CRONIQUILLA
MEMORIA DEL BARRIO LA MERCED (I)
Orlando Clavijo Torrado
En estos días asistí al funeral de doña Ana Romelia Santos de Fernández, antigua habitante del barrio La Merced por el año 1970 cuando mi padre se radicó allí. Se trataba de una ocasión para acompañar de corazón a queridos amigos y vecinos de antaño, para saludar a otros tantos perdidos en el tiempo y la distancia y para recordar gratos momentos en que los de mi generación éramos padres jóvenes y llegábamos al hogar solariego con el alboroto de los nuevos retoños.
El barrio aún lucía nuevo pues había sido fundado en 1957; algunas casas conservaban la placa del Instituto de Crédito Territorial – ICT- , entidad que las había construido con las técnicas modernas y avanzadas de entonces, confortables y con generosas zonas llamadas antejardín – frente a la entrada – y espacios igualmente exteriores para la ornamentación vegetal en donde daban sombra los almendros, florecían mirtos, exoras, alejandrías, cayenos y rosales, y brindaban sus frutos los guayabos y los limoneros.
A mi padre le costó la casa $ 142.000, asumió la deuda de su vendedor don Josué Niray Cuervo, y remiso a deber, al poco tiempo se cansó de ir al Banco Central Hipotecario a pagar las cuotas mensuales de $ 500, aproximadamente, y decidió cancelar de una sola vez.
Reinaban la armonía, el respeto, las buenas maneras – como saludar cálidamente y pedir un favor con suma decencia -, la disciplina, la pulcritud, la sana alegría y la religiosidad (en un principio se pertenecía a la parroquia de Sevilla y posteriormente se edificó con recaudos de bazares realizados hasta en el parque Santander, la original iglesia, pequeña y modesta, convertida hoy en una bodega y ubicada frente a la sede de una empresa de taxis, y luego, por los años 80, a pocos pasos se levantó el hermoso templo del Santísimo Redentor, regido por la comunidad de los misioneros redentoristas, en donde se brinda especial culto al Señor de los Milagros de Buga).
La unión de los vecinos era ejemplar. Una noche, por ejemplo, un ladrón intentó asaltar alguna residencia; el primero que advirtió al maleante fue don Arturo Mogollón – ex tesorero del departamento -, y ni corto ni perezoso, y como correspondía a un heredero del valiente general Pastor Mogollón, de Herrán, combatiente en la guerra de los Mil Días, quemó un par de tiros de revólver; sonaron de inmediato en el contorno innúmeras armas como en ráfagas, de modo que el bandido tuvo que huir precipitadamente ante la atronadora balacera.
Ya no quedan virtualmente en el barrio familias de aquella época, todas de prestigio y honorabilidad, de trabajo y virtudes patriarcales. La mayoría buscó otros lugares y buena parte de aquellos matrimonios ha fallecido.
(Continuará).
orlandoclavijot@hotmail.com
Cúcuta, 8 de julio de 2010.
jueves, 8 de julio de 2010
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Datos personales
- Orlando Clavijo Torrado -
- Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
- Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario
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