lunes, 3 de septiembre de 2012
PARA EL SEMANARIO LA PROVINCIA DE OCAÑA
CENTENARIOS
Orlando Clavijo Torrado
¡Qué dicha hubiera sido apagarle las cien velitas a mi padre el próximo 24 de septiembre! Pero no puede ser: el Creador quiso llevárselo hace trece años. Por el contrario, su contemporánea, doña Rosana Navarro viuda de Peñaranda, que desde hace décadas se vino de Ábrego y se radicó en Ocaña en la misma casa de la calle empedrada por donde deambulaba Antón García de Bonilla, por Jesús Cautivo, con el favor de Dios arribará el 19 del mismo mes a su primer centenario, en pleno goce de sus facultades mentales, narrando acontecimientos bien lejanos. Ella es la madre de Pablo – casado con mi prima Marlene Torrado Arenas - , Julio –casado con Marina Sánchez Clavijo -, Iván, Luis (Güiche), Hernán, Teresa, Graciela y Soledad. Doña Rosana me cuenta con cierta picardía que su esposo Carmen Peñaranda Ordúz – hijo del famoso líder de Ábrego Ramón David Peñaranda Torrado -, estuvo primero enamorado de mi madre y luego sí se fijó en ella. ¡Feliz cumpleaños doña Rosana! ¡Que cumpla otros cien!
Todas estas anécdotas surgen ahora que estoy preparando una breve biografía de Leoncio Clavijo Suescún, mi padre. Afloran muchas reminiscencias, pero, sin duda, las agradables y simpáticas son las mejores, y por ello en el repaso de su historia lo recuerdo cuando…
Cúcuta fue su morada durante los últimos treinta y siete años de su vida. Se estableció en el barrio La Merced, aún por 1972 un sector residencial tranquilo de familias honorables, ubicado estratégicamente no lejos del centro de la ciudad, del estadio, la diagonal Santander y la Terminal de Transportes.
Evoco con una sonrisa su asistencia infalible a las misas de aguinaldo en la iglesia de los Padres Redentoristas. El horario de la misa era las cuatro de la mañana. Pero él, afanoso y con un sentido excesivo de la puntualidad, llegaba a las tres. Por supuesto que el templo todavía no estaba abierto. Yo le decía en broma: “Papá, ¿por qué no le pide las llaves de la iglesia al padre y usted se encarga de abrir?”. Pues bien: los ladrones se percataron de la frecuencia de este señor madrugador. En aquel tiempo no había el puente jorobado, como se conoce hoy, sino un puente metálico para cruzar el Canal Bogotá: allí se apostaban los rateros. En alguna ocasión mi padre los divisó y disimuladamente sacó una pequeña navaja que usaba para limpiarse las uñas. Ni tan disimuladamente porque los muchachos le gritaron desde el extremo en donde lo esperaban: “¡Ya vimos que tiene una navaja! ¿Cree que nos va a engañar?” Leoncio no pudo más que avanzar; no existía otro camino; antes de llegar al final del puente ya estaba levantando las manos en señal de rendición. Los salteadores lo requisaron y lo despojaron de los pocos pesos que guardaba y de la navaja, además de recomendarle que para la próxima vez portara más dinero. Pese a este percance él siguió su rutina de las misas de aguinaldo a la misma hora y prácticamente se hizo amigo de los pillos pues en adelante lo dejaban pasar sin problemas.
Su hábito de tempranero originó otro gracioso incidente: a las cinco de la mañana de cierto día, cuando se dedicaba como siempre a cuidar las plantas ornamentales y un limonero, en el jardín exterior de la casa, de súbito saltó al prado una mujer joven, con toda la traza de estar chiflada, que le preguntó: “¿Qué hace?”. El le respondió: “Pues como ve, aquí regando el jardín”. “¿Y por qué no me riega a mí?”, le dijo la demente. “¡Cómo se le ocurre!”, replicó él. Y la muchacha, acercándosele más, se alzó el vestido y le pidió: “¡Riégueme la pecadora!”.
Mi padre debió suspender la faena y entrarse a la casa. Mi madre le preguntó que por qué había terminado tan pronto y él le refirió todo. Ambos se rieron con gana del episodio.
orlandoclavijotorrado.blogspot.com
27 de agosto de 2012.
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Datos personales
- Orlando Clavijo Torrado -
- Cúcuta, Norte de Santander, Colombia
- Casa-Museo General Francisco de Paula Santander - Villa del Rosario
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