lunes, 28 de mayo de 2012

PARA EL SEMANARIO LA PROVINCIA DE OCAÑA DIA DE LA MADRE Orlando Clavijo Torrado Por qué celebramos el día de la madre en el Norte de Santander el último domingo de mayo tiene una explicación entre religiosa y comercial. En Cúcuta se sostiene que a causa de que en los años 1950 las importaciones a través del lago de Maracaibo eran muy intensas - todo llegaba de Europa y Estados Unidos por esa vía - , y el barco que traía las mercancías no pudo arribar a tiempo para la segunda semana de mayo que era la fecha nacional, los comerciantes decidieron postergar la conmemoración para el último domingo de aquel mes. Otros aseguran que el padre Daniel Jordán, párroco de la catedral San José y persona muy influyente, por los años 1920 a 1930 inició la festividad el último domingo de mayo en un colegio de Cúcuta, a la par que lo dedicaba a honrar a la Virgen María. Creo no estar equivocado pero me bulle en la mente que en 1954 el gobernador del departamento, doctor Gonzalo Rivera Laguado, dictó un decreto por el que señalaba el doble homenaje a la madre y a la Virgen justamente el último domingo de mayo. Los maestros – es preciso registrarlo – se esmeraban porque los alumnos agasajaran a las madres con toda la pompa posible. Aquel día se debía lucir el uniforme de gala. Los niños que tuvieran la madre viva se distinguían por el clavel rojo en la camisa y los que ya la habían perdido por el clavel blanco. Por mi parte recuerdo que miraba con tristeza y compasión a los compañeros del clavel blanco, y sentía que su dolor debía de ser inmenso. Era obligatorio llevar para el acto solemne un presente para depositarlo en manos de las progenitoras; no importaba tanto el valor como el acto de amor y gratitud. Entre tantas sesiones, aquella en que ocurrió lo siguiente es inolvidable. Había en Ábrego una familia de modestos recursos pero con un egocentrismo desbordado. En aquella sesión las niñas de dicha familia aparecieron con una caja enorme envuelta en vistoso papel celofán; una corbata también descomunal la coronaba. Sin duda se destacaba como el regalo más espectacular; digo mal, el único regalo espectacular. Los demás no pasaban de ser regalitos que cabían en una mano. La mamá subió al escenario y sus chiquillas le entregaron el obsequio con parsimonia para que el único fotógrafo con cámara Kodak tomara la gráfica del histórico instante. El público estaba anhelante por saber de qué se trataba el paquete. Madre e hijas no se hicieron de rogar y rasgaron el crujiente papel: se descubrió entonces una estufa de kerosén de dos fogones. ¡Qué maravilla! La gente aplaudió abiertamente mas no pudo solapadamente contener la risa. El acto se iniciaba con el siguiente canto: Por nuestras santas madres/ con todo el corazón, / entonemos un himno/ de ternura y amor;/ que las que viven gocen/ de dicha, paz y amor/ y las que ya murieron,/ que las bendiga Dios. Otra canción que nunca faltaba era el Mantelito blanco. Un momento de suspiros arrancaba la declamación del poema La Abuelita, del poeta mejicano Manuel Gutiérrez Nájera, con sus versos melancólicos: Tres años hace murió abuelita;/cuando la fueron a sepultar,/deudos y amigos en honda cuita/se congregaron para llorar.// … //Dolor vehemente rápido pasa;/tres años hace que muerta está,/llovieron penas, y nadie, en casa,/de mi abuelita se acuerda ya.// Uno de niño no entendía aquello de deudos y amigos, y honda cuita, pero sí me preguntaba cómo se podía olvidar tan frescamente a un ser tan amado. La cruda realidad de la vida le enseñará después que ello puede suceder, y que el olvido llega inexorablemente. A grandes rasgos así se homenajeaba en décadas pasadas en nuestros pueblos a la madre. No era costumbre invitarla a un restaurante como en la actualidad. El día transcurría tranquilamente y no se adoptaban medidas de seguridad como ocurrió este año en Bogotá para evitar que hubiera menos muertos que el año pasado. La madre se respetaba; por mentar la madre – decirle a otro hijo de puta o como suena popularmente hijueputa - se mataba y el código penal reconocía la legítima defensa del honor propio y ajeno. Hoy el saludo de los muchachos es “quiubo h.p.”; el aludido responde “vientos, marica” (traducción: “vientos: todo anda bien”; “marica: la mayor expresión de amistad). ¡Oh, qué tiempos aquéllos y éstos! orlandoclavijotorrado.blogspot.com 27 de mayo de 2012.

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Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario

CERCA DE LAS ESTRELLAS

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50 años del Diario La Opinión

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cena en el Club del Comercio - 15 de Junio de 2010 - Columnistas

Museo Antón García de Bonilla

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Orlando Clavijo Torrado y Luís Eduardo Páez García junto a la foto del General Mateo Torrado, tío bisabuelo del primero, quien la donó. Don Justiniano J. Páez, abuelo del doctor Luis Eduardo, en su obra histórica al referirse a la guerra de los Mil Días, da fiel cuenta de las acciones del General Torrado en la contienda, en virtud a haber actuado como su secretario.

Museo Antón García de Bonilla

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Hermanos Clavijo Torrado, Orlando, Nora, Edilia y Olga. Julio de 2010, Ocaña - Junto a la bandera con la imagen del Libertador Simón Bolívar bordada por señoras de Ocaña al conmemorarse el primer centenario de la independencia (1910).

EN EL AGUA DE LA VIRGEN

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Orlando Clavijo Torrado, sus hijos, nietos y primos.

CERCA DE LAS ESTRELLAS

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NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila

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COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

MONOGRAFIA DE BUCARASICA - Olger García Velásquez

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COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007

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Con sus hijos, de izquierda a derecha Cesar Octavio, Jaime Mauricio, Silvia Andrea y Orlando Alexander Clavijo Cáceres

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"

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29 DE MAYO DE 2009. CÚCUTA.

En la Academia de Historia de Norte de Santander

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Padre Edwin Avendaño, José Antonio Toloza (Q.E.P.D), Secretario de la Academia, y Orlando Clavijo Torrado