que se los vea políticamente correctos, callan su paridad con él.  
Donald J. Trump, enfrentado a la fuerte candidata del Partido Demócrata Hillary  Diane Rodham –o Hillary Clinton por ser la esposa del expresidente Bill Clinton – se impuso en los colegios electorales en los comicios generales del 8 de noviembre de 2016, aunque en el voto popular obtuvo tres millones de votos menos. La prensa nacional e internacional reaccionó furiosa. Hay quienes han pronosticado que Trump no cumplirá su período presidencial, o bien porque lo asesinan o ya por procedimientos judiciales o argucias jurídicas y legales que los demócratas y otros enemigos van a intentar para sacarlo del poder.  
La primera dama es la preciosísima Melania Trump,  tercera esposa del dignatario. Nacida como Melanija Knavs en Sevnica, localidad de Eslovenia de solo 5.000 habitantes, en 1970, en tiempos en que Eslovenia formaba parte de la Yugoslavia comunista, su padre fue un empresario de la confección. (Refiere la prensa que en Sevnica celebraron con palomitas y salchichón el orgullo de tener una paisana como primera dama estadounidense).
La hija se inclinó por el modelaje. Inmigrada a Nueva York, en 1998 Donald Trump la descubrió en un desfile, quedó prendado de su belleza y elegancia, y en el  2005 contrajo nupcias con ella. (Algún columnista escribió que qué hombre no sueña con tener la fortuna de Trump y una esposa de tal hermosura). Donald y Melania son los padres de Barron, hoy de diez años.
Trump tiene cuatro hijos más de matrimonios anteriores: Donald Trump Jr., Ivanka, Eric y Tiffany Trump. Estos cuatro siempre han estado involucrados en el complejo paquete empresarial de su padre y estarán encargados de su manejo mientras aquel ejerce como presidente.
El hecho histórico sorpresivo– Estamos hablando de algo inusitado después de dieciséis años de dominio demócrata. Y no solo se considera la circunstancia de que a un afrodescendiente lo suceda un blanco; de que tras dos períodos demócratas, inesperadamente y contra todas las seguridades y encuestas, se encumbrara un republicano; de que a continuación de mandatos bastante liberales, permisivos y complacientes accediera un conservador que no disimula sus posturas; de que llegue a la presidencia un cristiano presbiteriano declarado para reemplazar a un antiguo musulmán convertido al protestantismo.  Porque lo sustancial es que a las políticas evasivas siguen ahora afirmaciones y actos que destapan todas las aristas del problema. Esto es, que desaparece el relativismo.
Con cara gano yo y con sello pierde usted -  Los demócratas, los izquierdistas y algunas minorías fueron malos perdedores frente al triunfo de Donald Trump. La prensa en general se ha mostrado iracunda ante la hazaña del multimillonario republicano, perdiendo su objetividad al enviar un mensaje contundente: la democracia es aceptable si el triunfo hubiera sido de la candidata demócrata Hillary Clinton o del aspirante seudoizquierdista Bernie Sanders.
Es inocultable  que cuando han ganado los demócratas últimamente – dos períodos de William “Bill” Jefferson Clinton y dos de Barack Hussein Obama II - los conservadores no han llamado a marchas incendiarias como las que demócratas, izquierdistas y ciertos grupos aludidos por Trump han convocado a lo largo de la geografía estadounidense para protestar porque éste ascendió como presidente. ¡Vaya paradoja! ¿Qué pretendían que hiciera? ¿Qué no asumiera el cargo luego de haber vencido? (Por cierto que acudieron  a la ceremonia de posesión cerca de un millón quinientos mil partidarios venidos de todo el país, aunque la prensa abiertamente enfilada en contra del ganador solamente contó doscientos mil). ¿Pretendían que faltara  a la Constitución y a las reglas de la democracia?
Que no quede duda - El viernes 20 enero Donald Trump asistió en la mañana a un servicio religioso en su iglesia presbiteriana. Horas más tarde, en el acto de juramentación se emplearon dos biblias: la usada por Abraham Lincoln hace 156 años al tomar posesión del cargo de presidente de la Unión Americana, y la que recibió Trump de su madre cuando tenía nueve años y se graduó en la primaria. De otro lado, la invocación a Dios durante el discurso de toma del mando fue frecuente.
Todo ello no es gratuito. Trump estaba notificando claramente: los Estados Unidos son una nación cristiana, y no de hoy sino desde la época de los padres fundadores. Como para que no haya equívocos. Si bien otras creencias son permitidas, el carácter cristiano de sus gobernantes y su pueblo es incontrastable. Entonces, el fundamentalismo musulmán que amenaza al mundo occidental queda advertido de que los Estados Unidos no serán terreno fértil para asentarse.

El único dirigente político que se ha dolido de la matanza de cristianos en países musulmanes es Donald Trump. Nadie más. El papa ha protestado débilmente. Se conoce  que en el año 2015 fueron asesinados 7.000 adeptos a distintas creencias cristianas, incluidas monjas católicas. Aparecen como primeros victimarios Pakistán, Egipto y Yemen. De países perseguidores como Corea del Norte, Irak y Siria se ignoran cifras de mártires.
¡Fuera el relativismo! – Ese no es el lenguaje de Trump. Sí lo era el de Obama. Entendido el relativismo como la reducción de las ideas y los comportamientos a la medida de la comodidad personal. El papa Francisco ha hablado del relativismo religioso, al que se acogen quienes quieren tener una religión complaciente, a su gusto, de componendas. Pero el mismo pontífice se desdice de su prédica: es relativista cuando procura, bajo el lema de la misericordia o de la fraternidad universal, congraciarse hasta con los antípodas del catolicismo. Por el contrario, el papa Benedicto XVI, valientemente llegó a decir que la religión musulmana, bajo el pretexto de honrar a Dios, sembraba el odio y el  terror, palabras que provocaron que los seguidores de Alá de inmediato reaccionaran prendiendo fuego a embajadas en Europa. Benedicto tuvo que apelar a la prudencia y salir a dar marcha atrás, para evitar que el Viejo Continente ardiera. El papa Francisco aprendió la lección y por ello se esmera en condescender con los musulmanes. Aunque no solo con ellos sino con ateos, con líderes de otros credos religiosos y con sátrapas como los hermanos Castro, Nicolás Maduro, Daniel Ortega, etc... En esta práctica, de puro relativismo, Obama demostró ser también un experto.
Tempora mutantur (Los tiempos cambian). O como dice san Pablo en la epístola a los corintios: “La escena o apariencia de este mundo pasa en un momento” (I. 7, 31).
Sin duda que con Trump todo cambió. De ahí que muchos protesten.
Todo cambio, lo dice Perogrullo, genera rechazo.
En Colombia, por ejemplo, la elección para alcalde de Bucaramanga del ingeniero Rodolfo Hernández, un millonario de 70 años – (¡qué coincidencias con Donald Trump) - , elegido de la manera más atípica pues no se presentó por ningún partido político, ni realizó una campaña tradicional, ni buscó alianzas con los consuetudinarios dueños del poder, y cifró como objetivo combatir la corrupción, lo que en efecto ha desarrollado al eliminar sueldos exorbitantes y cargos superfluos, controlar el gasto público y eliminar los sobornos en los contratos, despertó la ira de los caciques, encabezados por Horacio Zerpa, que ya están empeñados en revocarle el mandato.
Igual está ocurriendo con el nuevo alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, que sucede a alcaldes surgidos del partido Polo Democrático, el uno encarcelado, Samuel Moreno, y el siguiente, Gustavo Petro, que dejó una ciudad sumergida en el caos por sus medidas populistas. Peñalosa llegó a poner orden, a restablecer las reglas y a sanear las finanzas, todo lo cual ha sido del desagrado de algunos sectores de la izquierda y de varones electorales que pelechaban del erario.
La alcaldesa de Ocaña, Miriam del Socorro Prado Carrascal,  también está en la mira de los revocadores, y no porque haya pretendido enmendar una administración anterior sino porque su condición de mujer y de militante abierta del partido conservador incomoda a algunos.
Volviendo al cambio en la presidencia de los Estados Unidos, vale la pena preguntar: ¿En qué campos no difieren Obama y Trump? En ninguno.
Y no puede ocurrir menos cuando una cómoda política de eludir los problemas para que supuestamente todos vivan en paz, la política de la displicencia, cuando no el hacerse el de la vista gorda, el de mirar para otro lado, el de evitar mirar debajo de la alfombra, usual en Obama, no encaja en el temperamento ni en el acervo ideológico del nuevo presidente. Valga citar el tema del aborto: Se dice que durante los ocho años de mandato de Obama se produjeron ocho millones de abortos, y el mismo mandatario estimuló la creación de clínicas abortivas, según lo denunciaron entidades muy serias que se oponen a tal práctica. Por el contrario, Trump adoptó entre sus primeras decisiones la de suspender los auxilios oficiales a onegés que favorecieran el aborto.
Obama llegó a decir que musulmán no es sinónimo de terrorista – lo cual es cierto – mientras Trump sospecha de los musulmanes en vista de los atentados que células fundamentalistas islámicas cometen a lo ancho y largo de los continentes. Si bien Obama nunca condenó enérgicamente a terroristas radicales musulmanes, Trump ha manifestado que los combatirá y los erradicará de la faz de la Tierra. Esta es otra prueba del relativismo de que venimos hablando. Habría más ejemplos, como el entendimiento de Obama con la dictadura castrista, pero nos haríamos interminables.
El renacer del nacionalismo – Se ha dicho que no hay peor sordo que el que no quiere oír, ni peor ciego que el que no quiere ver. Es malo el nacionalismo si lo predica un republicano en los Estados Unidos, pero no lo es si lo practican, como de hecho lo están practicando, en Europa y Asia, por cualquier partido político en el poder. Es la doble moral.
Por supuesto que el tema es largo y polémico. Extendernos en cada tipo de nacionalismo ocuparía muchas páginas, de manera que un enunciado de la evidencia debería satisfacer el propósito de estas reflexiones.
Por la praxis del nacionalsocialismo en Alemania predicado y puesto en práctica por Adolfo Hitler, claramente de tendencia derechista y opuesto al avance del comunismo ruso, el término adquirió un perfil peyorativo, pero más tarde no hubo un movimiento de aliento marxista o socialista que no usara el nacionalismo como bandera de reivindicación popular. Entonces el nacionalismo adquirió prestigio, estatus de progreso, y cantera de programas redentores a favor de los pobres y excluidos. (Para la muestra, en Colombia, un grupo rebelde se autoproclama “Ejército de liberación nacional”- Eln - , con el prurito de que las riquezas nacionales, entre ellas el petróleo – y por ello paradójicamente dinamitan oleoductos – no deben tener manos extranjeras en sus etapas de aprovechamiento).
Trump no ha hecho cosa distinta que acudir al sentimiento patriota, al orgullo nacionalista que por doquier se palpa. “Estados Unidos,  primero” (o América, como llaman ellos a su nación genéricamente, como si el resto del continente no fuera americano), es el grito de batalla que sedujo a un pueblo desencantado por el estado de irrespeto y humillación al que llevaron los presidentes demócratas el nombre de los Estados Unidos en el mundo. Porque, en efecto, en la actualidad los Estados Unidos ya no gozan del liderazgo político, social y económico de otros años cuando representaron un modelo a seguir en muchos órdenes.
Particularmente, gobiernos izquierdistas como el de Hugo Chávez y de Evo Morales los han escarnecido, en gestos que nunca antes nadie había osado siquiera intentar. ¿Cuál es el resultado de una prolongada política de no responder a los agravios? Volver por los fueros de la dignidad, recordando a sus conciudadanos que pertenecen a una patria grande y gloriosa. Preguntaríamos: ¿quién no vibra ante un acento nacionalista, y más aún, ante un sentido nacionalista que no se invocaba antes porque no era políticamente correcto?
Nadie, en realidad, es insensible ante un llamado o un toque de nacionalismo.   
La revisión de los tratados – Todo el mundo sabe que Donald Trump es un triunfador hombre de negocios, más que un político. Como empresario que ha superado etapas difíciles, incluso de quiebra, conoce las minucias y secretos del éxito. De hecho, es autor de cinco libros sobre el tema, entre ellos “El arte de la negociación” y “Queremos que seas rico”, escrito éste en compañía de otro magnate, el japonés Robert Kiyosaki.
Ha desentrañado las cláusulas nocivas para los intereses de los Estados Unidos en varios tratados comerciales, por lo que los ha denunciado y renunciado a ellos, tales como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que comprende a Estados Unidos, Canadá y México –,  y el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, conocido como TPP por sus siglas en inglés, un acuerdo con once países de la cuenca del Pacífico negociado por Barack Obama. Asimismo, anunció su separación de la  OTAN – una institución desueta y de poco provecho para la Unión Americana -  y retiró el aporte a la Unesco  a la que la Unión contribuía con un 22% del presupuesto de dicha célula de la ONU; esto a causa de la admisión de Palestina en el seno de las Naciones Unidas, retiro que es consecuente con la política pregonada por la contendora, Hillary Clinton, cuando se desempeñaba como Secretaria de Estado, de no aportar recursos a organizaciones que acepten a los palestinos como miembros.
El reconocimiento de Taiwán como independiente de China debe verse no tanto como un apoyo a una causa política sino como estrategia para negociar libremente con un poder autónomo.  
Los resultados de estas decisiones, verdaderos sunamis, trastornadores del orden establecido, están apareciendo tan pronto se adoptan, de modo que los estadounidenses viven ya los beneficios con la multiplicación de los empleos y el robustecimiento de las arcas de la Federación a través de tributos que antes se escapaban por tratados negligentemente pactados. Nada más la amenaza de grabar a las empresas americanas que anidaron en México de no revertir sus sedes, ha producido el efecto de recuperar miles de empleos para los obreros nacionales. 
De un hombre del talento de Donald Trump para negociar no se prevé ningún fracaso. Por el contrario, se avizoran días de prosperidad, que harán convencer a los miles de profetas  de desgracias, entre ellas una fantasmagórica tercera guerra mundial que propiciaría el nuevo mandatario, de la sinrazón de su oposición. Tales augures no son otros que la prensa, principalmente y, obviamente, los derrotados demócratas. (A propósito de la guerra mundial, los fatalistas deberían advertir que acontecimientos de tal gravedad como la apropiación que se hizo Rusia de Crimea no produjo ninguna contienda mundial. ¿Qué ha ocurrido frente al aprovisionamiento de Corea del Norte con armas nucleares? ¡Nada! ¿Se ha desatado algún conflicto planetario porque China, Rusia, Cuba, Venezuela, Nicaragua, Siria, Corea del Norte y otros muchos países violan de continuo los derechos humanos? Como decimos por estas tierras, todo no pasa sino de escandalera (en la provincia de Ocaña se dice “apatusco”). En este contexto, todas las catástrofes que algunos le apuestan a la administración Trump, repetimos, carecen de fundamento. 
El cambio climático: cuento chino – La Tierra ha sufrido cambios traumáticos incontables desde tiempos remotos que la han puesto a punto de desaparecer. El Diluvio Universal, narrado  en la Biblia, es un ejemplo de una de esas hecatombes. Las investigaciones apuntan a que cuanto ocurrió no fue otra cosa que los glaciares se derritieron, los mares sobreabundaron, se precipitaron lluvias, la Tierra se inundó y muy pocos habitantes sobrevivieron. En cuanto a la extinción de los dinosaurios “la mayoría de los científicos evolucionistas creen que los dinosaurios, junto con otros grupos de animales y plantas, desaparecieron súbitamente como consecuencia del impacto de un meteorito gigante que golpeó la Tierra al final del Cretácico, hace unos 65 millones de años”. Pero no solo desaparecieron estos animales monstruosos sino especies vegetales y una porción considerable de la especie humana. A eso le llamaríamos hoy en día un cambio climático. Los abuelos de inicios del siglo XX narraban historias de un periodo estival tan intenso que el suelo no producía sino pocas plantas, por lo que hubo hambrunas. Ello es otro ejemplo de los cambios climáticos que periódicamente experimenta nuestro planeta.
El control del clima ha sido tratado en varias conferencias internacionales. El último fue el Acuerdo de París en diciembre de 2015 sobre Cambio Climático y estrategias para reducir la temperatura, siendo la clave del mismo la "estabilización de los gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que evite la interferencia humana dañina en el sistema climático".
 Se ha establecido que los mayores contaminadores son China y Estados Unidos. Sin embargo, para Donald Trump el alboroto del cambio climático está ligado a una marrullería  de China en el pugilato por dominar el comercio mundial y desbancar a los Estados Unidos, al que  pocos réditos le significan tales acuerdos. Ahora, aunque parezca inverosímil, para la mayoría de norteamericanos el cambio climático no es un asunto que les preocupa. De aquí que, bien apoyado por sus conciudadanos, Donald Trump se proponga sacar a su país del Acuerdo de París. Todo, repetimos, enfocado desde un punto de vista económico y pensando en los intereses de los Estados Unidos y su gente.
El radicalismo islámico – Para Francia, su antigua colonia de Argelia se convirtió en un bumerán porque hoy en día los argelinos gozan de la nacionalidad francesa. Ello les da derecho a instalarse en la metrópoli, llevando consigo su religión musulmana y las  costumbres anexas a ésta.
En Alemania había a finales de 2015 la población más alta de Europa Occidental de musulmanes, concretamente 5.785.000. En el 2015 recibieron más de un millón de inmigrantes que huían de la guerra y la pobreza, la mayoría, de países musulmanes.
“Aunque el fraude a la seguridad social cometido por los inmigrantes musulmanes es un “secreto a voces”, que le cuesta a los contribuyentes alemanes millones de euros, las agencias gubernamentales son reacias a tomar medidas debido a lo políticamente correcto”, según la RTL televisión.
Y prosigue este medio: “En Hamburgo, los radicales musulmanes se han infiltrado en decenas de escuelas primarias y secundarias, donde imponen las normas y valores islámicos a estudiantes y profesores no musulmanes”.
En Estocolmo, barrios enteramente musulmanes, considerados peligrosos, se convirtieron en un dolor de cabeza para los gobiernos liberales y socialistas. Los musulmanes se niegan a aceptar las leyes nacionales, pero sí están prontos a reclamar los subsidios y prebendas de seguridad social y vivienda, sin contraprestación de trabajo sino de mayor rebeldía, con lo que la economía sueca se ha resentido enormemente.
Los terroristas que han causado tantas muertes en los dos últimos años pertenecen a ISIS – siglas en inglés para Estado islámico de Irak y levante -, grupo emparentado con el no menos fiero y devastador Al Qaeda. Trump ha prometido enfrentar a estas bandas, que también han asolado a los Estados Unidos, asolamiento que comenzó con el derribo de las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001 y otros atentados cometidos por una red yihadista Al Qaeda.
Los “lobos solitarios”, que son radicales musulmanes, están convencidos de que deben instaurar un régimen islámico en Occidente.
Definitivamente, las organizaciones terroristas no son indiferentes para el presidente Trump.
Por tanto, en esta arremetida de la nueva administración contra los grupos extremistas, no se descarta una revisión del convenio suscrito el año pasado en La Habana por el gobierno de Juan Manuel Santos con la bandería autollamada “Fuerzas armadas revolucionarias de Colombia – Farc”, a las que los republicanos consideran una banda terrorista. El presidente Obama le dio la bendición al pacto, de modo que no se espera que en la línea de conducta de Trump tal bendición continúe. La extradición de los capitanes de las Farc no estaría lejana en la administración de Trump, en razón a la exportación de  miles de toneladas de marihuana y cocaína hacia los Estados Unidos, además de la perpetración de secuestros, extorsiones, masacres, reclutamiento de menores, violaciones sexuales y otros crímenes que se consideran exentos de cualquier amnistía o indulto por las Naciones Unidas.
China y sus productos – De pronto conviene recordar que aún luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial los productos alemanes y americanos inundaban el mundo. La calidad de la maquinaria, utensilios y artefactos germanos era alabada generosamente. (En estos días me comentaba un ingeniero civil que vio una vieja maquinaria empleada en la construcción de carreteras de fabricación alemana funcionando, ya brillantes las hojas por el uso pero resistentes). Luego el mercado lo ocupó la producción norteamericana, también de sinigual calidad, y a continuación los japoneses se convirtieron en competidores. En fin, cualquiera que fuera el producto, alemán, americano, inglés, francés, sueco, italiano o japonés, se imponía por su calidad.
La convulsión vino con la proliferación de las fábricas chinas que producen las cosas más inimaginables, copando cualquier renglón y satisfaciendo cualquier necesidad humana. Y lo más insólito, a precios ridículos. Los chinos han imitado cualquier cosa. Pero vaya usted a ver la calidad, y por supuesto, la durabilidad. Se consiguen calzados a sumas ínfimas, camisas, pantalones, artículos para el hogar, juguetes. Lo que requieran los occidentales ellos lo fabrican: sin ser creyentes cristianos allá les van los cargamentos de imágenes de santos, de  pesebres y luces de Navidad. Pero, eso sí, los bombillos de las luces se funden pronto. (El colombiano, que es especialmente sarcástico, llama a los productos chinos, productos chimbos).  
Según lo pregona la prensa en general, China es la mayor economía de exportación en el mundo y la mayor fábrica.
Por supuesto que esta avalancha de productos baratos tiene en apuros al comercio mundial. Los chinos están acabando con muchas industrias y han desalojado a países y productores de sus nichos tradicionales.
Donald Trump quiere parar esto. Cómo lo vaya a hacer aún no se conoce, pero sí es claro que siguiendo su ideal de recobrar la preponderancia de la productividad comercial e industrial norteamericana, las medidas serán, conforme a su carácter, fuertes, decididas y  agresivas, hasta, seguramente, acorralar y hacer retroceder al gigante amarillo. ¿Qué norteamericano – y hasta gentes de otras latitudes – no ve con ojos complacidos un nacionalismo semejante?
Los que entran por el hueco – Más que por vía área, por la que contados ilegales logran llegar, es por la vía terrestre por la que acceden por miles. Y no por la frontera con Canadá sino por la frontera con México.
Estados Unidos y México comparten una frontera de 3.142 kilómetros, de los cuales 1.609 el señor Trump quiere blindar con un muro – aún no especificado – que debe pagar el propio Méjico.
Las razones: 13 millones de mexicanos viven en Estados Unidos, y la población con tal ascendencia se calcula en 34.500.000. El problema en sí no es dicha población sino los inmigrantes ilegales, que proceden no solo de México sino de Centro y Suramérica, además de países asiáticos y africanos. Los europeos rara vez tratan de cruzar la frontera ilegítimamente. Ahora, entre los que burlan los controles aduaneros es aceptado que pululan los narcotraficantes con inmensos cargamentos de estupefacientes, traficantes de armas no de una pistola sino con arsenales, y  delincuentes de todos los pelambres, que son el núcleo atacado por Trump. Sobra decir el trastorno económico y  de seguridad que ocasiona a los Estados Unidos esta suerte de gentes que no quieren someterse a los cánones de una entrada regular, decente, honorable y respetuosa.  Todo el mundo espera que quien entre a su casa lo haga o invitado formalmente o solicitando el permiso natural, y a nadie le complacen los intrusos, los invasores y los abusivos. Entonces, pedir que se retiren, o acudir a instrumentos legales para que lo hagan, no debería ser motivo siquiera de discusión.
Obviamente los “ilegales” son los que han armado el bochinche contra Trump, porque quienes han ingresado de manera correcta no tienen por qué hacerlo y ni temer la deportación.
Sobre la forma mañosa en que ingresan los ya conocidos como “ilegales” hay relatos novelescos. Se habla del "hueco” (un libro del colombiano Germán Castro Caicedo lleva ese título, y es aterrador lo que allí describe), de túneles, de coyotes que trafican con personas, de torturas, de esclavitud, de explotación sexual, incluso de violaciones de mujeres por los tales coyotes en los largos recorridos por el desierto, y de homicidios cometidos por los mismos traficantes después de robar a los clientes a los que han prometido ponerlos en territorio estadounidense. Es decir, de un mundo oscuro y siniestro.
Quizá Donald Trump, poco cauto en sus expresiones, exageró al decir que de México no emigraba sino lo peor, pero no se quedó corto en cuanto se refería a lo que viene sucediendo en la larga frontera desde hace muchos años. Él quiere terminar con tantas infamias, y, claro está, con el desangre económico y la inseguridad que los inmigrantes ilegales le representan a los Estados Unidos.
Ahora, si bien el reclamo de Trump nos parece justo, no hallamos igual que el muro que pretende levantar lo pague México solo, en compensación por los daños recibidos por su vecino. Si una nación tan poderosa como los Estados Unidos no ha podido detener hasta ahora la infiltración de millares de gentes, mucho menos está en capacidad logística y económica de hacerlo México. Esa carga no debe imponérsele. Tal vez la solución sería la construcción en conjunto del muro o valla o alambrado o cualquier otro tipo de guarda material. 
El deporte de deportar - Hay mucho barullo porque el presidente Trump le ponga cortapisa a la admisión de ciudadanos de países musulmanes – por sus conocidos antecedentes de los que infortunadamente no todos tienen la culpa - , y porque quiera frenar el ingreso ilícito de personas por el cordón fronterizo con México y organizar el hecho cumplido de la inmensa masa de inmigrantes ilegales en territorio estadounidense, pero la doble moral vuelve  a aparecer cuando se trata de Colombia y de la expulsión de sus súbditos del suelo venezolano.
El mundo desconoce que los gobiernos venezolanos – y en especial los últimos de los dictadores Hugo Chávez y Nicolás Maduro – han tenido como deporte deportar colombianos. Y no de cualquier manera sino a culatazos, destruyendo las humildes viviendas que lograron construir, sin apelación alguna ni respeto a derecho humano alguno. Además, no por unidades sino por miles.
¿Quién se ha pronunciado contra tales atropellos? ¿Las Naciones Unidas, Francia, Alemania, Cuba, Bolivia, Nicaragua, los países árabes, los vecinos latinoamericanos, el papa Francisco? ¿La prensa global? ¡Nadie! Y peor aún, ni el propio gobierno colombiano, temeroso de que los bravucones de Chávez o Maduro nos invadieran, y, en el caso del presidente Santos, su silencio ha estado condicionado a que el autócrata Maduro se disgustara y no apoyara los convenios firmados con las Farc para que éstas cejaran de atacar el pueblo colombiano, por la cercanía del gobierno venezolano con el grupo insurgente.
A Colombia, o mejor, a las víctimas colombianas, todo el mundo las dejó solas, con su humillación, su dolor, la ruptura  de sus familias y la pérdida de sus escasos bienes y el escamoteo del pago de su trabajo durante muchos años.
Punto final – A partir del 20 de enero de 2017 se inició la que ya se  conoce como era Trump. De seguro que significará reacomodos territoriales, revisión de fronteras, revisión de formas de gobierno y de políticas para enfrentar los problemas, y un comercio competitivo audaz, moderno, novedoso y dinámico pero sobre todo justo, que redundará en fuente de prosperidad mundial.
El paradigma de Donald Trump – pasada la tormenta y el alboroto por la novedad – sin duda cundirá. Los gobiernos no podrán seguir mintiendo y los movimientos políticos engañando, porque la violencia engendrada bajo códigos ocultos será denunciada y aplastada. Muchos seguirán el ejemplo de Trump de levantar la alfombra y sacudirla. ¡Fuera lo políticamente correcto! ¡No más contemporizar por cualquier motivo, particularmente por no enemistarse con el tirano, el terrorista, el enemigo oculto o el explotador! ¡No más mediatintas, ni hipocresías, ni titubeos! ¡No más entretenernos con nimiedades como que de la página Web de la Casa Blanca se eliminó el uso del español! (En Filipinas, colonizada por España, en 1973 se eliminó el  español como lengua oficial y se proclamó en su lugar el inglés, y nadie dijo esta boca es mía).
  Las posturas políticas, e incluso religiosas, cambiarán, para bien, pues tendrán que hacerse más honestas, responsables y sanas.
Estemos confiados: el mundo cambiará, digámoslo una vez más, para bien. Esperemos la llegada de la bonanza no solo económica sino moral. Lo demás vendrá por añadidura, como dice el Evangelio.  
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Cúcuta, 31 de enero de 2017. 

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cena en el Club del Comercio - 15 de Junio de 2010 - Columnistas

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Orlando Clavijo Torrado y Luís Eduardo Páez García junto a la foto del General Mateo Torrado, tío bisabuelo del primero, quien la donó. Don Justiniano J. Páez, abuelo del doctor Luis Eduardo, en su obra histórica al referirse a la guerra de los Mil Días, da fiel cuenta de las acciones del General Torrado en la contienda, en virtud a haber actuado como su secretario.

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Hermanos Clavijo Torrado, Orlando, Nora, Edilia y Olga. Julio de 2010, Ocaña - Junto a la bandera con la imagen del Libertador Simón Bolívar bordada por señoras de Ocaña al conmemorarse el primer centenario de la independencia (1910).

EN EL AGUA DE LA VIRGEN

EN EL AGUA DE LA VIRGEN
Orlando Clavijo Torrado, sus hijos, nietos y primos.

CERCA DE LAS ESTRELLAS

CERCA DE LAS ESTRELLAS
CONTRAPORTADA

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila

NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

MONOGRAFIA DE BUCARASICA - Olger García Velásquez

MONOGRAFIA DE BUCARASICA  - Olger García Velásquez
COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007
Con sus hijos, de izquierda a derecha Cesar Octavio, Jaime Mauricio, Silvia Andrea y Orlando Alexander Clavijo Cáceres

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"
29 DE MAYO DE 2009. CÚCUTA.

En la Academia de Historia de Norte de Santander

En la Academia de Historia de Norte de Santander
Padre Edwin Avendaño, José Antonio Toloza (Q.E.P.D), Secretario de la Academia, y Orlando Clavijo Torrado