jueves, 28 de julio de 2011

CRONIQUILLA
CONDENADOS A MUERTE
Orlando Clavijo Torrado

El conocimiento de las enfermedades por los años 1900 era aún muy precario, al menos en nuestros pueblos. Lo afirmo porque una candorosa tía de solo quince abriles estuvo a punto de ser llevada por la fuerza al sanatorio de Contratación (Santander), sospechosa de ser portadora del bacilo de Hansen. El alcalde, que no solo tenía poderes policivos sino diagnosticadores, decretó que Isabel Torrado Vergel debía ser, de hecho, aprehendida en su hogar, situado frente al parque principal de la población. Enterados de la orden del mandatario, sus hermanos Ramón - mi abuelo -, Luis Felipe, José del Carmen y Aristides, se situaron en la entrada de la casa dispuestos a impedir el ingreso de los policías. No voy a negar que estaban armados."A nuestra hermana no la sacan de aquí sino por encima de nuestros cadáveres", dizque juraron los cuatro mosqueteros. Ante esta decisión la "comisión" tuvo que replegarse, y gracias a ese coraje la tía Isabelita murió del mal de arrugas, apaciblemente, haciendo escapularios, en la querida Ábrego.

Resulta que la tía Isabelita era muy blanca, y le habían salido unas manchas en las manos. ¡Ajá! Para el señor alcalde esos eran síntomas de lepra. (Yo, que soy blancuzco, no me hubiera escapado si el alcalde me hubiera visto las pecas que me adornan por todos lados). ¡Pobrecitos los caratosos!

Conducir a un enfermo de lepra o simplemente dudoso a Agua de Dios (Cundinamarca), o a Contratación (Santander), los leprocomios de la época y de mucho tiempo después, equivalía a condenarlo a muerte. La Policía o la familia lo entregaban allí, virtualmente lo abandonaban a su suerte, se despedían y no volvían a verlo, excepto en raras ocasiones, pero mirando al paciente de lejos, mudando y quemando la ropa para evitar la contaminación, lo mismo que los platos y vasos que habían utilizado, en fin, algo semejante a un campo de concentración de prisioneros desahuciados. Dichos establecimientos eran sostenidos hasta hace unos años con un impuesto llamado de lazareto que se cobraba en algunos instrumentos notariales.

Siempre me he preguntado cómo el general Mateo Torrado Pérez, héroe de la guerra de Los Mil Días, de quien don Justiniano J. Páez, ilustre historiador ocañero, fue su secretario, permitió que lo condujeran a Contratación en un "paquete" de tres supuestos leprosos de Ábrego, en 1922, sin resistirse, él, de cuyo valor y fuerte temperamento hay registros documentales y recuerdos familiares. Y vean ustedes que no murió - en 1924 - de lepra sino de "disentería". Él, que fue tan fiero en la batalla del Carmen en 1901 y berraco ante las injusticias y los injustos, al parecer no dio ninguna pelea, salvo que lo hubieran hallado en estado de postración, lo que no creo. La ley era la ley.

Sepan, queridos lectores, que por aquellas calendas - como en los tiempos bíblicos - los leprosos - verdaderos o no - eran aislados, confinados, desterrados y escondidos por la familia para que las comisiones de la Policía - en nuestro Departamento había un escuadrón a propósito - no los "capturaran". Sí: los perseguían cual criminales para someterlos y llevarlos custodiados a los mencionados lazaretos. En 1909, a instancias de la Sociedad de Patologías Exóticas, a nivel mundial se había decretado la "exclusión sistemática de los leprosos y su reagrupamiento en leprosarios como medida esencial de profilaxis".
¡Cuanta gente "inocente" habría sido llevada contra su voluntad a esos sitios! ¡Y cuántos morirían de otros males, menos de lepra, como el general Torrado! ¡Cuántas injusticias se cometerían! Y, repito, ¡cuán atrasada estaba la ciencia en nuestro medio!

Estos recuerdos y reflexiones se me ocurren al leer en nuestro diario local que se conformará una suerte de bloque de búsqueda para detectar a los tuberculosos que no quieren acudir a los centros médicos del municipio. ¡Obsérvese cómo todo se repite! ¡Igual que hace 90 años! Con la diferencia de que hoy se cuenta con dispensarios humanos y bien dotados y laboratorios y médicos especializados, y muchos mitos se han desvanecido como el del contagio por el simple saludo de mano y otras falacias.

Aquí queda patas arriba aquel dicho de que todo tiempo pasado fue mejor.


orlandoclavijotorrado.blogspot.com


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Bucaramanga, 19 de julio de 2011.

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CERCA DE LAS ESTRELLAS

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50 años del Diario La Opinión

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cena en el Club del Comercio - 15 de Junio de 2010 - Columnistas

Museo Antón García de Bonilla

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Orlando Clavijo Torrado y Luís Eduardo Páez García junto a la foto del General Mateo Torrado, tío bisabuelo del primero, quien la donó. Don Justiniano J. Páez, abuelo del doctor Luis Eduardo, en su obra histórica al referirse a la guerra de los Mil Días, da fiel cuenta de las acciones del General Torrado en la contienda, en virtud a haber actuado como su secretario.

Museo Antón García de Bonilla

Museo Antón García de Bonilla
Hermanos Clavijo Torrado, Orlando, Nora, Edilia y Olga. Julio de 2010, Ocaña - Junto a la bandera con la imagen del Libertador Simón Bolívar bordada por señoras de Ocaña al conmemorarse el primer centenario de la independencia (1910).

EN EL AGUA DE LA VIRGEN

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Orlando Clavijo Torrado, sus hijos, nietos y primos.

CERCA DE LAS ESTRELLAS

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NI TAN CERCA DE LAS ESTRELLAS - Gustavo Gómez Ardila

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COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

MONOGRAFIA DE BUCARASICA - Olger García Velásquez

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COLUMNA DEL 2 DE JUNIO DE 2009 - DIARIO LA OPINION

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007

Posesión como miembro de la Academia de Historia de Norte de Santander, Cúcuta, 17 diciembre 2007
Con sus hijos, de izquierda a derecha Cesar Octavio, Jaime Mauricio, Silvia Andrea y Orlando Alexander Clavijo Cáceres

LANZAMIENTO LIBRO "CERCA DE LAS ESTRELLAS"

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29 DE MAYO DE 2009. CÚCUTA.

En la Academia de Historia de Norte de Santander

En la Academia de Historia de Norte de Santander
Padre Edwin Avendaño, José Antonio Toloza (Q.E.P.D), Secretario de la Academia, y Orlando Clavijo Torrado